De postre, de Mauro Entrialgo
Resulta simpático encontrarse a Mauro Entrialgo tan juguetón y fantasioso, aunque puede argumentarse que esas características ya están presentes, más o menos en la superficie, en el resto de su obra, incluso allí donde es más social y más crudo. Por ejemplo, cuando juega con las portadas y las tapas (como hace también en este caso) o cuando los personajes ejecutan algún malabarismo lógico. Pero este libro, por necesidad, es completamente así. Juguetón y fantasioso es su razón de ser.
De postre reúne 110 chistes («para todos los públicos» nos advierte la misma portada) publicados en un suplemento dominical. Se trataba del chiste de «cierre», la recompensa final de la lectura, el postre. Pero como todo postre, también quedaba la tentación de tomarlo primero. Y como todo postre, tiene que ser para todos los públicos, para adultos y para niños (y de hecho, otro elemento juguetón del libro es que contiene dos epílogos, uno para adultos y otro para niños).
El libro está lleno de robots (sobre todo gigantes), monstruos, vaqueros, seres mitológicos, espacios lejanos, parques, edificios modernos, supermercados, viajes espaciales… Toda una serie de obsesiones que dan pie a chistes que en realidad son sobre la percepción humana. El humor de Mauro Entrialgo se clava directamente en el espacio que hay entre nuestras creencias sobre las cosas y las cosas en sí. En la página 70, una frase de lo más normal oculta una realidad mortal. En la 54, la lógica de los símbolos del éxito se lleva al extremo más absurdo. Y hablando de distancia entre lo que creemos ver y la verdad, nada mejor que la página 49. Muchos de esos chistes aprovechan la ciencia ficción o lo fantástico para desenmascarar nuestras más queridas justificaciones, las que nos permiten considerarnos héroes de nuestras vidas.
De este libro me gusta todo. Me encantan los chistes, sobre todo cuando bordean lo surrealista como (mi preferido) el de la página 93 (que además, es un excelente chiste científico). Me encanta que el tono del libro sea tan fantasioso pero sin sacrificar la inteligencia de los comentarios. Me encanta el color en acuarela. Vamos, que me parece un libro delicioso y uno de los mejores de su autor.