Capturing better Photos & Video with your iPhone, de J. Dennis Thomas

Compré este libro con mucho entusiasmo. Por desgracia, tal entusiasmo se desvaneció al leerlo. Es más, este libro demuestra las limitaciones del formato libro. En un libro, lo que pone ahí está fijo para siempre. Si lo que el libro dice cambia con rapidez, su utilidad se reduce a la misma velocidad. Dicho de otra forma, este libro habría sido mejor como blog, donde los distintos capítulos se hubiesen podido actualizar a medida que se sucediesen los cambios.

Porque hablar de tecnología es hablar de cambio y en el caso de un teléfono que se renueva una vez al año (para el que aparecen cientos de apps nuevas cada semana), poner las cosas sobre el papel. En este caso, puedo decirles que los 3 primeros capítulos son los más atemporales, introduciendo el primero el iPhone como cámara (indicando, por ejemplo, que prácticamente cualquier compacta es mejor cámara), hablando en el segundo de algunos fundamentos mínimos de fotografía y tratando en el tercero el impacto de la luz. En realidad, casi nada que no sepas ya si lees algún libro básico de fotografía, pero que siempre está bien que te recuerden y el libro lo explica bastante bien. Así llegamos a las 58 primeras páginas.

El resto se dedica a hablar de apps, de programas de edición, de vídeo en el iPhone, de las opciones para compartir y finalmente de accesorios. El ejemplo perfecto de la limitación es el capítulo dedicado a las apps. No sólo hoy en día las hay mucho mejores (por ejemplo, Camera+), sino que muchas de las apps mencionadas no se han actualizado para el iPhone 4 y aunque los efectos que ofrecen son más que interesantes, guardan las fotos a una resolución en ocasiones increíblemente limitada. Mi conclusión es que resulta mucho más productivo seguir unos cuantos blogs dedicados a la fotografía y la iphonegrafía (por ejemplo, iPhoneographty).

Como punto a favor, está muy bien ilustrado con muchas fotografías que demuestran lo que se puede hacer con el iPhone.

[50 libros] 2011

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La lectura está tan sobrevalorada…

Pocas veces se reconoce que uno de los grandes éxitos del marketing de los últimos cinco siglos es haber logrado convertir un simple objeto, el libro, es una especie de bálsamo de Fierabrás, dotado de una cualidades prácticamente sobrenaturales. Un extraterrestre que no hubiese visto jamás un libro, creería, al oír algunas de las cosas que se dicen sobre él, sobre la lectura e incluso sobre la industria editorial, que estamos ante una suerte de ente mágica y con seguridad dotado de los atributos de la divinidad. Intento imaginarme su decepción cuando le enseñasen un taco de hojas de papel (o un Kindle).

Es la bobería del libro, que ha elevado un objeto a los altares.

Lean si no:

Take this, for example. Maxim Gorky once claimed that "everything which is good in me should be credited to books". You find this quoted a lot, as if it carried some generalisable weight. Yet I don’t believe it can be true, quite, even of Maxim Gorky, who led an intermittently miserable life. It’s a blind and callous thing to say. What about the influences of his family (particularly his grandmother), or his many friends? Nothing good whatsoever emanated from them? If I were his father I’d give him such a slap. You good-for-nothing thankless Gorky you, you book-ridden ingrate, you louse…

But, of course, one recognises this sort of overstatement. You have to feel passionately about a subject to talk this foolishly about it. An astonishing number of "lovers" of books and of reading frequently say similarly questionable things, at least if you quote them out of context – which is what people tend to do. I’m doing it too.

Let’s take the following, by way of almost random example, from Charles Kingsley: "Except a living man, there is nothing more wonderful than a book." Gosh. Any living man? Any book? Nothing else can compete? Flowers? Sunsets? Palladian villas? Pastrami sandwiches with extra pickles? Rubbish. One remembers Norman Mailer’s definition of a "conservative" as one who, given a choice between saving the life of a man and that of a tree, will ask to view the tree and to meet the man before making his decision. You have to look at what is in front of your nose, after all. It’s not too much to ask.

En Reading is overrated | Books | guardian.co.uk.

(visto en 3 Quarks Daily)

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¿Qué fue de los diletantes?

Eso de ser diletante debe ser más bien una cuestión de personalidad. Y la verdad, en el mundo moderno son todo facilidades.

There are hordes of people out there who are smart and interested in everything. It’s up to artists and art workers to show them, in a compelling way, that art matters.

vía What Ever Happened to the Dilettante? | Art21 Blog.

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«Por qué los medios nos engañan… incluso cuando no lo pretenden»

Al hilo del comentario de ayer sobre los periódicos, tenemos aquí la excelente charla que dio Josu Mezo (cuyo blog, Malaprensa, habría que convertir en libro y distribuirlo bien distribuido) con ese título de «Por qué los medios nos engañan… incluso cuando no lo pretenden»:

También está disponible la presentación:

Mi único comentario se refiere al origen de todo esto. La charla señala varios: el dinero (la falta o, añadiría yo, las ganas de ganarlo con el mínimo personal posible) o las prisas. Sin embargo, por mucho que los comentarios se refieran a periódicos y otros medios de comunicación, valen igual para cualquier sistema de difusión donde se den esos factores. Obsérvese que los blogs caen en esos mismos vicios en cuanto tienen que justificar números de páginas vistas o se ven obligados a publicar sí o sí. Un ejemplo claro lo tenemos estos días -si sigues noticias tecnológicas- con el torrente imparable de rumores sobre el iPad 2. Quizá la única diferencia fundamental entre un medio de comunicación tradicional y un blog es que si bien el medio tradicional confía plenamente en sus fuentes de confianza (valga la redundancia), para un blog no importa tanto la fuente como lo jugoso del mensaje. Si un calamar gigante se plantase frente a un blogger y le dijese que el iPad 2 tendría un molinillo de café, en lugar de publicar que ha visto un calamar gigante, el blogger titularía «El iPad 2 vendrá con molinillo de café».

Por cierto, de la bibliografía que ofrece, el libro Flat Earth News vale mucho la pena. Da miedo, pero vale la pena.

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El periódico de ayer

Tres razones para considerar que The Daily es un intento de hacer lo que se hacía ayer en un medio de hoy, cuando los hábitos lectores y de comunicación han cambiado considerablemente (especialmente en el caso del público al que va dirigido, que usa un iPad).

First, the concept of getting all one’s news from a single source has largely fallen by the wayside. A vast amount of news traffic today is link driven, with a particular article gaining attention for some reason, drawing tens or hundreds of thousands of visitors. But those people come for the article, not the publication, and they don’t stay to become loyal readers. We see this sort of temporary traffic spike all the time with TidBITS, when one of our articles is featured on Daring Fireball or Slashdot. There’s no question that this trend is a huge threat to publication business models, but The Daily isn’t the solution—or even a solution.

Second, link-driven traffic stems not just from aggregation sites like those I mentioned, but from social sharing. Whether via email, Twitter, or Facebook, many of us read news because it has been recommended to us by someone in our social network. The Daily does allow outgoing social recommendations from within the app, but doesn’t integrate recommended content in any way, as does the Flipboard app. That’s troublesome because part of the appeal of recommended links from friends is that they emanate from all over the Web, with a wide variety of points of view and voices. No publication can be all things to all people, and yet, The Daily seems to be trying to do just that.

Third and finally, with its single voice, The Daily completely ignores the democratization of content brought about by the rise of the Internet. Completely missing, for instance, is the work of small professional publications and bloggers, who may not be able to reach massive audiences on an individual basis, but who, in aggregate, have completely changed the journalistic playing field.

via TidBITS Opinion: Why The Daily Is So Yesterday.

Si lo piensas, la práctica de juntar noticias, formar un paquete y vender el conjunto es bien extraña. O mejor dicho, como muchas otras cosas que damos por supuestas, no es más que el resultado de una cierta situación histórica, de las limitaciones impuestas por el uso de cierta tecnología. Si imprimes sobre papel, es evidente que imprimir una sola noticia y enviarla al otro extremo del mundo no tiene demasiado sentido. Es mejor juntar muchas, hacer un periódico y distribuir el taco de hojas de papel.

Pero hoy en día la situación es muy diferente. Hoy en día, lo más fácil es enviar una noticia, un libro, una canción (un lo que sea que se pueda digitalizar) al otro extremo del mundo casi instantáneamente y casi sin gasto. La tecnología ha cambiado y con ella han cambiado las opciones disponibles y por tanto lo que tiene sentido hacer o no hacer.

Podría argumentarse que el periódico ejerce una función de selección, valoración y contraste. Por desgracia, no creo que sea verdad. Hoy en día, el periodismo parece haber abdicado de cualquier pretensión de calidad. Leer en el periódico la sección de la que sabes algo es llorar y por tanto la conclusión lógica es pensar que eso pasa incluso con las secciones de las que no sabes nada (y, adicionalmente, que la sección de deportes es la única obligada a ser mínimamente precisa). Al contrario, hoy lo más fácil es acceder directamente a los expertos, sin necesidad del intermedio de un periodista.

Por supuesto, a lo dicho anteriormente hay excepciones. Por ejemplo, sólo estoy suscrito a una revista en papel –Neural-, precisamente porque la labor de compilación es extraordinaria y el resultado es mayor que la suma de las partes. Pero la existencia de esa excepción deja bien manifiesto el problema y simultáneamente su solución: el periódico o la revista que puedes montarte tú mismo recurriendo a fragmentos encontrados en Internet supera en precisión e inmediatez a cualquiera de las cabeceras tradicionales.

En esta situación, mi única duda fue durante un tiempo la cuestión de la serendipia, el descubrimiento de cosas que no sabía que me interesaban. Si algo te interesa, es muy fácil encontrar mucha información. Si algo no te interesa, es posible intentar mantenerse apartado. Pero el problema fundamental es descubrir aquellas cosas que no sabes que te interesan, es más, que ni siquiera sabes que existen. Una revista bien montada, con criterios de variedad, que no se repitiese continuamente, parecería un buen camino para la serendipia. Por desgracia, incluso a eso han llegado tarde (aún dando por supuesto que sea una meta a la que aspiran, que me parece mucho suponer) y ahora mismo considero que ese problema en concreto se resuelve solo.

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Una fábula sobre el copyright: Sanji and the Baker, de Robin Tzannes y Korky Paul

Este libro para niños, con textos de Robin Tzannes e ilustraciones de Korky Paul, se publicó originalmente en 1993. Por tanto, desconozco cuál era la intención original de la historia, aparte de ser una fábula más o menos genérica sobre la avaricia. La habitualmente confiable Wikipedia sólo me ofrece noticia sobre el ilustrador Korky Paul.

Pero hoy en día resulta muy fácil, e incluso inevitable, leer la historia como una sencilla reflexión sobre el copyright, una forma fácil de presentar a los niños el problema fundamental de los derechos de autor: parcelar y privatizar la cultura común de la humanidad, permitiendo el monopolio fragmentario de algo que pertenece a todos. Aunque el paso inicial, permitir un cierto control durante un tiempo limitado a cambio de la producción cultural, pudiese considerarse razonable, la avaricia ha llevado a reclamar cada vez más paquetes de derechos hasta puntos francamente absurdos. Al final, la gran paradoja del copyright es que condena al olvida y a las tinieblas toda aquella obra que no tenga valor comercial, porque el valor cultural en general no es suficiente para permitir su rescate dentro del marco legal.

Las historia es tal que así.

Sanji es un viajero que ha recorrido el mundo. Un día llega a la fabulosa ciudad de Fratsia y allí decide quedarse un tiempo. Tras acomodarse, descubre que su alojamiento se encuentra sobre una panadería. Todas las mañanas, Sanji huele con deleite los deliciosos productos preparados por el panadero. Tanto le gustan, que de vez en cuando baja a la tienda y compra un bollo o un panecillo.

Por desgracia, eso de que Sanji disfrute gratuitamente de los olores no gusta nada al panadero que cree tener derecho sobre algo que simplemente flota en el aire y llega por sí mismo a todas partes. Exige por tanto el pago correspondiente, un canon sobre el olor digamos, y cuando Sanji se niega a pagar, lo lleva ante el juez.

El núcleo de la historia radica en dos puntos. En los amigos de Sanji, y su situación en la última viñeta, y, evidentemente, en la decisión final del juez y el ejemplar castigo —ajustado perfectamente a la falta— que impone.

Evidentemente, es una fábula, y aún tomándola como metáfora, no se ajusta cien por cien a la realidad. Pero por otra parte, como toda fábula es un excelente punto de partida. La historia es divertida, las penalidades de Sanji adecuadamente penosas, la avaricia del panadero es perfectamente despreciable (aunque en realidad sea totalmente humana). Los dibujos son estupendos y tremendamente expresivos. Un gran conjunto.

Ideal.

Cómics 2011

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«La red no tiene representantes, esa es su fuerza»

Entrevista con Amador Fernández-Savater donde plantea muchos asuntos interesantes y, más importante todavía, hace algunas preguntas que invitan a la reflexión. Destaco esta parte de una respuesta, porque creo que incide en una de las raíces de la situación actual. No sólo estamos hablando de posibles pérdidas de dinero, sino también de pérdidas del monopolio de la creación, por medio de la palabra, del entorno social en el que vivimos. En un mundo de libre comunicación, los hacedores tradicionales de opinión pierden gran parte de su poder. Eso debe dar miedo:

En efecto, creo que, más allá de la coyuntura-Sinde, lo interesante de lo que está pasando en el terreno cultural es quizá que refleja una situación más general. Yo lo expresaba así en el texto: “hay una élite que está perdiendo el monopolio de la palabra y de la configuración de la realidad. Y sus discursos traducen una mezcla de disgusto y rabia hacia esos actores desconocidos que entran en escena y desbaratan lo que estaba atado y bien atado”. Me refiero a la crisis general de la Cultura de la Transición que gobierna en España desde hace 30 años (en todos los planos: político, cultural, etc.). Y a la aparición en escena de nuevos actores difusos, borrosos y ambiguos, que no son exactamente “movimientos sociales” pero están cambiando las cosas a su modo, abriendo lo posible. Trato de desarrollar un poco más esto en un artículo titulado “La crisis de la cultura consensual en España” que aparecerá enseguida en una revista nueva llamada El estado mental.

La imagen de El ángel exterminador que propones me parece muy buena. Estamos encerrados en un bucle y no podremos salir hasta que dejemos de pensar con un “viejo cerebro” que confunde la cultura con la industria, a los trabajadores culturales con el star system, el intercambio en la red con la piratería, etc. Con el viejo cerebro estamos en un callejón sin salida, en una espiral hecha de miedo y ignorancia que tiene por solo recurso la fuerza bruta. Eso es lo que yo vi y viví en la cena famosa.

via «La red no tiene representantes, esa es su fuerza» :: Periódico Diagonal.

(gracias a @adelgado)

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Pixar lo tiene claro

The Onion puede llegar a alcanzar elevados grados de excelencia en sus noticias falsas:

Yes, after the success of our first few movies we had a hunch you’d continue to enjoy the wonderfully designed animation and our smart, lyrical writing, but I didn’t think we’d create a horde of drooling morons ready to drop everything just to watch a fucking rat cook dinner. Time and time again, though, there you chumps are, lined up around the block with your stupid little kids, eager to have your stupid little hearts filled with whimsy.

Admit it: You numb-nuts are addicted to our genuine, three-dimensional characters. And you just can’t get enough of our ability to make an idiot robot that can barely even talk feel relatable. It’s okay to say you love it.

It’s truly pathetic, but it’s okay.

via I’ve Got You Dumb Motherfuckers Eating Right Out Of My Hand | The Onion – America’s Finest News Source.

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