War Tourist
War Tourist es un proyecto en vídeo del artista Emanuel Licha. En ciudades que han sufrido una guerra, han pasado por algún desastre reciente o que son peligrosas, se contrata a un guía profesional y se le pide que organice una visita por las peores zonas de la ciudad. El resultado son cinco vídeo de aproximadamente veinte minutos cada uno:
War tourist wants to see, up close, the chaos and pain of others. He travels the world in search of ever-stronger sensations. His curiosity also acts to keep these events at a distance. He travels to assure himself that all this destruction and pain are well and truly somewhere else and that they don’t threaten him at home.
The guide’s talk brings two views of the place face to face: the local view and the outside view. In the relationship between the guide and War Tourist, these two views meet through an arrangement identical to that of a supplier filling a customer’s order. The guide shows the tourist what the tourist wants to see, even if it means inventing an idealized, picturesque version of reality. He expresses himself in English — the language of tourism — and, even though they are wholly intelligible, his words are subtitled and slightly altered, in that same language. This detail denotes the tourist-viewer’s sense of superiority and reinforces the idea that the guide is indeed the Other: never perfectly clear or comprehensible.
El comentario de we make money not art:
The videos brings into full view our voyeuristic attraction to human misery. The guide organizes a tour of his client’s phantasmed city, inventing an idealized version of reality, thus not reality itself. It would be easy to pretend that none of us, politically correct, smart and sophisticated people, could risk to be regarded as a war tourist. Yet, the videos are so fascinating that one realizes that it’s hard to be immune to the fascination for suffering, ruins, destruction and desolation. War Tourist is therefore a deeply disturbing series. Not only does it contains heart-breaking details about the tragedy that the cities have been through, it also reveals a voyeuristic side we’d rather pretend we never had.
Las ciudades son Sarajevo, Nueva Orleans, París, Auschwitz y Chernobyl.
Dominion, otro premio
El excelente Dominion se ha hecho también con el The Dice Tower Gaming Awards a mejor juego del año, compitiendo contra Battlestar Galactica, Agricola, Pandemic y Stone Age (también juegos excelentes).
[Recibido] Venganza tardía: tres caminos a la escuela de Ernst Jünger
Venganza tardía: tres caminos a la escuela (Tusquets Editores. ISBN: 978-84-8383-114-4. 120 pp. 12,00 €) de Ernst Jünger es mi segundo libro de este autor tras la excelente novela Sobre los acantilados de mármol.
De la contraportada:
Aunque atraviesen un hermoso parque o bordeen un prístino lago, los caminos que conducen hasta los sucesivos colegios en los que estudia Wolfram se ven empañados por las negras sombras que sobre ellos proyecta la escuela, permanente motivo de angustias. Porque, al final del camino, le esperan los temidos profesores, prestos a regañar y poner en ridículo a ese alumno tímido, casi tartamudo, torpe y soñador, que se identifica hasta la obsesión con los héroes de las novelas de Karl May y en ocasiones se muestra agresivo sin motivo. Sin duda es un niño peculiar: lejos de sus padres, que lo dejan al cuidado de los abuelos, Wolfram sufre extrañas «ausencias», ensoñaciones, desdoblamientos y desmayos que duran minutos y de los que intenta curarle el doctor Edelstein. Sin embargo, mientras soporta al amargado profesor Hilpert, o conversa con el doctor Edelstein y su sobrino Siegfried, que sueña con ser oficial de la caballería prusiana, en su interior va incubándose algo poderoso, que pugna por definirse y expresarse. Y que tal vez, aunque tardíamente, acabe por salir a la superficie.
Castillo Lichtenstein de papel
El castillo Lichtenstein parece tal cual sacado de un cuento de hadas. Está en Alemania y aparentemente lo construyeron entre 1840 y 1842. A principios del siglo XX tiene este aspecto:
La versión en papel la compré en una tienda de aficiones que había en Santiago, justo antes de que cerrase. Hace unos días me decidí a montarlo, porque la verdad es que ensamblar cosas me encanta y me relaja. Tanto los disfruto, que no entiendo por qué no lo hago más. Incluso disfruto ensamblando muebles. Inventar no, que eso exige trabajo (por lo que cosas en plan Arduino me llaman la atención pero no me distraen tanto); lo que me gusta es seguir instrucciones.
El castillo ha quedado más o menos así (mide unos 20 centímetros de alto):
Es la primera vez, así que no ha quedado tan bien como yo querría. Se nota donde corté mal o donde al pegar las cosas no quedaron exactamente donde debieran. Teniendo en cuenta que soy novato, he decidido darme un aprobado (o un debe mejorar, que dicen ahora). Por lo demás, el castillo pasará ahora a manos de mi hija que dispondrá de él como crea conveniente.
A ver qué tal me queda mi segundo intento: la Universidad Invisible.
[Recibido] La música del hambre de J.M.G. Le Clézio
La música del hambre (Tusquets Editores. ISBN: 978-84-8383-153-3. 216 pp. 17,00€) de J. M. G. Le Clézio es uno de esos libros que me llaman la atención precisamente porque su autor ganó el premio Nobel. Siempre me resulta fascinante la combinación de autor publicado en España del que no sé absolutamente nada.
De la contraportada:
Ethel Brun es hija de un matrimonio de exiliados, el formado por Justine y Alexandre, un ahombre apuesto e inquieto que dejó muy joven la isla Mauricio y que, en el alegre París de los años veinte y treinta, se dedica a dilapidar su herencia en negocios poco recomendables. En su infancia, Ethel sólo disfruta durante sus paseos por la ciudad con su tío abuelo, el excéntrico Samuel Soliman, que sueña con vivir en el pabellón de la India francesa construido para la Exposición Colonial. Ya en la adolescencia, Ethel conocerá algo parecido a la amistad de la mano de Xenia, una compañera de colegio, víctima de la Revolución rusa y que vive casi en la pobreza. La existencia de Ethel empieza a tambalearse cuando, en las comidas que su padre ofrece a parientes y conocidos, se repite cada vez más a menudo el nombre de Hitler. Serán las primeras señales de lo que amenaza a la familia Brun: la ruina, la guerra, pero, sobre todo, el hambre. Eso marcará el despertar de la joven Ethel al dolor y al vacío, pero también al amor, en una novela en torno a los orígenes perdidos y a una época que culminó con un Apocalipsis anunciado.
Videoarte de Sylvia Martin
Compré este libro con la esperanza de obtener una visión rápida -y como no, superficial- del mundo del videoarte que me sirviese de mapa de referencia inicial para moverme mejor luego. Extrañamente, no lo conseguí. Y digo extrañamente, porque otros volúmenes similares de Taschen suelen venirme muy bien como primeras aproximaciones. Sin embargo, Videoarte me provocó cierta indiferencia.
Este tipo de libros suele estar dividido en dos partes. En la primera, se da un repaso rápido al movimiento artístico del que trate. En la segunda parte, mucho más amplia, se repasan obras que se suponen representativas del movimiento.
Y aquí está mi problema. La parte histórica es adecuada y en sus pocas páginas cumple su función de situarte. Pero la selección de obras me resulta poco atractiva, muy poco interesantes. De hecho, incluso llegué a considerar que el videoarte no merecía la atención que yo había creído al principio.
Por supuesto, se comentan obras que llaman mucho la atención y que te dejan ganas de explorar. Hablo de Vito Acconci, Peter Campus, Douglas Gordon, Shirin Neshat o Nam June Paik. Pero por lo demás, me alegra haber seguido con otros libros, porque de haberme guiado por mi impresión tras leer éste, no habría continuado explorando.
El pueblo contra George Lucas
Así se llama la película (a estrenar en 2010): The People vs. George Lucas. Aparentemente va de toda la gente que se sintió molesta por la nueva trilogía y en particular contra George Lucas por haber arruinado su infancia. Al ver el trailer he recordado una vez más que no soy fan de Star Wars. Es decir, la vi con ocho años y me encantó y me sigue pareciendo una película divertida. Pero la verdad, no me resulta tan interesante como para molestarme en sentirme ofendido. Es más, Jar Jar Binks me hace gracia y su aparición es de los pocos buenos momentos de los episodios 2 y 3 (al menos, como me dicen, da un toque exótico).
En cuanto a los cambios (hacer que Greedo disparase primero), no me parecen tanto molestos como tristes. En el sentido de que me resulta triste que un autor vuelva atrás y modifique su obra para hacerla menos interesante. Que Han disparase primero daba al personaje un grado de individualidad poco habitual, le hacía más único. Hacer que dispare después lo convierte en otro héroe del montón.
(vía FlickFilosopher.com, gracias a Sara)
Gravity Sucks at the BFI
Simon Faithfull’s exhibition Gravity Sucks and his recent talk at the British Film Institute focuses largely around his examination of that most elementary of forces we experience. What Wikipedia calls a «consequence of the curvature of spacetime which governs the motion of inertial objects» and what we call gravity.
In what has come to be sometimes called Gravity Art, there is actually a couple of artists who have chosen to use it as their medium, often in somewhat beautiful yet futile actions, «heroic failures». Among these however, there’s different directions of movement, namely down (submission) and up (escape).
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