Tres razones para considerar que The Daily es un intento de hacer lo que se hacía ayer en un medio de hoy, cuando los hábitos lectores y de comunicación han cambiado considerablemente (especialmente en el caso del público al que va dirigido, que usa un iPad).
First, the concept of getting all one’s news from a single source has largely fallen by the wayside. A vast amount of news traffic today is link driven, with a particular article gaining attention for some reason, drawing tens or hundreds of thousands of visitors. But those people come for the article, not the publication, and they don’t stay to become loyal readers. We see this sort of temporary traffic spike all the time with TidBITS, when one of our articles is featured on Daring Fireball or Slashdot. There’s no question that this trend is a huge threat to publication business models, but The Daily isn’t the solution—or even a solution.
Second, link-driven traffic stems not just from aggregation sites like those I mentioned, but from social sharing. Whether via email, Twitter, or Facebook, many of us read news because it has been recommended to us by someone in our social network. The Daily does allow outgoing social recommendations from within the app, but doesn’t integrate recommended content in any way, as does the Flipboard app. That’s troublesome because part of the appeal of recommended links from friends is that they emanate from all over the Web, with a wide variety of points of view and voices. No publication can be all things to all people, and yet, The Daily seems to be trying to do just that.
Third and finally, with its single voice, The Daily completely ignores the democratization of content brought about by the rise of the Internet. Completely missing, for instance, is the work of small professional publications and bloggers, who may not be able to reach massive audiences on an individual basis, but who, in aggregate, have completely changed the journalistic playing field.
via TidBITS Opinion: Why The Daily Is So Yesterday.
Si lo piensas, la práctica de juntar noticias, formar un paquete y vender el conjunto es bien extraña. O mejor dicho, como muchas otras cosas que damos por supuestas, no es más que el resultado de una cierta situación histórica, de las limitaciones impuestas por el uso de cierta tecnología. Si imprimes sobre papel, es evidente que imprimir una sola noticia y enviarla al otro extremo del mundo no tiene demasiado sentido. Es mejor juntar muchas, hacer un periódico y distribuir el taco de hojas de papel.
Pero hoy en día la situación es muy diferente. Hoy en día, lo más fácil es enviar una noticia, un libro, una canción (un lo que sea que se pueda digitalizar) al otro extremo del mundo casi instantáneamente y casi sin gasto. La tecnología ha cambiado y con ella han cambiado las opciones disponibles y por tanto lo que tiene sentido hacer o no hacer.
Podría argumentarse que el periódico ejerce una función de selección, valoración y contraste. Por desgracia, no creo que sea verdad. Hoy en día, el periodismo parece haber abdicado de cualquier pretensión de calidad. Leer en el periódico la sección de la que sabes algo es llorar y por tanto la conclusión lógica es pensar que eso pasa incluso con las secciones de las que no sabes nada (y, adicionalmente, que la sección de deportes es la única obligada a ser mínimamente precisa). Al contrario, hoy lo más fácil es acceder directamente a los expertos, sin necesidad del intermedio de un periodista.
Por supuesto, a lo dicho anteriormente hay excepciones. Por ejemplo, sólo estoy suscrito a una revista en papel –Neural-, precisamente porque la labor de compilación es extraordinaria y el resultado es mayor que la suma de las partes. Pero la existencia de esa excepción deja bien manifiesto el problema y simultáneamente su solución: el periódico o la revista que puedes montarte tú mismo recurriendo a fragmentos encontrados en Internet supera en precisión e inmediatez a cualquiera de las cabeceras tradicionales.
En esta situación, mi única duda fue durante un tiempo la cuestión de la serendipia, el descubrimiento de cosas que no sabía que me interesaban. Si algo te interesa, es muy fácil encontrar mucha información. Si algo no te interesa, es posible intentar mantenerse apartado. Pero el problema fundamental es descubrir aquellas cosas que no sabes que te interesan, es más, que ni siquiera sabes que existen. Una revista bien montada, con criterios de variedad, que no se repitiese continuamente, parecería un buen camino para la serendipia. Por desgracia, incluso a eso han llegado tarde (aún dando por supuesto que sea una meta a la que aspiran, que me parece mucho suponer) y ahora mismo considero que ese problema en concreto se resuelve solo.