La tecnología es fácil de predecir… sobre todo si ya la han inventado

Creo que es algo que sabe todo lector de ciencia ficción: no es difícil predecir la tecnología que ya existe, o mejor dicho, no es difícil predecir variaciones sobre lo que ya sabes. Es algo que se nos da realmente bien. Pero precisamente esa misma «familiaridad creativa», nuestra habilidad para construir sobre lo que ya conocemos, nos limita. Por tanto, cuando alguien hace una predicción, lo interesante no es centrarse en los aciertos, sino prestar atención a los fallos, a aquellas cosas que hoy nos parecen claras pero que no se predijeron, porque de ellos se aprende bastante sobre las suposiciones subyacentes, aquellas que para una época concreta son tan evidente que muy rara vez se articulan explícitamente.

Un ejemplo lo tenemos en un vídeo de 1994 donde se hacen varias predicciones sobre los tablets. Muchos aspectos parecen increíblemente proféticos, pero no lo son tanto si tenemos en cuenta varios elementos de la época, y podemos encontrar detalles interesantes si nos concentramos en lo que no logra predecir.

Lo primero que debemos tener en cuenta que 1994 no es el pasado remoto de la especie. En 1994 ya había varias propuestas de tablets (cosa que el vídeo menciona) e incluso había disponibles sistemas que se le parecían bastante, por lo que la predicción principal no es tan sorprendente como pueda parecer. De hecho, la Wikipedia tiene un artículo sobre la historia de los tablets que se remota incluso a los años 50. Por ejemplo, el Dynabook de Alan Kay se propuso en 1968 y en 1987 Apple ya había presentado su concepto de un navegador de conocimiento. Y eso, por supuesto, sin hablar de un buen montón de películas, series y novelas de ciencia ficción, que de cientos de formas diferentes elucubraban continuamente sobre formas distintas de comunicarse o compartir el conocimiento.

Pero como dije antes, lo interesante es lo que no predicen. Me llama la atención la ausencia en el vídeo de dos tecnologías que ya existían en ese momento, cuyo impacto ha sido monumental, y que apenas se mencionan: la web y de la telefonía móvil. En concreto, el vídeo acaba prediciendo que irás a un quiosco a comprarte el periódico que luego insertarás en el lector, justo como hoy —o en 1994— vas al quiosco a comprar el periódico en papel. No se da el paso adicional de pensar que la telefonía móvil avanzará tanto que permitirá conectarse desde casi cualquier parte. Es más, las tecnologías que convergen en el móvil permiten hoy en día prescindir del tablet que se muestra en el vídeo. Cualquier teléfono moderno hace eso sin mayores problemas.

El vídeo plantea los periódicos como algo monolíticos, que leerás sobre una pantalla pero más o menos de la misma forma que lees un periódico de papel. Es decir, plantea el periódico como un todo, sin predecir que unos pocos años, gracias a Internet, tendemos a consumir los periódicos como fragmentos, combinándolos según nuestros gustos y nuestros intereses. En parte es un caso de miopía quizá deliberada, porque el vídeo va de situar el periódico en el futuro digital, por lo que la disgregación del periódico no es una opción que pueda agradar a los que pagan esas investigaciones.

Pero lo realmente difícil de predecir no es la tecnología, sino los cambios sociales producidos por la tecnología. De ahí incontables historias que transcurren en un imperio galáctico pero donde todos se comportan como en la América de los años 50. Resulta relativamente fácil predecir el automóvil, pero mucho más difícil (aunque no imposible) predecir los atascos. El origen de la dificultad está en que los seres humanos tenemos una capacidad asombrosa para usar la tecnología de forma diferente a la concebida por sus creadores, y todo sistema lo suficientemente complejo contiene sorpresas de funcionamiento que se pueden explotar con ingenio (y cuando metes en la ecuación a millones de seres humanos, lo que sobra es ingenio).

Es aquí donde el vídeo se vuelve más interesante.

Como dije, se da por supuesto que el periódico tal y como lo conocemos no va a desaparecer. Se dice explícitamente, en lo que me parece más una declaración ansiosa que producto de la seguridad en el futuro. Es normal, porque ya dije que de eso va el proyecto en el que trabajaban: preservar el periódico tal y como era. Por esa razón muestran el periódico de siempre, limitándose a un simple cambio de dispositivo, sin plantearse otros posibles cambios de hábitos. De hecho, el uso que se le da es como si estuviese impreso en papel exceptuando los detalles multimedia. La gente lo comparte, pero en la misma mesa. Hay que comprar un ejemplar nuevo cada mañana (en lugar de suponer un mundo informativo continuo). Incluso el componente social que se muestra se parece más al clipping de toda la vida, con tijeras, que al que practicamos hoy. A pesar de los avances tecnológicos que se predicen, es un vídeo bastante conservador que plantea un mundo que es continuación directa de su presente. Por no predecir —aunque está muy relacionado con el enfoque— no predice ningún uso del dispositivo que vaya más allá del periódico. Por ejemplo, los elementos multimedia se muestran en relación con una noticia. Una predicción social hubiese sido profetizar el vídeo personal, YouTube y los memes de gatitos.

Pero quizá el cambio más grande que no predice es el uso actual que hacemos de la fuentes de noticias. No sólo el periódico ha perdido buena parte de su autoridad (en parte por razones tecnológicas y en parte también por el proceso de suicidio en el que se ha embarcado la prensa) sino que las cabeceras no tienen la importancia que se les atribuye en el vídeo. Para muchos de nosotros, la situación actual es precisamente la inversa de la mostrada. No empezamos con un periódico concreto, sino que partimos del proceso de compartir (vía Twitter en mi caso) y a partir de ahí vamos distribuyendo aquellas noticias o textos que nos interesen, sin importar su procedencia de una fuente u otra. Hoy en día, el recorte es en sí el punto de partida, en un proceso en el que mezclamos todo tipo de fuentes y medios. No tomamos un todo para fragmentarlo, sino que reunimos fragmentos para montar un todo.

Digamos que el vídeo plantea el mundo de siempre donde el canal de comunicación (de unos pocos a muchos) tiene una dirección concreta (del medio al público y rara vez a la inversa). Es el modelo de los grandes medios de comunicación que Internet hace años ya se encargó de modificar, haciendo que progresivamente sea más absurda la idea de empaquetar las noticias y vender el paquete. Eso tenía sentido cuando la tecnología –tener que imprimir sobre papel– hacía que resultase más conveniente y económico. Cuando cambias la tecnología… bien, las opciones son otras muy diferentes.

Eso sí, nada de lo que he dicho implica que nuestra época se libra de esa tendencia humana a extrapolar sobre lo conocido. Asumo que gran parte de lo que decimos hoy sobre el futuro, incluso el futuro a relativamente corto plazo, resultará también errado en lo social. Probablemente podamos acertar con la potencia de cálculo y las capacidades de los ordenadores del futuro, pero tengo claro que nos equivocaremos al predecir los usos que les daremos.

Que es precisamente lo interesante del futuro.

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