Esto que estás leyendo un libro…

Y te encuentras con erratas. No tiene nada de raro, ya que ninguna labor humana es perfecta y los errores son inevitables. Pero lo simpático es mi reacción al dar con el fallo (una a que falta en medio de una palabra, digamos, o «fugo» por «fuego»): no me sorprende el error. Lo que me sorprende, durante una fracción, de segundo es no ver una línea roja ondulada bajo la palabra, indicando que no aparece en el diccionario y que por tanto es preciso revisarla.

Qué conveniente sería. Para que luego digan que los libros en papel no tienen sus limitaciones.

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