Cómics abstractos

La verdad es que tiene una pinta muy interesante De la figuración narrativa a la narración figurada:

¿Tiene sentido una historieta abstracta? La pregunta es compleja y parece el enunciado de un oxímoron perfecto: la historieta es definida como un arte narrativo por naturaleza, narración gráfica secuencial que parece no tener consistencia si entra en el terreno de la abstracción, de la pérdida de esa concepción abstract comicsnarrativa. Sin embargo, el volumen Abstract Comics recién editado por Fantagraphics permite ir un paso más allá y trascender la definición aceptada de historieta hasta dejarla obsoleta, comprobando que las posibilidades expresivas de este medio y de este lenguaje son todavía desconocidas. Cuando parece que la gramática y semántica del noveno arte comienzan a ser conocidas, la propuesta planteada por Andrei Molotiu derrumba por completo la arquitectura formal para demostrar que existen puertas no exploradas que pueden descubrir claves nuevas necesarias para comprender en toda su profundidad y extensión qué es la historieta.

Incluso hay un blog: Abstract Comics.

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War Tourist

War Tourist es un proyecto en vídeo del artista Emanuel Licha. En ciudades que han sufrido una guerra, han pasado por algún desastre reciente o que son peligrosas, se contrata a un guía profesional y se le pide que organice una visita por las peores zonas de la ciudad. El resultado son cinco vídeo de aproximadamente veinte minutos cada uno:

War tourist wants to see, up close, the chaos and pain of others. He travels the world in search of ever-stronger sensations. His curiosity also acts to keep these events at a distance. He travels to assure himself that all this destruction and pain are well and truly somewhere else and that they don’t threaten him at home.
The guide’s talk brings two views of the place face to face: the local view and the outside view. In the relationship between the guide and War Tourist, these two views meet through an arrangement identical to that of a supplier filling a customer’s order. The guide shows the tourist what the tourist wants to see, even if it means inventing an idealized, picturesque version of reality. He expresses himself in English — the language of tourism — and, even though they are wholly intelligible, his words are subtitled and slightly altered, in that same language. This detail denotes the tourist-viewer’s sense of superiority and reinforces the idea that the guide is indeed the Other: never perfectly clear or comprehensible.

El comentario de we make money not art:

The videos brings into full view our voyeuristic attraction to human misery. The guide organizes a tour of his client’s phantasmed city, inventing an idealized version of reality, thus not reality itself. It would be easy to pretend that none of us, politically correct, smart and sophisticated people, could risk to be regarded as a war tourist. Yet, the videos are so fascinating that one realizes that it’s hard to be immune to the fascination for suffering, ruins, destruction and desolation. War Tourist is therefore a deeply disturbing series. Not only does it contains heart-breaking details about the tragedy that the cities have been through, it also reveals a voyeuristic side we’d rather pretend we never had.

Las ciudades son Sarajevo, Nueva Orleans, París, Auschwitz y Chernobyl.

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[Recibido] Venganza tardía: tres caminos a la escuela de Ernst Jünger

Venganza tardía: tres caminos a la escuela (Tusquets Editores. ISBN: 978-84-8383-114-4. 120 pp. 12,00 €) de Ernst Jünger es mi segundo libro de este autor tras la excelente novela Sobre los acantilados de mármol.

De la contraportada:

Aunque atraviesen un hermoso parque o bordeen un prístino lago, los caminos que conducen hasta los sucesivos colegios en los que estudia Wolfram se ven empañados por las negras sombras que sobre ellos proyecta la escuela, permanente motivo de angustias. Porque, al final del camino, le esperan los temidos profesores, prestos a regañar y poner en ridículo a ese alumno tímido, casi tartamudo, torpe y soñador, que se identifica hasta la obsesión con los héroes de las novelas de Karl May y en ocasiones se muestra agresivo sin motivo. Sin duda es un niño peculiar: lejos de sus padres, que lo dejan al cuidado de los abuelos, Wolfram sufre extrañas «ausencias», ensoñaciones, desdoblamientos y desmayos que duran minutos y de los que intenta curarle el doctor Edelstein. Sin embargo, mientras soporta al amargado profesor Hilpert, o conversa con el doctor Edelstein y su sobrino Siegfried, que sueña con ser oficial de la caballería prusiana, en su interior va incubándose algo poderoso, que pugna por definirse y expresarse. Y que tal vez, aunque tardíamente, acabe por salir a la superficie.

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