Lost, 6ª temporada, episodios 17 y 18, «The End»

¿De verdad han pasado ya seis años? ¿De verdad hemos llegado al final de Perdidos?

Pero no hay razón para desesperar. Lo bueno de las obras de arte es que no desaparecen del mundo al concluir. Siguen ahí.

Es más, siguen ahí y ya las conocemos completas. Si son buenas obras –y Lost lo es- podemos volver atrás y releerlas. Yo lo he hecho en varias ocasiones (debo haber visto la primera temporada unas cinco veces), pero ahora por primera vez comienza el fascinante proceso de regresar a la serie ya completa, conociendo su final. Ahora es cuando podremos extraer de ella todo lo que pueda darnos.

Y ese proceso durará años.

Al fin comprendemos el sentido exacto de las palabras de Juliet en el primer episodio de la temporada, su enigmático «It worked» mientras agonizaba, comentando también ir a tomar café y pagar a medias. Resulta, como sospechábamos, que al agonizar entrevió la línea X. Pero el «It worked» no se refería a la bomba, como podríamos haber pensado, sino a una simple máquina de chocolatinas. Cuando James Ford la desenchufa y la vuelve a enchufar, el truco funciona y es posible recoger el chocolate (una chocolatina Apollo, por cierto, ya saben, como el dios de la luz y el sol). Inmediatamente después hablan de ir a tomar café, antes de recordar al fin. Todo eso mientras muere en brazos de Sawyer…

Como no conocíamos la naturaleza de la línea X, resultaba difícil comprender su relación con la isla. Creíamos que quizá se refiriese a la bomba porque en la línea X la isla está hundida y da toda la impresión de que ese hundimiento se produjo en el momento del incidente. Pero resulta que la línea X es fundamentalmente falsa.

O, visto desde otro punto de vista, la línea X es fundamentalmente verdadera.

Es falsa en el sentido de que no forma parte de nuestro mundo. Es un limbo, un presente eterno por el que pasan las almas antes de dar el paso final al más allá. Es un punto de encuentro y en este caso particular, el punto de reunión de nuestros perdidos. Tal y como explica Christian Shephard, es un mundo consensuado para reunir a gente que pasó por la experiencia de la isla, la más intensa de sus vidas y por tanto la que les define totalmente. Para algunos personajes, muchos años después, en el momento de morir, la isla sigue siendo lo más importante que les ha sucedido.

Pero desde otro punto de vista, esa realidad consensuada que existe, como explica Christian, en un eterno ahora, es más real que cualquier otra cosa. Es una vida de la mente. ¿Y no son nuestras vidas en el fondo realidades mentales, estados más o menos complejos de nuestras consciencias? Si experimentamos algo como real, ¿no es real en sí mismo? Después de todo, la realidad que conocemos y damos como existente bien podría ser un espejismo compartido. La sombra de Berkeley no anda muy lejos.

En la línea X, cada uno se ha edificado el mundo que le hubiese gustado tener, cada uno vive la vida que podría haber sido. Kate, por ejemplo, es una fugitiva de la justicia, pero es inocente (como no se cansa de repetir). Sayid protege a Nadia y evita que le pase nada malo. Desmond tiene el reconocimiento de Widmore. Jack tiene un hijo. Juliet trae al mundo bebés sanos. Sawyer es de los buenos. Charlie tiene su banda. Hurley es millonario y querido por todos. Y así uno tras otro.

Pero es un lugar de paso, un punto en la eternidad. O mejor dicho, es la eternidad. No hay principio. No hay fin. Nuestra mente imperfecta no puede concebirla sin tiempo, así que hemos visto el desarrollo de la línea X como si de una sucesión temporal se tratase, y probablemente los que la habitan también la perciben así. Cuando mueres, pasas por ese limbo. Luego, cuando comprendes lo que te ha pasado, cuando estás dispuesto a «let go», estás preparado para ir al otro lado. Puede llevarte un segundo o un millón de años, pero da igual, porque en el limbo sólo existe el presente. Debes aceptar tu situación, debes aprender a renunciar.

Para nuestros perdidos, el limbo empieza en el avión. Ése es el punto de referencia de sus vidas, el lugar donde la mayoría de ellos se encontraron, donde empezó su aventura en común. Al avión hemos vuelto una y otra vez a lo largo de la serie, y en la sexta temporada los personajes de la línea X (¿podemos llamarlo ya Limbo?) han vuelto continuamente a ese momento inicial. No es de extrañar, porque es el punto de nacimiento de su mundo.

Sólo que en el Limbo no hay nacimiento ni muerte, no hay principio ni final.

Comprendemos ahora las referencias a no estar preparados. Desmond dice de Ana Lucía que no está preparada, su proceso de renuncia no ha concluido. Y lo mismo le dice Eloise a Desmond, aunque ésta tenga una razón algo más egoísta para intentar evitar la iluminación de los demás, más comprensiblemente egoísta. Eloise es también una iluminada, sabe perfectamente dónde está, pero quiere disfrutar un poco más de su hijo, hijo que en la isla tuvo que sacrificar. Nadie se lo puede reprochar.

Una de las frases recurrentes de Lost –de las que, por cierto, hay muchas en este episodio- es precisamente «Live together, die alone», una versión condensada de la receta de Jack para la salvación: «Either we live together or we die alone». Esas personas, las que se encuentran al final en la iglesia, vivieron juntas, en la isla, compartieron una experiencia intensa. Y luego murieron solas. Cada una en su momento. Porque así es como morimos todos. Solos. Y cada uno en su momento.

Kate y Sawyer, por ejemplo, escaparon de la isla al final de su aventura. Fueron de los pocos supervivientes. Vivieron, se entiende, una vida feliz –o eso queremos creer-, quizá juntos, quizá ayudando a Claire a criar a su hijo Aaron. En su momento, murieron. Kate con, digamos, 95 años, una viejecita encantadora que jamás hablaba de aquel tiempo que pasó en la isla. Sawyer, a los 75, pongamos por caso, en un accidente de automóvil –siempre le gustaron los coches rápidos. Al morir, llegaron a ese limbo.

Porque la estancia en la isla les marcó para siempre.

Y allí se encontraron con todos los demás. Incluso con Jack, que murió muchos años antes, como en cierta forma nació, entre el bambú de la isla. Por eso Kate dice que le ha echado de menos, porque vivió más de sesenta años sin él. Porque esas personas no recuerdan sólo su periodo en la isla, sino que recuerdan toda su vida. Un ejemplo evidente, sabemos que Hugo ocupará el puesto de protector de la isla, mientras que Ben hará de segundo al mando. Y precisamente a eso alude Hugo cuando le dice a Ben que fue un buen número dos.

(¿Soy yo o ese comentario sobre número 2 es una referencia a la serie El prisionero?).

Ben, por ejemplo, que a pesar de recordar toda su vida, a pesar de saber que está muerto, prefiere disfrutar un poco más de su situación, quiere disfrutar un poco más de una vida que se parece a la normalidad. Pero debemos entender que en el Limbo no hay tiempo. Puede demorarse un segundo o un millón de años. Da igual.

Pero lo que sí han logrado estos personajes es reunirse en el limbo. Quizá murieron solos, pero el último paso lo pueden dar juntos. En el tránsito final pueden estar juntos. Pueden reunirse en esa iglesia, Desmond puede ir despertando uno por uno a los que no estén despiertos. Rose, Bernard y él pueden ayudar a los demás a recordar. Y recordar es parte del proceso de renuncia a las cargas del pasado. Paradójicamente, recordar es parte del proceso de dejar atrás el mundo y poder seguir avanzando.

Y es Christian Shephard psicopompo el que aparece para explicarlo todo, para contarnos que la isla les unió, que ahora están juntos por efecto de esa unión, que el viaje debe continuar. El personaje omnipresente en la serie, que reaparecía periódicamente, que todos sabíamos que estaría en el final. La luz final, la fuente y el fin de todo, una luz eterna. Quizá, como comentaba sobre el episodio anterior, la misma luz de la bondad. Posiblemente la misma luz de la isla, que ya sabemos que es muerte, resurrección y vida. Al final las almas se unen de nuevo a la luz. ¿Qué hay en la luz? Nadie lo sabe, porque es una región inexplorada de la que no regresa ningún viajero.

Es un final fiel a la serie.

Y además, hace total justicia a su título: «The End».

Después de ese punto, ya no hay más.

No es que la serie no haya tratado nunca el tema de la muerte. De hecho, la muerte es uno de sus temas más recurrentes. Ha habido muertes de todo tipo, desde grandes matanzas hasta muertes personales. La gente ha muerto por todo tipo de razones, desde sacrificándose por algo o encontrándose en el camino de una bala. Incluso hay personas que han tenido que morir para cumplir su destino, como Locke o Jacob. O en ocasiones la muerte ha sido el comienzo de algo, como la muerte de Claudia junto al nacimiento de sus hijos.

Pero incluso la vida tras la muerte ha sido recurrente. Ya desde el comienzo, con Christian dando saltos por la isla, son muchos los personajes que han vuelto para contar algo. E incluso personajes como Hurley o Miles han sido capaces de conectar con ellos y hablar. La magia de los flashbacks nos permitía recuperar personajes desaparecidos. Y ya hacia el final, el propio Jacob renace brevemente para poder contar a los perdidos qué deben hacer.

Y en cierta forma, la naturaleza final de la línea X es la última gran ironía de la serie, de una serie cargada de ironías. Una de las hipótesis desde el principio de la serie era que los protagonistas habían muerto y se encontraban en una especie de limbo. Resulta que no, todo lo que pasó en la isla era real. Lo que era el limbo era precisamente la línea X, la línea feliz.

Y otra gran ironía fue que creíamos que veríamos un final sobre el enfrentamiento entre los perdidos y el humo negro sobre el control de la isla, pero lo que tuvimos sobre todo fue un final sobre los personajes, sobre sus sueños, sobre cómo les gustaría haber vivido y sobre la vida que tuvieron. Muchos vivieron un buen montón de años después de los acontecimientos de la isla. Otros murieron mucho antes de que todo terminase. Pero en el momento final de la serie, lo importante siguen siendo ellos. Son ellos los que vuelven a reunirse. Son ellos los que siguen juntos. Incluso en la muerte.

Lo que no nos imaginábamos, quizá no podíamos imaginar, es que nos fuesen a contar incluso el tránsito del alma, el periplo desde que abandona el cuerpo hasta su destino final. Visto ahora, desde el final, es casi obvio. Las referencias a los espejos, los niños inexistentes, ese ataúd que se pasea por el mundo, las casualidades repetidas. Nos habían contado el pasado de los personajes en los antiguos flashback, nos contaron lo que pasaron en la isla y al final decidieron contarnos el final de todos ellos.

Lo importante siempre fueron los personajes.

Lo demás que se veía en la serie eran cosas que les pasaban.

O detalles del entorno, como la isla misma.

Pero nada de eso era realmente tan importante como los personajes.

Ver a Locke finalmente feliz vale más que cualquier explicación sobre la naturaleza de la isla.

Pero el final, final, lo da la línea de la isla, con la última escena. Jack, mortalmente herido, habiendo cumplido con su labor, regresa al bambú y se tiende para morir. Posiblemente, como Juliet, ya agonizando entrevé el otro mundo y sonríe al saberse rodeado de amigos. Sawyer, allá en el final de la cuarta temporada, le dice a Jack «You don´t get to die alone». Y así es en cierta forma, porque a pesar de estar físicamente solo –excepto por la compañía de Vincent-, en el momento de la muerte se siente con sus amigos. Cierra los ojos, porque ahora está tranquilo y no tiene obligaciones que le retengan, y vemos un primer plano de un ojo, como el que iniciaba la serie, sólo que éste ojo está cerrado. Se acabó. El ciclo se completa.

Vincent está a su lado. Fue Vincent el que originalmente despertó a Jack entre ese mismo bambú. Le despertó por indicación de Christian Shephard, diciéndole que tenía trabajo por hacer. Y así era, tenía un trabajo importante. Su sacrificio sería vital para garantizar el éxito del plan. Jack debía entregar su vida para preservar la luz. La luz a la que regresa al morir.

Pero ni él ni nosotros habíamos entendido el plan.

¿Cuándo se fraguó el plan? ¿En qué momento del tiempo? Fue después de la creación del monstruo de humo, evidentemente, porque el plan era acabar con él. Quizá Jacob se cansó de que sus esfuerzos –eso de convencerle de que la humanidad era fundamentalmente buena- no sirviesen para nada. Pero el plan implica a Desmond, así que lógicamente, sólo puede ser después de saber que Desmond era inmune a la radiación electromagnética de la isla.

Es posible que se supiese desde siempre, es posible que sólo después de la destrucción de la estación Swan. Si fue desde siempre, Widmore lo trató así de mal para mandarle a la isla. Si no, bueno, Widmore era un poco protector con su hija. En cualquier caso, parece que esto fue lo que sucedió:

En algún momento, sabiendo que Desmond era inmune a la radiación de la isla, Jacob le dijo a Widmore que lo trajese de vuelta. Desmond salió de la isla junto con los demás al final de la cuarta temporada. Sabemos que no deberían haberse ido, porque eran importantes. En particular, Desmond y Jack lo eran. No sé cómo le planteó Jacob la cuestión a Widmore, pero imagino que recurrió a su responsabilidad para con la isla. ¿Conocía Widmore el plan? Sabía, evidentemente, que Desmond era importante, un arma final, porque podía desmontar el mecanismo interno de la luz. Cualquier otra persona, de acercarse allí, se convertiría en un nuevo monstruo de humo.

Estoy convencido de que el plan fue siempre ése. Desmond debía desmontar el mecanismo de la isla, lo que privaría al monstruo de humo de sus poderes, lo dejaría convertido en humano, quizá incluso anulando temporalmente todos los poderes de la isla. Por supuesto, hay riesgos, porque detener el mecanismo de la isla implica apagar la luz, y apagar la luz de la isla implica la muerte de toda la humanidad. Pero si se hace bien, durante el tiempo justo, es posible matar al monstruo de humo, porque ahora es puramente humano. Por desgracia, luego alguien tiene que bajar a arreglar el mecanismo. ¿Quién? Pues el protector de la isla, que se sacrifica de esa forma.

Sin saberlo, o quizá consciente del peligro pero más interesado en la posibilidad de destruir la isla, Flocke se apunta a la idea de llevar a Desmond a la fuente de la luz. Ésa fue la gran contribución de Widmore justo antes de morir, contarle a Flocke lo de esa opción. ¿Sabía por qué murió? ¿Creía estar traicionando a Jacob y salvando a Penny o siempre supo cuál sería su papel? ¿Debía morir para pagar sus culpas?

Lo de Desmond es todavía más curioso. Desmond X, al encontrarse con Penny y tras ser convenientemente dirigido por Charlie y por Daniel, recordó la vida en la isla. No, no es cierto, recordó toda su vida, hasta el momento de su muerte, que no sabemos cuándo se produjo. Lo último que sabemos de él es que Hugo y Ben se preparaban para enviarle fuera de la isla, con su mujer e hijo, para que viviese en paz. Murió, queremos creer, muchos años después. En cualquier caso, recordó todo eso al encontrarse con su gran amor.

A veces es el amor. A veces es la muerte. A veces es el contacto con una nueva vida. Cualquiera de esas vías es buena para recordar. Y el recuerdo es el paso previo para el perdón, como Locke perdona a Ben, y también requisito indispensable para deshacerse de las cargas.

Desmond de la isla entrevió la línea X y creyó que era un mundo real. Creyó que allí no había pasado nada, que el avión no se había estrellado y que él no había pasado esos años dándole a un botón. Creía que yendo a la fuente de la luz podría acceder a ese otro mundo. Estaba feliz, porque se sabía arma, se sabía recurso final, y sabía que allí acabaría. Acabaría justo donde creía que podría escapar.

Pero la línea X no existe en ese sentido. Es un lugar tras la muerte.

Y Desmond no va a morir. Precisamente tiene que estar vivo para hacer lo que hace.

Durante un momento interrumpe el mecanismo de la isla, ése que combina agua y luz para ejecutar su alquimia. Y eso detiene al monstruo de humo. Brevemente lo convierte de nuevo en mortal. Un mecanismo que esencialmente parece una versión mucho más grande del mecanismo que Ben usó para invocar al monstruo de humo.

Jacob explicó que la isla retenía una enorme fuente de maldad. Imagino que los poderes del humo negro derivaban de esa fuente de maldad. Al detenerse el mecanismo, esa conexión se interrumpió. En ese momento Jack pudo atacar y hacerle daño.

El enfrentamiento final con Flocke se produce en el acantilado, justo sobre la cueva de Jacob, con toda la isla desmoronándose a su alrededor. El barco de la huida –para Flocke- o de la salvación –para los demás- se ve cerca.

Poco antes han descendido a las profundidades de la isla para detener el mecanismo, como quien desciende al inconsciente. La pelea luego en la superficie, se produce justo sobre la cueva que parece representar pulsiones internas. Y la pelea entre Flocke y Jack es más una lucha entre instintos. No es tanto bien y mal, como el instinto de supervivencia contra el deseo de morir. Una pelea absurda, que no debería producirse. La isla se está hundiendo y si no se arregla, el mundo se acaba.

Y es Kate la que dispara y pone fin a la pelea. Es la que deja suficientemente incapacitado a Flocke como para que Jack acabe con él. Es lo que la serie siempre ha defendido y se manifiesta una y otra vez en este final. La necesidad de estar unidos, la participación de todos para lograr el fin que se pretende. Es cierto que es Jack quien se sacrifica por todos los demás, quien ha recibido una puñalada, quien se está desangrando, quien pronto va a morir. Pero sin los demás no podría hacer nada. Si Jack es un héroe es porque se apoya en el sacrificio de otros muchos.

Y lo mismo sucede en el limbo. El despertar de un buen montón de perdidos (ya en el avión, toda la conversación entre Boone y Locke gana mucho si pensamos que Boone ya estaba iluminado en ese momento, que ya sabía. Lo mismo pasa con lo que Rose le dice a Jack) se debe a un esfuerzo colectivo. Lo inicia Desmond, pero luego va requiriendo la colaboración de muchos otros. El último en despertar, Jack, precisa de varias intervenciones, hasta la intervención final del ataúd de Christian Shephard, para lograr la iluminación. El «let go», con sus ecos budistas, es una tarea complicada.

Posteriormente, es Jack el que debe descender a la entrañas de la tierra, al corazón mismo del mundo, para reactivar el mecanismo. Y de nuevo, debe hacerlo en colaboración. De hecho, todo el plan es una gigantesca colaboración –voluntaria o no- entre cientos, incluso miles de personas. Empezando por Jacob, pasando por los Otros, por Richard, por Widmore, por Ilana y acabando en los perdidos, el plan es común.

Dije antes que el plan consistía en parar la máquina, en detener a Flocke y en ponerla en marcha otra vez.

Pero eso es digamos, la parte final del plan, un detalle de implementación.

El plan realmente era el de siempre. Demostrarle al hombre vestido de negro que hay bondad en el corazón humano. Demostrarle que es posible que los seres humanos colaboren y se sacrifiquen por algo más importante, por el bien de todos.

Cuando Jack vuelve a colocar la piedra y reactiva el mecanismo, lo que está haciendo –aparte de salvar a la humanidad- es poner la última letra de un mensaje para el hombre vestido de negro:

Jacob tenía razón.

Después de 2.000 años, le demostró que tenía razón.

Y por desgracia para él, el hombre vestido de negro se equivocaba.

Eso es lo que le derrota, no haber entendido esa capacidad para el bien. Creía que amenazando, obligando, sobornando podría lograr sus fines, podría escapar al fin de la isla. No podemos echárselo en cara. Tuvo muy malas experiencias y es lógico que no entendiese la lealtad, el amor y la amistad. Habiendo sido traicionado por los seres que más quería, es normal que no lo comprendiese.

Hurley y Ben ayudan a Jack a descender al interior de la isla. Como sabe que sus minutos están contados, Jack pide a Hurley que sea el nuevo protector. No quiere dejar ese asunto sin resolver. Y al descender, se toma su tiempo en ayudar a Desmond, quien ya ha sufrido más de lo que merecía.

Incluso la huída de los otros perdidos, los que escapan en el avión –que pilota Lapidus. Sería capaz de dar la vuelta al mundo en un avión de papel-, es producto total de la colaboración. Richard y Miles ayudan a Lapidus a acondicionar el avión. Kate y Swayer se detienen para convencer a Claire de ir con ellos. Incluso en medio del desastre, hay tiempo para la bondad, para ayudar a los demás. Tiempo para arriesgarse por los demás.

Jacob al fin encontró un grupo de personas dispuestas a comportarse con humanidad.

Y eso que al empezar muchos de ellos eran seres ariscos, solitarios, poco dispuestos a inmiscuirse. Incluso egoístas. Pero los años en la isla les han sentado bien. En eso Jacob también tenía razón. Ellos necesitaban más a la isla de lo que la isla los necesitaba a ellos.

En cierta forma, Jack es el último componente del régimen de Jacob, el último de los guardianes de la isla que tiene que lidiar con el problema del humo negro. A Hugo le cede una isla ya limpia, una isla sobre la que se puede edificar algo importante, una isla que ya no está marcada por la mancha del humo negro. En cierta forma, sí que hay un gran reset en esta serie, pero se produce al volver a colocar la piedra. En cierta forma, la isla comienza de nuevo, renovada. Hugo ahora puede crear sus propias reglas, habiendo quedado anuladas las anteriores, con la ayuda de un Ben definitivamente que ahora empieza su camino de redención. El mando de Hugo será más humano, más orientado a las personas. La guerra ha terminado y la rigidez marcial ya no es necesaria.

Y eso ha sido toda la serie. El largo proceso de redención de los personajes, que aprendieron a sacrificarse unos por otros. Todos formaron parte del plan, todos pusieron su granito de arena para demostrar que la humanidad es capaz de hacer el bien. Todos compartieron esa misma experiencia. Fue su gran obra colectiva. Y eso les une.

Lo último que ve Jack antes de morir es el avión escapando. En él van varios personajes que vivirán sus vidas a partir de ese momento (iba a decir que a menos que se estrelle el avión, pero lo pilota Lapidus y ese avión no se estrellaría ni aunque se quedase sin combustible). En la isla quedan Ben, Hugo, Desmond, Rose y Bernard. Pero esas personas ya no son problema suyo, sino de Hugo, el nuevo protector humanizado. Por primera vez en mucho tiempo, la isla dejará de ser un campo de batalla y la dirigirá un hombre de paz.

La guerra ha terminado.

Pero al contrario de lo que suele pasar en la mayoría de las guerras, de ésta la humanidad ha salido reforzada.

La serie se cierra con la muerte feliz de Jack que pasa al limbo que hasta ahora llamábamos la línea X. Ahora que sabemos lo que era, la antesala del más allá, el espacio intermedio entre la vida y lo que sea que hay después, podemos comprender algunas de sus características. Las casualidades, todavía mayores que en la realidad, el cruce continuo de personajes. Incluso el hecho de que la línea pareciese a medio hacer, que continuamente se reajustase para adaptarse a las expectativas de sus habitantes. Incluso la lectura platónica, porque efectivamente los personajes recuerdan lo que les sucedió en vida como si la línea X fuese una ilusión, que en cierta forma lo es.

La serie ya había hecho muchas referencias a las religiones. Ya habían salido curas, ya habían salido milagros, ya habían salido creencias espirituales de todo tipo. Pero creo que la reunión final en la iglesia tiene como fin reconocer el esfuerzo de esas personas, el sacrificio que realizaron. Juntos preservaron la isla y por tanto merecen acompañarse. En su limbo hay ecos de las creencias egipcias, que consideraban la vida en el más allá como un reflejo –mejor- de la vida que la persona hubiese llevado. De ahí, probablemente, las continuas apariciones de espejos.

¿Cuál ha sido el sentido de la línea X? Creo que ha sido preservar los personajes. La línea X nos permitió verlos en otras circunstancias, en sus personalidades modificadas por la isla. Si en la primera temporada los flashbacks nos permitían ver de dónde provenían, la línea X nos permitía comprobar lo mucho que habían cambiado y lo diferentes que serían sus vidas de haberlas vivido con su nueva visión de las cosas.

Porque Lost siempre fue una serie sobre personajes. Fue lo que nos atrajo del piloto y lo que mantuvo el interés durante los años. Esas personas en concreto eran más atractivas que cualquier misterio. La isla, su origen, su naturaleza eran simplemente menos importantes. Incluso el monstruo de humo, que parecía un misterio puramente mecánico, se reveló finalmente como una personalidad trágica atrapada en un destino que no había escogido. ¿No fue mejor así? ¿Habríamos cambiado la historia del hombre vestido de negro por una relación de pesos atómicos?

Se podría haber hecho otro final, efectivamente. Pero la serie ya había elegido el suyo. La línea X ya nos había centrado de nuevo en los personajes, por lo que estaba claro que ellos serían los protagonistas. En todos los demás casos, como dejaron claro «Across the Sea» o «What They Died For», la explicación sería de naturaleza sobrenatural o mitológica, aprovechando las resonancias que el mito tiene con nuestra comprensión del mundo. Desde el punto de vista de la serie, la luz y la naturaleza última de la isla, no tienen demasiado interés. O mejor dicho, omitir la explicación hace que el resultado sea mejor, porque sitúa una historia de sacrificio frente a un fondo enorme que nos parece descomunal precisamente por no entenderlo.

Sólo lamento que no viésemos el limbo de Jacob, el hombre de negro y sus madres. Me habría resultado interesante verles deshacerse de sus cargas, verles perdonarse mutuamente. ¿Qué lugar habrían escogido para reunirse? ¿Una playa?

Aún dentro de esos parámetros, me esperaba cierto final para la serie. Me alegra poder decir que el final ofrecido es mucho mejor, me resulta mucho más enternecedor, mucho más humano y mucho más interesante que el que yo había imaginado. Es un final lleno de detalles y sutilezas sobre el comportamiento humano que resaltan la complejidad fundamental del universo de Lost. Me alegra que los guionistas se hayan resistido a la tentación de ofrecer cualquier otro tipo de final.

Me alegra que pensasen ante todo en los personajes.

Con ello no sólo han cerrado brillantemente la serie, sino que también la ha convertido en una obra que podremos revisitar y comentar durante años.

No es poco.

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