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[Recibido] Mi tío Napoleón de Iraj Pezeshkzad

La verdad es que hay un tipo de novelas, que hablan de un país y una cultura antes de la situación en la que se encuentran ahora y que es la que conoces de siempre, que me llaman mucho la atención. Este Mi tío Napoleón (Ático de los libros. ISBN: 978-84-613-8145-6. 736 pp. 29,95 €) encaja perfectamente en ese grupo.

De la contraportada:

Ambientada en Teherán a principios de la década de 1940, Mi tío Napoleón es el retrato de una familia que vive bajo la esperpéntica tiranía de un patriarca estrafalario que idolatra a Napoleón Bonaparte. Cuando surge el amor entre el joven narrador y su prima Layli, hija del Tío Napoleón, un divertidísimo laberinto de intrigas y maquinaciones se pondrá en marcha para impedirles estar juntos. En el jardín que comparten los hogares de la familia, brotan las conspiraciones, se suceden los adulterios más o menos tolerados, se dicen pequeñas mentiras y se ocultan grandes secretos. Una novela desternillante, narrada con ternura y sabiduría por Pezeshkzad.

Mi tío Napoleón está considerada una obra maestra de la literatura iraní moderna. Tras su publicación se convirtió en un fenómeno de ventas. Actualmente, sus protagonistas son iconos en su país como para el lector español puedan serlo Don Quijote o Sancho Panza, y algunos de las expresiones más habituales de los personajes han pasado al farsi coloquial. El libro está prohibido en Irán desde la revolución islámica de 1979.

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Lost, 6ª temporada, episodio 13, «The Last Recruit»

Hace muchos años, paseaba por Manhattan –iba de estudiante de intercambio- y vi algo singular. Me encontré con un tipo enorme, sin camisa y que llevaba una serpiente al cuello que le iba de una rodilla a la otra. Un grupito de unas 10 personas le seguía, como esperando que la serpiente lo devorase en cualquier momento.

Era posiblemente lo más raro que hubiese visto en mi vida. Sin embargo, reflexionando posteriormente, he llegado a la conclusión de que esa impresión no es más que un reflejo de mi provincialismo. Por lo que yo sé –nada- bien podría haber algún lugar en el mundo donde la gente no sale de casa sin su serpiente, donde los desfiles de moda consisten en exponer ofidios de distintos tamaños y donde renovar el vestuario implica adquirir también una granja de conejos.

Raro es realmente un concepto de lo más subjetivo, en la medida de que lo raro para ti es casi con toda seguridad normal para otra persona. Pero en ese caso, toda sorpresa no sería más que un reflejo de nuestro desconocimiento. Después de todo, no nos sorprende aquello a lo que estamos acostumbrados, aunque, quizá precisamente es eso lo que más nos debería sorprender.

Ah, sí, no lean lo que viene a continuación a menos que hayan visto el episodio. Ya saben…

Uno de los aspectos que más me han fascinado de Lost, de siempre, es la capacidad de los guionistas de escribir en los intersticios de lo que ya han contado, encontrar esa grieta en el pasado y meter en ella detalles adicionales, disponiendo así capas adicionales sobre la historia y en ocasiones redefiniéndola por completo. Como hacen con los finales de temporada, pero con hechos que ya han contado.

Abundan los ejemplos.

En el primer episodio en el que se cuenta el pasado de Claire, ésta habla de su madre como si no estuviese en coma, como si su madre pudiese entrar por la puerta en cualquier momento. Es más, le preocupan detalles de la reacción de su madre, una reacción que luego descubriremos que no se podía dar. Mi interpretación es que al ser uno de los primeros episodios, el estado de la madre de Claire no estaba definido en la mente de los guionistas. Lo que se dice en el episodio no es exactamente incompatible con una madre en coma, pero algunas cosas sí que suenan muy extrañas.

Pasa lo mismo con la relación entre Penny y Desmond. Los primeros episodios de Desmond cuentan una historia que parece mucho más traumática de lo que luego se revela. No es que la historia que se cuenta posteriormente no tenga grandes momentos de tensión emocional, pero tampoco es la separación total y absoluta que se daba a entender en los primeros episodios. Los guionistas volvieron atrás, mostraron de nuevos escenas y cosieron muchos elementos adicionales a la narración, dotándola de muchos más matices, pero en ocasiones, si uno ve con atención los episodios dedicados a Desmond, se aprecian las costuras.

Pero también es Desmond el que tiene el mejor ejemplo del tipo de recurso narrativo al que me estoy refiriendo.

Jack y Desmond se encuentran en un estadio. Es la primera vez que se ven. Desmond se está entrenando para dar la vuelta al mundo, mientras que Jack cree haber fracasado en la operación de la que luego será su mujer. Es el típico encuentro entre personajes que tanto usa Lost, para luego reflejarlo de alguna forma en la isla (de hecho, lo hará minutos después). Hasta ahí bien.

Pero varios episodios después, revisitamos esa misma escena. Antes de entrar a correr, Desmond se encuentra con Penny que, siendo una mujer de recursos, dio con él –de la misma forma que había dado con la isla. Ese añadido carga de emoción la escena del encuentro de Jack y Desmond, porque ahora sabemos –es decir, los guionista lo acaban de conjurar- lo que sucedió escasos minutos antes. Recuerdo ver ese episodio y pensar en lo brillantemente ejecutado que estaba ese truco.

¿Otro más? Uno todavía más amplio en el tiempo de la serie.

En el primer episodio, Jack le cuenta a Kate una historia. Resulta que una vez malogró torpemente una operación, así que se concedió unos segundos para sentir pánico y luego, gracias a su fuerza de voluntad, se concentró y salvó a la paciente. Al final de la quinta temporada descubrimos que no fue Jack el que resolvió esa situación, sino que fue su padre, Christian Shephard, el que le dijo lo que tenía que hacer. La historia de valor personal de un personaje que en ese momento desconocíamos y que iba a convertirse en líder, se transformó cinco años después en un ejemplo de orgullo mal medido. Minutos después Jack se pelearía con su padre y se encontraría con Jacob.

Ahora, casi seis años después, descubrimos que el Christian Shephard que se paseaba por la isla desde el primer momento era realmente el monstruo de humo, también conocido como hombre de negro. Era una sospecha más que razonable –aunque si realmente no puede ir sobre el agua, no se explica la aparición en el barco para despedir a Michael, como elucubré hace unos comentarios- cuya confirmación amplía considerablemente la mitología de la serie.

Ahora, un poco de la misma forma como al final de la segunda temporada vimos el pie de una estatua que nos daba a entender mucho más, no podremos volver a la primera temporada sin ver ahí al humo negro, ya presente manipulando o guiando a los personajes. Haciendo que Flocke confirme, respondiendo a una simple pregunta de Jack, las sospechas de millones de fans, los guionistas han añadido una capa más a la serie.

Por supuesto, eso sólo se puede hacer cuando uno tiene una serie que vale la pena ver varias veces. Como un buen libro, una serie así sólo se aprecia en su totalidad –o el sucedáneo que sea posible de la totalidad- una vez que podemos retomarla al completo. En el caso de una serie de televisión, tenemos además el problema añadido de su carácter serial. Es difícil juzgar una obra que no está terminada y sólo ahora, que se acerca el final, estamos en condiciones de determinar si Lost ha cumplido o no.

Y hablando de Christian. Eso de que es el monstruo de humo tiene una gracia adicional. Resulta que después de la tercera temporada, la serie produjo 13 mobisodios, episodios cortos que rellenaban huecos de la serie, por lo que se les llamó colectivamente “Missing Pieces”. En general son divertidos de ver –están incluidos en el DVD de la cuarta temporada- pero se puede vivir sin ellos. Pero uno de ellos, precisamente el último, es fascinante, sobre todo en el contexto actual. Lo importante, además, es que a efectos de la serie estos mobisodios se consideran canon y por tanto lo que se dice en ellos “sucedió” por lo que a la serie respecta.

Se llama “So It Begins” y está escrito por el genial Drew Goddard. Nos muestra un punto de vista casi a ras del suelo, que se va moviendo por la selva, encontrando maletas abiertas, ropas tiradas y demás. De pronto se gira y vemos los pies de un hombre vestido con traje pero calzado con zapatillas de deporte. Son Vincent, el perro de Walt, y Christian Shephard, el padre muerto de Jack. Christian le indica al perro que se acerque y le dice que vaya a despertar a su hijo, que está inconsciente muy cerca de allí. Porque, dice luego, “tiene trabajo por hacer”. Vincent va a lo suyo y ya la siguiente escena es el mismo comienzo de la serie, con Jack abriendo de pronto el ojo, apenas moviéndose entre el bambú, como si acabase de resucitar. Vincent pasa por allí, Jack lo ve y así acaba.

Y así empieza.

Con el monstruo de humo.

Me encanta cuando hacen eso. Me encanta cuando cogen las piezas y simplemente las reordenan un poco para producir algo totalmente nuevo. Estoy convencido de que el final de la serie, sea cual sea, irá por ahí. Nos darán todas las piezas y no las entenderemos, justo hasta el último momento, cuando las juntarán de cierta forma que no habíamos considerado y tendremos lo que pase por solución final en el caso de Perdidos.

Y hablando de técnicas de los guionistas…

En Lost hay un cierto tipo de episodio muy habitual, que se suele dar hacia el final de la temporada. Resulta que los personajes no están donde deberían estar, por lo que es preciso trasladarlos, por cualquier medio, al lugar final que deben ocupar antes de que se produzca el conflicto último. El caso más evidente es el de la cuarta temporada, donde prácticamente los tres últimos episodios estuvieron dedicados a esa operación de mantenimiento. Hay que entender que al contrario del recurso anterior -modificar y ampliar lo hecho en el pasado- lo de mover los personajes no es un requerimiento narrativo, sino digamos más bien una cuestión de contabilidad e inventario. Hay muchos personajes y no pueden estar todos haciendo cosas a la vez, por lo que es preciso mantener un orden: primero uno, luego otro y así sucesivamente (por ejemplo, Ben hace varios episodios que no se dedica a nada importante, limitándose a salir para recordarnos que está presente y que en cualquier momento se dedicará a una trastada de las suyas). Por desgracia, esa necesidad de orden implica que se produzcan desfases entre personajes que es preciso corregir poco antes del final.

Dicho lo cual, debo admitir que de entre los episodios de mover piezas éste ha sido el mejor. Tanto, que apenas se les notaba que eso era lo que estaban haciendo. La razón, claro, es la línea X y, sobre todo, los paralelismos entre la línea X y la acción de la isla. Y también, el continuo juego de referencias al pasado, la recuperación de tics de la serie, ya sea para repetirlos una vez más dejando claro que son conscientes de que eso hacen o para negarlos finalmente, como cuando Sawyer le dice a Kate que ya no van a regresar más en busca de Jack.

Un ejemplo, Jack se encuentra por primera vez con su hermana en la línea X. En la isla, Jack se encuentra por primera vez con Claire después de descubrir que es su hermana. En ambas líneas, Claire toma una decisión y la cambia tras la intervención de otro personaje. Paralelismos similares se dan con otros personajes y situaciones.

En la línea X claramente están juntando a los personajes, aunque todavía no se sepa para qué. Las conexiones entre Jin, Sawyer, Locke, Kate y Sun parecen ser producto de la casualidad. Sawyer habla con Kate –que nos revela por qué Sawyer no la detuvo en el ascensor- y le interrumpe Miles hablando del tiroteo de Sun y Jin. Sun grita algo con respecto a Locke cuando ambos entran simultáneamente en el hospital. La de Jack –que trabaja, como ya sabemos, en el único hospital que hay en todo Los Ángeles- con Locke era más de esperar desde el momento, allá en el aeropuerto, que se ofreció a operarle. Así mismo, la escena recuerda a la operación que le hizo a Ben. Además, justo antes de empezar la operación, los dos se reflejan en un espejo, una de las constantes de esta temporada. Lo que tiene su gracia, porque los dos acabarán el episodio juntos de la misma forma que juntos se reflejan.

En esta ocasión, Desmond interviene con Claire. En los comentarios de los lectores al episodio anterior se dijo que Desmond en esta línea actúa un poco como Jacob. Y así es, aunque no parece tener poderes de marcar a la gente –no de la misma forma que Jacob marcaba a su ganado- y debe conformarse con hablar y hablar hasta que la gente hace lo que quiere aunque sólo sea para que se calle. Al final resulta que guiaba a Claire hacia la lectura del testamento de Christian (las dos Claire saben que Christian es su padre, por cierto). También es un encuentro con su hermano y con su sobrino. Adicionalmente, asumo que así Desmond evita que Claire entregue a Aaron en adopción.

Antes de llegar al abogado, Jack habla con la madre de David, recordándonos que su identidad es un misterio de la línea X. Luego, ya en el hospital, se vuelven a referir a Christian Shephard, después de que hayan tenido que abandonar a toda prisa la lectura del testamento de este último. Y tuvieron que dejarlo precisamente para que Jack pudiese venir a operar a Locke, que es precisamente la forma que ha adoptado ahora la entidad que en su día adoptó la de su padre. No importa lo muerto que esté, Christian sigue siendo un personaje de referencia.

El encuentro de Jack y Flocke al principio del episodio es sintomático de esta temporada y completamente atípico en el resto de la serie. Una vez más, un personaje hace una pregunta directa y otro personaje ofrece una respuesta bastante razonable. Jack comenta que no tiene ni idea de qué es Flocke, a lo que Flocke responde que sí la tiene. Por supuesto, Jack ya sospecha que su padre muerto que veía en la isla es la misma entidad que tiene delante. A la pregunta de por qué el cuerpo de Locke, la respuesta es un desprecio a todo lo que Locke creía, que es realmente un desprecio al papel de Jacob, porque efectivamente la presencia de Locke en la isla es parte del plan. La posición de Flocke es negar incluso la existencia del plan, negando así la tarea de Jacob.

También le dice a Jack que estaba atrapado en la isla incluso antes de llegar a ella. Lo que retoma el tema del mundo como la isla y la vida de los personajes como preludio a la isla. Imagino que de esa forma se justifican las conexiones y relaciones entre ellos. Pero ahora que Jacob ha muerto, ya son libres.

Lo que choca un poco con la línea X. Si en la línea X no hay Jacob –por mucho que Desmond ahora ejerza un puesto similar-, ¿por qué los personajes siguen relacionados y conectados? ¿Por qué Sawyer detiene a Kate y luego va a detener a Sayid? ¿Por qué Ben y Locke vuelven a encontrarse? En la línea X el destino sigue pareciendo igual de controlado que en la isla. Aunque quizá varíe la identidad del controlador. Es un hecho que apunta a la irrealidad fundamental de la línea X –creada por unos guionistas del universo tan capaces como los de la serie que conocemos- o una vez más a la idea de que la isla es idéntica al universo y que por tanto no se puede huir de ella, porque no hay nada que no sea isla.

¿Por qué deben salir todos juntos? Tuvieron que regresar todos juntos y para salir pasa lo mismo, lo que manifiesta una llamativa simetría, una curiosa dualidad que se repite obsesivamente en la serie. Al principio, Jack y Locke formaban una dualidad de ese tipo, el hombre de ciencia frente al hombre de fe. Luego, Eko y Ana Lucia aparecieron repitiendo la misma dualidad, creando una simetría de la simetría. Widmore y Ben. Jacob y el hombre de negro. Y ahora, por supuesto, tenemos una nueva dualidad, la línea X, donde los personajes dejan de estar duplicados metafóricamente (Eko – Locke) y pasan a existir literalmente dos veces. Más aún, la propia serie se ha duplicado y se refleja sobre sí misma.

De morir todos los candidatos, ¿el hombre de negro podría huir solo? Parece que no. A Locke, a pesar de estar muerto, lo tuvieron que traer de vuelta –porque había salido de la isla-, así que quizá de morir todos el hombre de negro tendría que cargar con los cadáveres (lo que resultaría, como mínimo, incómodo). Sin embargo, no parecen que tengan que traer o llevar los restos de ningún otro candidato anterior, de todos los que ha habido. Por tanto, ¿en qué momento caduca la necesidad de mover personas? Quizá murieron todos en la isla y por eso no es necesario moverlos.

A Flocke se le ve además un poco inquieto. No sólo Widmore le lanza misiles a la cabeza (Widmore es un hombre que podría olvidar el móvil o las llaves, pero que jamás saldría de casa sin sus misiles) sino que los candidatos se le desmadran. Sawyer le organiza una huída secreta. Al menos es una huída física, que no necesariamente espiritual, porque Claire deja claro que si Flocke te habla ya eres suyo (¿es un truco que sólo funciona con candidatos?). Jack al menos siente le necesidad de volver. ¿Es porque todavía le queda algo por hacer en la isla o se trata de la perniciosa influencia de Flocke? Su enigmático argumento es que Flocke teme lo que pase si los candidatos se quedan: uno de ellos se convertiría en el nuevo guardián. Flocke insultó a Locke por creer en el destino dentro de la isla, y sin embargo Jack parece haber adoptado el mismo punto de vista (es además lo que le pregunta Ilana en la línea X, si cree en el destino, una repetición más de una pregunta habitual en la serie). Y, por cierto, para demostrar su entrega, Jack se arroja al agua, como en el agua han acabado otros muchos personajes a lo largo de esta temporada. Posteriormente, todos los demás candidatos conocidos salen también del agua. Ya los podemos dar a todos por bautizados.

Queda el pequeño problema de la ausencia de Jacob. Si la isla precisa rey, en algún momento uno de los candidatos ocupará el puesto. ¿Cuándo sucederá tal cosa? Aparentemente, hay un periodo de interregno en el que la isla se queda sin protector –si eso es lo que era Jacob- y las facciones pueden enfrentarse entre sí. Evidentemente Flocke lo sabe y está intentando aprovechar el tiempo. Aunque debo admitir que los misiles no parecen impresionar a Flocke, poniendo más bien cara de “¿esto es lo mejor que puedes hacer?”. Posiblemente esté siguiendo la misma teoría que Desmond: de qué le serviría sentir miedo.

Desmond en la isla, que pasa una temporada en el fondo de un pozo, usa sus poderes recién adquiridos de maestro Zen para enfrentarse a Sayid, que viene a matarle, como le ha ordenado Flocke ahora que es demasiado peligroso dejar que lo recupere Widmore. Desmond le pregunta qué opinará Nadia –sin mencionarse su nombre- al saber cómo le devolvió la vida. La respuesta lógica a esa pregunta es “me da igual siempre que esté viva”, que es básicamente la respuesta que dio Michael en su día al matar a Libby y a Ana Lucia, y la respuesta del propio Sayid al matar a Keamy y demás en la línea X. El fallo de Michael fue intentar que su hijo compartiese parte de esa culpa, mientras que Sayid X sabe perfectamente que hay cosas que es mejor no contar y está dispuesto a abandonar para siempre a Nadia para garantizar su seguridad.

Aunque, evidentemente, la pregunta de Desmond no tiene como destino el centro moral de Sayid, porque siendo zombi, es muy posible que no lo tenga (aunque el comentario de Hurley de que es posible volver del lado oscuro, como Anakin, deja entrever la posibilidad de recuperarle, como parece que pasa con Claire). En realidad, apela a su egoísmo. Es decir, usa la misma oferta de Flocke, sustentada en el egoísmo de Sayid al querer recuperar para él a Nadia, en su contra. Si Sayid quiere estar con Nadia, ¿cómo va a explicar lo sucedido? Si lo hace, no la tendrá para él. Por tanto…

Fue divertido que Sayid pusiese como excusa para su retraso el que acabase de disparar a un hombre desarmado, como si él alguna vez hubiese tenido reparos en disparar a un hombre armado o no. Pero justo antes de ese momento parecía estar buscando algo. ¿Algo con lo que sacar a Desmond? No creo, lo más probable es que Desmond ya estuviese fuera del pozo. Aunque conociendo a esta serie, no me sorprendería nada que dentro de tres capítulos sigua ahí, meditando sobre el loto.

Sawyer, en el barco, dice que usarlo para salir de la isla precisa de conocer una dirección concreta. Da a entender, al mencionar a la Iniciativa Dharma, que hacerlo por submarino –como también lo hacían los Otros- no tiene esa limitación. Deduzco que la dirección a seguir cambia periódicamente y que por tanto acercarse en barco precisa de cálculos previos. Por eso Widmore llega en submarino, porque ir bajo el agua sólo precisa de la posición de la isla. ¿Por qué? Ni idea. Tampoco me queda claro si esa situación es la actual o si siempre fue así. Es decir, el Black Rock pareció llegar sin problemas y, ya puestos, también Desmond con su barco. ¿Dieron casualmente con el punto de entrada? ¿Jacob podía suspender esa limitación?

El episodio termina con cada uno en su sitio. Casi todos los perdidos son ahora prisioneros de Widmore y la reunión pendiente entre Jin y Sun también se ha completado (que, por cierto, como reunión de pareja no puede hacer nada frente a Desmond y Penny o Libby y Hurley, por lo que los guionistas, sabiamente, no le dedican mucho tiempo. Sólo tuvo el momento de tensión –para los que no nos dimos cuenta de que la segunda al mando pedía que desactivasen la verja- de si se freirían al unirse). Mientras tanto, Jack queda con Flocke, como uno de los suyos. El principio del fin puede comenzar. A partir de ahora será revelación tras revelación hasta la revelación final, con bastantes sorpresas por el camino, asumo.

Pero lo curioso es como han ido dotando a la línea X de mayor entidad. Lo que sucede en ella parece estar intimamente ligado a lo que pasa en la isla, pero sin embargo no sabemos cómo. Podemos elucubrar todo tipo de cosas, y sin duda los guionistas pretenden que pensemos en todas ellas, pero no nos han dicho nada con claridad. Sólo sabemos que algunos personajes de la línea X “recuerdan” –si ésa es la palabra- su paso por la isla. Sun parece recordar justo antes de entrar en el hospital. Posiblemente Locke también recordase en el accidente. Sin embargo, no parece haber nadie –con la posible excepción de Desmond- que en la isla recuerde la línea X. Y no ha sido precisamente por falta de situaciones traumáticas de vida o muerte. Una vez más, se da a entender la irrealidad de la línea X a favor de la realidad fundamental de la isla. Pero tanto dar a entender puede significar justo lo contrario.

Los niños prácticamente indestructibles de la serie –Aaron se pasó días sin leche materna- reaparecen. Sun está embarazada –y sigue embarazada después de recibir un tiro-, se menciona a Aaron y tenemos a David con traje y corbata, ya tan reconciliado con su padre que ni siquiera quiere volver a las cinco con su madre. Y es también David el que traza el paralelismo entre Jack y Christian Shephard, ejerciendo de niño sabio. Además, podemos ver de nuevo a los niños perdidos del avión. Vamos, que por faltar, sólo faltaba el pastorcillo ése que se le aparece a Flocke de vez en cuando.

Lo de los niños y los muertos me resulta muy interesante. Con ellos se tocan temas de muerte y resurrección, paternidad y filiación, obsesivamente tratados en Lost. Pero mi duda es si se trata de un tema central de la serie, un elemento que ayudará a cimentar el mundo que se nos presente al final, o si es preparación para algo posterior. Es decir, ¿las referencias a los niños son una parte de la explicación final o es una forma de dotar a la narración de matices? Posiblemente lo segundo, porque no veo cómo podrían usarlo en la explicación sin que ésta no fuese claramente sobrenatural.

Pero tampoco sería la primera vez que me equivoco.

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Lost, 6ª temporada, episodio 12, «Everybody Loves Hugo»

Repito continuamente que no deberías leer lo que viene a continuación a menos que hayas visto el episodio. Pero hace poco pensé que seguro hay alguien que lo leerá a pesar de no haber visto el episodio. ¿Por qué? Ni idea. Es posible que seas una persona a la que no le molestan nada los espoileres. Es más, incluso es posible que disfrutes de lo que escribo, o, una hipótesis más débil, no disfrutes de lo que escribo pero te parezca interesante tenerlo en mente al ver el episodio. En ese caso:

No leer a menos que haya visto el episodio o no te importa que te lo destripe por completo.

Confieso libremente que en cierto momento de este episodio oí una voz interior que me decía “Numfar! Do the dance of joy”. Prontamente salté del sofá y baile por el salón aullando con todas mis fuerzas “La bruja ha muerto, la bruja ha muerto”. Diez o quince minutos después pude dejarlo y retomar el episodio. Admito que jamás habría supuesto que ver a Ilana volar por los aire pudiese llegar a ser tan satisfactorio. Pero así son las cosas. Se puso a manipular dinamita y acabó convertida en steak tartar de morena creída que se pensaba que Jacob la había elegido para un destino heroico. Y eso que estaba entrenada para esas cosas. Que si llega a ser una novata habría sido capaz de degollarse con un cortaúñas…

Poco después se produce otra explosión satisfactoria, cuando Hurley vuela por los aires los restos del Black Rock. Ahí tenemos un escenario generado por ordenador que no será nunca más. Además, es muy adecuado que lo haya hecho Hurley. En el episodio anterior sobre la reacción de la gente hacia él, “Everybody Hates Hugo”, Hurley pretendía volar la despensa. No lo hizo, así que está bien que en este episodio se le permita volar por los aire el famoso siniestro.

Nos pasó algo muy gracioso de camino al ágora

En este episodio hay al menos dos conexiones con Platón. Quizá más, dependiendo de cómo las cuentes.

La primera es la idea de la transmigración de las almas, según la cual, éstas van vagando de un cuerpo al otro. Sólo que en este caso, las almas acaban en el mismo cuerpo en una línea temporal paralela. Aunque quizá podríamos verlo desde la tradición hindú y considerar que se trata de una curiosa forma de reencarnación donde el karma tiene un papel bien importante. En la “otra” vida, las buenas acciones en el pasado –en la línea de la isla- se ven recompensadas. Quizá también las malas acciones tengan su castigo, y de ahí el destino de Keamy, por ejemplo.

Aunque también podríamos verlo desde otro punto de vista adicional, también de Platón (o de Sócrates, aunque yo de Sócrates prefiero olvidarme). Todo conocimiento es realmente recuerdo y cuando creemos aprender, o deducir, no hacemos más que recordar lo que sabíamos en el mundo de la ideas. Cuando un personaje de la línea X se topa con las circunstancias adecuadas –ya sea por accidente, ya sea por designio de Desmond- recuerda lo que siempre supo. Quizá de ese proceso debemos deducir que hay una jerarquía de mundos, que la línea X se encuentra mecha abajo con respecto al mundo superior de la isla. Es decir, la línea X existe porque existe previamente la realidad de la isla.

No he terminado, hay otra opción.

En la caverna, los prisioneros –obligados a mirar a la pared donde los fuegos a su espalda proyectaban imágenes e incapaces de mirar atrás ni de oler el humo (la verdad es que la analogía se vuelve bastante complicada a medida que se precisan condicionantes para sostenerla)- creen que el mundo que ven es el real. No saben que es un mundo creado, fabricado para su consumo, que ellos y el mundo que creen real está insertado en un mundo todavía mayor. Cuando el complejo mecanismo que sostiene esa realidad falla momentáneamente, los personajes pueden entrever el mundo real que los contiene.

En ese caso, ¿cuál es la caverna?

La otra idea platónica viene expresada en el Banquete, un diálogo de los más curiosos. Es una idea que ha llegado a nosotros en forma de la media naranja: en algún lugar hay una persona que nos complementa perfectamente, tanto que la unión de los dos es superior a la suma de sus partes (para nosotros el concepto tiene connotaciones heterosexuales que no estaban presentes en el diálogo, más bien todo lo contrario).

Aparentemente, en la línea X, el contacto con la persona amada es suficiente para provocar el recuerdo, para permitir que se abran las puertas de la percepción. Le pasa a Daniel con su Charlotte, le sucede parcialmente a Desmond con su Penny, y ahora le pasa a Hurley con su Libby. También parece funcionar igual de bien una experiencia cercana a la muerte, como le sucede a Charlie. Pero es bueno saber que no tienes que estar a punto de morir, o pasar por alguna experiencia traumática, para iluminarte. Basta con un beso, como un príncipe orondo que despierta de su sueño.

¿Es eso la realidad X, un sueño?

¿Y Locke?

Locke en la línea X está con su amada. Sin embargo, no ha recordado nada. Desmond al final del episodio y con algo de saña -después de todo, el Flocke lo arrojó al interior de un pozo- atropella a Locke para enfrentarlo a la muerte. Y aparentemente, el roce con el asfalto hace que Locke se ponga a recordar como un loco, como se da a entender en las últimas imágenes.

Quizá la cuestión es que el amor que te despierta debe ser un amor de la isla. Daniel se enamoró de Charlotte en la isla (o eso parece), aunque no está tan claro si Charlotte sentía lo mismo (¿vio Charlotte a Daniel y recordó?). De la misma forma, Hurley y Libby eran un amor de la isla. Quizá si no tienes amor en la isla o no entras en contacto con la persona amada, la única opción sea la experiencia de peligro.

Por desgracia para esa idea, Desmond y Penny ya estaban más que enamorados de antes. Quizá pueda decirse que Desmond ya había sufrido una experiencia traumática –la caída al agua- y ya recordaba. Y que en su caso pesó más el campo electromagnético que otra cosa. Pero no lo creo. Creo que hay algo más en ese mecanismo que se nos deberá explicar en algún momento.

Una temporada en el infierno

Resulta que lo muertos se quedan en la isla. Al menos, algunos muertos. Se ve que otros muertos hacen otra cosa. Pero los que han sido malos se quedan. No sé, de picnic o algo. Son ellos los que susurran entre la hierba, porque evidentemente, si eres un muerto en una isla llena de hierba qué vas a hacer. No es como que tengas muchos canales de televisión para entretenerte. Ni siquiera hay cine. De haber cine, Hurley se habría pasado allí media serie viendo repetidamente el mismo maratón de Star Wars.

El pobre Michael está atrapado en la isla. Digo pobre, porque al final de la cuarta temporada parecía que se le perdonaban los pecados. El propio Christian Shephard (¿se puede tener un nombre más simbólico?) le dijo que ya se podía ir, lo que daba a entender un “vale, por esta vez te lo vamos a perdonar”. Pero se ve que la cosa no fue así, o quizá se trate de un caso de “esto hay que explicarlo como sea y esta tontería de las almas que susurran vale igual que cualquier otra”.

Lo primero que pensé es que Libby no podía estar en la isla atrapada. Libby se murió y se fue al otro mundo o lo que sea que hacen las almas liberadas. La prueba principal es que nunca se le ha manifestado a Hurley, quien ha visto a gente como Eko –un asesino-, Ana Lucia –otra asesina- y a Charlie –que desafinaba, cosa que la isla no perdona fácilmente. Criminales todos ellos. Lo que me lleva a preguntarme si Keamy sigue por ahí en la isla, obligado a encorvarse para susurrar entre hierbajos.

La aparición de Michael es adecuadamente irónica. No esperábamos menos de Lost. En esta serie sólo pasan cosas que no acabas de esperar y que además sean como navajas clavadas en el corazón de los personajes. Los personajes de la serie tienen “sufro, luego existo” tatuado en la frente.

El pobre Hurley está en la tumba de Libby, quejándose de que la muy mala pécora nunca le ha visitado, mientras que ha tenido que hablar con todos los demás, cuando se le presenta Michael, precisamente el asesino de Libby. Vamos, es para pensar que el demiurgo tiene un enfermizo sentido del humor, lo que, conociendo a los guionistas, será cierto.

El mensaje de Michael es bien simple: no dejes que maten a los demás. Ahora tú eres líder y por una razón que no acabamos de entender –eso se llama tener confianza en alguien- la gente te sigue. Si vivieses en la línea X habrías llegado a ser alguien… No, eso último me lo he inventado. Pero bueno, eso, hazme al favor de evitar que los maten a todos.

¿Por qué Michael y no Jacob? Es decir, si es algo tan importante, ¿por qué no se lo dijo Jacob? Sí, vale, Jacob nunca te dice lo que tienes que hacer. No le dijo a Hurley que subiese al avión. No le dijo que fuese al faro. No le dijo a Ilana que viniese a la isla a proteger a los candidatos. Vamos, que el concepto que tiene Jacob de “no decir” es tirando a curioso, acercándose casi a lo contrario. Eso sí, recordemos que Hurley parece tomar una decisión definitiva cuando da con las cenizas de Jacob en la bolsita. Quizá fuese ése todo el papel de Ilana: meter puñados de ceniza en una bolsa para que Hurley la encontrase.

Pero vamos a aceptar barco y digamos que Michael viene a comunicar algo importante. Digamos que es el representante del comité de muertos o algo así (lo que me llevar a preguntarme quiénes eran los otros para que este individuo fuese le mejor opción). Lo que está claro es que Michael no es el humo negro, porque Flocke está fijo en su forma actual. Además, como luego descubrimos que los muertos en la isla allí se quedan si han sido niños malos, pues Michael es claramente Michael. Como está muerto, pues sabe. Y, como le dice luego Hurley a Miles, los muertos son más de fiar que los vivos.

Estamos ante un hombre que ha tenido malas experiencias con los vivos.

Entonces, ¿el plan de volar el avión era bueno o era malo? Eso de que Ilana vuele por los aires parece indicar que a la isla no le gustaba nada (o, alternativamente, que odiaba a Ilana tanto como yo). En ese caso, ¿por qué seguirlo? ¿Por qué hacer lo que dice Richard? ¿Qué tipo de instrucción es “Richard sabrá qué hacer”? Si el plan es una tontería peligrosa, entonces Richard no sabe qué hacer. Es decir, Richard es tan patético personaje como antes y su intervención fue puramente para despistar.

Pero claro, si volar el avión no es plan, ¿cuál es el plan? Michael no se lo dice. Pero en la media en la que le indica a Hurley el camino al campamento de Flocke, parece que la idea de Hurley de que hablando se entiende la gente le mola. Pero eso sí, Hurley lleva las cenizas…

¿Y Jacob qué piensa de todo esto? ¿Le mola a él también que Hurley hable con Flocke? No sabemos. Casi podría argumentarse cualquier cosa. Parecía que Jacob planteaba también una oposición contra Flocke, que defendía la necesidad de la guerra. Pero quizá no sea así, quizá siempre quiso esto. O mejor dicho, quizá quiera la guerra, pero quiere que Hurley y los demás candidatos hablen primero con Flocke. Vamos, que no se diga que nos negamos a charlar. Pero eso sí, Hurley lleva las cenizas…

O podría darse otra situación. Podría ser que Jacob tuviese sus planes, pero que Michael representase a otro. Podría ser que los muertos de la isla den voz a la propia isla. Es decir, Jacob tendría su opinión y sus planes. Flocke tendría su opinión y sus planes. Y finalmente, la isla también tendría su punto de vista y sus planes.

Como todavía no sabemos cuál es la relación de Jacob y Flocke con la isla, y la relación que mantienen entre ellos (es decir, qué representa concretamente cada uno dentro de la mitología), es difícil sabe cuál, de entre todos los que dicen defender los intereses de la isla, dice la verdad. Cabe incluso la posibilidad de que todos, desde su punto de vista, digan la verdad.

Y todo eso contando con que los intereses de la isla sean buenos o beneficiosos. Si la isla fuese realmente malvada, si lo más conveniente no fuese que se hiciese su voluntad, pues la situación podría ser muy diferente.

Pero la naturaleza fundamental del seguidor de Lost es que sabe más bien poco. Lo dejamos así hasta que tengamos más trasfondo.

Un muchacho y su dinosaurio

Hurley fue el que, en la primera temporada, preguntó si el monstruo de la isla era un dinosaurio. Es adecuado, por tanto, que aparezca con uno en las manos, aunque sea en la línea X.

En la línea X, Hurley es millonario. Es curioso, porque ya era millonario en la línea original. Es más, en “Everybody Hates Hugo”, eran sus millones lo que le ganarían, creía él, el odio de sus seres queridos. Hurley X, sin embargo, parece haber resuelto el problema con facilidad. Es tan millonario y tan benefactor que todos le aman. El Hurley original podría haber hecho lo mismo, pero no lo hizo. Le faltó quizá, la fuerza interior que ahora va descubriendo en la isla, la capacidad de ser un líder (o una bolsa de cenizas de un muerto. A veces las cosas son así de simples).

Digamos, por tanto, que Hurley X vive en un mundo donde su sueño se ha cumplido por completo, donde tiene justo lo que quería: millones y el amor de los demás. ¿No les suena? Al igual que Desmond, al igual que prácticamente todos los demás personajes, Hurley tiene una vida mejor. Le falta el amor, claro, al igual que le faltaba a Desmond, pero es que Hurley tiene lo que quería, no lo que necesitaba.

Hurley de la isla lleva dentro el mismo potencial. Ilana tenía que morir para que él se pudiese convertir en líder. Su deseo de volar la despensa nacía del egoísmo, del deseo de no ser odiado por hacer lo correcto. Ahora, vuela el Black Rock precisamente para hacer lo correcto, sacrificando el posible amor de los demás. Pero, paradójicamente, eso le gana el respeto de muchos de sus compañeros, de los que estaban con él desde el principio, más el piloto (lo que resulta muy conveniente, si planeas usar un avión para salir de la isla).

En muchos aspectos, Hurley fue siempre el alma de la serie. Y también, en otros muchos aspectos, su centro moral. Hurley siempre supo distinguir lo que estaba bien de lo que estaba mal, independientemente de las etiquetas de “buenos” o “malos” que se asignasen unos a otros. Es como si todavía fuese inocente. Aunque es capaz de mentir, como –creo ahora- le mintió a Richard al final del episodio que contaba la vida del chicharrero y como mintió a su grupo sobre sus intenciones con respecto al Black Rock. Pero sólo miente lo justo y admite la mentira en cuanto deja de ser necesaria. Es un líder renuente, que lidera porque no le queda más opción. A Hurley la grandeza le ha caído encima. Por suerte, tiene anchas espaldas para sostenerla.

Eso sí, es muy divertido ver el regreso de la gran excusa entre las excusas. Cuando quieres hacer algo pero no quieres o no sabes explicarte, dices simplemente «Me lo ha dicho Jacob» y ya vale. Si la excusa le valía a Richard Alpert, ¿por qué no le iba a servir a Hurley? Y mira a Richard, que de pronto se nos ha vuelto escéptico.

Libby, se nos dice, recuerda por haber visto a Hurley en la tele. Se ve que estando un poco loca no le hizo falta más (ni beso ni accidente de coche). Hurley sí que necesita más. Necesita un beso de amor, en la playa, con queso, para recordar. Pero sobre todo necesita la intervención de Desmond. ¿Cómo sabe Desmond tantas cosas? Es decir, creo que el Desmond X y el Desmond de la isla comparten al menos recuerdos –y defendería que comparten algo más- y por tanto es normal que conozca a Hurley y su relación con Libby. ¿Pero cómo sabe dar con ellos? ¿Conserva sus poderes de predecir el futuro? Es posible que sea todavía más simple. Desmond simplemente los estaría siguiendo, usando con cada uno el método más efectivo. Quizá de no haberle visto con Libby, el atropellado no habría sido Locke.

El camino de la iluminación

Desmond X y Desmond hacen buena pareja. Es como tener a James Bond por partida doble. Si James Bond fuese un buda y estuviese intentando que todos recordasen una realidad paralela. Pero esa cara con la que mira a Flocke, esa sonrisa torcida justo antes de atropellar a Locke… Superguay.

El Desmond X es extremadamente eficiente. Cosa que no sorprende, teniendo en cuenta que es hombre de confianza de Widmore y por tanto se le supone con habilidad y experiencia (hay quien lo considera un matón. Yo más bien creo que esa persona a la que envías cuando no puedes ir tú mismo). Usa el método más conveniente en cada ocasión. Con Hurley habla, a Locke lo atropella brutalmente. Posiblemente esto último no sea casualidad y el hombre de la silla de ruedas esté pagando el acto de Flocke. Es decir, tener una misión no quiere decir que no te lo puedas pasar bien.

¿Recuerda Desmond X? Ya he defendido que sí. Cuando Ben le pregunta por el nombre de su hijo, Desmond responde de inmediato con el nombre de su hijo en la línea de la isla. Podría argumentarse que simplemente está ofreciendo el nombre de Charlie, con el que acaba de interaccionar. Pero la respuesta me parece demasiado rápida, demasiado segura, como si ni siquiera tuviese que molestarse en mentir. Como si fuese sólo la verdad.

Lo que significaría, claro, que Desmond recuerda a Ben. Y Ben le pegó un tiro y, en cierta forma, amenazó a su familia en la línea de la isla. Pero no es el mismo Ben, dirán ustedes. Bien, si Ben X y el Ben de la isla comparten alma, sí que son el mismo, sólo que no lo saben todavía. Como Ben no estaba en el avión, no está claro por el momento si Desmond se molestará en hacerle recordar. Además, ¿harías tú que Ben recordase quién era en la isla? No, ya, yo tampoco. Pero Desmond está operando a otro nivel. Cualquiera sabe lo que necesita. Después de todo, Ben logró colarse en el avión de vuelta a la isla. Quizá él también sea necesario.

En la isla, Desmond no tiene problemas en mirar a Flocke a la cara. Es más, parece ser el único que ve a Flocke tal y como es. No manifiesta miedo, porque ahora Desmond, al haber alcanzado la budidad, es un iluminado, y para él el miedo es una emoción inútil. Si estás siguiendo un plan, el miedo sólo serviría para desviarte. El amor, que ahora guía a Desmond, es suficiente. Su tranquilidad es ciertamente envidiable.

Cuando Flocke le pregunta si sabe quién es, Desmond responde que es John Locke. Me fascina la respuesta, precisamente porque no creo que Desmond esté mintiendo o dándoselas de listo. Creo que dice la verdad, que en cierta forma la persona que tiene delante es John Locke. Ya sabemos que Flocke ha manifestado muchos rasgos de Locke. Se ve que tomar su forma le hizo traerse más cosas. ¿Hasta qué medida? ¿Hay algo del alma de Locke en el cuerpo de Flocke? ¿Se produjo una transmigración y el cuerpo que vimos en la isla no era más que un cascarón vacío?

Poco después se produce el encuentro con el niño en la jungla. En la medida en que esta temporada creo que va claramente de traumas de infancia, la aparición del niño sirve para recordarnos que ese tema sigue por ahí, de fondo. Pero, ¿quién es? Supongo que muchos asumirán que es Jacob. Yo no estoy tan seguro. Yo creo más bien que es el hombre de negro. Es simplemente una corazonada, sin mayor fundamento. Aunque me llama la atención el detalle de que el niño está agarrando el arbolillo de una forma muy similar a la que Flocke, en el campamento, agarraba el palo que tallaba. Además, en su aparición anterior le decía a Flocke que no podía matarle, refiriéndose a otra persona, posiblemente a Jacob. Si así fuese, no tendría sentido que fuese Jacob hablando como César.

Luego, Flocke tira a Desmond por un pozo. No voy a retomar el asunto del pozo como subsuelo, infierno, región de los muertos y demás. Ahora basta con preguntarse por qué lo ha hecho. Creo que la conversación de Flocke con Desmond le ha convencido de que Desmond es una variable demasiado impredecible, alguien que en su interacción con los candidatos no está sometido a las limitaciones del propio Flocke. Por tanto, lo mejor es tenerlo en un lugar controlado. Pero, ¿pretendía matarlo? Es decir, si quiere matar a alguien, pues mandas a zombi Sayid a hacerlo, que como profesional suele tener la precaución de asegurarse de que los muertos, muertos estén, y además no siente nada por dentro, lo que es un plus en cualquier apocalipsis. Si tiras a alguien por un pozo, ya sabes que va a sobrevivir. Es una ley de la televisión que en Lost se cumple especialmente.

Lo llamativo es que no es la primera vez que alguien se cae por un pozo. Locke en la quinta temporada también se cayó por uno –que creo que no era el mismo- y acabó topándose con la rueda. La rueda que controlaba el anclaje de la isla. Por tanto, al final de este pozo hay otra rueda o algún otro mecanismo. ¿Flocke pretende que Desmond lo encuentre? Ni idea. Lo que sí tengo claro es que Desmond está al fondo de ese pozo precisamente porque ahí es donde quiere estar, era el lugar a dónde quería llegar. ¿Cómo lo sabía? Ni idea.

De los orígenes de esto

Flocke cuenta más o menos la historia del pozo. Gente antigua con brújulas dieron con ese lugar. Como eran personas curiosas, se pusieron a excavar, sin usar máquinas –eran antiguos-, para dar con lo que hubiese abajo y alteraba las brújulas. Previsiblemente fueron las mismas personas que levantaron la estatua, el templo y otras de las muchas estructuras que hemos visto en la serie. Según Flocke, no encontraron lo que buscaban. Pero Desmond no es un candidato y Flocke podría estar mintiéndole. Porque vamos, posiblemente esas personas construyeron también la rueda que mueve la isla, lo que suena a encontrar algo.

Flocke dice que no es el único pozo. No especifica si no es el único pozo en la isla –éste parece ser el segundo que vemos- o no es el único pozo en el mundo. En este último caso, podría estar refiriéndose a la creencia mágica de líneas de energía que conectan puntos sagrados del mundo. Quizá en otros lugares hay otros tapones para botellas.

En cualquier caso, aquí hay dos historias diferentes. En una historia, tenemos una botella que contiene el mal y un tapón –la isla- que cierra esa botella. En la otra historia, tenemos un pueblo antiguo que llegó a la isla y se puso a cavar pozos como un loco, posiblemente construyendo las demás estructuras que hemos visto (incluyendo los mecanismos de baja tecnología como la rueda o el llamador del monstruo de humo que usó Ben en la cuarta temporada). Claramente, según la explicación de Flocke, son dos historias diferentes. La isla y la prisión son muy anteriores al descubrimiento de los antiguos. Si esa civilización antigua es el origen de los Otros, está claro que no «construyó» la isla.

Es decir, la isla ya estaba allí. Entonces, ¿quién la fabricó? Una prisión, para encerrar algo, suena a proceso volitivo. Es decir, un acto que alguien decide ejecutar. O al menos, parece que se nos presenta así. Aunque, podría ser simplemente una forma de contar la situación, un efecto producido por la necesidad humana de presentarlo todo como una historia. Jacob y Flocke podrían no ser representaciones de agentes con voluntad propia, sino las respectivas manifestaciones de fuerzas naturales. Quizá la isla no existe porque alguien la construyese, sino que existe porque su existencia es el estado de equilibrio que permite la existencia de todo lo demás. Un poco como el principio antrópico: si no tuviésemos la isla para contener el mal, entonces no habría un mundo en el que vivir.

Por desgracia, en la línea X la isla está en el fondo del mar y no parece estar cumpliendo con ninguna función de tapar nada. Pero esa realidad existe. ¿O no? ¿Es la inexistencia de la isla un factor que apunta a la irrealidad de la línea X? O al revés, ¿el que la isla esté sumergida en la línea X indica que su función no es tan fundamental como parece?

La levedad de la existencia

Volvamos un momento a la caverna y preguntémonos por los distintos grados de existencia. Vemos imágenes proyectadas que creemos reales, pero desde fuera –en el metamundo que contiene el mundo que creemos real- sabemos que se trata de una simple proyección, de un mundo virtual que no existe en el mismo grado metafísico que el metamundo.

Es fácil por tanto considerar que la línea X es falsa y que de alguna forma existe en la línea de la isla. De hecho, mucho de lo que hemos visto apunta en esa dirección. No sólo la línea X suena a irreal, suena a un mundo de fantasía donde todos tienen lo que querían, sino que ahora vemos a los personajes ir despertando progresivamente a la realidad de la isla. Es más, todo parece estar conectado directa o indirectamente con el Incidente y sabemos que hechos del pasado anteriores al Incidente parecen coincidir con la línea original.

Pero pensemos en la conversación entre Libby y Hurley. Libby le está contando todo el proceso de su despertar. Vio a Hurley en la tele y recordó la isla. Bien, mientras se produce esa conversación, detrás de Libby hay una pizarra con un enorme dibujo de una isla tropical (y poco antes, por cierto, en el despacho del psiquiatra se nos mostraba la fotografía de una isla). Mientras Libby habla, uno de los pacientes va retocando el dibujo de la isla, quizá perfilándolo, añadiéndole detalles o modificándolos. No dejo de pensar que es una indicación que apunta a que la línea de la isla es realmente la falsa, que la línea X es la real y que el proceso de despertar está creando la serie que conocemos.

(Otra posibilidad es considerar que el pabellón psiquiátrico es una metáfora de sala de guionistas y que el tipo retocando el dibujo nos indica que todavía ahora los guionistas están perfilando la serie).

Aunque queda una segunda opción, pero esta en plan subtexto de las otras dos. Podría ser que las dos líneas sean igualmente falsas. Es decir, nosotros consideramos la línea X como irreal porque estamos acostumbrados a la otra y porque al recordar los personajes consideran la línea original como la fundamental. Consideramos que la línea X es falsa porque todo es demasiado conveniente: Hurley se ha ganado la admiración de todos, Jack tiene un hijo con el que ha logrado relacionarse, Ben es buen tío, Locke tiene a Helen… Olvidamos, sin embargo, que en la línea de la isla todo es también extremadamente conveniente, que hay encuentros, casualidades y relaciones que no creeríamos en la vida real. Si la situación hubiese sido al revés, si la línea X fuese la serie que hemos seguido durante cinco temporadas, no tendríamos problema en pensar que la línea de la isla es falsa.

Creo que eso es algo con lo que los guionistas están jugando. Cada una de las líneas es un comentario sobre la otra, cada una es una serie posible. Asignar «realidad» a una de ellas es absurdo, porque las dos son realmente resultado de una serie de televisión, y una serie de televisión es «falsa» por definición. Están jugando al juego de oscilar entre una y otra, aprovechando nuestros mecanismos mentales que nos permiten contemplar lo que pasa en la pantalla y asignarle distintos grados de «realidad» o verosimilitud. Para mí, es uno de los grandes placeres de este episodio.

Cuando el diablo dice que tú eres peor que él

Pobre Charles Widmore, ni el diablo le respeta. O el que creemos el diablo, que nada está claro todavía. Flocke dice de él que sólo le interesa el poder. No es el primero. Ya lo dijo en su momento Ben Linus.

Si tanto el Flocke como Ben Linus te consideran malo, ¿eso te hace bueno automáticamente? No necesariamente, pero está bien saber que no tiene el aprecio de esos dos. O quizá si que tengan razón y a pesar de la aparente reivindicación del personaje en el episodio anterior, cabe la posibilidad que Widmore no tenga en mente lo mejor para nadie más.

Creo que no lo sabremos nunca. Es decir, seguro que veremos a Widmore hacer algo, pero que durante mucho tiempo debatiremos si el personaje era bueno o malo, más o menos como ahora debatimos si aquel general del pasado era buen tío o no. Gran parte del atractivo de la serie es que ha sabido pintar con una gran gama de grises. Widmore en ese aspecto no es muy diferente a Jacob, a Flocke, a Dogen o a Ben. Para juzgar cabalmente al personaje hay que ponerse a calcular en qué medida matar a una persona es conveniente o no. Y muchos preferimos no pensar en esos términos, lo que nos dificulta evaluar y juzgar decisiones de esa magnitud. Es decir, el hecho de que quizá no sean buenas persona no los hace necesariamente malos.

Vamos a huir de la realidad

¿Para qué quiere Desmond despertar a los perdidos en la línea X? Bien, hay una solución simple. De la misma forma que Flocke ahora los tiene a todos reunidos en el mismo sitio y necesita de todos para huir, de la misma forma que sólo pudieron regresar volviendo todos –incluyendo el cadáver de Locke-, es muy posible que la huida de la línea X –si de eso se trata- sólo se pueda producir de la misma forma: si todos recuerdan.

Aunque también la idea podría ser justo la contraria. Si de lo que se trata es de cerrar la línea de la isla, contener a Flocke definitivamente, quizá el plan consista precisamente en cimentar la línea X, en volverla totalmente real e independiente. Digamos que la línea X sería como una nube vaga, fundamentalmente insustancial, hasta que un acto de voluntad de los perdidos la vuelva definitiva.

Más de una persona ha expresado esa opción considerando que al final a los perdidos se les pedirá elegir. De hecho, si algo se nos ha dicho de los candidatos es que obran por voluntad propia, sin posibilidad de ser coaccionados o forzados a tomar una decisión. Como un consejo de ancianos, o un tribunal, al final podrían ser los encargados de escoger la mejor forma de resolver el problema.

¿Y Desmond? Bien, a Desmond no se le aplican las reglas. Son los candidatos los que tienen libertad de elección, pero ni siquiera uno de ellos podría influir en otro. Jack no podría obligar a Sawyer a hacer nada, ni viceversa. Pero Desmond claramente podría. De la misma forma que ahora, uno a uno, les está obligando a recordar. Quieran o no. Razón de sobra para tirarlo a un pozo.

Qué pensará Eloise de todo esto.

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[Recibido] La muerte como espectáculo de Michela Marzano

Francamente, no sé qué pensar de este libro: La muerte como espectáculo (Tusquets Editores. ISBN: 978-84-8383-211-0. 112 pp. 11,00 €) de Michela Marzano. Por un lado, podría ser una reflexión interesante, y por el otro, podría ser una nueva versión de «antes de internet estas cosas no pasaban». Habrá que leerlo para salir de dudas.

De la contraportada:

Desde hace unos años circulan en Internet vídeos que contienen escenas de una extrema violencia, en los que el espectador asiste a torturas, violaciones y degollaciones auténticas. Evolución digital de las «snuff movies», o del «hyper-hard» pornográfico, estas grabaciones del sufrimiento, de la humillación y finalmente la muerte –real, no simulada– de un ser humano, hoy pueden ser contempladas en la Red sin ningún tipo de restricción.

La filósofa Michela Marzano reflexiona en este ensayo, iluminador a la vez que terriblemente inquietante, acerca de estas macabras prácticas, y nos insta a tratar de entender por qué la muerte se ha convertido ya en un espectáculo buscado y deseado en las pantallas del ordenador. La creciente anestesia que sufrimos todos ante el dolor ajeno, el odio que se advierte en tantos foros de internautas y la «indiferencia ante la barbarie» que se dibuja en el Occidente contemporáneo plantean graves interrogantes sobre las coordenadas éticas de nuestra sociedad.

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Rimero de enlaces

Enlaces compartidos en Google Reader el día 14/04/2010. Son enlaces que por alguna razón, positiva o negativa, me han llamado la atención:

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Aliento a muerte de F. G. Haghenbeck

Sabía que Brasil había sido un imperio. Pero hasta leer este libro –Aliento a muerte (Salto de Página. ISBN: 978-84-937181-3-8. 220 pp. 18 €)-, no sabía que México también había sido un imperio, y dos veces además. Por suerte, vivimos en la era de la Wikipedia y podemos encontrar los datos rápidamente. El primer emperador fue Agustín de Iturbide en 1822. Y el segundo imperio fue en 1863 con Maximiliano de Habsburgo, después de que los franceses invadiesen el país cuando México suspendió el pago de la deuda externa.

Por supuesto, el gobierno republicano no se tomó bien ni la invasión, ni al emperador. Y así fue como empezó la guerra. Al emperador lo acabaron fusilando en 1867 y Juárez se quedó definitivamente como presidente de la república.

Poco después de ese momento arranca la novela que usa de un curioso dispositivo narrativo. Cada capítulo está encabezado por la descripción de una pieza perteneciente a una exposición. Exposición que recrea el momento de transición del imperio a la república, centrándose en aquellos detalles que entraron en la alta sociedad mexicana con la llegada de la corte europea y que no desaparecieron con la república.

La historia no podía ser más arquetípica. Blanquet, oficial del derrotado ejército imperial, al que todos creen fusilado, regresa a su pueblo en busca de venganza. Su padre, un rico hacendado, murió en la cárcel en misteriosas circunstancias, su mujer desapareció, y la hacienda que le pertenecía es ahora propiedad de otro. Como fantasma de una película de Clint Eastwood, llega al pueblo cargado de oro y dispuesto a dar a todos lo que se merecen.

La narración es segura, brutal y muy entretenida. Viene acompañada de una serie de personajes muy bien dibujados, que añaden mucho color a la historia. Goliat el cocinero enano de origen francés. Catarina, la madama, con su dos hijas, gemelas siamesas y prostitutas. Díaz Cevallos, el inmenso enemigo. Y varios más. La gracia del asunto es que todos esos personajes tiene algo de burlescos pero son simultáneamente serios, y se vuelven cada vez más oscuros a medida que la novela se acerca a su resolución final.

Me gusta mucho como está contada ese periodo de la historia de México a partir de lo que va pasando en la novela. Los personajes tienen un pasado muy entrelazado con los años recientes y resolver qué sucedió realmente en el pueblo ofrece múltiples oportunidades para comparar el ayer con el presente. Toda la parte que transcurre en el pueblo ofrece así una aire de inexorabilidad, una sensación de que todo sucede exactamente como debe suceder porque las semillas de la situación actual se plantaron varios años antes. Lo brutal y lo macabro se mezclan con lo festivo y lo costumbrista para crear una deliciosa atmósfera agobiante.

Se resiente un poco la novela hacia el final, cuando la acción se traslada brevemente a la capital. Comprendo que era preciso mostrar la naturaleza real del gobierno republicano y que eso sólo se podía hacer yendo al centro del mismo, pero en cierta forma se rompe la muy buena unidad de lugar que la novela mantenía hasta ese punto. La acción en México capital tiene su propósito, efectivamente, pero sí que choca un poco con el resto.

Aliento a muerte es una novela ágil, contada con un estilo directo que deja respirar a los personajes e invita a pasar las páginas con rapidez. Incluso si en algún momento hay partes que parecen innecesarias, al final todas las piezas encajan bastante bien y el disfrute está garantizado. Pero lo mejor de todo es que ofrece una fascinante visión de un momento muy curioso de la historia de ese país.

[50 libros] 2010

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[Recibido] Compañeros de viaje de Henry James

Compañeros de viaje (Navona Editorial. ISBN: 978-84-92840-07-6. 112 pp. 7,5 €) de Henry James parece una lectura ligera, a juzgar por la contraportada, pero interesante.

De la contraportada:

El narrador y protagonista de esta historia es Mr. Brooke, un estadounidense en viaje de turismo por Italia. En Milán se encuentra con un compatriota, Mark Evans, que viaja acompañado de su hija Charlotte, una joven de gran encanto. Enseguida Brooke se siente atraído por ella. A lo largo del tour los dos tienen ocasión de contemplar algunas obras maestras de los artistas italianos y de reflexionar acerca del arte y de la vida. En Venecia, Brooke decide desvelar sus sentimientos hacia ella, mientras Charlotte prefiere reservarse los suyos. El viaje prosigue, pero un embarazoso incidente durante una excursión dará un giro inesperado a la historia, cuya conclusión no tendrá lugar hasta llegar a Roma.

Henry James utiliza en este relato, escrito al principio de su carrera profesional y a raíz de un viaje a Italia, personajes y escenarios italianos que más tarde le servirán también para la escritura de alguno de sus cuentos y novelas más representativos. Lejos de la complejidad estilística de sus obras de madurez, Compañeros de viaje nos muestra a un James primerizo con una sorprendente destreza para combinar el romance, la crónica de viaje y la introspección psicológica.

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