Aliento a muerte de F. G. Haghenbeck

Sabía que Brasil había sido un imperio. Pero hasta leer este libro –Aliento a muerte (Salto de Página. ISBN: 978-84-937181-3-8. 220 pp. 18 €)-, no sabía que México también había sido un imperio, y dos veces además. Por suerte, vivimos en la era de la Wikipedia y podemos encontrar los datos rápidamente. El primer emperador fue Agustín de Iturbide en 1822. Y el segundo imperio fue en 1863 con Maximiliano de Habsburgo, después de que los franceses invadiesen el país cuando México suspendió el pago de la deuda externa.

Por supuesto, el gobierno republicano no se tomó bien ni la invasión, ni al emperador. Y así fue como empezó la guerra. Al emperador lo acabaron fusilando en 1867 y Juárez se quedó definitivamente como presidente de la república.

Poco después de ese momento arranca la novela que usa de un curioso dispositivo narrativo. Cada capítulo está encabezado por la descripción de una pieza perteneciente a una exposición. Exposición que recrea el momento de transición del imperio a la república, centrándose en aquellos detalles que entraron en la alta sociedad mexicana con la llegada de la corte europea y que no desaparecieron con la república.

La historia no podía ser más arquetípica. Blanquet, oficial del derrotado ejército imperial, al que todos creen fusilado, regresa a su pueblo en busca de venganza. Su padre, un rico hacendado, murió en la cárcel en misteriosas circunstancias, su mujer desapareció, y la hacienda que le pertenecía es ahora propiedad de otro. Como fantasma de una película de Clint Eastwood, llega al pueblo cargado de oro y dispuesto a dar a todos lo que se merecen.

La narración es segura, brutal y muy entretenida. Viene acompañada de una serie de personajes muy bien dibujados, que añaden mucho color a la historia. Goliat el cocinero enano de origen francés. Catarina, la madama, con su dos hijas, gemelas siamesas y prostitutas. Díaz Cevallos, el inmenso enemigo. Y varios más. La gracia del asunto es que todos esos personajes tiene algo de burlescos pero son simultáneamente serios, y se vuelven cada vez más oscuros a medida que la novela se acerca a su resolución final.

Me gusta mucho como está contada ese periodo de la historia de México a partir de lo que va pasando en la novela. Los personajes tienen un pasado muy entrelazado con los años recientes y resolver qué sucedió realmente en el pueblo ofrece múltiples oportunidades para comparar el ayer con el presente. Toda la parte que transcurre en el pueblo ofrece así una aire de inexorabilidad, una sensación de que todo sucede exactamente como debe suceder porque las semillas de la situación actual se plantaron varios años antes. Lo brutal y lo macabro se mezclan con lo festivo y lo costumbrista para crear una deliciosa atmósfera agobiante.

Se resiente un poco la novela hacia el final, cuando la acción se traslada brevemente a la capital. Comprendo que era preciso mostrar la naturaleza real del gobierno republicano y que eso sólo se podía hacer yendo al centro del mismo, pero en cierta forma se rompe la muy buena unidad de lugar que la novela mantenía hasta ese punto. La acción en México capital tiene su propósito, efectivamente, pero sí que choca un poco con el resto.

Aliento a muerte es una novela ágil, contada con un estilo directo que deja respirar a los personajes e invita a pasar las páginas con rapidez. Incluso si en algún momento hay partes que parecen innecesarias, al final todas las piezas encajan bastante bien y el disfrute está garantizado. Pero lo mejor de todo es que ofrece una fascinante visión de un momento muy curioso de la historia de ese país.

[50 libros] 2010

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