Algunos juegos de Homínidos 2011

El 16, 17 y 18 de septiembre asistí a las jornadas Homínidos 2011. Organizadas por la editorial Homoludicus (que tiende a editar muy buenos juegos y por tanto publica algunos de los juegos que comentaré a continuación), las jornadas consiste en algo tan simple como encerrarse en un hotel de Granollers y aprovechar sus salones para jugar, jugar y jugar a todo tipo de juegos de mesa. La verdad es que si salí del hotel fue sólo un momento para ir a comprar a la librería Homoludicus (de por sí, un gran espacio con muchas mesas para jugar) que entre otras cosas tiene una excelente selección de juegos para niños (ya saben, intentando pasar la afición a la prole).

Lo pasé en grande. Jugar a ese tipo de juegos me relaja muchísimo y lo paso muy bien (sobre todo en compañía de amigos), por lo que la oportunidad de hacerlo hasta altas horas de la mañana, casi ininterrumpidamente, es un regalo que no se recibe habitualmente. Además, los organizadores son perfectamente consciente de que allí la gente va a jugar, y hacen lo posible para que ese deseo se cumpla: mucho espacio, refrescos en abundancia, muchos juegos y la posibilidad de probar diferentes estilos de juego.

Evidentemente, por muchas horas que se dedique a jugar, no hay nunca tiempo suficiente (que se lo digan a mi amigo Miquel Barceló, que ha resultado ser un gran aficionado a esos juegos, que se quedó sin probar High Frontier) y es preciso cierto nivel de optimización: todo juego que se prueba es perder la oportunidad de jugar a otro. A mí se me quedaron muchos que me hubiese encantado probar, pero de los que jugué me gustaría destacar los que más me gustaron.

Aquí están:

MIL 1049

MIL es un juego de Firmino Martínez que pronto publicará Homoludicus (el logo de la izquierda es totalmente provisional). De hecho, en Homínidos 2011 se jugó con ilustraciones casi definitivas (obra, por cierto de Pedro Soto, que jugó en mi partida). En este caso cada jugador lleva una familia de la edad media. La idea es extender la familia, teniendo hijos y ocupando territorios. El juego ofrece muchas opciones y posibilidades, casi todas marcadas por aspectos positivos y otros negativos: hacer la guerra, partir a las cruzadas, ayudar a construir la catedral, etc… Como se trata realmente de llevar una familia, hay un curioso mecanismo para marcar el paso del tiempo que hace que los personajes vayan muriendo, cosa que no tiene mayores consecuencias negativas si has recordado tener descendencia. La cosa se pone muy fea si mueres sin heredero.

Se trata en suma de un juego complejo, por la cantidad opciones, pero no es un juego complicado y tras el primer turno ya vas bien. Tiene detalles curiosos. Por ejemplo, si quieres construir un castillo debes pujar contra los demás jugadores y puede suceder que tú inicies el proceso de construcción pero que otro jugador, que ha pujado más, lo acabe construyendo.

Mi impresión final fue que se trataba de uno de esos juegos con profundidad y que no revela sus secretos con facilidad. Es mi compra segura.

De Vulgari Eloquentia

Juego de Mario Papini —también publicado en España por Homoludicus—, De Vulgari Eloquentia ambientado en la Italia de finales de la edad media, cuando el latín va cediendo terreno a las nuevas lenguas vulgares. Los jugadores empiezan siendo mercaderes, aunque a lo largo de la partida —mientras buscan conocimientos, repasan libros, ganan dinero y recorren Italia— pueden convertirse en monjes, cardenales e incluso llegar a papa (aunque sólo puede haber uno). Entre los detalles simpáticos: los monjes piden dinero al mercader más rico; si ningún mercader es más rico que el monje, el dinero sale de la banca. Lo que se dice cobrar, los monjes siempre cobran.

Y aquí viene el punto curioso del juego. A la mitad de la partida tuve la impresión de que había terminado para mí, que no me quedaba nada interesante que hacer con ese juego (quizá en parte porque me sentí forzado a convertirme en monje a pesar de que yo quería ser mercader). Pero horas después, empecé a recordar De Vulgari Eloquenti como un juego muy bueno, con un tema impresionantemente bien integrado con las mecánicas (elegir cinco acciones entre un montón de opciones). Un impresión que perdura hasta ahora, varios días después. De hecho, estoy prácticamente decidido a comprarlo.

¿Cómo conciliar dos reacciones tan diferentes? Pues no lo sé, pero quizá se trate de mi cerebro diciéndome que mi problema con el juego se debió sobre todo a la inexperiencia y que partidas posteriores demostrarán que jugar a De Vulgari Eloquenti es una experiencia mucho mejor de lo que me pareció en ese momento.

Gloria a Roma

Juego de Carl Chudyk que quería probar desde hace tiempo y que ya había decidido comprar al saber que Homoludicus lo iba a publicar en España en una nueva versión con gráficos bastante mejores. El objetivo de Gloria a Roma consiste en ganar puntos reconstruyendo Roma tras el tremendo incendio. Se hace empleando una serie de cartas que pueden tener distintas funciones (profesión, edificio o material de construcción) dependiendo de dónde se encuentren y el uso que se le quiera dar.

Se trata de un juego ágil, divertido y rápido, que ofrece bastante opciones. El detalle de las cartas con 3 posibles usos es uno de los elementos que lo hacen divertido: ¿uso esta carta como el material o la empleo como profesión? Y si bien los efectos de unos edificios se acumulan sobre otros, lo que ofrece potentes combinaciones, me dio la impresión de que no tanto como para desequilibrar enormemente la partida.

Star Trek: Expeditions

Yo soy más bien poco trekkie, así que el tema de este juego no me atraía especialmente. Pero el nombre del diseñador, Reiner Knizia, y el hecho de que fuese cooperativo hacían que Star Trek: Expeditions. Y con razón. Es muy buen juego cooperativo en el que los jugadores hacen el papel de oficiales de la Federación intentando resolver una serie de crisis mientras allá en los cielos una nave klingon se enfrenta a la Enterprise. El tema está francamente bien integrado y yo lo disfrute mucho.

El juego tiene buenos detalles. El que más me gustó: si un personaje hace algo especialmente bien, sufre daño físico. También puede esforzarse, y aceptar el daño, para obtener mejores resultados. Viene además con varias figuras, incluyendo dos buenos modelos de las naves, lo que hace que sea más divertido jugarlo. Su única pega es que hay mucho texto en inglés, por lo que no es adecuado para jugadores que no controlen esa lengua.

Automobile

Automobile fue el último juego que jugué durante Homínidos 2011; al terminar me levanté para ir al aeropuerto. Y cómo me alegra haberlo jugado. Los comentarios que había leído eran más bien tibios, por lo que a pesar de ser un fan de Martin Wallace (entre mis preferidos está Brass), pasé. Ahora que lo he jugado, es una omisión en mi ludoteca que pienso corregir.

Automobile es un juego económico donde cada jugador lleva una empresa automovilística desde los inicios de la industria y a lo largo del siglo XX. Entre las opciones está la de hacer investigación y desarrollo, producir coches, decidir cómo venderlos y saber cuándo cerrar fábricas demasiado antiguas. Un detalle interesante es que la demanda de coche es secreta, por lo que buen parte del juego consiste en intentar prever lo que va a pasar y decidir cuántos coches fabricar.

Sin ser Brass, que me parece un gran juego económico, me gustó mucho.

Antiquity

Aquí tenemos la joyita, la rareza de estas jornadas. Fue Bascu el que me habló de este juego, que él define como una especie de Catan avanzado. Se trata de un juego de administración de una ciudad, con un conjunto de reglas muy simple y tremendamente lógico. Tanto es así que yo leí las reglas en el avión y ese mismo día por la tarde me levanté de una partida y me senté a jugar a Antiquity.

Qué juegos más brutal. No sé si es posible ganar a Antiquity (entre sus detalles llamativos está en que cada jugador puede elegir, de entre una serie de condiciones de victoria, la forma de ganar que más le apetezca), pero perder a este juego es toda una experiencia. Yo cometí un error fatal (sobre el que me habían advertido repetidamente: Nunca, hagas lo que hagas, te quedes sin madera) y el juego me machacó sin piedad. No importa, porque la experiencia de jugarlo es muy superior. A destacar el detalle importante de que incluye contaminación: prácticamente no puedes hacer nada —segar, por ejemplo— sin provocar un importante impacto ecológico en el entorno.

Evidentemente, no se trata de un juego para todo el mundo. De hecho, probablemente pretende ante todo ser una rareza, uno de esos juegos exquisitamente cuidados, con un aspecto gráfico que imita elementos muy anteriores. La caja, por ejemplo, es una gozada, porque imita y remite a modelo de libros antiguos. Es en suma uno de esos juegos que se pueden tener simplemente por el placer de la posesión, aunque nunca lo juegues. Si no fuese tan caro…

En cuanto a Homínidos… espero poder ir a Homínidos 2012.

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