Un spoiler es cuando descubres –alguien te lo cuenta, por ejemplo- lo que va a pasar en alguna obra narrativa (voy a suponer que el concepto no se aplica a obras abstractas o no narrativas). Lees por ahí el final de una peli o te cuentan cómo termina esa novela que tanto te interesaba leer. Para mucha gente, los spoilers de ese tipo son un crimen que merece el peor de los castigos. Otros, sin embargo, tienen tal sed de saber lo que va a pasar que cuando llega el día ya prácticamente se lo saben todo antes de empezar.
Mi posición es intermedia. Habitualmente no me importa saber lo que va a pasar, e incluso en alguna ocasión conocía el final antes de acercarme a la obra. Desde mi punto de vista, si la obra es buena, debería disfrutarse igual –o más- conociendo detalles importantes. Pero igualmente, hay cierto placer en dejar que te sorprendan, por lo que es siempre bueno preservar algo de inocencia.
Pero en el caso de Lost hay un factor más. Verán, no me gustó demasiado la quinta temporada. De hecho, me gustó tan poco que al final de muchos episodios pedía la cancelación retroactiva de la serie en la cuarta temporada. Los personajes parecían marionetas y episodio tras episodio no hacían más que moverse de un lugar al otro como si estuviesen en una especie de parchís demencial (que, francamente, no suena metafóricamente igual de bien que moverse por un tablero de ajedrez, con su dios detrás de dios). En temporadas anteriores, los personajes estaban tan logrados que verles desayunar ya era apasionante. En la quinta, no me emocionaba ni aunque se disparasen durante media hora. Sólo algún episodio intermedio y por supuesto el final de temporada me resultaron satisfactorios. El final, sobre todo, porque hicieron algo inesperado que lanzaba la trama muchos años al pasado.
Por tanto, se dio una circunstancia curiosa. Acabó la quinta temporada y no sentí el más mínimo pesar al saber que pasarían meses antes de ver la sexta, justo al revés que al final de la cuarta, cuando no podía esperar a ver la quinta. Me daba un poco igual que hubiese una sexta temporada de Lost.
Hasta que empecé a leer spoilers.
Así descubrí de qué iba el primer episodio y lo que pasaba. También detalles sobre Ben, Locke e incluso algún otro individuo inesperado. Y me pareció interesante. Después de flashbacks, flashforwards y viajes en el tiempo, lo que se han inventado me parece simultáneamente lógico, ingenioso y arriesgado. Tanto, que jamás pensaría que una serie mainstream –aunque tenga esos tremendo cimientos literario- pudiese atreverse. Ahora creo que la sexta temporada de Lost podría tener todo lo que no encontré en la quinta.
Ahora, gracias a los spoilers, estoy deseando verla.
Pero, por supuesto, ya he dejado de leerlos. Queda poco y hay que dejar un margen para la sorpresa.
(Recuerdo que a Damon Lindelof le preguntaron si creía que los spoilers podían incrementar el interés por la serie y el hombre se mostró algo sorprendido de que así pudiese ser. Por desgracia, no soy capaz de dar con el enlace. Pero sí, puede ser).