Ciencia, varitas mágicas y los gnomos de South Park

Un certero artículo llamado Drunk on Gadgets describe como los políticos no comprenden la ciencia ni la técnica y esperan que sean como una varita mágica que resuelva todos los problemas. Su punto de partida es que la juiciosa aplicación de ciencia y técnica puede sacarnos de cualquier atolladero. El último párrafo lo deja bien claro:

The “rightful place of science,” to appropriate Obama’s phrase, is somewhere more humble than the pedestal on which politicians would place it. Technology is not a magic wand, even if presidents would like to wield it as if it were. But it takes serious engagement with science to understand its difficulties and limitations. Lowering the cost of health care cannot be done by gadget, nor can gadgets intercept putative missiles reliably, save the economy, or keep people from crossing the border. Gadgets can’t stop terrorism, and they can’t solve the climate crisis. Instead, politicians themselves must confront these dilemmas, the trade-offs and the tough choices. It’s what they are paid for.

Ya lo comenté en su momento: las decisiones sobre cómo y cuándo actuar no son en sí mismas decisiones científicas y tecnológicas, aunque sí son decisiones que se deben tomar teniendo en cuenta nuestros conocimientos científicos y nuestras habilidades tecnológicas. Obsérvese también que el párrafo oscila entre ciencia y técnica, consciente de que avances científicos no implican necesariamente avances tecnológicos, o incluso que el hecho de poseer ciertos conocimientos científicos no implica que interese traducir esos conocimientos en tecnología.

Por desgracia, ese tratar la ciencia (y por extensión la tecnología) como magia no se limita exclusivamente a los políticos. Ignorar detalles sociales, culturales, antropológicos e incluso personales es una forma perfecta de simplificar el problema hasta dar con una solución que parece ideal y simple, pero simplemente porque has logrado dejar de lado todos los detalles que hacen que efectivamente el problema sea difícil. Es como aquellos utopistas que enfrentados al hecho cierto de que la naturaleza humana dificulta la construcción de una utopía real, optaban alegremente por cambiar la naturaleza humana, como si esa segunda opción fuese más fácil que construir una utopía.

Un ejemplo lo vi hace unos días en Twitter a propósito de la situación por la que pasa nuestro país. Más o menos proponía como solución simple e ideal una cadena que empezaba con la investigación científica, seguía con la innovación y acababa en desarrollo. Esa cadena no es más que esa misma visión de la ciencia y la técnica como varitas mágicas capaces de resolver cualquier situación difícil. Esa «solución» sólo es así de simple y trivial porque esconde bajo la alfombra todos los problemas de iniciar la cadena y de pasar de una fase a la siguiente, omite todos los cambios sociales y culturales que serían necesarios para hacerla funcionar.

De hecho, al verla pensé en los gnomos de aquel episodio de South Park que se dedicaban a robar calzoncillos. Ese robo era el primer paso de su plan de negocio, siendo el tercero la obtención de beneficios. Por desgracia, el segundo paso era una enorme «?», porque no tenían ni idea de cómo pasar de la primera fase a la tercera.

Los gnomos también creían en la magia.

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