Un repaso escéptico a los extraterrestres

Gran trabajo de PZ Myers en A Skeptical Look at Aliens mostrando porque las concepciones habituales de los extraterrestres —desgraciadamente habituales en otros campos científicos ajenos a la biología— estén más que posiblemente equivocadas a la luz de lo que se sabe sobre la evolución de la vida en la Tierra. Una cosa que se suele olvidar es que estamos más íntimamente emparentados con las especies terrestres de lo que jamás lo estaremos con cualquier especie extraterrestre:

Here are representatives of four groups of animals that show great potential for intelligence: they’re self-aware, puzzle-solving, curious and exploring creatures: the primates, some birds like the Steller’s Jays shown here, cetaceans, and octopods. Science fiction stories love to speculate about meeting and communicating with aliens, but they always cheat and make the aliens mirrors of ourselves, so it’s relatively easy. Here are four species that are far more closely related to us, that share far more in common with us, than any aliens we might ever encounter. Yet we’re trying harder to listen to the conversations of unknown aliens with SETI than we are trying to have a chat with our next door neighbor, Octopus vulgaris. I suggest to you that extraterrestrial aliens are not impossible, but they may be rarer than you think, and furthermore, that they’re going to be weirder than you can imagine. And if you can’t think of what to say to an earthbound intelligent mollusc, you’re going to have a really tough time with the biochemically bizarre, anatomically improbable, historically unrelated tentacled blobs of Fomalhaut or whatever.

Digamos que ante nuestros deseos de comunicación los hechos pierden la batalla.

También en The teeny-tiny bit of my TAM talk I had to cut short comenta de pasada lo que a mí me parece el gran fracaso de mucha ciencia ficción: renunciar a sus propias aspiraciones de mirar al universo tal y como es para retirarse rápidamente a lo cómodo y conocido:

This is the most recent outrageous example of this, from the space fantasy movie Avatar. James Cameron consciously chose (for understandable dramatic and profit-making reasons) to completely ignore what science said and shape his aliens to fit human expectations. And that meant making them sexy.

Por desgracia, no pasa sólo en la película de Cameron.

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The Man Who Fell to Earth

La película la recuerdo muy vagamente, fragmentos e imágenes que me vienen a la cabeza. No sé si realmente la vi entera. Sí recuerdo haber leído la novela. En cualquier caso, parece un buen momento para verla.

As science-fiction films go, this is a unique one. It focuses on character and implied ideas, not on plot and special effects. It’s very much a product of the 1970s, when idiosyncratic directors deliberately tried to make great films. A production of this style is almost unthinkable today; it’s too challenging and abstract for the Friday night mobs and requires too much thought.

En The Man Who Fell to Earth :: rogerebert.com :: Reviews.

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[Recibido] Diástole, de Emilio Bueso

Tengo la impresión de que hay un resurgimiento y renovación del terror en España. Un ejemplo, este Diástole (Salto de Página. ISBN: 978-84-15065-04-3. 240 pp. 18,00 €) de Emilio Bueso

De la contraportada:

Jérôme es un pintor caído en desgracia que recibe el encargo de retratar a Iván, un misterioso extranjero cuyo pasado irá revelándose a medida que nos relate su historia durante las sesiones de posado.

Jérôme conocerá así la historia de un hombre perseguido por Moscú durante décadas; un forajido que tuvo que recorrer a la fuga los escenarios más duros de la extinta Unión Soviética, sobrevivir al asedio nazi de Leningrado, desaparecer en las noches de San Petersburgo durante los días más crudos de la dictadura, esconderse en las zonas más contaminadas de Chernóbil… La auténtica naturaleza de Iván se nos revelará cuando conozcamos el antiguo y terrible mal que porta consigo, hecho a partes iguales de radiactividad y de una espantosa maldición que habita en el corazón del arte pictórico.

Diástole es un viaje febril que bombea terror y novela negra, dentelladas a la yugular y chutes de heroína, plutonio y poesía. Una corrosiva historia de amor y fatalidad que abre de un hachazo un nuevo registro en la actual narrativa de terror española.

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[Recibido] La economía azul: 10 años, 100 innovaciones, 100 millones de empleos, de Gunter Pauli

Una de mis convicciones es que la situación mundial no puede seguir como hasta ahora y que es preciso hacer reformas profundas sobre todo en lo económico. Por esa razón me llama la atención La economía azul: 10 años, 100 innovaciones, 100 millones de empleo (Tusquets Editores. ISBN: 978-84-8383-304-9. 352 pp. 24,00 €) de Gunter Pauli

De la contraportada:

En tiempos de zozobra económica, cuando los expertos parecen incapaces de ofrecer soluciones, la propuesta de Gunter Pauli desprende el aroma de lo revolucionario y lo posible a la vez. Revolucionario porque va más allá de dos modelos que se han revelado ineficaces: la economía financiera, basada en el crédito y la deuda, y la «economía verde», que trata de preservar el medio ambiente a costa de grandes inversiones que la vuelven inviable. La «economía azul» propone servirse del conocimiento acumulado durante millones de años por la naturaleza para alcanzar cada vez mayores niveles de eficacia, y traducir esa lógica del ecosistema al mundo empresarial.

Pauli sugiere estimulantes posibilidades: desde aplicar la estructura de los termiteros a la arquitectura bioclimática, a teléfonos móviles que se recargan sin batería gracias a la diferencia de temperatura entre el aparato y el cuerpo humano, pasando por la reutilización de los desechos agrícolas. Presentado como informe para el Club de roma, La economía azul expone cien iniciativas empresariales innovadoras que pueden generar cien millones de empleos en los próximos diez años: innovaciones reales, que señalan una vía alternativa hacia un mundo mejor.

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[Recibido] La chica mecánica, de Paolo Bacigalupi

La verdad es que La chica mecánica (Random House Mondadori. ISBN: 978-84-01-33940-0. 544 pp.) de Paolo Bacigalupi viene con unas credenciales muy impresionantes: premio Nebula 2009, Premio Hugo 2010, premio Locus 2010, premio John W. Campbell 2010 y considerada por la revista TIME una de las mejores novelas de 2009.

De la contraportada:

Bienvenidos al siglo XXII.

Anderson Lake es el hombre de confianza de AgriGen en Tailandia, un reino cerrado a los extranjeros para proteger sus preciadas reservas ecológicas. Su empleo como director de una fábrica es en realidad una tapadera. Anderson peina los puestos callejeros de Bangkok en busca del botín más preciado para sus amos: los alimentos que la humanidad creía extinguidos. Entonces encuentra a Emiko.

Emiko es una «chica mecánica», el último eslabón de la ingeniería genética. como los demás neoseres a cuya raza pertenece, fue diseñada para servir. Acusados por unos de carecer e alma, por otros de ser demonios encarnados, los neoseres son esclavos, soldados o, en el caso de Emiko, juguetes sexuales para satisfacer a los poderosos en un futuro inquietantemente cercano…

…donde las personas nuevamente han de recordar qué las hace humanas.

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Alivio, de Fran Herbello

Quedan pocos días para ver la obra de Fran Herbello expuesta en la galería Factoría Compostela, pero no quiero dejar de comentarla. Se trata de una serie de retratos de marineros perdidos en el mar (en este caso concreto, los tripulantes del pesquero Bonito que es el nombre conjunto de las piezas expuestas). Las imágenes son fotografías, cedidas por sus familias, de los marineros perdidos. El artista traspasa las fotografías a cajas de madera, usando círculos de distintos tamaños taladrados en la madera para crear así una suerte de negativo fotográfico.

Luego, en el interior de las cajas introduce telas de alivio, que es la ropa que va tras el luto. Expuestas al sol, durante meses, las cajas van grabando en la tela la imagen de esas personas en forma de puntos blancos sobre el tejido oscuro. El resultado es una serie de retratos que combinan capa tras capas elementos del sufrimiento ante la pérdida y, como explica el propio autor, del pequeño alivio que la fotografía representa.

La verdad es que me impacto verlos. Primero, por el proceso laborioso de la creación, al permitir que los elementos marquen el tejido (en particular el sol, que da sobre la tela como si diese sobre la piel). Segundo, porque el resultado combina esos elementos de una forma casi espacial y cronológica. Los retratos se aprecian bien de lejos, pero sólo acercándose, y perdiendo así el rostro, se aprecia la textura y los motivos de las telas oscuras, como si fuese preciso un desplazamiento para apreciar los distintos sufrimientos. Digamos que unos dolores son evidentes y claros, otros son más secretos. Además, las cajas, que son los negativos, sirven para guardar y transportar los retratos. Cada paso añade un matiz nuevo.

Mis fotos fueron hecha con el iPhone en condiciones de poca luz, así que no son muy buenas, pero creo que sirven para hacerse una idea. Y por último, mi agradecimiento a Adrián Hiebra por los enlaces.

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[Recibido] James Whale: El padre de Frankenstein, de Juan A. Pedrero Santos

James Whale fue uno de esos directores capaces de hacer una segunad parte que supera a la primera. Sólo por eso el hombre se merece un respeto. Y parece que este James Whale: el padre de Frankenstein de Juan A. Pedreros Santos (Calamar Ediciones. ISBN: 978-84-96235-37-3. 288 pp. PVP: 24 €) —teniendo en cuenta que las publicaciones de Calamar suelen estar muy bien— parece muy buen presentación. Como también suele ser habitual, el libro está ilustrado con una enorme generosidad, con varias imágenes a todo color y a página completa.

De la contraportada (un fragmento del prólogo de Guillermo del Toro):

La vida y filmografía de James Whale están cargadas de contradicciones y dolor. Y en ambos casos el tema dominante es la pérdida, el extravío y la muerte. la criatura de Víctor Frankenstein, nacida de la pluma de Shelley, es el santo patrón de los desvalidos sociales, de los espíritus raros, de las almas oscuras, y encuentra en Whale su Leonardo. un retratista que carga de ambigüedad y pasión todo lo que toca; un hombre con una increíble capacidad para hacer que cada detalle, visual o sonoro, rime hasta crear un poema tonal de absoluta perfección.

En este libro encontraremos una meticulosa crónica y una inteligente análisis de la obra de un cineasta único. El ascenso y eventual olvido de Whale se narran con precisión y bien informadas opiniones. en esta crónica encontraremos los fortuitos accidentes que impidieron que Bela Lugosi hiciera el papel de monstruo, la metodología del volcánico y quimérico maquillador Jack Pierce, mago del colodión y el algodón; las castas crónicas de un Hollywood salvaje y descocado y todos los detalles que conforman el via crucis de un hombre que creía tener el alma manchada de hollín, como un minero, y que creó una autobiografía imaginaria sin censura, sin medida y sin final.

Bienvenido a un mundo de Dioses y Monstruos…

Y sobre James Whale:

El británico James Whale (1889-1957) comenzó su carrera cosechando grandes éxitos en el teatro londinense, para posteriormente dar el salto a la dirección cinematográfica en Hollywood. Si bien su obra no se circunscribió exclusivamente al cine de terror (sólo se enmarcan en este género cuatro de sus más de veinte películas), sí es por su aportación al mismo por lo que es y será siempre recordado. El doctor Frankenstein (1931), El caserón de las sombras (1932), El hombre invisible (1933) y La novia de Frankenstein (1935) son su mayor legado. Producidas en el seno de los estudios Universal cuando estos vivían su etapa de mayor esplendor, tres de ellas están unidas a otro gran mito del cine fantástico: Boris Karloff, que siempre será reconocido como el mejor actor que interpretó al monstruo de Frankenstein, al igual que Whale será recordado como el padre de Frankenstein.

La literatura, a través de la exitosa novela de Christopher Bram, El padre de Frankenstein, y el propio cine, con la adaptación a la pantalla de esa misma obra literaria que se materializó en Dioses y monstruos (Gods and Monsters, 1998), dirigida por Bill Condon, se ocuparon de acercar al público la personalidad de tan peculiar creador. En ambos casos de forma muy inspirada. Este libro es otro intento de dar continuidad a la divulgación de la vida y obra de este singular artista. James Whale es, como cineasta, todo un clásico. Y los clásicos, ya se sabe, nunca morirán.

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