Tweetleak

Tweetleak: Un dispositivo instalado en un lugar público donde convergen el mundo digital y el real. El aparato va imprimiendo, en forma de pegatinas, tuís de gente de los alrededores (a los que se les informa, por supuesto, mediante Twitter). Los que pasan por allí pueden coger esos tuís y luego… bien, colocarlos en otro contexto.

Tweetleak, a monolithic anthracithe-colored pole, which is placed in a public place, aggregates tweets from nearby and «materializes» them. The collected fragments from people’s lives on the web leave the digital public space on adhesive paper strips. being taken away by other individuals, they are distributed in physical space, eventually being placed in another context in another environment.


default to public: tweetleak from sport4minus on Vimeo.

Es parte del proyecto Default to public: «interventions in the field of digital self-exposure and physical privacy using the example of twitter».

«default to public» is a project dealing with the discrepancy between people’s feeling of privacy on the web and the physical world. It consists of an ongoing series of objects and interventions linking the physical world to the online world in unexpected and narrative ways to create awareness for self-exposure.

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[Recibido] La señal de Ángel Gutiérrez y David Zurdo

La señalLa señal (Plaza y Janes. ISBN: 978-84-01-33690-4. 480 pp.) de Ángel Gutiérrez y David Zurdo parece una novela tremendamente ambiciosa.

De la contraportada:

Algo muy grave va a ocurrir justo después de Fin de Año. Un departamento del FBI especializado en detectar desastres mundiales antes de que sucedan capta, a través de los ordenadores de su red, la señal más grande generada hasta la fecha. Saben dónde se va a producir la catástrofe, saben cuándo, pero no saben qué: sólo tienen 26 horas para descubrirlo y neutralizarlo. Cíclope, director del proyecto y veterano de al guerra del Vietnam, envía a un pequeño pueblo situado en la frontera entre EE.UU. y Canadá a su mejor agente: su hija Maia Kensington. Junto a Ian Moone, un brillante informático que esconde un terrible secreto, Maia tendrá que averiguar qué es lo que va a provocar el fin del mundo, pero para ello deberá enfrentarse a las autoridades de la comunidad, a un asesino en serie, al mismísimo ejército norteamericano y a la peor tormenta de nieve del siglo.

Esta trepidante novela es un thriller de anticipación científica que gira en torno al proyecto Conciencia Global, un experimento real desarrollado por la Universidad de Princeton que ha logrado predecir desastres como el 11-S o el tsunami del sureste asiático. Con una trama adictiva y un ritmo narrativo que recuerdan a los de series televisivas de éxito como 24, Perdidos o Twin Peaks, La señal promete no da ni un respiro al lector desde su vertiginoso comienzo hasta su sorprendente final.

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Gepurtura

En mi cabeza la palabra «gepurtura» se refiere a algún tipo de transformación. No sé exactamente cuál; supongo que alguna transformación al estilo deconstrucción o similar. O quizá, mejor, como referencia a algo que me resulta difícil de explicar. Por esa razón, cuando me da por hacer algo raro o sin sentido –o que a mí me lo parece- tengo la tentación de usar esa palabra. Por ejemplo, un vídeo que he titulado «Lata en gepurtura» y que es puro fruto del «voy a hacerlo así».

Lata en gepurtura

Efectivamente, el párrafo anterior no está nada claro. Porque verán, hay un problema. Como comprobarán si buscan en Google, yo soy el único que usa la palabra «gepurtura», detalle que razonablemente te hace concluir que no existe y no ha existido nunca (hasta ahora).

banacek

Sin embargo, tampoco puedo decir que la haya inventado. Sé exactamente donde la oí por primera vez. Fue en un episodio de la serie Banacek –el detective polaco-americano- llamado «No Stone Unturned»: una enorme escultura de arte moderno –en piedra y muy pesada- desaparecía casi imposiblemente. La escultura se llamaba «Hombre en gepurtura» y de ahí me quedó la palabra y su asociación con las transformaciones.

Es decir, no es que la escultura ficticia se llamase realmente así –probablemente fuese «Hombre en sepultura» o cualquier cosa ura; tampoco me he molestado en buscar el episodio para ver qué decían- sino que eso oyeron mis oídos infantiles y de ahí pasó directamente a mi memoria a largo plazo. Se me quedó grabada y es una palabra que me ha asaltado periódicamente desde entonces.

Ya está. Admito que es una historia sin moraleja.

(Si no recuerdo mal, la escultura no era realmente de piedra, sino un enorme hinchable. Para robarla sólo hacía falta pincharla y llevársela desinflada. En otro episodio robaban un ordenador con un método similar.)

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