Ante las críticas recibidas por la historia contada antes del conjunto anterior de elucubraciones, sobre todo referidas al final, hemos decidido, siguiendo el espíritu de Fluxus que no necesariamente su letra, optar por la siguiente propuesta:
CREA TU MISMO LA HISTORIA INTRODUCTORIA PARA UN CONJUNTO DE ELUCUBRACIONES SOBRE EL ÚLTIMO EPISODIO DE LOST
- Escoge una historia que te resulte especialmente llamativa, interesante o divertida.
- Redáctala en pocos párrafos usando un estilo tirando a ampuloso.
- Cuenta su moraleja pero asegúrate de contradecirla de inmediato.
- Acaba con una nota de cierto cinismo irónico.
- Incluye la coletilla «No leer lo que viene a continuación a menos que hayas visto el episodio».
¡Richard Alpert es guanche! Resulta que andaba por Tenerife en 1867. Yo me lo imagino cuidando de los baifos mientras come gofio. O quizá, encaramado a lo alto del Echeyde contemplando a Guayota, acompañado de los tibicenas, asustar a los neveros mientras los dindes juegan allá abajo entre las olas. Aunque, siendo precisos, no se dice nunca que Richard Alpert sea chicharrero, pero voy a darlo por supuesto porque es el único detalle que realmente me sorprendió del episodio y uno atesora las sorpresas cuando las encuentra.
Si me permiten, primero voy a saltar a las explicaciones. Como hay gente deseando tener respuestas a todo, supongo que el episodio la habrá dejado muy satisfecha. Descubrimos de dónde salió Richard Alpert, por qué es inmortal, qué fue de la estatua, cómo el Black Rock acabó en medio de la selva y para qué sirve la isla. Pero la verdad es que a mí la mayoría de esas explicaciones me parecieron puestas ahí para explicar por explicar, sin que realmente tuviesen demasiada relación con la historia. Vamos, que Richard Alpert es inmortal como hubiese podido pedir un plato de macarrones (la verdad es que en ese momento me lo vi como protagonista de uno de esos chistes «me encontré con un genio y…»). El barco de titanio derribó la estatua. Y la isla es el tapón de una botella de alcohol medio vacía (lo que no es de extrañar, porque si estás solo en una isla con otro tío que quiere matarte, ¿tú no te darías a la bebida?).
Vamos, que si el resto de las explicaciones van a tener ese mismo nivel, si van a ser simples tonterías añadidas por contestar, sin que tengan mayor relevancia para la historia que han contado, va a ser mejor que no expliquen nada. Es un poco como eso de estarse callado si no sabes qué decir.
Aunque quién soy yo para hablar de estar callado.
El episodio empieza con un flashback pequeñito, donde vemos que Jacob le contó a Ilana cuál es su misión. Jacob le pide a Ilana ayuda, de una forma muy similar a como el hombre de negro le pedirá luego ayuda a Richard. Cuando vemos a Ilana por primera vez, tiene la cara cubierta de vendas. Luego, al final del flashback, en lo que parece la misma conversación, Jacob le explica la misión a una Ilana que tiene la cara sanada. Da toda la impresión de que Jacob se la arregló sobre la marcha.
Llegamos a la isla. El grupo de Ilana está sentado en plan acampada alrededor del fuego (sólo faltaban esos trocitos de algodón blanco que salen en todas las películas de acampadas y que nadie sabe realmente cómo se llaman en español). Jack hace una pregunta y se produce un suceso extraordinario pocas veces visto en Lost: alguien le responde y le explica lo que pasa. Era lo que ya sabíamos, que casi todos son candidatos para sustituir a Jacob y que ahora hay que preguntarle qué hacer a Richard Alpert.
Richard Alpert, que no está sentado con el grupo sino más bien se hunde en las sombras, se ríe como un loco, en una de las más deliciosas risas dementes que se han oído en la serie. Y estalla.
Descubrimos que Richard Alpert no había recuperado la fe como yo creía. Más bien, lo que hizo fue evitar que Jack encendiese otra mecha, no fuese a ser que el muy idiota acabase volando por los aires. Sigue pensando que Jacob era un mentiroso compulsivo, que le mintió a él, le mintió a Ilana y le mintió a todo el que se le puso por delante. No sólo no tiene ni idea de qué hay qué hacer a continuación para seguir el plan de Jacob –ya que no cree que dicho plan exista- sino que, ala, se pasa al bando de Flocke. No sin antes soltar su teoría.
«Estamos todos muertos y la isla es el infierno». Una declaración muy divertida, porque encaja casi por completo con una de las teorías más populares al comienzo de la serie, según la cual estaban todos muertos y en el purgatorio/infierno. Por supuesto, como esta teoría la expresa un personaje de la serie, ya sabemos que no puede ser cierta. O mejor dicho, quizá estén en el infierno, pero definitivamente no están muertos.
Como Richard declara que se va con el otro, Jack vuelve a preguntar, pidiendo saber de quién habla. Y ganamos la lotería por segunda vez: le responden. Meditemos sobre el hecho: un personaje de Lost hace una pregunta concreta y recibe una respuesta directa. Saboreemos los placeres inusuales. En cualquier caso, el otro es Flocke, que es Locke pero no es Locke, quizá porque el nombre es arquetipo de la cosa y su nombre real no es Locke (más adelante volvemos a este asunto).
Hurley mientras tanto está hablando con un muerto. O mejor dicho, con una muerta. Como Jack sólo cree en la muerte de Jacob, asume de inmediato que ese muerto famoso es el interlocutor. Hurley, que es ahora consejero en lugar del consejero, le dice que se ocupe de sus asuntos, que ese asunto no le concierne en absoluto. Luego descubriremos que la muerta es Isabel, la mujer de Richard. Obsérvese que Hurley ve fantasmas, es decir, manifestaciones que los demás no pueden ver, en lugar de las manifestaciones de Flocke –cuando podía manifestarse- que parecían más sólidas.
Ben suelta su historia de que Richard está loco y que no sabe nada. Considerando que Richard era la línea de transmisión de Ben y que ahora está claro que Ben jamás habló con Jacob, no sé en qué situación queda él. ¿Alguien que sabe todavía menos que el ignorante? ¿El loco que sigue al loco? También comenta que le conoce desde los doce años y demás, lo que lleva a hablar de su aspecto y a que Lapidus pregunte directamente cómo pudo pasar tal cosa. Y el episodio le responda de inmediato.
En cinco minutos tres preguntas que se responden de inmediato.
Esto es jauja.
Todos los seguidores de Lost deberíamos salir a comprar lotería. Estamos en racha.
Conozco a mucha gente a la que le dio un vuelco el corazón al ver lo de «Tenerife, Canary Islands – 1867». No es para menos. Si yo fuese del Cabildo, ya estaría haciendo gestiones para convertir a Richard Alpert en hijo predilecto o algo así. A mí sólo me habría sorprendido más si en lugar de chicharrero hubiese sido conejero. Pero no se puede tener todo.
En cualquier caso, ahí está él corriendo a caballo. ¿De dónde viene? Ni idea. Considerando que entra en la casita en la que yace su mujer enferma y aparentemente no trae nada, supongo que simplemente había que mostrarlo a caballo o algo así. En cualquier caso, la enferma es Isabel, su mujer, a la que claramente ama con locura. Isabel, por cierto, tiene una cruz al cuello y una Biblia entre las manos. La Biblia aparece posteriormente y la cruz es recurrente.
Richard decide ir a por el médico. Lo último que se dicen es un «Siempre estaremos juntos» de ella, que luego veremos que es verdad, y un «Te salvaré» de él, que no está tan claro. Después de recorrer lo que suponemos es medio día a caballo, bajo una lluvia torrencial, Richard entra sin invitación en la casa del médico. Éste, al que claramente pintan como un godo, le ofrece la medicina necesaria a cambio de un buen precio. Al final Richard se lo da todo, incluyendo la cruz que Isabel le había entregado. Sin embargo, el médico decreta que la cruz no vale nada, rechazando todo lo que cruz representa: su fe, su amor por Isabel, su misma dignidad. En la lucha posterior por la medicina, Richard mata accidentalmente al médico. ¿En ese momento muere Isabel? ¿Cuando Richard se condena?
Por cierto, que Richard asegura vivir cerca de «El Socorro». Y es precisamente eso lo que le hace falta al pobre, que alguien le ayude, que alguien le ofrezca socorro. De hecho, le sigue haciendo falta a lo largo del episodio. Por supuesto, las ayudas que recibe siempre son parciales, siempre vienen condicionadas (incluso, me temo, la de Hurley al final, que es agente de Jacob). Ninguna de ellas resuelve de una vez todas sus problemas.
En la cárcel, tras las rejas, ya encadenado como simbólicamente pasará toda su vida, Richard Alpert recibe la visita de un hombre vestido de negro. Es un cura que, tras comprobar que lee la Biblia el inglés, se niega a darle la absolución (y encima le roba la Biblia, para quitarle todo consuelo). Richard, que ahora lleva la cruz de Isabel, sólo pide el «perdón de Dios». El cura le dice que la única forma de lograrlo es por medio de la penitencia, pero que Richard no tiene tiempo para penitencias. Lo que resulta doblemente irónico, primero, porque Richard, sabemos bien, tendrá tiempo de sobra para todas las penitencias de este mundo. Y además, como descubrimos casi de inmediato, Richard no morirá al día siguiente sino que será vendido como esclavo. El cura además le dice que «El diablo te espera en el infierno», lo que podría ser cierto.
A Richard lo venden a un tipo llamado Whitfield. Confieso mi pequeña decepción, porque creía que sería Widmore. Lo hace en nombre del capitán Magnus Hanso. Para los que no conozcan el nombre, suyo es el cuaderno de bitácora que Widmore compra en subasta en el episodio «La constante» (¿cómo llegó hasta la casa de subastas?) y su descendiente, Alvar Hanso, financió la Iniciativa Dharma, que tanto bueno hizo por la isla. Vamos, que es una cosa de familia.
Un detalle curioso. Whitfield se planta ante Richard y lo examina. Un poco como el monstruo de humo lo examinará poco después. Los dos encuentran algo satisfactorio en él y le permiten vivir. Los dos, igualmente, le permiten vivir para usarlo en sus planes.
Lo siguiente es el Black Rock con Richard encadenado, en medio de una tormenta. Está claro que los cambios bruscos en la vida de Richard vienen acompañados de mucha lluvia. ¿El Black Rock es el mismo barco que vimos al final de la quinta temporada cuando Jacob y el hombre de negro miraban al horizonte? Aquel día hacía sol y el barco parecía muy cercano a la isla. Pero ahora tenemos tormenta. Por otra parte, Jacob le dice a Richard que es él el responsable de atraer a su barco. Pero también está claro que ha atraído a mucha gente a la isla. Vamos, que ni idea.
El Black Rock acaba en medio de la isla, donde estuvo siempre. Aceptemos que jamás sabremos cómo pasó tal cosa. Es un hecho de la historia y nada más. Así que concentrémonos en «tu capitán ha muerto y el barco está encajado en medio de una isla y no queda nada para comer y sólo sobreviven cinco oficiales, ¿qué hacemos?». Pues, por supuesto, matar a todos los esclavos que llevas a bordo, ¿qué si no? Cuando el sable le atravesó, el pobre Ignacio, que poco antes había dicho que Dios se había apiadado de ellos, debió comprender en las entrañas el significado de la palabra ironía.
Aunque eso sí, Whitfield le explica a Richard –que pronto descubrirá que se puede sufrir todavía más- que no es por maldad. Nunca es por maldad. Matamos, asesinamos, exterminamos, destruimos y jamás es por maldad. Siempre hay una buena razón: por ejemplo, enseñarle al hombre de negro una lección. Y la masacre que acabamos de presenciar –que recuerda a la masacre de la Iniciativa Dharma y a la de los pasajeros del vuelo Ajira- es pura cuestión de supervivencia, porque esos esclavos son los Otros. Porque los seres humanos somos incapaces de cooperar unos con otros y la confianza mutua es imposible. El hombre de negro tiene razón y Jacob se equivoca, quizá maliciosamente, quizá por estupidez.
Por suerte, el humo negro se está dando un festín con lo que le queda, así que escupe algo de sangre sobre Whitfield –como Isabel escupió sangre, como se desangró el médico- y se lo come. O lo que sea que haga con ellos. No sé, está claro que primero los mata, pero no sé si la cosa acaba ahí o sigue. A continuación, como una larga serpiente negra, el humo negro se planta frente a Richard y le da un buen repaso.
¿Qué ve? ¿Ve a un hombre capaz de la redención, un hombre sinceramente arrepentido de sus pecados? ¿Por eso le deja vivir? ¿O ve a un hombre tan inocente que creerá lo primero que se le diga, al que será fácil manipular? En su momento, el humo negro mató al señor Eko aparentemente no ya por negarse a arrepentirse de sus pecados, sino por incluso negar haber cometido algún pecado. El humo negro parece un gran creyente en «si la haces la pagas» y no acepta bien que se le lleve la contraria en ese punto. Yo me inclino por un poco de todo: potencial de redención y potencial de uso.
Por cierto, Richard ha perdido definitivamente la cruz aunque sigue más que bien encadenado.
¿Cuánto tiempo pasa Richard en la bodega? No sé evaluar si es mucho o poco. Supongo que unos días. En cualquier caso, a falta de cruz bueno es un clavo de la cruz, con el que intenta ir soltando las cadenas, que resultan estar mejor clavadas de lo que parecían. Pero pronto comenzará su extraña versión del suplicio de Tántalo, lo que refuerza la idea de que efectivamente está en el infierno. Primero, una mariposa le niega el agua. Luego, un jabalí le niega la comida. Y por último, ve como el humo negro devora a su mujer, poco después de que ésta repita la idea de que están todos muertos y en el infierno, afirmando incluso haber visto al diablo.
Sólo entonces se presenta el hombre de negro como tal –aunque no dudo que era él en las tres manifestaciones anteriores- y le libera. Sabemos de inmediato que no es Jacob, porque al principio no le vemos la cara, lo que en el lenguaje televisivo significa que no es quien creemos.
Ya hemos visto ese diálogo en muchas ocasiones, interacciones más o menos similares. Es una versión más de la que Flocke ha ido manteniendo con otros personajes, fichas del juego. Básicamente, el hombre de negro le ayuda a liberarse a cambio de la ayuda recíproca, para matar al diablo, para recuperar a Isabel. Como ya es costumbre, el hombre de negro/Flocke no tiene ningún problema para admitir que él es el monstruo de humo. Aún así, Richard parece creerse que el responsable es Jacob, el diablo.
Lo interesante de todo este diálogo es que el hombre de negro confirma que están en el infierno. ¿Lo hace por seguirle la corriente a Richard? Quizá, pensando que esa es una idea que Richard puede comprender. Tampoco dudo que haga referencia a sí mismo, ya que ahora sabemos que la isla es parte de su prisión. Pero podría haber otras opciones.
Podría ser que al hablar de infierno se estuviesen refiriendo a una ciertas situación con respecto al mundo. En este caso, algo subterráneo, por debajo de la realidad conocida. Una región más fundamental, sobre la que se sustenta todo lo demás. Podría ser que la isla fuese un mundo que sostuviese la realidad que conocemos. O, teniendo en cuenta la explicación que vendrá luego, el punto de acceso a esa realidad más fundamental.
Por otra parte, a Richard le vendan los ojos para ejecutarle y le quitan la venda para que Whitfield le examine. Podría ser que muriese en el intermedio, que al quitarle la venda ya hubiese pasado al más allá, que ya estuviese inmerso en el mundo más allá de la muerte de la serie. Es decir, realmente estarían todos muertos y cuando los perdidos salieron al mundo exterior, siguieron viviendo en la isla, porque en esa realidad la isla lo es todo. Lo que explicaría que manifestaciones sobrenaturales de la isla siguiesen actuando en el mundo exterior. Sería una explicación divertidamente irónica, por eso de haberla rechazado hace como mil palabras o así.
Pero volvamos al episodio.
Dependiendo de tu posición con respecto a los Dioscuros, Richard acaba de sellar un pacto con el diablo, o no. Una cosa que me gusta mucho del actor que hace de hombre de negro –cosa que pasa también con Terry O’Quinn haciendo de Flocke- es que logra dar la sensación de sinceridad cuando habla. Está claro que hay detalles en los que miente, pero en general parece estar diciendo la verdad. Parece ser sincero al creer que matar a Jacob es la única salida, y también parece serlo cuando afirma que sólo pretende escapar. Es un hecho curioso del hombre de negro, su disposición a decir la verdad, cuando mentir en todo –como hacía Ben, hombre de Jacob- sería tan fácil.
Aparte de eso, el hombre de negro afirma que Jacob le traicionó y le robó su humanidad. Si asumimos que Flocke/hombre de negro/humo negro es una entidad con ya sus años, podemos suponer que ese «robar humanidad» está relacionado con su longevidad y poderes actuales. Pero considerando que Jacob también parece igual de longevo y tener sus buenos poderes, podemos preguntarnos cómo perdió él su humanidad. Si el hombre de negro es un prisionero precisamente por los poderes que tiene, ¿cómo es que su carcelero parece haber pasado por un proceso similar? Es decir, si el hombre de negro perdió su humanidad, ¿significa eso que también la perdió Jacob? Por tanto, ¿cuál es la diferencia entre ellos? No me parece que sea el comportamiento, porque los dos se me antojan igual de brutales. No serán análogos a Cástor y Pólux, ¿verdad?
Sea como sea, de una forma más o menos verosímil –aquí todos son muy convincentes- Richard se va con su cuchillo a matar a Jacob. No sé si el cuchillo es el mismo que Dogen le dio a Sayid, pero las instrucciones son prácticamente las mismas: no permitir que Jacob hable y no vacilar al atacar. Lo que me lleva a pensar que Jacob y el hombre de negro comparten carácter metafísico.
Allá se va Richard. Y en la playa, recibe primero de todo una paliza por parte de Jacob. Es una cosa que hacen, Jacob y el hombre de negro, porque este último años después le pegará otra. Cuando Jacob comprende que Richard cree estar muerto, le dice que no, que no está muerto. No niega, curiosamente, que estén en el infierno, sólo que Richard no está muerto. Como Richard no acaba de creer que esté vivo, Jacob –recordando lo que Sayid y Dogen pasaron en la piscina de la vida- le hunde la cabeza en el agua en una refutación del idealismo que habría hecho las delicias de Samuel Johnson, una especie de bautizo de realidad. Por supuesto, no demuestra nada: estar en el infierno no significa que no puedas sentir la agonía de la muerte, por mucho que no puedas morir.
En la conversación posterior, Jacob comenta que nadie entra en su casa sin invitación. Cuando alguien lo hizo, la cosa acabó en muerte, como la entrada sin invitación en la casa del médico también acabó en muerte. ¿Qué hay allí? ¿La solución a todo igual que el médico tenía la medicina que salvaría a Isabel? ¿La salida de la isla? ¿Un sacacorchos?
Jacob no vacila en dar su nombre. Eso le distingue del hombre de negro, que no tiene problemas para decir qué es –el humo negro- pero jamás da su nombre. Asumo que es importante, que de alguna forma cifra su ser, y que no se lo da a cualquiera. Al contrario, Jacob no dice nunca qué cargo ocupa. Somos nosotros, o los personajes de la serie, los que le caracterizamos de carcelero, guardián, protector…
Al explicar la naturaleza de la isla -tapón de la botella- Jacob tampoco dice que lo que hay en su interior sea el hombre de negro. Dice que es el infierno, el mal y esas cosas. Lo que dice es que él atrae gente a la isla para demostrarle al hombre de negro que se equivoca, porque el hombre de negro cree que en nuestra naturaleza está hacer el mal. Lo que no se nos cuenta es qué es la botella. ¿Se trata de una región del mundo? ¿Es un universo de bolsillo en el que está concentrada esa esencia del mal? ¿La botella guarda relación con la línea X?
Por cierto, Jacob cuenta que toda la gente que ha atraído la isla ha muerto. Bien hecho, Jacob, totalmente justificado.
Y además, dice que él no quiere intervenir.
No quiere intervenir.
Un momento, que me ha gustado y lo quiero repetir.
No quiere intervenir.
Jacob, que atrae gente a la isla para que se maten entre ellos y así demostrarle al hombre de negro algo que ni le interesa, tiene la desfachatez de decir que no quiere intervenir. ¿Qué parte de atraer gente a la isla considera «no intervenir»? Lo que parece más bien es una burla cruel del libre albedrío: te he metido en una situación en la que no quieres estar, pero ahora te buscas la vida por tu cuenta, pero por favor, hazlo de tal forma que al hombre de negro le quede claro el mensaje que yo no quiero intervenir. No sé si Jacob es tonto o mentiroso cuando pone esa cara después de que Richard le diga que dejar que el hombre de negro intervenga es intervenir.
Y en ese momento le ofrece su puesto. Así son las entrevistas de trabajo en la isla. Richard dará la cara ante la gente de la isla, de forma que él pueda seguir fingiendo ser un ser superior que hace experimentos por el bien de los demás sin provocar desgracias de ningún tipo. De tal forma, cuando ordene la purga de la Iniciativa Dharma, no tendrá que dar directamente la orden de matar. ¡Tendrá jeta el tío! ¡Se puede ser más cínico!
Richard a cambio primero pide a su esposa. Eso no se lo puede dar, al contrario que el hombre de negro, que promete novias muertas como quien promete un donut. Luego le pide la absolución de sus pecados, cosa que Jacob afirma que tampoco puede hacer, con lo que demuestra que como dios tampoco es gran cosa. Y finalmente pide, sin darse cuenta, la vida eterna. Jacob pone cara de «te pillé» y se lo concede. Tres deseos. No serán genios atrapados en una botella, ¿verdad?
Cumpliendo la primera orden de Jacob, Richard le da una piedra blanca al hombre de negro. ¿Por qué blanca? Si el hombre de negro juega con las negras, lo que parecería lógico, la pieza capturada sería negra, no blanca. Es más, en el backgammon la pieza pasaría a la barra central esperando a entrar de nuevo en el tablero. El objetivo del backgammon, por cierto, es sacar todas las piezas del tablero por la salida correspondiente. ¿Significa esto que el hombre de negro juega con las blancas? ¿Está Jacob retrasando la partida en lugar de jugarla?
Y Richard recibe de nuevo su cruz. Que procede a enterrar de inmediato, intentando creer que el pasado no importa nada, porque eso es lo que Jacob le ha dicho que pasa cuando llegas a la isla, que se borra todo lo anterior, enterrando también a su esposa. Sin embargo, si la serie nos ha demostrado algo es precisamente que el pasado es muy importante. Y por mucho que Jacob se empeñe, está claro que su pasado y el de el hombre de negro está detrás de todo lo que está pasando en la isla. Jacob miente o es un ingenuo.
Ya en el presente de la isla, Richard regresa al lugar donde enterró la cruz y la desentierra. Vemos en ese momento que efectivamente no estamos en el infierno, sino en el Paraíso, aparentemente encajado justo encima. La cruz resulta estar enterrada el pie del árbol de la vida, el árbol que es el eje del mundo. El lugar perfecto para enterrar la cruz de Cristo, y para recuperarla, y también el lugar perfecto para un inmortal. Por si no quedaba claro, por ahí anda Beatriz, Dante e incluso un guía orondo. Ya al final, Richard se encadena de nuevo, colgándose la cruz. Pero ahora se entiende que esa cadena le libra de todas las otras, que si alguien podía absorberle de sus pecados era precisamente él mismo. Que ahora toma una decisión a conciencia.
Y para que quede claro, en la lejanía, la serpiente lo observa todo.
El epílogo nos muestra como Jacob va a reírse del hombre de negro. Éste no se lo toma muy bien y queda todavía más decidido a cargárselo. Hay alguna breve referencia a los candidatos y a la necesidad de que Jacob muera para poder escapar. Asumo que en el presente la prisa de Flocke se debe precisamente a que no quiere dar tiempo a que alguno de los candidatos ocupe el puesto (por cierto, si Jacob cambia, ¿cambia también la manifestación del hombre de negro? Es decir, ¿las parejas se sustituyen al completo? ¿De ahí también la prisa?). Por si la humillación no era suficiente, Jacob le regala la botella que es símbolo de su prisión. Ante la posibilidad de quitar el tapón, el hombre de negro rompe toda la botella, supongo que anunciando así lo que está por venir en el resto de la temporada.
Ahora mi pregunta, guionistas, ¿era necesario hacerle esto al pobre Richard Alpert? Era un personaje misterioso, de esos que parecían saber de que iba el asunto. Ahora sabemos que era un perrito fiel, firmemente sujeto por su correa, expiando durante casi siglo y medio su culpa, que en todo ese tiempo no se planteó ni una vez preguntar de qué iba todo este rollo, tan sumiso que cualquier recién llegado sabía más que él. En ese aspecto, su parte me pareció demasiado larga, porque en realidad es muy apresurada. Debemos creernos su amor por Isabel, debemos aceptar que consiguió el puesto de esa forma y así otros muchos detalles. Pero en realidad, no hay tiempo de desarrollar su historia de amor –no como otras que han aparecido en la serie-, y el resumen de cómo consiguió el puesto no es lo suficientemente convincente.
Al contrario, la relación entre Jacob y el hombre de negro me gustó mucho. Los dos personajes siguen envueltos en un aire de misterio y ambigüedad que resulta muy interesante. Además, los dos actores los interpretan muy bien. Su interacción –aunque sea por medio de Richard Alpert- es lo más interesante del episodio. Me pregunto si no hubiese sido posible reescribirlo para ponerlos a ellos en el centro y tratar a Richard como un personaje periférico. Creo que así el resultado hubiese sido más sólido, precisamente porque Richard perdió mucho como personaje y ellos ganaron tanto. Digamos, para resumir, que el episodio da prioridad a lo que tiene menos importancia.
No salen niños en este episodio. Tampoco la línea X. ¿O sí? Es difícil estar seguro, porque no sabemos qué es la línea X. Pero si la línea X tiene su origen en el Incidente, entonces todo lo sucedido antes es parte también de la línea X, por el simple hecho de que la línea X y la línea original comparten pasado hasta ese punto. En realidad, creo lo contario, creo que la línea X se revelará como algo diferente. Quizá la línea X sea la botella. Quién sabe…
Con este episodio, hemos llegado a la mitad de la temporada, quedando otros nueve episodios. ¿Cómo terminará la serie? Pues no lo tengo muy claro, la verdad. Según los productores, con los primeros episodios debería ser suficiente para deducir el final, pero exceptuando la idea del gran reset (que francamente, no me gusta ni un pizco), no se me ocurre nada compatible. Lo que sé es lo que espero del final. Espero un final sorprendente que a la vez encaje con todo lo que nos han contado. Espero un final que dé explicaciones que no reduzcan el alcance de la serie, es decir, una explicación final que nos deje entrever un mundo todavía mayor del que hemos visto hasta ahora. Un poco como fueron los finales de temporada, que de pronto ampliaban la serie: la introducción de Dharma, el pie de la estatua, la desaparición de la isla, Jacob y el hombre de negro en la playa. En suma, me gustaría un final que me deje la sensación de que, puestos a explicar, justifique seis temporadas. En caso contrario, mejor no explicar nada. Lo que creo que no me gustaría nada es una lucha convencional entre el bien y el mal. En ese aspecto, creo que este episodio es uno al que al final de la serie volveremos para decir «aquí se malogró todo» o «aquí se arregló todo».
Pero no soy muy optimista. Por ahora me inclino por «aquí se malogró todo». Si el nivel del resto de las explicaciones es el mostrado, si la batalla resulta ser una lucha convencional entre el bien y el mal, si el proceso final de los personajes va a ser una castración progresiva de sus aspectos más interesantes, creo que la serie acabará mal. Nos tendremos que consolar pensando que el camino ha valido la pena.
Y ahora un comentario sobre Guayota.
No hay que olvidar que en más de una ocasión se ha querido situar en Canarias los Campos Elíseos, las islas de los Bienaventurados, el lugar donde iban las almas de los virtuosos. Un paraíso terrenal, las Hespérides, las islas Afortunadas, más allá de las columnas de Hércules. Lo que conecta de nuevo con el tema del inframundo y la vida más allá de la muerte. Pero también la Atlántida, que tanto recuerda a la isla, también ha caído alguna vez por Canarias. Y no olvidemos que en Canarias hay una isla que aparece y desaparece cuando quiere.
Supongo que cualquier volcán de cierto tamaño tiene asociado mitos similares, lo que no hace sino reforzar lo que este episodio viene a contar. En el caso del Teide, los guanches lo consideraban una puerta al infierno, donde moraba un perro negro llamado Guayota, el demonio. Un día, Guayota secuestro al dios del sol, Magec, por lo que la deidad suprema, Achamán, tuvo que ir a poner orden. Liberó a Magec y luego taponó el cráter del Teide, encerrando a Guayota en su interior. Ya ven, infierno, botella, tampón…
No, claro que los guionistas no saben nada de esto. Ya digo, seguro que muchos volcanes llevan asociados historias similares, aunque no dudo que pasar de una isla volcánica a otra sea significativo. En la versión canaria sólo nos falta Jacob. Podemos decir que era un mago que casualmente pasaba por allí.