Things the Grandchildren Should Know de Mark Oliver Everett

Mark Everett -más conocido por su nombre artístico: Eels- cuenta en el libro, en el que debe ser el momento más triste, que cuando era adolescente se encontró a su padre muerto en casa. Su padre era el famoso físico Hugh Everett, creador de la interpretación de muchos mundos de la mecánica cuántica. Cuenta también, en su interpretación de lo sucedido, que una combinación de amargura y carácter convirtió a su padre en un hombre distante, que tocar el cadáver fue una de las pocas ocasiones en las que recuerda haber tocado a su padre.

Tuve una época en la que escuchaba su música y la de Belle and Sebastian. Tengo la impresión de que la diferencia principal entre los dos era la siguiente: Eels te engatusaba con una voz de mundo de colorines, ofreciéndote una gominola envenenada, mientras que Belle and Sebastian te preguntaba amablemente si estarías dispuesto a dejarte clavar un puñal oxidado. En ambos casos, acabas con algo en el cuerpo que quizá no querrías tener dentro, una serie de ideas y de visiones del mundo que una vez conocidas ya no se podían olvidar.

La vida de Mark Everett ha estado llena de golpes tremendo, perdiendo a miembros de su familia cercana con un ritmo que casi parece cronométrico. También están las drogas en algún momento, y aparentemente sólo sabe mantener relaciones con mujeres que están locas. Sin embargo, no se puede considerar estrictamente trágica, porque ha encontrado una forma de canalizar sus experiencias y convertirla en canciones. De hecho, en momentos determinados identifica hechos concretos y explica cómo acabaron convertidos en canciones. También, a juzgar por lo que cuenta, ha logrado hacerlo manteniendo un mínimo de integridad creativa. Es más, al final el libro ejecuta una bucle y vuelve al comienzo. Mark Everett convertido ya en adulto comprende y acepta las limitaciones de Hugh Everett. El rencor, nos dice, te hace sobre todo daño a ti. Todos tenemos problemas, nos dice, y nadie vive en un cuento de hadas. Ni siquiera su padre.

En Things the Grandchildren Should Know, Mark Oliver Everett intenta ser sincero y creo que en general lo consigue. En ocasiones un poco autoindulgente y la narración puede llegar a ser desigual. La persona aparece con todas sus contradicciones, dobleces y espinas, como un ser humano, vamos. Creo que es incluso un libro que vale la pena leer aunque no hayas escuchado jamás de Eels. Y si lo has hecho, creo que te revelará mucho sobre su música.

[50 libros] 2010

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Confessions of a Public Speaker de Scott Berkun

Este libro no es exactamente una guía para aprender a hablar en público. En ese aspecto, es muy fiel a su título. Se trata, efectivamente, de confesiones de un señor que se dedica a hablar en público, sobre todo de los fallos y errores que comete cada vez que se planta frente a la multitud a hablar de un tema. Y eso que él es un profesional.

Me gusta esa aproximación. Primero, porque sus anécdotas son entretenidas de leer, y como no oculta fallos, esa actividad que tanto miedo da (aunque no es la que más miedo produce, como nos recuerda) no es tan temible, que incluso alguien que se gana la vida con ellos puede hacerlo mal, y varias veces en la misma charla. Y encadenando un fallo tras otro va ofreciendo consejos y técnicas para mejorar. Leer este libro no te convertirá en un gran conferenciante, pero es muy probable que te entretenga, que aprendas un par de trucos y que acabes con una buena comprensión de esa profesión tan curiosa.

[50 libros] 2010

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Should you judge this book by its cover?: 100 fresh takes on familiar sayings & quotations, de Julian Baggini

Los refranes, citas y dichos, esas maravillas de la cultura humana que te permiten decir una cosa y la contraria si te apetece. Pueden aconsejar «No por mucho madrugar amanece más temprano» y acto seguido decirte «A quien madruga Dios le ayuda».

Como bien dice el autor, muchas de esas citas y refranes sirven sobre todo para no tener que pensar, para producir una falsa sensación de sabiduría. Convenientemente analizados, esos lugares comunes revelan detalle y sutilezas que en algunos casos los invalidan, en otros limitan considerablemente su aplicación o, en algunos casos, les dota de nuevo sentido.

Y a esa valiente valor se enfrenta Julian Baggini con el mismo entuasismo por la divulgación filosófica que ya ha demostrado en otros libros. Los comentarios ocupan apenas dos páginas -se publicaron originalmente en prensa- por lo que no dan para muchas profundidades. Por suerte, el autor sabe meter el número adecuado de condicionantes en ese limitado espacio. El libro está en inglés, por lo que los refranes y citas también lo están. Es un problema en los pocos casos en los que no hay un buena equivalencia en español. Por lo demás, entretenido e interesante.

Dichos, refranes y citas pueden encapsular una parte de la realidad. En la mayoría de los casos, lo difícil es saber qué parte.

[50 libros] 2010

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The Hunting of the Snark de Lewis Carroll

Cuenta la leyenda (o el propio Lewis Carroll, que a los efectos es lo mismo) que un día, cuando contaba 42 años (una cifra que el poema y el autoestopista repiten en varias ocasiones), mientras paseaba le vino a la cabeza la frase «For the Snark was a Boojum, you see». La frase se convirtió en el final de The Hunting of the Snark y la misma leyenda (o Carolus Ludovico, etc…) cuenta que fue escribiendo el poema al revés, empezando por el final y avanzando hacia el principio. La vida, cuyos caminos futuros desconocemos por completo, es así de imprevisible.

El poema, en ocho partes, cuenta la expedición del Bellman para dar con el misterioso Snark, un misterioso animal que cuyo nombre podría ser una combinación de snail y shark o quizá de snake y shark. Pero hay un problema –en realidad, varios, pero este problema es el primer problema en la larga sucesión de problemas-: el Snark con el que den podría pertenecer a la variedad Boojum, extremadamente peligrosa. Y ya sabemos, porque he puesto el final, que alguien se topará con él.

Al Bellman le acompañan en su búsqueda una serie de personajes nominados por su profesión o especie: un Boots (un limpiabotas), un Barrister (un abogado), un Banker (un banquero), un Billiard-marker (el que marca las puntuaciones en un juego de billar), un Broker (un tasador), un Bonnet-maker (un sombrerero), un Baker (un pastelero), un Butcher (un carnicero) y un Beaver (un castor). Diez personajes, cuyos identificadores empiezan precisamente con la letra ‘b’. Ya saben lo de la leyenda… El ilustrador original le pregunto a Carroll por qué todos empezaban con ‘b’, a lo que el autor respondió «¿por qué no?».

El mapa que les guía está completamente en blanco –igual que el mapa de nuestra vida-, para regocijo del pasaje, que declara que un mapa en blanco es perfecto porque se entiende sin problemas. El carnicero sólo puede matar castores, lo que pone nervioso al capitán, porque mira que el barco ha recibido ayuda de los castores. También hay problemas con el equipaje, cuestiones de seguros y consejos de tíos lejanos sobre el arte de cazar un Snark. El capitán insiste además en que todo lo que el repite tres veces es automáticamente cierto.

La gracia del poema, la gracia de toda la obra del reverendo Dogson, es que elucidar la trama resulta relativamente simple. Hay amistades que surgen, locuras que nacen y juicios celebrados… Pero el sentido final del poema es bastante más elusivo. ¿Realmente se encontraron con un Boojum o hay algo más? El aire de tristeza, de búsqueda absurda, de nausea vital, ¿qué indica? Cuando llegas a cierta edad, ¿toda búsqueda de un Snark acaba en un encuentro con un Boojum? ¿Toda aventura es una empresa que linda con la noche?

Es esa tristeza lo que convierte al poema es una obra tan profundamente llamativa. Podemos leerlo y disfruta de su delicioso sentido de lo absurdo, de las incongruencias. Pero siempre nos quedará la impresión de que el poema trata de decir algo más, que el humor fatídico es un medio para un fin. Pero el mensaje final del poema siempre se queda a la mitad.

Después de todo, la vida es como un mapa en blanco.

Y recuerda: lo que yo te diga tres veces es verdad.

[50 libros] 2010

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Why Evolution is True de Jerry A. Coyne

La única pena de este libro es que tenga que dedicar tanto espacio al creacionismo. El creacionismo es una tontada como otra cualquiera, así que el tiempo dedicado a tratar sobre él es siempre tiempo que podría emplearse en algo más provechoso. Además, leído desde nuestro óptica –en un país donde el creacionismo todavía no causa problemas- quita espacio a un excelente libro sobre la evolución. Pero se entiende que el autor –viviendo en Estados Unidos, donde el creacionismo sí causa estragos en la educación- tenga que referirse a él de vez en cuando, en cuanto el libro trata precisamente de las pruebas que demuestran la veracidad de la evolución.

También hay que aclarar que el libro no usa el término «verdad» en su sentido más absoluto. Científicamente, no existe ese tipo de verdades, e incluso es difícil ver cómo podrían existir. El título se refiere digamos a una verdad más modesta, la idea de que le evolución –teniendo como mecanismo más importante la selección natural- es un hecho científico, un conjunto de ideas y procesos que parece describir bastante bien el desarrollo de la vida en la Tierra y que, por el momento, se ajusta a los hechos conocidos (o como dice el autor, «when we say that ‘evolution is true’, what we mean is that the major tenets of Darwinism have been verified»). Es una verdad tentativa y que viene acompañada del debido pliego de condiciones, pero también es la única verdad que la ciencia puede ofrecer. ¿Tal imagen podría cambiar en el futuro? Sí. Pero en todo caso será cuando haya pruebas de que se debe cambiar.

Por lo demás, Why Evolution is True es un libro excelente, escrito con un gran nivel didáctico, muy entretenido de leer que va repasando las pruebas de la evolución en distintos terrenos (la geografía, los fósiles, la genética, la especiación…) explicando algunos de sus conceptos más importantes por el camino. Por ejemplo, que si bien las variaciones genéticas son aleatorias, la selección natural no lo es.

Es más, al final viene con un capítulo dedicado a la especie humana, que aprovecha para echar por tierra una idea recurrente: que la evolución dicta cómo deberían ser las cosas, y por tanto alienta ciertos comportamientos. Si bien una teoría científica es una descripción del mundo, en la medida en que se ajusta a él niega otras posibles opciones. Pero de ahí a pensar que una teoría científica dicta cómo deben ser las cosas, que el hecho de que la naturaleza sea brutal –desde nuestro punto de vista- significa que nosotros debamos serlo, es caer en la falacia naturalista. No, nos dice el autor, la evolución no dicta cómo debemos comportarnos, ni qué debemos hacer. Eso es cosa nuestra.

Si te gusta la biología, este libro es más que recomendable. Las explicaciones son sencillas, pero se van acumulando para dejar un todo bastante consistente y, lo más importante, más que interesante.

[50 libros] 2010

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Cita

En una pared del CGAC, en la exposición dedicada a Bas Jan Ader:

«I want to do a piece where I go to the Alps and talk to a mountain. The mountain will talk of things which are necessary and always true, and I shall talk of things that are sometimes, accidentally true»

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