Críticos e integrados
En su día me impresionó mucho la idea del kistch analizada por Umberto Eco. Básicamente, venía a decir que una obra kistch es aquella que toma elementos artísticos pero los emplea no para crear a su vez una obra de arte, sino para crear una obra que parece una obra de arte, de tal forma que el consumidor de esa obra pueda tener la sensación de haber experimentado algo de calidad.
He recordado todo esto al ver la intro de Banksy para Los Simpson.
La jugada es muy similar. En este caso, se trata de que un artista “contrario” ceda parte de su legitimidad, creando una pseudocrítica, a una gran empresa que se beneficia de quedar bien al ser capaz de emitirla. Por supuesto, lo que se muestra es tan exagerado, tan caricaturesco, tan producto del cliché, que es sólo superficie. Al final, el mensaje viene a reforzar la serie, y con ella el mundo del merchadising que la rodea. Digamos que la función principal de esa intro es hacer que la serie gane más dinero (que es, por supuesto, para lo que existen los títulos de créditos de las series) y hacernos creer que hemos visto crítica genuina.
Tampoco tiene nada de criticable. El prestigio de un artista es suyo y puede entregarlo a quien quiera. Y una empresa es libre de pagar por sus servicios. Pero no debemos tomar como crítica lo que –independientemente de cuál fuese la intención original– no deja de convertirse al final en una operación de relaciones públicas. Operación, como demuestra este mismo texto, tremendamente exitosa.