20 años de  no ficción

Empecé a hacer  no ficción porque deseaba editar un fanzine sobre ciencia ficción. Fue así de simple. Tenía una afición y deseaba compartirla y de ahí nació la idea. Eso fue hace 20 años, en 1989. Fue una demostración de lo mucho que me gustaba el género y también un ejemplo de su época. Hoy en día abriríamos un blog o crearíamos un grupo en alguna red social. Los tiempos cambian pero no necesariamente las cosas que uno quiere hacer.

no ficción se llamaba así porque sólo publicaba artículos y ensayos (todo en unas 40 páginas en formato DIN A5). En aquella época no era algo muy común, porque aunque muchas revistas y fanzines publicaban ensayos y artículos, lo habitual era primar la ficción sobre cualquier otra opción. Yo por aquella época leía  Science Fiction Studies y  Foundation y no veía por qué su contenido no se podía traducir y publicar, de la misma forma que se traducían y publicaban cuentos de autores extranjeros. Pero no sólo encontraba el material en esas publicaciones que he mencionado, sino en cualquier lugar que se dejase; por ejemplo, en el primer número de  no ficción apareció un artículo de Gregory Benford publicado originalmente en  American Journal of Physics. Eso sin olvidar la publicación de material originalmente escrito en español. El primer número de  no ficción costaba 250 pesetas, que debía ser una buena cantidad para la época. El número dos costaba 300 pesetas y ofrecía suscripciones -tres números- a 800 pesetas (nunca hubo muchas).

Me gusta decir que  no ficción fue un fanzine para tiempos menos heroicos. En 1989 la revolución de la edición personal estaba ya asentada y era muy fácil componer y publicar. Y lo que era mejor, resultaba relativamente barato imprimir una publicación de pocas páginas con una tirada muy limitada. Quizá los ordenadores y las impresoras láser no fuesen tan comunes como ahora, pero se podían encontrar, y gracias a varios amigos informáticos de Lanzarote pudieron salir esos números. Comparado con la labor de otros fanzines anteriores –con la ardua tarea de componer textos a mano- el único trabajo de verdad era seleccionar los artículos, escribir para pedir permiso y traducirlos.

Poco después del segundo número, inicié con Ricard de la Casa la aventura de  BEM (a la que luego se unirían Joan Manel Ortiz y José Luis González), que también se sostenía sobre las facilidades que ofrecían los medios informáticos para poder publicar con regularidad (11 números al año durante los 3 primeros años y luego 6 números al año hasta su desapareción), y  no ficción pasó a ser editado por nuestro grupo. No duró mucho. Cuatro números escasos, supongo que porque a nadie interesaba lo que se publicaba. O quizá simplemente porque  BEM (que aguantó 10 años) ofrecía una plataforma en muchos aspectos mucho más conveniente.

Debo decir que me siento especialmente orgulloso del número 3 de  no ficción, dedicado al autor español Rafael Marín (y uno de los objetivos de la publicación era precisamente hablar sobre ciencia ficción española). El número incluía una entrevista, páginas de su obra y un ensayo suyo sobre  Watchmen. Rafael Marín era en aquel momento un autor interesante. Hoy, me alegra decir, sigue siéndolo, y su bitácora, Crisei, me parece un referente para la reflexión cultural sobre cómics, cine o televisión. Además, esporádicamente ha ido logrando publicar sus novelas, lo que significa, por mucho que él diga que no, que sigue siendo leído.

no ficción es una de esas cosas que me alegra haber hecho y que recuerdo con mucho cariño, aunque no estaría dispuesto a hacer hoy. Se que lo veo con mucha distancia, pero no se trata de que lo sienta como si lo hubiese hecho otra persona. No, lo siento como si se hubiese hecho en otro mundo, en un planeta extraterrestre, donde algo así tenía sentido. En nuestro mundo, la web mató a los fanzines y en gran parte a las revistas, o al menos desde mi punto de vista, mató el concepto de un conjunto de material que se publica simultáneamente; simplemente carece de sentido hacerlo así. Hoy, como dije antes, abriríamos un blog o recurriríamos a cualquiera de las herramientas de las que disponemos. Y no creo que sea una pena o un hecho triste. Creo sinceramente que el mundo ofrece hoy oportunidades y herramientas mucho mejores de las que teníamos hace 20 años, y como resultado es un mundo mucho más rico y diverso. Si la web mató los fanzines y las revistas, fue para sustituirlos por algo mejor.

Muchas personas ofrecieron su ayuda y colaboraron en  no ficción, demasiadas para nombrarlas a todas. Sin embargo, no quiero dejar de mencionar a mi amigo Antonio Ara que siempre me ofreció su vasta biblioteca para buscar aquellos datos o referencias que pudiesen interesarme. Antonio Ara falleció antes de editar el número 4, que dedicamos a su memoria.

Y en ultima instancia, eso es lo importante de cualquier actividad humana. Da igual si al final tienes los números impresos o no (yo creo no tenerlos, o si los tengo, no sé dónde están; sólo me quedan unos pdf con los números escaneados), lo que importa realmente es la gente a la que conociste y el camino que iniciaste con esa labor. En ese aspecto, estoy seguro de que mi vida hoy sería completamente diferente de no haber existido ese primer número de  no ficción. El tiempo puede llegar a amplificar los gestos más pequeños, provocando cambios descomunales e inesperados. Y 20 años después, me asombra comprobar que todo empezó aquel día que llevé a la imprenta…

Esta entrada tiene 4 comentarios

  1. Señor Bohnke

    Interesante, ¿no hay forma de, *uhm*, conseguirlos? ¿correo-e, descarga ilegítima contra la voluntad de alguien, o algo? 🙂

  2. Incoñito

    ¡Ah, qué tiempos aquellos!

    Aquella tira cómica de Batman (Batman 1, claro 😉

    Aquel PageMaker (original, claro). Aquella LaserJet IIe de 500.000 pelas.

    Menos mal que ya pasaron 😀

    Felicidades y los mejores deseos para el Ano Nuevo

  3. Guille Lopez

    Puedes compartirlos en pdf o algo asi? o es imposible?

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