Escribir lo que imagino: Cuentos fantásticos y maravillosos, de Max Aub

Uno se pone a hablar de fantasía y pronto siente la necesidad de distinguir entre la fantasía y la literatura fantástica. La fantasía sería aquella literatura que sigue con mayor o menor suerte los pasos de Tolkien. La literatura fantástica sería el resto de obras que dejan atrás la realidad consensuada para introducirse en mundos propias. Todorov fue más allá y propuso un sistema trino donde tendríamos lo fantástico (obras donde no queda claro si los sucesos son sobrenaturales o no), lo extraño (donde los sucesos son claramente explicables racionalmente) y lo maravilloso (donde todo es manifiestamente sobrenatural). De esta triple distinción parten los autores, Ignacio Soildevilla Durante y Franklin B. García Sánchez, de la recopilación que presentamos hoy.

Fue Max Aub francés de nacimiento pero español de adopción. A lo once años se estableció en España: su padre era alemán y no podían regresar a París. Fue viajante de comercio junto a su padre y se acercó a la vanguardia de la época. La guerra civil le marcó profundamente y le dedicó un ciclo narrativo titulado El laberinto mágico. Huyó a México en 1939 donde falleció en 1972. Casi toda su obra es realista, pero escribió también relatos fantásticos reunidos en libros como Ciertos cuentos. De su obra se ha realizado esta selección que pretende mostrar lo mejor de su producción fantástica.

Y como era de esperar, estos cuentos no se parecen a lo que estamos acostumbrados (aunque pueden no sorprender a un lector de Borges o Cortazar). No sólo fueron escritos por un español en un periodo de tiempo que va desde 1926 hasta 1974, sino que su autor probablemente jamás conoció a los que dentro del género llamamos autores de fantasía.

Los cuentos que contiene este volumen son: «Caja», «Fábula verde», «La verdadera historia de los peces blancos de Pátzcuaro», «Uba-Opa», «La gran guerra», «La gran serpiente», «Trampa», «El fin», «La llamada», «La verruga», «La lancha», «La gabardina», «La falla», «La ingratitud», «Recuerdo», «La rama» y «El monte». Oscilan generalmente entre lo fantástico que irrumpe súbitamente en la realidad cotidiana y el relato contado a modo de leyenda. Son en general miradas distintas que dotan a los cuentos, a pesar del los años transcurridos para algunos de ellos, de una frescura agradable. Algunos de ellos son muy cortos, tres páginas, y uno en particular, «El monte», es un supercorto que perfectamente podría situar a Max Aub como un campeón del subgénero. Otros son cuentos oníricos, casi escritos como soñados que dejan un extraño desasosiego en el lector: «La gran serpiente».

Mi cuento preferido es el titulado «La verdadera historia de los peces blancos de Pátzcuaro» que comienza: «En aquel tiempo los chinos creían que los peces eran almas fugadas. Inmóviles, los miraban hora tras hora. Y si un pez atravesaba su imagen reflejada tenían el convencimiento de que aquel animal era parte de su propio ser.» y que cuenta, en grandes ciclos temporales, como los peces llegaron al lago Pátzcuaro. En apenas diez páginas el autor entreteje mitos, realidades e imaginación para construir una historia escrita en el siglo veinte que merecería ser leyenda.

Ése es por tanto un volumen para reencontrarse con un autor al que nunca debimos perder de vista. Es parte de la tradición fantástica que la literatura española merecería tener.

Publicado originalmente en BEM 45 (1995)

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