La realidad supera a la imaginación

A veces digo, en plan broma absurda, que un día de estos harán un remake de 2001: una odisea del espacio a (el remake tendría peleas entre naves espaciales a base de rayos láser y un ordenador que se vuelve loco e intenta matar a toda la tripulación), como ejemplo de película imposible de rehacer. Es decir, ¿qué sentido tendría hacer un remake de 2001? ¿Quién tendría tanto valor?

Jo, qué poca imaginación tengo. Ahora descubro que Robert Zemeckis quiere hacer un remake de Submarino amarillo de los Beatles. Una película generada por ordenador con captura de movimiento de los actores. La realidad supera a mis fantasías. Yellow Submarine es una impresionante película de animación, una fábula social que puede horrorizarte o encantarte -a veces simultáneamente-, y ahí radica precisamente su encanto. Además, está tan anclada en su época como una flota de portaaviones en una base naval.

Bien, queda claro que la industria cinematográfica americana se ha quedado definitivamente sin ideas. Parece además de uno de esos casos de: “metiendo mucha tecnología las películas nos quedan mejor”. La experiencia a veces es la contraria.

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El gran órgano de piedra

The Great Stalacpipe Organ, o litófono, como lo llama la Wikipedia. Se encuentra en una cueva de Virginia, EE UU, y está formado por una consola que activa unos pequeños martillos eléctricos que al golpear ciertas estalactitas escogidas va emitiendo las notas correspondientes. Lo diseñó Leland W. Sprinkle en 1956 y tardaron tres años en montarlo.

Sprinkle created the Great Stalacpipe Organ over three years by finding and shaving appropriate stalactites to produce specific notes. He then wired a mallet for each stalacite that is activated by pressing the correct key on the instrument’s keyboard. The stalactites are distributed through approximately 3.5 acres (14,000 m2) of the caverns but can be heard anywhere within its 64-acre (260,000 m2) confines.

A pesar de la extensión –dicen que es el instrumento musical más grande del mundo- cuentan que las notas se oyen con toda claridad y no atenuadas por la distancia, como podría esperarse.

Este vídeo es un poco excesivamente televisivo, pero sirve para hacerse una idea:

Siguiendo los enlaces de la Wikipedia he dado con esta otra página, que da algunos detalles interesantes y además permite escuchar una grabación, aunque aclaran que una grabación no transmite la sensación de oírlo en directo.

(vía ../mediateletipos))))

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Vendrán más años malos y nos harán más ciegos, de Rafael Sánchez Ferlosio

Si Rafael Sánchez Ferlosio no existiese, alguien tendría que inventarle. Creo recordar que alguien hacía esa descripción de él, allá por la época en que publicó ese espléndido ensayo contra la idea de progreso, Mientras no cambien los dioses, nada ha cambiado, que debería ser lectura obligada para todos aquellos que creemos en el progreso. Después de todo, ¿de qué vale una convicción si no puede aguantar la disección racional, meditada, profunda y sardónica de Rafael Sánchez Ferlosio, o su refutación incluso? Un cierto nivel de escepticismo nunca viene mal.

Y si algo se desprende del conjunto de fragmentos, aforismo, meditaciones varias, frases felices, comentarios a vuelapluma, fábulas crueles y versos es un profundo escepticismo. Escepticismo, incluso, del escepticismo. Un deseo tan descarnado de examinarlo todo, de comprobar la validez de lugares comunes y frases hechas, de situaciones cotidianas y de soluciones a problemas, que no se puede evitar leer con satisfacción y alegría. Es así de simple: alguien tiene que decir lo que aquí se dice, alguien tiene que razonar a la contra, y tenemos la fortuna de que lo hace un hombre tan dotado.

Vendrán más años malos y nos harán más ciegos está escrito contra las simplificaciones, es un recordatorio continuo de que la realidad es más compleja de lo que consienten los esquemas previos de pensamiento. En última instancia, cada situación es única, cada interacción social es ella en sí misma, cada revolución es nueva. Es un conjunto de textos contra la claudicación, la rendición ante máximas, preceptos u otros anquilosamientos. Contra convenciones y acuerdos que se toman como naturales e inalterables (ejemplo, el calendario). Nos recuerda de continuo que el observador hace lo observado (la historia) por lo que es preciso adoptar una sana desconfianza de la verdad (p. 181).

No me resisto a poner un ejemplo:

La tolerancia es un pacto perverso en el que cada parte renuncia a la pasión pública de sus razones y las convierte en estólidas e impenetrables convicciones, o sea en verdades encerradas en un ghetto, a cambio de una paz que no es concordia sino claudicante empecinamiento y ensimismada cerrazón. Ante lo que inevitablemente ha de sentirse como sinrazón ajena cabe moverse, en todo caso, entre una impaciente indulgencia y una paciente agitación, nunca pararse en esa indiferencia o desdén definitivo que es la tolerancia. (p. 139)

Libro contra las ideologías, es ante todo, motor de pensamiento e incitación a la reflexión. Se lee, y se disfruta, por la calidad de la escritura, por el dardo certero o la observación ingeniosa. Se recuerda, mucho después de su lectura, porque siembra la semilla de la desconfianza hacia todo lo que sabemos cierto a priori.

Publicado originalmente en El archivo de Nessus, 2001

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[Recibido] Will el del molino. La Isla de las Voces. Fábulas de Robert Louis Stevenson

Will el del molino. La Isla de las Voces. Fábulas (Navona. ISBN: 978-84-92716-16-6. 152 pp.) de Robert Louis Stevenson recupera uno de esos clásicos tirando a desconocidos. Precisamente la colección Reencuentros va de eso.

De la contraportada:

Estas no son fábulas para niños, aunque en ellas aparezcan caballos que hablan y monos que discuten. Tampoco son cuentos de hadas, a pesar de los duendes, las princesas, los castillos y los seres invisibles. son pequeñas lecciones morales desprovistas de moralina y certeras sátiras de la estupidez y la crueldad del hombre en cualquier tiempo y lugar. También excelente manifestaciones del cuento fantástico, un género que Robert Louis Stevenson trató como pocos en obras como Los ladrones de cadáveres o El extraño caso del Dr. Jeckyll y Mr. Hyde. Datadas de una atmósfera onírica que en algún caso prefigura, con décadas de anticipación, la estética surrealista, las Fábulas del genial autor escocés aciertan a desentrañar las peculiaridades del alma humana y las paradojas de la existencia, siempre desde una ironía y una comicidad radicalmente contemporáneas.

Junto a las fábulas, que Borges calificó como «secreta obra maestra», la presente edición se completa con dos relatos de muy distinto signo: «La Isla de las Voces», perteneciente a la etapa samoana de Stevenson, en la que se trata el viejo tema el periplo en pos del conocimiento; y «Will el del molino», una historia sobre las decisiones equivocadas y el libre albedrío. menos conocido que La isla del tesoro o que Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, el cuento Will el del molino era considerado por Henry James como la obra maestra de Stevenson, que por su pureza y simplicidad alcanza la perfección de una historia zen.

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Lo próximo de Murakami: El fin del mundo y un cruel país de las maravillas

La primera vez que leí El fin del mundo y un cruel país de las maravillas, no entendí nada. Tras mi segunda lectura, decidí que era la mejor novela de Haruki Murakami. Dos mundos interrelacionados –El país de las maravillas (casi ciberpunk, con guerras entre bandas de cifradores y enormes cavernas debajo de Tokio) y el fin del mundo (casi fantasía, con personas que pierden sus sombras y sueños almacenados en cráneo de unicornios)- permiten una brillante exploración de una región cercana pero paradójicamente muy inaccesible. El tema se desarrolla con tenacidad y página tras página va dando de sí hasta el momento final, donde convergen las dos historias. Es por eso una de las pocas novelas que tengo subrayadas y anotadas.

Un detalle interesante. En japonés, las dos partes –que se van sucediendo en capítulos alternos- se distinguen por el pronombre de primera persona empleado para referirse al protagonista de cada una. En inglés, ese problema de traducción se resolvió traduciendo una parte en pasado y la otra en presente. Me pregunto cómo lo habrán hecho en español.

Les dejo un comentario de Jay Rubin –uno de los traductores de Murakami al inglés- sacado de su libro Haruki Murakami and the Music of Words:

After years of concentrating on muted grey Japanese realism, I could hardly believe a Japanese writer could be so bold and wildly imaginative as I found Murakami to be. I can still see the colours of the dreams escaping into the atmosphere from the unicorn skulls near the end of the book. When I think back to that first reading of Hard-boiled Wonderland and the End of the World, I remember how much I regretted closing the last page and realizing that I couldn’t live in Murakami’s world any more.

El España la novela la publicará Tusquets en el otoño.

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Bonk: The Curious Coupling of Sex and Science de Mary Roach

Este es un libro para aprender muchos hechos sorprendentes alrededor del sexo: donde tienen situado el clítoris las cerdas, que hay personas capaces de alcanzar el orgasmo acariciándose la rodilla, que es posible tener erecciones fantasma y que María Bonaparte hizo que la desplazasen quirúrgicamente el clítoris un poco más abajo. Y así, muchos, muchos, muchos detalles similares. Sobre el sexo en sí no acabarás aprendiendo demasiado, porque el libro carece de toda pretensión unitaria, de una idea subyacente que se beneficie de las anécdotas. Pero mira que tendrás hecho curiosos que contar en las fiestas.

El libro es ágil, muy fácil de leer y francamente entretenido, contando parte de la historia de los estudios sobre la sexualidad y también algunos de los experimentos más modernos, todo aderezado con curiosidades del pasado. Como he dicho, tiende a los anecdótico (un mal que aqueja a muchos libros de divulgación), pero las anécdotas tienden a ser curiosas y la autora logra mantener el interés en todo momento. Eso sí, es el lector el que debe unir los puntos y decidir si lo que le han contado es realmente importante o relevante para la sexualidad. ¿Después de leer este libro se comprende mejor la sexualidad humana? Bueno, una cosa sí: sabía que era rara, pero no hasta qué punto. Un aspecto curioso es que la autora participa en algunos de los experimentos y cuenta su opinión.

Pues eso, una lectura no muy profunda, pero entretenida. Aunque el mayor punto negativo es que la autora tiene un digamos… llamativo… sentido del humor. Cuando tiene la oportunidad de hacer un chiste malo (normalmente un juego de palabras), la aprovecha con entusiasmo. Con casi trescientas páginas, acaba haciéndose un poco cansado. Aunque reconozco que el chiste sobre la cura del hipo del naturalista chino Li Shih-chen del siglo dieciséis es bueno. O quizá lo parece comparado con los demás.

[50 libros] 2009

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[Recibido] Hypatia y la eternidad Ramón Galí

En Hypatia y la eternidad (Es ediciones. ISBN: 978-84-936773-9-8. 376 pp.) de Ramón Galí, el espíritu de Hypatia sobrevive a su muerte (de hecho la novela empieza con “Soy Hypatia de Alejandría, soy eterna”) y luego interacciona con los grandes científicos y pensadores de la historia en lo que parece una más que curiosa e interesante ucronía (porque el mundo de la novela va divergiendo del nuestro). El primer capítulo se puede leer en la red.

A comienzos del siglo V de nuestra era, una mujer, Hypatia de Alejandría, matemática, filósofa, astrónoma, erudita neoplatónica y última directora de la Biblioteca sabe que antes de ser brutalmente asesinada debe trasmitir el Gran Secreto para salvar los volúmenes que atesoran el conocimiento de la humanidad.

A partir de allí, y gracias a una misteriosa alquimia, se convertirá en un ser eterno capaz de adentrarse en las mentes de los personajes más influyentes de la Historia: emperadores bizantinos, eruditos ingleses, el gran Carlomagno, los conquistadores de nuevas tierras, los sabios de la Córdoba musulmana, Roger Bacon, los genios renacentistas o Isaac Newton son algunos de los que reciben a Hypatia de Alejandría en sus mentes privilegiadas.

Con ellos emprenderá un fabuloso viaje a través del tiempo y del espacio que la llevarán a surcar los cinco continentes a lo largo de diecisiete siglos de una Historia muy diferente a la que nos han contado.

Intriga, suspense, aventura, fantasía y realidades paralelas conforman las páginas de esta extraordinaria novela épica.

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La intuicionista de Colson Whitehead

Recuerdo a alguien afirmar que la literatura policíaca era el más metafísico de los géneros literarios. Para empezar, se da un crimen que rompe el orden conocido. Se asume que el detective podrá resolver el crimen, descubrir la verdad, controlar el caos y restablecer el orden perdido. Hasta aquí, al menos, el esquema clásico.

Si cabe, la novela negra ha venido a ampliar el esquema, aunque realmente no lo altera. Eso sí, el crimen ya no tiene por qué existir, el detective puede no descubrir nada, y el orden no sólo puede no acabar restablecido, es que puede simplemente no existir ni en principio.

El investigador, metafísico practicante, ya no vive rodeado de una cómoda sociedad que le apoya. Ahora, vive rodeado de una sociedad que muy probablemente le odie, le desprecie y haga todo lo posible por amargarle la existencia. Y si al final se le permite descubrir la verdad, puede que la verdad también sea falsa y que haya otra realidad tras la realidad. Vamos, un lío. Como la vida misma.

La intuicionista viene a añadir un elemento nuevo e interesante a la mezcla. Es una novela negra sobre conflictos raciales en una metrópolis newyorkesca de los 60 ligeramente distorsionada, como si se tratase de un mundo más brutal y primitivo que el real, un mundo en el que aparentemente el gremio municipal de inspectores de ascensores tiene mucho poder. Hay un crimen, un sabotaje, y sí, al final se descubre al criminal, e incluso en este punto se permite con descaro repetir el esquema clásico. La detective, una inspectora de ascensores negra, la primera, falsamente acusada del sabotaje, arriesga su vida en la investigación, pero lo que descubre no es la verdad, sino algo más peligroso que la verdad y que la subvierte por completo. En sus páginas se discute de integración sexual y racial, de los problemas de vivir en una gran ciudad, de relaciones con la mafia, de sobornos… Pero la metafísica…

La metafísica es toda ella referida a los ascensores.

Vean ustedes. Hay dos tipos de inspectores municipales de ascensores, los empiristas y los intuicionistas. Los primeros revisan los ascensores repasando cuidadosamente el manual, siguiendo punto por punto el reglamento y emitiendo su veredicto después de cuidadosas consideraciones. Los segundos, se suben a la caja, oyen el ruido que hace e intentan conectar con su ascensor interior, o, como dicen en la novela, «separar el ascensor de la ascensoridad». Después, como si de oráculos se tratasen, emiten su dictamen. La gracia del asunto: los intuicionistas tienen mayor índice de aciertos. Y en particular, Lila Mae Watson, la primera mujer negra en convertirse en inspectora de ascensores, no se equivoca nunca.

O así era, hasta que un día, uno de los ascensores de un novísimo edificio público se desploma en caída libre, un ascensor que ella misma había inspeccionado el día anterior. Así, Lila Mae se encuentra en medio de los bandos enfrentados en la carrera electoral por la dirección del gremio mientras busca la forma de limpiar su nombre. Pero pronto descubre que hay algo más en juego: el futuro mismo del intuicionismo.

James Fulton creó del intuicionismo en su gran obra Ascensores teóricos (en dos volúmenes). En ella ponía los fundamentos de una forma diferentes de entender los ascensores, que se acercase a ellos desde el punto de vista del ascensor y no de las personas. En un momento dado de la novela, durante una clase intuicionista, el profesor plantea el siguiente problema más o menos extraído de las páginas de Ascensores teóricos:

El Dilema del Pasajero Fantasma plantea lo que sucede cuando un pasajero que ha pulsado el botón de llamada se marcha, ya sea por cambiar de parecer y haber tomado las escaleras, o por haber entrado en una cabina que subía a pesar de que él quería bajar porque no le apetecía esperar más. El dilema cuestiona lo que sucede con el ascensor al que llamó.

El problema se discute en grupo, y después de un par de respuesta en falso, Lila Mae ofrece la solución:

Fulton intenta engañar al lector -dijo Lila Mae con voz fina, después de carraspear-. Un ascensor no existe sin carga. Si no hay nadie para subir, el ascensor permanece inmóvil. El ascensor y el pasajero se necesitan mutuamente.

¿Es un koan zen? ¿Un comentario extraído de las páginas de Mecánica Cuántica Popular? ¿Es exactamente lo que parece que es? Pues sí.

(¿Qué pasa si ponemos una cámara?, pensarán ustedes. También hay solución: «Al colocar la cámara […], se crea lo que Fulton llama «la ilusión de carga». La cámara es un pasajero que decide no subir al ascensor, y no un pasajero fantasma. La película registraría que las puertas se abren, el ascensor espera, y luego las puertas se cierran».)

La importancia de todo esto es que James Fulton trabajaba en el problema del ascensor perfecto, de la caja negra, «el ascensor-ciudadano del mundo de los ascensores», antes de morir. Y hay pruebas de que resolvió el problema, aunque nadie sabe dónde está su invento. Pero si se descubriese que un intuicionista, el padre de todos ellos, había resuelto el problema del ascensor perfecto eso sería el fin de los empiristas, y, por supuesto, de su candidato al gremio. Más aún, el ascensor perfecto traería la «segunda elevación» (metafórica y real) y reharía el paisaje urbano de forma aún más radical que el invento original de Otis.

Y a pesar de lo que podría pensarse, todo esto está soberbiamente integrado en la novela. Colson Whitehead ha escrito una primera novela con originalidad y gracia, en ocasiones dura y amarga, y en ningún momento dudamos de la verosimilitud de lo que se cuenta. El truco está en que el argumento de la novela se refiere realmente a otra cosa, y los ascensores le sirven como punto de partida para discutir los problemas de integración racial, o simplemente los problemas para integrarse en cualquier grupo o comunidad donde no es bienvenido.

El personaje de Lila Mae está dibujado como una mujer reservada hasta el extremo, que ha aprendido a llevar máscaras cuidadosamente cinceladas para poder moverse en el mundo. Todas las mañanas, antes de ir a trabajar, viste una coraza para sobrevivir en el mundo brutal donde estaba destinada a ser sirvienta. A pesar de un comportamiento casi autista que deja poco espacio para las emociones libres, casi todo en ella es represión, es fácil identificarse: perder su trabajo y su prestigio es más dolorosa para ella que para un inspector blanco.

La metafísica de los ascensores tiene su razón de ser, y es metáfora para muchas otras cosas (después de todo, «segunda elevación» se puede entender en varios sentidos). Pero casi toda la novela transcurre en el mundo a ras de tierra, donde se pelea y se lucha y es fácil mancharse las manos. El estilo está muy logrado en el original, con una hipnótica cadencia que se ajusta muy bien al ambiente de la novela; un lenguaje muy concreto y detallista. Por desgracia, es también un estilo que se traduce con dificultad, y la cadencia del original suena a veces confusa en español, y el lenguaje preciso y detallista parece en ocasiones excesivo y forzado. Es esta incompatibilidad lingüística el único elemento que impide disfrutar de esta obra como se mereciera.

La intuicionista puede leerse, y disfrutarse, como novela negra, como novela sobre la integración racial o como una particular versión de la parusía en clave urbana (en la que los ángeles usan ascensores en lugar de escaleras). En cualquier caso, Colson Whitehead se muestra como un escritor capaz y con talento, que ofrece un muy buen debut.

Publicado originalmente en El archivo de Nessus, 2000

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The Magical Life of Long Tack Sam de Ann Marie Fleming

Anne Marie Fleming nació en Okinawa de un padre australiano y una madre de Hong Kong. Esa imprecisión étnica y la descolocación ya le causaron problemas desde el principio. Como Okinawa no era realmente parte de Japón, cuenta, y ella no era japonesa, el país más cercano que podía darle un certificado de nacimiento, si no habías nacido en una base de los Estados Unidos, era Corea.

Y así comienza la historia de Long Tack Sam (nombre artístico), el bisabuelo de Anne Marie, que nació en China en 1885, pasó por Austria donde se casó con la que sería su compañera de toda la vida, para luego recorrer el mundo con un espectáculo de vodevil y magia, enfrentándose a los mismos problemas que su bisnieta: las fronteras y las divisiones entre colores de piel.

Lo más interesante de este cómic (vamos a definirlo así por conveniencia, ya que mezcla fotografías con varios estilos de dibujo) es que la autora debe recorrer también el mundo (pasando por lugares como Australia y China) y atravesar fronteras para ir buscando los pequeños fragmentos de la vida de Long Tack Sam, un artista que a pesar de disfrutar de fama en su época es ahora una figura nebulosa incluso para sus descendientes. Y es que su familia ha heredados las costumbres nómadas de su antepasado y ahora vive dispersa por el planeta.

La narración alterna el periplo de la autora con la reconstrucción de la vida de su antepasado y su familia. La dura vida de los artistas, que no sólo se enfrentaban a la incomprensión sobre sus orígenes y también a todos los prejuicios raciales de la época (que permitían a un mago occidental patentar un truco con miles de años en china). El mismo Long Tack Sam no permitió que sus hijas actuasen en Hollywood precisamente por el continuo uso del estereotipo del chino.

Se combinan fotografías con dibujos, pasando de une estilo a otro a medida que la narración lo requiere, narración que en ocasiones salta a temas periféricos pero interesantes, como la visita a la escuela de acróbatas chinos. En última instancia, The Magical Life of Long Tack Sam es una conmovedora, interesa e inteligente historia a caballo entre dos épocas muy diferentes. Sin embargo, por mucho que hayan pasado los años, ambas eras se dibujan con tonos muy similares: desubicación, nomadismo, fronteras, razas y prejuicios.

Cómics 2009

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Logicomix

Qué interesante parece este cómic, Logicomix, 350 paginas sobre la vida de Bertrand Russell y su búsqueda de la verdad lógica. Además, uno de los autores es Apostolos Doxiadis, que ya nos dio El tío Petros y la conjetura de Goldbach.

On September 4, 1939, just after Great-Britain had declared war with Germany, philosopher and mathematician Bertrand Russell spoke to a very sceptical American audience about the “Role of logic in human affairs”. This anecdote is the starting point for Logicomix, a graphic novel about the origins of Russell’s lifelong search to find the undeniable logical foundations of mathematics.

Logicomix is the brainchild of two Greek writers (the book was originally an unlikely bestseller in Greece, staying on the charts for several months), Apostolos Doxiadis, a celebrated writer and director who previously created a shadow-puppet musical about Jackson Pollock, and Christos H. Papadimitriou, a professor in computer sciences at Berkeley, who can count Bill Gates amongst his alumni.

(vía Compartidos de Álvaro Pons)

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