Elogio de la irreligión de John Allen Paulos

Elogio de la irreligiónLo que más me ha sorprendido de este libro (Tusquets Editores. ISBN: 978-84-8383-133-5. 166 pp. 15,00€) fue la introducción. Esperaba que fuese inteligente y mesurada, pero por alguna razón, no esperaba que la introducción contuviese tantas ideas interesantes. Por ejemplo, comenta que le parece posible ser ateo y agnóstico a la vez, dependiendo de lo que se esté hablando en cada momento. Y no sólo reconoce el valor de algunas tradiciones religiosas, cosa que ya me esperaba, sino que incluso habla en algún momento de una religiosidad mínima compatible con las religiones del mundo y con el conocimiento científico, una «religión» que aceptase la sobrecogedora maravilla del mundo, una simple aceptación de esa realidad.

El resto del libro es una recopilación de argumentos «lógicos» para demostrar la existencia de Dios, explicados brevemente y acompañados de razones para rechazarlos como válidos. El autor dice que pretendía que el libro fuese ágil e informal, cosa que consigue. Se lee muy bien, con rapidez. Sorprendentemente, porque en ocasiones se trata de complicados argumentos. Por supuesto, no todos los argumentos son igualmente lógicos, y algunos son del tipo más bien emocional de «yo creo, por tanto…» que no tienen demasiado peso. Otros, basados el Principio Antrópico y variaciones, requieren algo más de análisis. Eso sí, el autor no pretende una crítica exhaustiva y minuciosa de cada argumento, para eso habría que recurrir a otro libro, sino una aproximación inicial a sus principales puntos débiles. Tampoco pretende demostrar la inexistencia de Dios, porque tal cosa, nos explica, implicaría demostrar un negativo, cosa que en la mayoría de los casos tiende a ser imposible. Pretende demostrar, simplemente, que esos argumentos no tienen mucho peso y que no hay razones para aceptarlos.

(En uno de los capítulos, por cierto, se marca un curioso diálogo con Dios –que es más un ente del universo que otra cosa- que a mí me recordó mucho al Dios taoísta de Smullyan).

Como siempre, John Allen Paulos sabe salirse de vez en cuando por la tangente y explicar pequeños detalles que aumentan nuestra comprensión de la lógica o la matemática (me gustó, por ejemplo, el «error de disponibilidad» que se comenta en la página 123). Por tanto, Elogio de la irreligión es en su conjunto una divertida excursión muy recomendable.

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Ciudad Permutación en bolsillo

Ciudad Permutación es una novela de Greg Egan que traduje hace ya un tiempo (en el 98, si no recuerdo mal) y que ahora, después de unos años descatalogada, reaparece en bolsillo. Greg Egan es un excelente escritor que mantiene viva la ciencia ficción de las grandes ideas. Pero ideas grandes y gordas de verdad, que no se acobardan ante la tesitura de tener que afrontar las consecuencias de la ciencia moderna. Sobre esta novela en concreto: Ciudad Permutación y la correspondiente entrada en la Wikipedia.

Ciudad Permutación

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Animaciones inquietantes de Shintaro Kago

Creo que hasta hoy no había sabido de Shintaro Kago, quien aparentemente es un famoso autor de mangas. Pero lo importante, es que en su canal de YouTube tiene un par de animaciones digamos que… bien, el cambio de significado de la palabra bizarro se produjo precisamente para definir obras como ésas. Raro o sangriento se quedan un poco cortos.

De los cinco vídeos que tiene, éste me ha parecido muy gracioso:

(vía Pink Tentacle)

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El poder del arte

Estoy leyendo Video Art: A Guided Tour de Catherine Elwes y me he encontrado con una historia interesante. El artista Stan Douglas creó una serie de diez vídeos –de entre 30 y 60 segundos- llamada «Monodramas», para ser emitidas en televisión en medio de los anuncios. Los vídeos imitan el lenguaje televisivo, pero no cumplen con las expectativas de una obra de televisión. Es decir, no pasa lo que esperas que pase y lo que pasa es sobre todo un planteamiento que no llega a resolverse.

gary

Uno de esos vídeo es «I’m not Gary». Dos hombres se cruzan por la calle, uno saluda al otro llamándole Gary y el segundo se da la vuelta para declarar «I’m not Gary». Aquí está el vídeo.

Visto así, por sí solo, el vídeo no produce demasiado efecto. Se nota, sí, que la historia parece ser más larga, que hay algo extraño en que uno de los personaje niegue ser alguien… ¿cómo es posible que el otro se haya equivocado si se están mirando a la cara? Además, no termina. Da toda la impresión de que la conversación debería seguir. Pues eso emitido en medio de los anuncios debió ser muy desconcertante. ¿Era un cruce con otro programa? ¿Era un anuncio que por alguna razón se había interrumpido? Las reacciones fueron variadas.

Lo que cuenta el libro es que al descubrir que se trataba simplemente de un gesto artístico, las persona que había llamado quedaba rápidamente aliviada, supongo que al comprender que la violación del código había sido deliberada, momentánea y que no debía preocuparle más. Y por tanto, cualquier efecto de la obra pretendiese provocar había quedado rápidamente desactivado.

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