Lost, 6ª temporada, episodio 7, “Dr. Linus”

La recomendación de siempre (ya no sé de qué color hacerla): NO leer a menos que hayas visto el episodio.

Oh, Ben, Ben, Ben, Ben, Ben, criatura, ¿qué te han hecho? ¿Cuándo te castraron? Vale, tenía asumido que llegaría un episodio de la sexta temporada que no me gustaría, pero ¿tenía que ser el tuyo? Con lo gran personaje que eras. Vale, en realidad, si logras sobrevivir a este episodio es precisamente porque eres un gran personaje y el actor que tienes detrás lo hace muy bien.

Nos vuelven a contar lo que ya sabíamos. Sí, te dolió la muerte de Alex. Te vimos llorar su cadáver a solas. Mucha gente creyó que eran lágrimas de cocodrilo -que actuabas para beneficio de algún ente invisible-, gente para la que el gris no existe y le resulta inconcebible que puedas ser un asesino y amar a tu hija. ¿Pero era necesario hacer todo un episodio para ellos, para explicarles que mataste a Jacob bullendo de furia? El jefe había manipulado toda tu vida -al final incluso sacrificaste a tu hija- y él tipo se planta ante ti y te dice “¿y qué?”. Se merecía la puñalada. Encima, más allá de la tumba, tiene la desfachatez de decir que en el último segundo tenía la esperanza de que te comportases de otra forma. Después de haber destrozado tu existencia, ¿esperaba qué? Vaya un imbécil.

Por supuesto, nada de eso te exime de la culpa que te toca, sobre todo por la muerte de Alex, por haber matado a Locke, por la muerte del propio Jacob y muchas más. Pero no hacía falta que lo confesases, porque todo eso ya lo sabíamos… No es que te hubiésemos perdonado. Primero, porque no estoy seguro de que merezcas perdón; ésa es precisamente tu gracia como personaje. Segundo, porque tampoco te hacía falta.

Pero me estoy adelantando. Vamos por partes. Primero, el regreso de Richard Alpert, la oveja descarriada.

Richard Alpert ha perdido la fe. ¿Quién no la perdería? Su dios menor ha muerto y encima Flocke –que debe ser el Adversario de esa religión- le da una paliza. Es para planteárselo. Además, descubre que, por si las humillaciones no fuesen suficientes, Jacob no se había molestado en explicar de la misa ni la mitad. El pobre lleva en la serie desde la tercera temporada y resulta que un advenedizo como Dogen –que no suma ni dos horas de pantalla- estaba enterado de lo que pasaba. Mientras tanto, el pobre Richard –mano derecha de Jacob, su pie izquierdo y probablemente hasta su bazo- no sabía nada de nada. Por lo que ha decidido suicidarse.

Meditemos un momento sobre ese salto de lógica que nos lleva de “Jacob, cabrón” a “me voy a matar”.

Como quiere suicidarse, pasa primero a recoger a Jack y Hurley (¿sabía dónde estaban o se los encontró por casualidad?). A continuación se los lleva al Black Rock. Es un buen detalle, porque en el Black Rock hay dinamita –inestable-, lo que nos sirve para recordar a Arzt, que murió por una explosión de dinamita y además sale en el episodio; adicionalmente nos permite establecer una relación con la línea X y nos prepara para que un episodio posterior nos cuente la vida de Richard Alpert en el Black Rock. Bien, Richard quiere la dinamita para morir. Pero, he aquí el problema, él no puede matarse a sí mismo.

¿No les resulta curioso? Han aparecido parejas que no podían matarse mutuamente y que precisaban de la agencia de un tercero. Flocke no podía matar a Jacob. Ben y Widmore no podían matarse. Pero resulta que Richard no puede matarse a sí mismo. Vale, Richard es inmortal, pero eso de que no puede suicidarse me provoca la impresión de que es doble de sí mismo. Y por cierto, su inmortalidad, nos lo confirma, es un don de Jacob, que recibió al tocarle. Lo que me hace preguntarte qué otros dones habrán recibido los demás tocados.

Pero a lo que íbamos. Richard quiere que Jack o Hurley enciendan la mecha de la dinamita. Pero Richard es un hombre considerado y les dice que puede ser una mecha larga, para que les dé tiempo a escapar. Menos mal, durante un segundo pensé que quería pasar la eternidad acompañado. Por supuesto, nadie querría volar a Richard Alpert por los aires, sobre todo con esos ojos que tiene. Pero Jack está en plan “me convertí de camino a Damasco” y le dice que vale, que él enciende la mecha.

Me resulta curioso que sea Jack el que demuestre fe. No curioso que la tenga, ya que después de su episodio en el faro, es normal. Jack llevaba ya un tiempo dudando, pero en aquel episodio terminaron de desmontarlo por completo, convirtiéndolo en un hombre de fe, acercándolo a la figura que es en la línea X y a lo que era Locke en la isla. Pero curiosamente, Hurley, que ve y habla con Jacob, es el que sale corriendo y no quiere saber nada. Es decir, la persona que tiene pruebas –y sabemos que las acepta como reales, precisamente porque actúa siguiendo las instrucciones de Jacob- es el que no demuestra fe. Supongo que si sabes la fe no te hace falta. Si no sabes, entonces la fe es necesaria.

Richard y Jack se sientan juntos, esperando a que la mecha se consuma. Jack dice que la dinamita no estallará. Richard no se lo cree, porque ha perdido la fe. La mecha, por supuesto, no llega a la dinamita y no pasa nada. Porque la isla –o el poder superior- no lo ha permitido. Que felicidad. Jack consolida su fe y Richard recupera la suya. Eso sí, tienen la precaución de no intentarlo de nuevo, no vaya a ser que realmente hayan confundido casualidad con destino y la segunda mecha no tenga tanta cortesía.

No soy capaz de explicarte lo chorra que me resulta esa escena, así que no lo voy a intentar. Pero en una serie llena de misticismo, con personajes que ya llegaban conversos o se convertían de camino, este proceso de cinco minutos suena a “había que ponerlo en algún sitio y aquí mismo vale”. Y ahora Jack y Richard hablarán un rato, pero no mucho, que se van a la playa.

Mientras tanto –vale, unos años antes- en la línea X nos hablas de Napoleón en Elba. ¿Hablas de ti mismo? Eso parecería, sobre todo porque nombras Elba, una isla. Pero no es Santa Helena, sino Elba. Porque de Elba Napoleón regresó con su título –igual que tú tienes el título de doctor- mientras que de Santa Helena no salió nunca. Pero no lo creo, creo que lo mencionas por otra razón, aunque durante un buen trozo del episodio da la impresión de que se refiere a ti.

Comprendo también la metáfora. El instituto es la isla. El director es Widmore, que tú consideras un inútil y al que aspiras a desterrar. Y te viene la oportunidad cuando Alex, que no es tu hija en la línea X pero como si lo fuese, te revela que el director mantiene relaciones ilícitas con una mujer, igual que Widmore, cuyas relaciones ilícitas con una mujer del exterior le ganaron la expulsión de la isla. El destierro de una isla a otra. Y por cierto, cuando Alex te cuenta lo que sabe, estás mirando una página con un barco que se parece al Black Rock.

Comprendo tu sensación de impotencia. Tú que fuiste un emperador en tu isla, eres ahora personaje secundario en otra. Es más, todo iría mejor si mandases tú. Y mira quién te anima, nada menos que Locke, al que en la isla tratabas como a un perro. Para que veas, no era tan tonto: sabe reconocer la grandeza.

Tu padre tampoco te lo pone fácil. Se siente mal el hombre, su hijo podía haber sido grande –si supiese- de haberse quedado en la isla. En realidad nos pasa a todos. Todos hubiésemos sido grandes sólo si se hubiesen dado estas o aquellas circunstancias. En nuestro mundo, casi nadie consigue ser protagonista de una serie de televisión de aventuras, de gran éxito, y muchos deben conformarse con un doctorado y dar clase en un instituto. La mediocridad es nuestro destino. Lo que me lleva a pensar: no será que la isla es ficticia y la línea X la realidad, ¿verdad?

Con qué cuidado le han escrito los diálogos a tu padre. Nos confirma tu presencia en la isla en esa realidad X, pero no nos dice la razón para salir de allí. ¿Tú también te sumergiste en el baño de la resurrección o eres el Ben que habría sido sin esa experiencia? ¿Disparó o no disparó Sayid? ¿Había un Sayid que hubiese podido disparar? ¿Los perdidos corrían por allí o hablamos de una línea muy diferente?

Me gustó mucho el detalle de que tu padre necesite botellas para respirar, considerando que en la isla lo mataste con un gas venenoso. También parece un señor diferente. Muy mayor, claro, pero también más tranquilo y hablador. No se parece al borracho que conocimos en la isla. ¿Tu madre murió en esta realidad? Voy a asumir que sí. En cualquier caso, como suele pasar en la línea X, da la impresión de que tú también te has reconciliado con tu padre. Me pregunto cuál será la reconciliación final que justificará todas estas mini-reconciliaciones; ¿quién es padre de quién en la isla?

Y mira el aliado que te has buscado. Arzt, el profesor de ciencias que salió en la serie para poder morir dinamitado (no podrá quejarse de salida espectacular). Mira que era pesado ese hombre. Pero cómo cayó de bien. Tanto que ha reaparecido varias veces. Y ahora vas a pedirle ayuda. Fue divertido verte aplicar tus superpoderes de persuasión. Pero la verdad es que no te funcionan muy bien, quizá porque no eres el mismo Ben de la isla. Arzt consigue sacar contrapartidas, mientras que en la isla una mirada tuya habría bastado para que tus aliados diesen saltos hasta el techo.

Pero se cumple el plan, consigues las pruebas y allá vas a chantajear al director. También es raro, porque en la isla apenas te hubiese hecho falta. En la isla hubieses amenazado con matar a un miembro de su familia o a su gato. Le hubiese roto las piernas, le hubiese lavado el cerebro, le hubieses encerrado en un taller mecánico para tiburones Dharma. Y en todo momento le hubieses hecho creer que ganaba él. Pero vamos a aceptar chantaje como quien acepta pulpo.

De nuevo, no eres el Ben de siempre. Eres otro Ben y la verdad es que me gustaría saber por qué. Siento mucha curiosidad. Eres buena persona y Michael Emerson consigue transitar por una línea delgada que a veces da a entender el Ben de siempre y a veces nos deja ver a otro Ben distinto. ¿Qué pasó con esa piscina? Digo que no eres el de siempre porque el director te contrachantajea (mira qué tío, se las sabe todas). Si tú le destrozas la vida, te quedas con su puesto y demás, él destroza la vida de Alex. Pero si le dejas vivir, la carta de recomendación que le va a escribir a Alex será tan extraordinaria que a la muchacha le concederán tres premios nobeles nada más terminada su redacción.

Nunca entenderé qué te impidió en ese momento decirle “quiero tu puesto, quiero la plaza de aparcamiento, quiero el teléfono del tío que te corta el pelo y QUIERO una carta de recomendación maravillosa para Alex o cuento lo tuyo”. Serás doctor en historia europea contemporánea, pero como chantajista vas fatal. La verdad, tú sigue contando lo de Napoleón. Vuelvo a plantearme lo de la piscina, francamente. A estas alturas empiezo a sospechar que a ti en la línea X nadie te pegó un tiro.

El problema es que en cuanto aceptamos esa dualidad –o Alex o el puesto de director y cambiar el instituto para cientos de alumnos con la correspondiente mejora en sus vidas (opción preferida por un simple cálculo utilitarista)- sabemos ya lo que va a pasar. Simplemente no hay misterios. Llevamos varios episodios seguidos que concluyen con la redención del personaje X protagonista, pero con los suficientemente elementos sorpresa como para no saber cómo se producirá la redención (sólo sabemos que habrá niños de por medio, y tu caso no es una excepción; aquí eres hijo y padre). Pero si Alex está presente, ya sabemos que no la vas a traicionar, de hecho, lo sabíamos ya en cuanto apareció y dijo lo de la carta: al final le ibas a conseguir la maldita carta, eso era seguro. Y todo porque la dejaste morir en la isla y por tanto en la línea X debes hacer lo contrario.

Hasta el último segundo deseé una sorpresa, que hubieses encontrado la forma de tenerlo todo. El Ben de la isla no lo logró: quiso tener a Alex y a la isla y acabó perdiéndolos a los dos. Pero tú eres más listo. Eres doctor. Pero te sacrificaste, como sabíamos que te sacrificarías. En la línea X Alex sigue siendo tu hija y te portaste como un padre. Has ganado hija y humanidad. Justo todo lo que perdiste en la isla.

Curiosamente, en la isla también hay problemas de hijas y padres. Sólo que el padre es Jacob y la hija Ilana (ésta da a entender que Jacob no es realmente su padre, pero en la serie es un detalle que apenas importa). Como buena hija llora la muerte de su padre y está dispuesta a vengarle. Te somete a esa deliciosa tortura psicológica que consiste en hacerte cavar tu propia tumba. Te mereces sufrir un poco, la verdad. No es que yo te quiera mal ni nada, pero bueno, eres un poco malo y te mereces sufrir. Tampoco te quejes. Jack te pegó una tremenda paliza. Y no hablemos de Sun. Dentro de lo que cabe, Ilana te trata con exquisito cuidado. Se ve que te quiere entero cuando te mate.

No sé si Flocke intenta reclutarte o no. Podría ser, apareciendo de pronto y diciéndote donde hay un rifle y eso, y ofreciéndote un puesto en su organización. Y mira si tiene poderes que puede soltar tu cadena. Considerando que en ese momento estás cavando tu propia tumba, la propuesta de Flocke suena a una de esas ofertas que no puedes rechazar. Tú te lo piensas y sales corriendo. Ilana corre detrás de ti. La verdad es que creo que Flocke quería que te matase y pensó que esa era una buena forma. Vamos, no tengo ninguna prueba ni nada, pero me da esa impresión.

En cualquier caso, lo que sucede a continuación es la mayor sorpresa del episodio. Coges el rifle y apuntas a Ilana. Ilana deja el suyo –primera sorpresa- y tú no la matas –segunda sorpresa. Como en ese momento no eres el Ben de la línea X, es ciertamente sorprendente, porque el Ben anterior de la isla no habría vacilado. Pero tienes otros planes. Quieres confesarte. Quieres que alguien sepa por qué hiciste lo que hiciste y, sobre todo, cual es tu carga, que no es haber matado a Jacob, sino haber dejado morir a Alex. Michael Emerson lo hace muy bien, y admito que consigue que una escena donde cuentas lo que todos ya sabemos quede emotiva. Incluso, por si no nos hemos enterado, nos cuentas de qué va el episodio: del poder que siempre ansiaste y cómo el ansia de poder te hizo perder lo que más querías. Tu doble en la línea X aprendió antes que tú, y renunció al poder para proteger a su hija. Confesarte te viene bien, porque antes de ese momento intentaste usar con Ilana todos los trucos de Ben, todas las mentiras y falsas sonrisas, y no te sirvieron de nada. No sólo perdiste superpoderes en la línea X.

La tercera sorpresa es que Ilana te deja vivir. Es más, confiesas que irás con Flocke –porque es el único que te aceptará- y ella está dispuesta a recibirte en su grupo. Quizá Ilana sepa que eres sincero –de la misma forma que antes sabía que mentías- o quizá simplemente sabe que Jacob era un dios cruel. En cualquier caso, entre matarte, dejarte ir con Locke y aceptarte, te permite ir con los suyos. Una razón habrá, pero no la tengo muy clara.

Dije antes algo sobre lo mala que era la escena de Richard y Jack. Pero comparada con lo que viene a continuación, el rollo de la dinamita es una obra maestra de la televisión: aparece Widmore en su submarino atómico (en mi imaginación, Widmore no se conforma con nada por debajo de un submarino atómico) cargado de misiles balísticos intercontinentales (lo dicho). Mira, Napoleón escapando de su isla prisión y regresando a la isla que cree que le pertenece por derecho. Supongo que usará los ICBM y arrasará la isla por completo. Luego se dirigirá a Flocke y le dirá: “Hoy la maté. Que se quede aquí con sus pilchas, ya no hará más perjuicios”. Ya no habrá isla que disputarse.

Una cuestión adicional sobre el retorno del caballero británico. Todos asumimos que Widmore es malo (si resulta ser el bueno de la serie nos vamos a reír), al menos en oposición a Ben, que será malo, pero es nuestro malo. Pero, ¿es la presencia que esperaba Jacob? Porque vamos, lo lógico sería pensar que pertenece al bando de Flocke (no es que crea que Flocke es malo, pero hay que admitir que está matando a mucha gente). Si realmente es así, entonces Jacob estaba esperando a otro grupo que no se nos ha revelado. Quizá cuando cuenten los del Black Rock

Antes de despedirme, decirte que me gustaron mucho los dos libros que encontraste al rebuscar en la choza de Sawyer (junto con la revista erótica). La verdad es que la biblioteca de la isla está increíblemente bien surtida. Uno se titula “Justicia y verdad en acción” y viene firmado por Disraeli (aunque, aparentemente, el hombre no tiene nada con ese nombre), un título que parece especialmente ajustado a este episodio, ¿no crees? (el hecho de que por lo visto ese libro no exista ¿es otra pista a favor de que la isla es falsa?). El otro se titula The Chosen y parece referirse a ti. O quizá a otro, ahora que hay tantos elegidos corriendo por la isla. Pero curiosamente, si uno mira el argumento de ese libro, descubre que va de dos jóvenes amigos, de fe religiosa, de enfrentamientos familiares, de épocas tumultuosas. Quizá sea algo que ya ha pasado, o quizá sea más bien una indicación de lo que está por venir.

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Enrique Dans y su libro

Enrique Dans ha escrito un libro, sí. Sí, lo ha hecho en papel, además de en otras versiones. Y sí, cuesta dinero (por Zeus, espero que su blog también tenga licencia CC). Hasta este punto, casi no hay nada de raro, porque, no sé cómo decirlo, es lo que sucede con digamos el 99,99% de los libros que hay en una librería. Aunque es posible que, considerando los bajos índices de lectura de este país, mucha gente no sea consciente de que los libreros tienden a pedirte que pagues los libros e incluso se mosquean si no lo haces.

Pero en un claro caso de «por ser vos quien sois» a Enrique Dans se le ha criticado ampliamente por la simple decisión de no colgar el libro gratuitamente para uso y disfrute de toda la gente que quiera descargárselo y leerlo. Es más, en ocasiones han sido los defensores del modelo comercial más restrictivo los que con más saña han criticado la decisión, lo que no deja de resultarme curioso, porque, desarrollando con lógica las críticas que ellos mismos realizan, deberían haberlo saludado como una victoria, como un “pienso que me has dado la razón”. Pero evidentemente, están más interesados en censurar al hombre que en apuntalar sus propias ideas.

Muy poco parece importar que el libro venga con una licencia CC de lo más interesante. No sólo permite la libre distribución del texto –si te molestas en pasarlo a un formato digital- sino además, al ser una licencia reconocimiento-nocomercial-compartirigual puedes hacer todo tipo de cosas con el contenido del libro. En concreto, la licencia te permite crear obras derivadas. ¿Quieres traducirlo a jeroglíficos egipcios? Pues la licencia te lo permite, e incluso distribuir la traducción, siempre que no la vendas, o tatuarla en la espalda de la gente, si por ahí desbarran tus intereses. ¿Quieres adaptarlo al cómic? ¿A una obra de arte conceptual? ¿Quieres pintarlo en el interior de las paredes de una nave industrial e invitar a todos tus amigos? Adelante, todo eso y más cosas que se me ocurren tras pensar cinco minutos, puedes hacer.

Vamos, sólo podría haber sido más libre permitiendo el uso comercial. Yo me estoy planteando utilizar esa misma licencia para un libro y estaría genial que la gente se tomase esas libertades. En el caso que nos ocupa, sencillamente la licencia permite a quien quiera hacer una versión electrónica y distribuirla, siempre que lo haga gratuitamente, y modificar esa versión hasta los límites de la imaginación.

Lo que pasa en realidad es que cuando uno lee cree haber leído lo que ha entendido durante la lectura; es decir, creemos que el texto pone lo que nos imaginamos que pone, lo que se ajusta a nuestros prejuicios, ideas preconcebidas y demás ideas previas. Hace falta un gran esfuerzo de análisis para llegar a entender cabalmente lo que un texto dice, esfuerzo que rara vez estamos dispuestos a realizar. En el caso de Enrique Dans, ha escrito tanto sobre derechos de autor, libertad para el público y demás, que muchos llegaron a la conclusión de que defendía el gratis total o, mejor dicho, la imposibilidad de ganar dinero. Considerando que se gana la vida enseñándole a la gente a ganar dinero gestionando negocios, me asombra que alguien pudiese trepar hasta una conclusión tan peregrina. Pero así ha sido, en tal grado que ha tenido que explicar su postura, en particular, por qué el libro cuesta dinero y por qué la app para el iPhone también cuesta dinero (un poco cara, en mi opinión, pero bueno; creo que una gran solución hubiese sido dejar la app a 5 euros con la compra del libro).

Eso sí, evidentemente, podría haber optado por tener también una versión gratuita para descargar. No es imprescindible, pero ciertamente era una posibilidad por la que muchos han optado. Y estoy totalmente de acuerdo con él en que no le hace nada de falta. Estamos hablando de Enrique Dans, que tiene medios de sobra para promocionar su libro, lo que le garantiza de inmediato unas buenas ventas. Su nombre es lo suficientemente conocido en el mundo al que quiere llegar como para que no le haga falta regalar el libro. Pero creo un error que diga: «el efecto colateral de regalar el libro sería una disminución de ventas, lo cual haría que mi editorial estuviese menos contenta, y por tanto, disminuyese su nivel de apuesta». Por lo que dije más arriba, estoy seguro de que las ventas no se habrían visto afectadas, estoy seguro de que a estas alturas hasta San Pedro en las puertas del cielo se ha enterado de que Enrique Dans ha sacado ese libro.

Es más, hay indicios de que regalar el libro incrementa las ventas y editoriales que plantean experimentos muy curiosos en ese sentido. Les pongo un ejemplo que he visto recientemente, al interesarme por la programación del iPhone, el libro Building iPhone Apps with HTML, CSS, and JavaScript de Jonathan Stark que la editorial O’Reilly ofrece en tres versiones: una gratis en la web, una app para el iPhone a 5,99 dólares (la que tengo) y una versión en papel a 19,79 dólares en Amazon. Parecen coexistir más que alegremente. Es más, en varias ocasiones he sentido la tentación de comprar el libro en papel simplemente para poder ver más en una página y poder colocarlo plano sobre la mesa. En mi caso, la versión para el iPhone se convierte en publicidad del libro en papel (otra razón por la que creo que la app en este caso de Enrique Dans es demasiado cara. De costar 5 euros, alguien podría haberse planteado pillar las dos versiones).

Por supuesto, hay razones adicionales para dejar el libro gratis. Por ejemplo, la marca personal, porque no es lo mismo ofrecerlo tú a que lo ofrezca otro. En este caso, ha decidido que no le importa. También, claro está, podemos considerar la difusión de las ideas, que quizá siendo gratis llegarían más lejos. Pero también responde en su entrada a esa posibilidad, al señalar que la gente que más necesita leer el libro es precisamente la que lo compraría en papel. Vamos, que las razones que ha dado están bien y sólo discrepo en el punto de la disminución de ventas.

Voy cortando que estoy elucubrando tanto que empiezo a pensar que escribo sobre un episodio de Lost. Lo importante, y lo que no debemos dejar de apreciar, es que ya es un triunfo monumental lograr que un grupo editorial como Planeta saque un libro con una licencia Creative Commons. Desde el punto de vista de una gran empresa, es un riesgo, es adentrarse en un mundo incierto. La transición al libro digital va a ser convulsa y compleja, por lo que hay que saber valorar los pequeños pasos. En este caso, el paso merece felicitar a la editorial y al autor.

En cuanto al libro, pues no puedo decir nada porque acabo de empezar a leerlo. Ya contaré.

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iPad y juegos de mesa

Una de las primeras cosas que pensé tras la presentación del iPad (probablemente la primera fuese “¿cuándo puedo tener uno?”) fue que parecía una plataforma ideal para juegos de mesa. Es lo suficientemente grande como para acomodar una zona de juego razonablemente amplia, al ser táctil, permite la interacción inmediata desde cualquier lugar y, como un tablero de cartón, puede simplemente colocarse sobre cualquier superficie horizontal. Aparte de eso, puedes llevar encima todos los juegos que quieras –o que te permita el almacenamiento- sin cargar con un volumen adicional. Por eso creo que los diseñadores de juegos de mesa tienen una muy buena oportunidad con la introducción del iPad y que harían bien en ir planteándose el salto.

Evidentemente, no vale cualquier juego de mesa. Parece evidente que los juegos que requieran información oculta, es decir, información que sólo conoce uno de los jugadores –como casi todos los juegos de cartas-, no se podrían implementar muy bien en un único dispositivo (sería diferente usando dos o más, claro). También, teniendo en cuenta el tamaño de la pantalla, da la impresión de que más de dos jugadores no resultaría muy cómodo, por lo que los juegos para dos serían los ideales. Es decir, juegos del estilo Ajedrez o Damas, y, por supuesto, cualquier solitario.

Por tanto, juegos para dos y donde toda la información sea conocida por ambos y se vea en pantalla. Por suerte, en el mundo de los juegos implementados con fichas y cartón hay muchos con esas características y los diseñadores de juegos se pasan el día inventándolos. Incluso algunos ya están implementados de forma similar en el iPhone. Por ejemplo, el excelente juego Hive que puedes comprarte por 1,59 euros y luego llevarte a cualquier lado.

Hive es un juego que además hace muy buen uso de las posibilidades táctiles del dispositivo, al permitirte manejar el tablero, rotándolo o inclinándolo. Sin embargo, la mayor limitación del Hive para iPhone (que, por lo demás, está muy bien implementado) es el tamaño reducido de la pantalla. Probar el juego con el iPhone te hace desear poder tener más espacio para interaccionar. Vamos, que no dudo que se trata de una aplicación que tendrá casi de inmediato una versión para el iPad.

Y en el caso de España y lo diseñadores españoles, he tenido oportunidad de ver varios juegos que me parecen candidatos perfectos para pasar al iPad. Sin ir más lejos, estoy seguro de que Nonaga de Viktor Bautista quedaría genial.

Mi impresión es que los diseñadores de juegos tienen una buena oportunidad con el iPad y dispositivos similares. En el caso de los autores españoles, es una forma muy cómoda de saltar a un mercado enorme, sin requerir complejas distribuciones como pasa con el cartón. Por supuesto, programar no es fácil e implementar cualquiera de estos juegos será labor de varias personas, pero también es un proceso complejo el editar un juego en el mercado físico. Pero creo de verdad que en este caso el esfuerzo puede valer la pena y que cualquier colaboración entre programadores y diseñadores de juegos daría resultados más que interesantes.

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[Recibido] La gran aventura de los primeros hombres europeos, de Henry de Lumley

Se me empiezan a acumular los libros de divulgación por leer. Éste La gran aventura de los primeros hombres europeos (Tusquets Editores. ISBN: 978-84-8383-217-2. 270 pp. 18,00 €) de Henry de Lumley podría ser perfecto para arrancar.

De la contraportada:

La especie humana, diferenciada de los australopitecos por su capacidad para fabricar herramientas, se aventuró a abandonar África en busca de alimentos y, a través de lo que hoy es Georgia, alcanzó el continente europeo hace 1,8 millones de años. Hay huellas de su rápida dispersión en Italia, España, la Francia meridional, así como de su desplazamiento hacia las estepas del norte y de Asia Central, persiguiendo las grandes manadas de herbívoros. Este libro revela los fascinantes hallazgos realizados a lo largo de los últimos años en los yacimientos arqueológicos europeos y pone al descubierto para el lector las diferentes etapas de un largo y complejo proceso evolutivo que nos ha convertido en humanos.

El célebre prehistoriador Henry de Lumley describe con brillantez los principales hitos de una aventura que duró cientos de miles de años y entre los que se cuentan las primeras formas del lenguaje, el perfeccionamiento de las armas de caza, la conquista del fuego y los inicios de la actividad simbólica ante la muerte.

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Lost, 6ª temporada, episodio 6, “Sundown”

Nuevo cargamento de elucubraciones perdidas. No leer si no has visto el episodio.

En la imaginación popular, la característica más saliente de un boomerang, sea cierta o no, es que vuelven. Y el boomerang de este episodio, que ha viajado desde Australia para alterar la vida de una familia iraquí en California, hace que retorne del pasado la foto de una joven.

La escena es así.

Un hombre sentado a una mesa. Una mujer. Los niños entran corriendo, con el boomerang y la foto. Los niños son hijos de ella, pero él no es el padre de los niños ni el marido de la mujer. Pero la foto hace explícito un hecho que nosotros ya sabemos cierto, porque el hombre es Sayid y la mujer Nadia: él la ama y la ha amado siempre. Ahora se acomodan todos alrededor de la mesa, como si quisiesen componer el retablo de una familia perfecta, una familia que debería existir, la familia que a nosotros nos gustaría que fuese. Pero Sayid es una figura trágica, un héroe fallido, un hombre que transita una extraña y delgada línea moral de la que a veces se cae para un lado y a veces para el otro.

Pero hay un problema. Al fondo de la imagen hay un hombre, un hombre enfadado. ¿Está enfadado por la llamada que acaba de recibir o por lo que la foto ha dejado en evidencia? El hombre es el padre de los niños, el esposo de la mujer y el hermano del hombre. Sin embargo, no ocupa el mismo plano que estos. Está retirado, encajado incluso en un espacio totalmente diferente. Le vemos a través del hueco de una puerta, como si hubiese abandonado ese lugar. Su presencia en ese punto es remota, como si él fuese el extraño, el elemento no ajeno a la escena.

Y así, en una sola imagen, se dibujan los ejes de este episodio: uno la dualidad entre hombres, en este caso hermanos, y el otro la línea formada por niños y una persona que ya no existe . Al contrario que episodios anteriores, no se trata de encontrar la redención en algún acto del presente, ni tampoco va sobre el conocimiento, el ascenso o el descenso a algún lugar simbólico. En su episodio, Sayid no cambia de plano, siempre está en el mismo lugar. Es su interior el que se mueve siguiendo una línea que quizá se proyecta sobre una dimensión más difícil de visualizar, sobre una cuarta dimensión que se nos escapa.

En cierta forma, el Sayid de la línea X –al contrario que otros personajes vistos anteriormente- no precisa resolver sus conflictos y encontrar su lugar en el mundo. Desde mi punto de vista, ya lo ha hecho cuando comienza el episodio. Se ha fabricado una vida que está dispuesto a aceptar y con la que puede vivir, y con la que ya lleva años. Este Sayid ha renunciado a Nadia y si el episodio insiste en lo mucho que la quiere es precisamente para dejar clara la magnitud de su renuncia. Lo ha hecho porque cree no merecerla, o, lo que viene a ser lo mismo, para pagar sus actos del pasado. Torturador y asesino, Sayid se ha impuesto una pena y la cumple. Nadia está casada con su hermano, con el que tiene hijos, y así Sayid puede disfrutar de una familia prestada, puede volver periódicamente a ese hogar, para disfrutar y torturarse. Quizá para él sea lo mismo. En cualquier caso, Nadia y esa familia en segundo grados ocupan claramente el centro moral de su existencia.

Yo veo a un Sayid mucho más tranquilo, mucho más reflexivo. Incluso cuando se le ve saltar, en la escena del hospital, luego descubrimos que no fue en busca de venganza –por mediación de Nadia, que parece capaz de darle el rumbo correcto- sino a cuidar de los niños. Incluso soporta al imbécil de su hermano, que tiene de todo gracias a Sayid pero que parece incapaz de mostrarse mínimamente cortés, que incluso tiene la desfachatez de descargar sus problemas –debe dinero a un gangster- sobre los hombros de Sayid pidiéndole prácticamente que mate a alguien. Desde el punto de vista de su hermano, el que fue torturador lo seguirá siendo. Sayid curiosamente le dice que ya no es esa persona, porque a este Sayid no hubo que meterlo en una piscina para cambiarlo, cambió solo.

Como he dicho antes, parece que después de la paliza a su hermano, Sayid va a saltar en busca de venganza, pero le calman. Cuando Nadia vuelve a casa se encuentra a un Sayid que ha acostado a los niños –como padre temporal que está siendo- y ahora intenta reconstruir un jarrón hecho pedazos. Un problema con el boomerang, dice, que ha roto el jarrón como también rompió parte de la tranquilidad familiar. Uno llega a plantearse si su hermano no quiso enviarlo contra los gángsteres con la esperanza de que éstos acabasen con él, un poco como Dogen manda al otro Sayid contra Flocke con la esperanza de que éste le dé muerte.

Sayid deja el jarrón a un lado sin terminar de reconstruirlo. En realidad, la tarea es un poco absurda, porque hay cosas que no se pueden recomponer, porque aún juntando todas las piezas, el conjunto es ya imposible. Es cierta forma, así es la vida de Sayid. Está rota e incompleta, pero es lo que hay. Creo que este Sayid ha aceptado que no puede arreglar nada de lo que hizo, que puede someterse al castigo e intentar vivir así.

El problema de los gángsteres es que no saben parar a tiempo. Un día va a recoger a los niños y los gángsteres aparecen. Quieren hablar con él y cometen un error: hacen referencia a los niños. Sayid se convierte en ese punto en uno de los muchos personajes de Perdidos que harían cualquier cosa por defender a sus hijos, aunque no sean realmente suyos. Es cierta forma, estoy seguro de que si los gángsteres hubiesen amenazado con matar a su hermano, no habría pasado nada.

Vuelve Keamy, una conexión negativa con la isla, que resulta ser el jefe de los gángsteres. Se ve que cuando eres un matón, no hay nada que el multiverso pueda hacer para evitarte ese destino. Sayid está tranquilo, presta atención, decidiendo lo que va a hacer, aunque nada feliz por lo que va a pasar. Este Sayid mata con eficacia y rapidez. Incluso parece vacilar un momento, aunque se asegura de completar la tarea. Keamy es demasiado peligroso. Y luego abre una puerta y se encuentra a Jin atado, una conexión positiva con la isla, un ancla.

Extrañamente, la parte de Sayid X termina en ese punto. Lo que acaba de hacer, sus razones para hacerlo, la relación con su hermano, la relación con los niños, es lo que se supone que debemos ver. Creo que en cierta forma debemos juzgar si Sayid actuó correctamente. En suma, debemos juzgar la dimensión moral del Sayid X.

Comentaba que es curioso que Sayid actúe como padre, porque las relaciones de padre, madre, hijo o hijas son muy abundantes en la serie. Es más, podría decirse que es su tema fundamental, por encima de cualquier distracción sobre la isla o el humo negro, ya que pocos son los personajes que no han tenido problemas con sus padres. Muchos son también los que, de alguna u otra forma se han convertido en padres, aunque para ello hiciese falta una línea temporal alternativa. En este episodio, se da al menos tres veces. No sólo es Sayid X una especie de padre, sino que Dogen cuenta la trágica historia de su hijo y Kate se confiesa ante Claire (sin saber que lo está haciendo). Incluso la azafata del avión sigue cuidando a los niños secuestrados en la primera temporada, sigue ejerciendo de madre y vela por ellos.

Lo de los niños y la serie estaba ya presente con Walt y Aaron, que eran considerados, cada uno a su modo, como especiales; de Aaron incluso se decía antes de nacer. Los Otros tenían además la tendencia a llevarse primero a los niños y fue el problema de la fertilidad lo que hizo llegar a Juliet a la isla. Juliet, que podía dar vida en el mundo real pero que era incapaz de ejecutar la misma magia en la isla. Una isla que cura muchas cosas, que incluso cura la infertilidad de Jin para que pueda ser padre, parece dejar morir sin reparo a madres e hijos. Desmond acaba convertido en padre, Ben se vuelve padre adoptivo de la hija de Rosseau y así sucesivamente. Y tenemos la estatua, de la diosa egipcia de los nacimientos y las fertilidad, que servía también de hogar de Jacob.

Pero lo llamativo de esta sexta temporada es como esa presencia de los niños se ha incrementado. En la línea X los personajes han acabado lidiando con niños de alguna u otra forma. Clarie y Kate con Aaron, Jack y Dogen con sus hijos respectivos, Locke acaba convertido en profesor y ahora Sayid. Y no sólo eso, tenemos también al misterioso niño rubio que se le aparece a Flocke y la recuerda que no puede matar a alguien. Evidentemente, se trata de un tema importante que ha logrado recorrer la serie pasando muy desapercibido, al menos en comparación con el misterio de la naturaleza de la isla. También evidentemente, esta temporada, sin llamar demasiado la atención sobre el particular, está preparándose para entrar en la recta final y resolverlo. ¿Cómo? No tengo ni idea.

Pero este episodio plantea otra relación importante: la de hermanos. No abundante en la serie, pero podría argumentarse que es la relación de cualquier personaje dual, que las peleas entre Jack y Locke tenían algo de peleas de hermanos, y que lo mismo pasa con Jacob y Flocke. En este caso, se trata de Sayid y su hermano Omer, al que conocimos en “He’s our you” cuando Sayid le ayudó (¿por primera vez?) matando un pollo por él. Como todo es simbólico, podemos decir que Sayid estuvo dispuesto a matar para que su hermano no tuviese que hacerlo, para que su hermano pudiese conservar la “inocencia”. Inocencia que claramente perdió en algún momento, porque a pesar de sus evidentes éxitos, parece bastante amargado.

Aquí se plantea un enfrentamiento –no puedo evitar ver a los enfrentados como “light y dark” por el color de las camisetas que llevan cuando hablan- entre pedir matar y matar. ¿Son dos actos igualmente malos? Podría argumentarse que Omer es poco ético no sólo al solicitar a su hermano que mate por él, sino además recordándole su pasado (que Sayid, nos dice, lleva 12 años intentando olvidar, lo que lo situaría el inicio de su expiación a finales de la guerra del Golfo). Ni siquiera demuestra la decencia de fingir que su pasado ya no importa. Un poco como Dogen, que en la isla no admite ni la más mínima posibilidad de que Sayid pueda no ser algo más que un malvado.

Pero el Sayid de la línea X no se levanta, no se pone la chaqueta y, sobre todo, no sale a matar a los gángsteres. Supongamos que lo hubiese hecho. Bien, en ese caso habría matado a sangre fría, sin motivo, simplemente porque alguien le dijo que sus víctimas merecían morir. Es decir, se habría comportado como el Sayid de Ben, que era un mero instrumento, que se corrompió hasta el fondo matando simplemente porque alguien le decía que había que hacerlo. Cuando mata, el Sayid X ni siquiera parece matar en defensa propia, no mata por su hermano, e incluso es posible que no mate por Nadia. Como dije antes, da toda la impresión de que mata para proteger a los niños. ¿Es mejor matar así? Es la pregunta, efectivamente.

Junto con la proliferación de niños, la línea X también se está convirtiendo en un enigma interesante. Detalles diversos de distintos episodios ofrecen distintas posibilidades sobre su naturaleza. Si bien empecé pensando que en la línea X los personajes serían más desdichados, episodios tras episodios se nos muestran más felices. Es como si la línea X fuese el mejor de los mundos posibles para esas personas, un universo especialmente escogido entre una infinitud de posibilidades. Ahora la intersección entre las líneas temporales ha desplazado a la isla como enigma fundamental de la serie, quedando la isla como un elemento accesorio para esa pregunta central. El juego de paralelismos, resonancias y reflejos indica un uso muy consciente de la línea temporal X. Claramente está ahí por una razón muy importante.

Y hablando de paralelismos, este episodio es el que usa líneas temporales que son casi idénticas, el que más contrapone al personaje de la línea X con su equivalente en la línea original. En la isla, Sayid –el asesino casi robótico de Ben- también se encuentra en casa ajena. Pero aquí, él es claramente el intruso. Ante la acusación de ser malvado, Sayid se declara bueno, algo que –como me hicieron ver- el Sayid de la línea X jamás haría, y tampoco el Sayid original, que pocos episodios antes agonizaba afirmando que iría al infierno por sus crímenes: ese Sayid le daría la razón a Dogen. Aunque sabemos bien que las etiquetas de buenos y malos son un poco arbitrarias –por mucho que Dogen haga uso de la imagen de la balanza que se vio en el episodio de Locke- y que todo bando inevitablemente se declara el bueno. El propio Lapidus nos recordó que hay que desconfiar de aquel que se molesta en decirte que es de los buenos.

La pelea entre Dogen y Sayid es enérgica y brutal. Los dos son guerreros temibles. Y los dos están dispuestos a matar sin contemplaciones. Sin embargo, cuando Dogen tiene a Sayid a su merced, el salto de una pelota de béisbol le impide dar el golpe final. ¿Lo hubiese hecho? De haberlo hecho, ¿qué le hubiese pasado a Sayid? En un capítulo anterior se nos dijo que Sayid debía morir voluntariamente. ¿Significa eso que si Dogen hubiese clavado el escalpelo, Sayid no habría muerto? Lo que sí hace es expulsarlo del templo. Lo que no deja de ser curioso. Si tan peligroso es, ¿por qué no lo encierra como a Claire? ¿Porque su nombre aparece en la lista de candidatos? Y ya puestos, cuando Claire llega poco después al templo, ¿por qué no la matan directamente? ¿No pueden? Sería curioso, porque el Otro en la selva estaba dispuesto a romperle el cuello.

Dogen ve en ese momento la oportunidad perfecta para resolver el problema. Aparentemente Flocke si puede matar a Sayid -¿porque al morir y resucitar se convirtió en su agente?- y Dogen aspira a provocarle. Le da una daga especial para ello, que probablemente no tenga nada de especial en sí, sino sea puro teatro, una daga ornamentada para dar la impresión de poseer poder. Cuando Sayid se la clava a Flocke yo me pregunto por qué Sayid hace lo que hace. Flocke simplemente está esperando más allá del círculo de ceniza sin hacer nada más. ¿Sabía Flocke que Dogen enviaría a Sayid? ¿Sabía que no podría evitar la tentación de enviarle a morir? ¿Y Sayid? ¿Le clava la daga a Flocke simplemente porque Dogen se lo dijo o porque sabe que Flocke es el mal? ¿Está intentando demostrar que es bueno? En ese caso, matar es una forma peculiar de demostrar tu bondad. Por cierto, Flocke retira la daga y no hay sangre, lo que provoca la pregunta “¿qué eres?” y contrasta con el uso posterior de la hoja, que sí produce mucha sangre.

A continuación, Sayid sella un pacto fáustico con Flocke. Si Sawyer había aceptado el conocimiento –aparentemente, sin darse cuenta de que podría haber pedido a Juliet-, Sayid quiere el regreso de su amada (un acuerdo similar al que tenía con Ben, quien le había prometido vengar a Nadia). Al contrario que el Sayid X, claramente el Sayid de la isla –aunque ha cometido todavía más atrocidades- no se considera indigno de Nadia. Lo llamativo del pacto es que las palabras de Flocke dan a entender que la línea X es el pago, lo que plantea al menos un problema interesante.

Sayid regresa al templo como si fuese un boomerang que regresa al punto de partida. Pero no trae una foto sino una advertencia. ¿Por qué deben morir todos los que estén en el templo? Muchos de ellos deciden escapar. ¿Qué tiene el simple hecho de escapar para que les salve la vida? ¿Qué representa el templo para que sea tan perentorio destruirlo?

Y volviendo al tema de los hijos, descubrimos el sentido de la pelota de béisbol. Dogen le cuenta a Sayid -¿por qué habla con él, si Sayid es malvado?- que su hijo murió en un accidente de tráfico del que él fue responsable, por una borrachera. En cualquier caso, Jacob le ofreció otro pacto cruel: a cambio de servir en la isla, su hijo viviría, sin que él pudiese volver a verlo. Es un sacrificio cruel –alejar para siempre a un padre de un hijo- que vuelve a dar la impresión de que la línea X es el cumplimiento de ese pacto. ¿Significa eso que tanto Flocke como Jacob pueden usar la línea X para cumplir sus promesas? ¿Es ésa la naturaleza final del universo X, ser el lugar de las recompensas? Quizá no tenga nada que ver. Quizá Flocke se refiera a recuperar a Nadia en el mismo universo original y el hijo de Dogen simplemente volviese a la vida también en el universo original. Después de todo, estoy convencido de que Jacob resucitó a Locke después de su caída.

No es casual que Dogen y Jack se encontrasen en aquella prueba musical. Dogen, como Jack, bebía, y beber provocó un accidente. Los dos tienen hijos en la línea X, pero no los tienen en la línea original, aunque tampoco se puede decir que Jack lo haya perdido. Y los dos fueron líderes de sus grupos. Si hay algo que les separa –digo, aparte de nacionalidad, idioma, habilidades para las artes marciales, ya me entienden- es que a Jack todavía no se le ha pedido ningún sacrificio.

Sayid mata a Dogen aparentemente porque es la presencia de Dogen la que protege al templo: ¿es por efecto de su sacrificio, por haber renunciado a ver a su hijo? Lo hace brutalmente, ahogándole, de forma similar a la que el propio Sayid murió allí mismo. Sospecho que la razón principal no es eliminar a Dogen para abrir el templo, sospecho que Sayid está disfrutando de lo que hace. No hay más que comparar esa escena con la muerte de los gángsteres, que fue mucho más aséptica. Por si no quedaba clara la diferencia entre los dos Sayid, el de la isla tampoco duda en cortarle el cuello a Lennon. Si el Sayid X había aceptado su pasado brutal y eso le daba serenidad, este Sayid se ha rendido a su monstruo interior. Se vuelve tétrico, feroz, un hombre ya sin salvación, ni siquiera la mínima salvación de aceptar lo hecho. Cuando aparece Ben todo está ya perdido; en contraste con la aparición de Jin en la línea X, que precisa ayuda. Jin es un amigo. Ben fue un manipulador. Curiosamente, lo último que le dice Lennon es que le ha dejado entrar, lo que podría interpretarse en el sentido de que ha dejado a Flocke entrar en el templo, pero también indicando que ha permitido que entrase en su alma y le corrompiese. Poco después, Sayid declarará que ya para él no hay tiempo, justo cuando parece haberse vuelto totalmente demente, como si la transformación se hubiese completado.

Podría argumentarse que los Otros de Sayid y los gángsteres de Sayid X se portan de una forma similar, que los dos Sayid se ven obligados a actuar ante circunstancias que no pueden controlar. Creo que ese paralelismo es deliberado, pero que las diferencias de detalles apuntan a que las dos respuestas –siendo esencialmente iguales al acabar en muerte- son moralmente muy diferentes. Básicamente, que Sayid X tiene toda la razón para hacer lo que hace, mientras que el Sayid original se está rindiendo a un patrón de comportamiento ya demasiado habitual y a fuerzas externas que le manipulan.

Cuando todo acaba y Flocke viene con su grupo, casi parece que estemos frente a un ejército oscuro. Claire y Sayid miran a Flocke con una cara de adoración que te hace preguntarte qué están viendo en realidad, que recuerda a la forma en que Locke miró en su día al humo negro. ¿Es un efecto de su naturaleza ahora corrupta o es que saben algo que nosotros desconocemos? El único elemento discordante en ese grupo es Kate, que se ha quedado allí por pura casualidad. Claramente Flocke se da cuenta, pero no hace nada. ¿Por qué? ¿Qué le impide matarla en ese mismo momento?

Y de nuevo, ¿por qué era preciso matar a todos los que estuviesen en el templo? ¿Es realmente Flocke la encarnación del mal? Si no lo es, hay que reconocer que lo disimula bastante bien. No es que Jacob sea santo de mi devoción, y francamente creo que ha hecho cosas bastante horribles, pero la destrucción del templo deja bien claro que Flocke, por ahora, es todavía peor. Aunque me pese, debo admitir que empieza a parecer que efectivamente se trata de un enfrentamiento entre el bien y el mal. Aunque me pese, digo, porque no veo que semejante enfrentamiento pueda tener interés. Mi esperanza es que los guionistas, que han sabido introducir tantos tonos de grises en una serie que podría haber sido mucho más definida, sepan darle un giro interesante a ese esquema de buenos y malos.

El título del episodio es, por supuesto, de lo más revelador. “Sundown” se refiere a la puesta de sol, que aparece explícitamente en la advertencia de Flocke, que como si fuese un casero malhumorado les da hasta ese plazo para desalojar el inmueble o ser… Aunque también, la puesta de sol es ese momento liminar en el que la luz deja paso a las tinieblas, el día cede ante la noche. Si el blanco va perdiendo, la puesta de sol es una nueva alteración del equilibrio, cuando lo negro lo colma todo y la balanza se inclina hacia un lado. Es también a la puesta de sol cuando Sayid se rinde por completo y su rostro, habitualmente más bien hierático, adopta esa expresión demente. Además, “sundown” recuerda mucho a “showdown”, un enfrentamiento, y la verdad es que si este episodio tiene cosas, es enfrentamientos.

Confieso que “Sundown” me ha resultado un episodio más bien desconcertante. Creo que contiene muchas claves y trata muchos temas importantes para el final de la serie, pero lo hace como si darle importancia, como si el episodios fuese realmente sobre unas peleas más o menos bien ejecutadas. Pero me resulta desconcertante precisamente porque es un episodio de preparación, un episodios al que volveremos y diremos “ah, claro, aquí ya…” pero del que por tanto poco podemos decir sin conocer el esquema final de la serie. Al plantear una dualidad tan marcada entre los dos Sayid, aunque se comportan casi igual, el episodio nos invita a dar respuesta a una pregunta que no acabamos de tener todavía. Creo, en suma, que en este episodio está el núcleo de lo que será el esquema moral de la serie.

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Rimero de enlaces

Enlaces compartidos en Google Reader el día 06/03/2010. Son enlaces que por alguna razón, positiva o negativa, me han llamado la atención:

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