The Dark Knight Rages
La verdad es que Batman no parece la persona ideal con la que pasar una tarde tranquila. No, no señor de la noche.
(vía The Mary Sue)
La verdad es que Batman no parece la persona ideal con la que pasar una tarde tranquila. No, no señor de la noche.
(vía The Mary Sue)
El año pasado, comentando un libro sobre su figura, dije de Chris Marker (el gran artista que falleció ayer tras cumplir los 91 años y que jamás hizo nada por desmentir el mito de que había nacido en Ulán Bator. Porque, francamente, si alguien dijese de ti que habías nacido en Ulán Bator, ¿querrías corregirle?) «Si admiro a alguien, admiro a Chris Marker». Declaración que hizo que algunos amigos se mostrasen confundidos, porque resultó ser menos clara de lo que yo pretendía. Pero su sentido, al menos para mí, es harto simple: tiendo a no admirar a la gente que no conozco —entre otras cosas, porque somos todos humanos y por tanto falibles, aunque la distancia difumine las imágenes—, pero si admirase a alguien desde la distancia y sin posibilidad de conocerle, ese alguien sería Chris Marker. No tanto por las cosas que hizo —por ejemplo, algunas de sus posiciones políticas, desde la perspectiva del presente, me resulta terriblemente ingenuas— sino más bien por cómo las hizo. Incluso dentro de sus ensayos filmados más de propaganda, como es el caso de La sixième face du pentagone, hay imágenes que matizan, aclaran, subvierten o ejemplifican las ideas que defendía. En cierta forma, la obra de Chris Marker descree de sí misma.
Pero admiro, sobre todo, su capacidad para interesarse por lo nuevo, para enfrentarse a retos a una edad a la que otras personas están llorando los tiempos pasados. No sólo conservó la capacidad para el incisivo e irónico comentario político, Chats perchés, sino que se atrevió con nuevas tecnologías, como cuando se puso a hacer un CD-ROM o aprovechó las nuevas cámaras para lanzarse a las calles de París o para componer ese ensayo sobre la memoria que es Sin sol. Y por lo que sé de él, habiéndole seguido en la distancia, fue así hasta el final.
Y también, por cierto, creo una de las grandes películas de ciencia ficción. Con un presupuesto inexistente, en blanco y negro, de menos de media hora de duración, compuesta exclusivamente por imágenes fijas excepto un sorprendente y momentáneo uso del movimiento, es un análisis del lugar del individuo dentro del flujo inexorable del tiempo, agitándose sobre las aguas del devenir entre el más absoluto determinismo y la capacidad fundamental de elegir:
La Jetée
I’m not posting this as one of those overly proud parents boasting "Look and see what my progeny has done!" I’m posting it because as an adult, one always forgets the depth of emotion of which little children are capable. I’m posting it because I’m a little at a loss on how to best foster her talents and dreams of being a writer. And I’m posting it because I continue to be in awe of the constant surprises that come with parenthood.
En MetroDad: Portrait of the Writer as a Young Girl.
La sorpresa constante, sí.
If you asked people in 1989 what they needed to make their life better, it was unlikely that they would have said that a decentralized network of information nodes that are linked using hypertext.
En The Farmer & Farmer Review . Mastery and Mimicry . The Heart of the Builder.
(vía parislemon)
Math naturally lends itself to humor. It can behave like a riddle, which is essentially a drawn out joke. It can also be used to apply cold logic to warm situations, which is a class of joke Im fond of.
Lo de steampunk se lo ha inventado Cory Doctorow. En cualquier caso, tras ver esta esta colección de Prada, yo estaría encantado de vestirme así todos los días:
O así:
O tal que así, vamos:
El gran Zach Weiner publica hoy un cómic que va precisamente de cumplir años y hacerse mayor. Sé que hay gente para la que no es así, pero en mi caso lo siento tantas veces de la forma reflejada en el cómic que no me resisto a añadirlo:
Ha sido como verse retratado.
Mi madre me felicitó mi cumpleaños diciéndome «que cumplas muchos más y que yo los vea». Mi madre es muy sabia, porque eso es un win-win de libro. Puestos a desear, ¿a qué desear las cosas a medias?
Lo más curioso de 45 es que parece importante por eso de acabar en cinco, que en el ranking de celebraciones va justo después de acabar en 0. Sin embargo, no me siento muy fundamentalmente diferente a lo que me sentía el año pasado. Supongo que durante una cierta serie de años uno más bien se encuentra en una fase determinada. Ahora mismo en una que empezó ya hace un tiempo y no se resolverá hasta dentro de otros. Vamos, que asumo que 46 será muy similar.
50 sí que es un número que impone más. Hoy me preguntaban si alguna vez me había imaginado tener la edad que tengo ahora. No, claro, como mucho tener 33 años, por eso de que caía en el año 2000. Pero pasada esa referencia temporal (de un futuro que ahora está firmemente encajado en el pasado), lo de tener 45 años, y no digamos ya 50, es algo que no me había imaginado jamás. Lo que por otra parte es una suerte, porque la imaginación tiene la mala costumbre de no cumplirse nunca. O la buena, que a veces es difícil evaluar, por lo limitada y rutinaria que puede ser la imaginación.
Un ejemplo, el regalo de mi hija ha sido unas cartas de Pokemon. Jamás en mi vida hubiese podido imaginar que unas cartas de Pokemon me pudiesen hacer tanta ilusión. Pero ahí están. Y yo deseando aprender a jugar con ella.
O parafraseando a un sabio que nació tal día como hoy (unos años antes): la vida a veces te da lo que no sabías que querías.