Lost: The New Man in Charge
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El domingo 21, a las 11, doy en el EBE 10 una charla titulada «¿Hay vida después de LOST?”. Preparándola, he decidido que la charla debía tener extras. Y este es el tercero. Adicionalmente, no pensaba que fuese a escribir de nuevo la siguiente frase: no deberías leer lo que viene a continuación si no has visto este trocito de episodio.
Cuando vi el epílogo de Lost pensé que era tan divertido o como innecesario. Aunque no totalmente innecesario, porque sirve para cerrar un hilo argumental final, que no tenía cabida en la resolución de la serie en sí, que hubiese sido una pena dejar colgando. En cuanto a lo demás, es una broma divertida, una pulla amable a costa de los fans de la serie. En cierta forma, es un honor que alguien gaste unos miles de dólares en hacerte bromas.
En cierta forma, es un poco arriesgado, porque alguien se lo podría tomar mal. Porque lo que sucede es que básicamente da respuestas a preguntas que no las precisaban, respuestas que ya estaban en la serie o que podrían deducirse pensando un poco.
Que alguien, en algún sitio se dedicaba a enviar los paquetes de comida Dharma estaba claro. ¿Era necesario mostrarlo? Pues aparentemente sí. Por tanto, descubrimos que dos personas, dos, llevan años quitando etiquetas a productos para sustituirlas por etiquetas Dharma. Luego, empaquetan esos productos en pallets y los envían a lugares aleatorios del globo. Es más, aparentemente nunca se han puesto enfermos, nunca han recibido una oferta mejor de trabajo o nunca se han muerto. Han ido a trabajar todos los días incluso después de que haya desaparecido la Iniciativa Dharma (descubrimos luego que todo se debe a las maravillas de automatismo que no fallan nunca; deber se cosa de la magia de la isla).
Bien, es evidente que los Otros tomaron el control de la infraestructura Dharma. Así que Ben es efectivamente el jefe. Y puede despedirlos ahora que no son necesarios. Imagino que habiendo Hurley decretado la entrada y salida libres, uno puede ir al súper más cercano y comprar directamente todas las chocolatinas que quiera. O mayonesa. Además, es un poco cruel tener a esos tipos ahí, condenados casi como Sísifo a embalar comida. Una situación que un buena persona como Hurley no podría tolerar. Según dicen ellos mismos, llevan allí unos 20 años, más o menos coincidiendo con la purga. Hasta es posible que los contratase el propio Ben.
Nosotros somos ellos, claro, los fans de la serie, empeñados en preguntar y preguntar. Es divertido ver a Ben ser cruel de nuevo, ofreciéndoles una pregunta a cada uno. Si al menos en la fábrica hubiese 1.000 personas, tendríamos la oportunidad de que alguien preguntase algo que no sepamos ya. Pero con dos, mal vamos.
Se burlan, sí. Lo digo por si no ha quedado claro. Incluso hace que uno de los pobres desgraciados grite “Queremos respuestas”.
Así que les pone un DVD. Por un lado, es divertido comprobar que Ben recurre al vídeo en cuanto tiene que calmar a los niños. Y es agradable comprobar que por fin hemos alcanzado la era del DVD, después de tanta película y tanto videocasete.
Y mira quién sale en pantalla, nada menos que nuestro viejo amigo Pierre Chang, el hombre con la sorprendente y siempre útil habilidad de no contestar jamás a nada. Y aquí lo tienes, hablando hasta por los codos, comentando todo lo comentable, incluso confesando en pantalla que se dedica a secuestrar gente, torturarla y luego lavarle el cerebro. Se ve que en la estación Hydra tienen pocos secretos y allí son todos colegas del crimen, porque si no juraría que no es ni siquiera el mismo personaje.
Y miras las repuestas que nos da:
- El pájaro de Hurley era el resultado de experimentos genéticos. Intentaban conseguir un pavo más gordo para Acción de Gracias, pero acabaron con ese bicho.
- Los osos polares eran suyos. Lo afirma, más que nada, por si las jaulas para osos polares que salían en la tercera temporada no habían convencido a nadie de que la Iniciativa Dharma tenía osos polares. Y lo demás, por si el oso polar de Túnez no había dejado claro que los mandaban por ahí. De vacaciones, se entiende, para que se relajasen del estrés del encierro.
- Ah, también lo de la radiación electromagnética de la estación Orquídea y los embarazos concebidos en la isla. Voy a asumir que el Incidente hizo que ese fenómeno se extendiese a toda la isla. Lo digo porque el amigo Pierre parece tener el brazo en su sitio.
- Y también lo de la sala de interrogatorios. Se ve que en Hydra todo el personal se ocupaba de todo, y tanto torturaba a un tipo como daba de comer a los conejos.
Me sorprendería ver a Pierre Chang dando tantas respuestas si no fuese porque realmente no da ninguna (hablar mucho y contar lo que los demás saben como si fuese novedoso es una forma excelente de no responder a nada). Era cuestión de unir simplemente fragmentos ya revelados en la serie. Es más, lo único que deja un poco claro era lo poco que la Iniciativa Dharma sabía de la isla.
Otra crueldad de Ben. No les deja ver la grabación por segunda vez.
Mira, en eso tenemos ventaja los fans, que podemos verla todas las veces que queramos.
¿He dicho que es una broma a costa de los fans? Pues eso. Los pobres se quedan con más preguntas. Porque tal es la naturaleza final de las respuestas interesantes, que generan nuevas preguntas. Por eso las explicaciones finales parecen tan imposibles. Siempre hay un “¿por qué?” más. Si no me creen, intenten explicarle algo a un niño.
Así acaba la primera parte.
La segunda ya no es una broma. Es una rectificación, un acto de justicia. Al pobre personaje de Walt la edad le había traicionado, lanzándolo a su propio limbo personal del que solo pudo salir en aquellas contadas ocasiones en las que las cronologías coincidían.
Está recluido en el sanatorio de Hurley. Y juega al conecta 4, ese juego tan importante en la serie y que tanto significa. No solo su nombre hace referencia a la unidad fundamental entre los personajes, sino que en pocos segundos cumplirá otra función simbólica.
Ben se sienta dejando atrás una pizarra con lo que parece una isla tropical y se disculpa. Debe haberle cogido el gusto a admitir sus errores. Hablan un poco y Walt desmonta el juego, con lo que ya queda claro que la serie se va a cerrar definitivamente, resolviendo su último cabo suelto. Es un gesto que vale más que las palabras.
Ben le dice a Walt que es especial y que necesitan su ayuda. Como en otros muchos aspectos de la serie, qué hace a Walt especial es mucho menos importante que el hecho de que sea necesario. Su lugar es la isla y por tanto a ella debe regresar.
Otro detalle interesante. Ben le dice a Walt “you ride shotgun”, que es la posición (al menos en las películas del oeste) de la persona que defiende la diligencia, de la persona que va con el rifle por si atacan los bandidos. En suma, es la posición del protector. Y también es la posición de un adulto, porque Walt ya no es el niño del principio de la serie.
La sorpresa es la aparición de Hurley, quien garantiza a Walt que no está loco, que no tiene más que volver a la isla, que tiene un trabajito para él. Si el trabajito es ocupar ya el puesto de protector, ayudar al tránsito de las almas perdidas o estar de aprendiz es algo que, por supuesto, no queda claro. Pero sí queda claro que es hora de volver a casa.
Es hora de que todos volvamos a casa.
Resulta que está en la furgoneta Dharma. ¿Cómo la repararon? ¿Cómo la han traído hasta allí? ¿Una buena oferta en los cargueros? ¿Magia?
Ni siquiera en el epílogo Lost puede evitar dejar más preguntas que respuestas. Siempre fue así. No iba a cambiar al final.
Dije innecesario. Eso no quiere decir que no valiese la pena.