Los falsos documentales IV

Mucho tiempo ha pasado desde que comenzara esta sección, pero es que cuanto más avanzo más complicado resulta ser exhaustivo. A cada paso descubro nuevas piezas que añadir a la colección o incluso que pudieran incluírse en los capítulos ya realizados, y, por si esto fuera poco, los límites establecidos quedan un poco borrosos. Por ejemplo, ¿no se puede considerar que las narraciones de algunos dibujos animados de Disney adoptan la forma de los documentales educativos de la época? ¿No es la fórmula del Correcaminos, con sus carteles descriptivos iniciales, similar a la de los documentales del Discovery Channel? ¿No es la minuciosa descripción de los hechos que realiza el narrador de Amelie casi un seguimiento en forma de documental de las aventuras de la protagonista y de los personajes con que se cruza? ¿Dónde situar el límite entre la utilización de ciertas formas del documental y la adopción de su formato como medio de ficción? Complicada tarea.

Otro excelente capítulo.

LA PÁGINA 36

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Ceguera

«Blindness» is one of the most unpleasant, not to say unendurable, films I’ve ever seen. It is an allegory about a group of people who survive under great stress, but frankly I would rather have seen them perish than sit through the final three-quarters of the film. Not only is it despairing and sickening, it’s ugly. Denatured, sometimes overexposed, sometimes too shadowy to see, it is an experiment to determine how much you can fool with a print before ending up with mud, intercut with brightly lit milk.

Blindness :: rogerebert.com :: Reviews

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After Dark, de Haruki Murakami

Cuando leí After Dark (Tusquets Editores. ISBN: 978-84-8383-101-4. 17,00 €. 256 páginas) por primera vez, hará un año, me quedé con la impresión como si alguien hubiese escrito una novela de Haruki Murakami y luego hubiese retirado cuidadosamente la parte de novela. Y no es una crítica, es un elogio. El resultado se me antojó impresionante y mágico, una especie de obra poética, donde personajes entraban y salían del escenario, se encontraban, hablaban –diciendo más de lo que pretendían- y se separaban. Todo limitado por la noche, desde poco antes de las 12 hasta poco antes de las 7 de la mañana. No importaba tanto lo que pasase después con esos personajes, sino simplemente lo que les había sucedido en su periplo nocturno, que es –estamos hablando de Murakami- un viaje al otro lado.

Releyéndola ahora en español, parte de esa percepción persiste, pero algo más matizada. Muchas de las cuestiones planteadas en la novela no tienen final dentro de la obra, pero alguno detalles muy importantes, relativos a los sentimientos de los personajes, sí que se aclaran. Pero me resultó especialmente llamativo que muchos personajes los recordaba con papeles mucho más importantes y ocupando más espacio en la narración. Sin embargo, no es así. Algunos de los más llamativos aparecen sólo durante unas pocas páginas, pero están tan bien definidos que reclaman más páginas en el recuerdo.

La novela arranca con un narrador –que finge no ser omnisciente y lanza conjeturas continuamente- que nos guía desde las alturas hasta el mundo de la ciudad nocturna. Es la primera de las transiciones al otro lado, habituales en las novelas de Murakami, pero con algunas variaciones. En primer lugar, porque vamos acompañados. En segundo lugar, porque quizá no haya otro lado.

Descendiendo, nos fijamos en una persona como podría haberse escogido a cualquier otra. Se trata de Mari, una joven estudiante que muy tarde ocupa la mesa de un café, leyendo. De pronto, frente a ella se le sienta Takahashi, músico que va a ensayar con su banda. Resulta que Takahashi la ha reconocido: se encontraron unos años antes, en una cita doble con la hermana de Mari, Eri, una joven de espectacular belleza que tiene su propia peculiaridad: lleva dos meses durmiendo continuamente sin querer despertar. En cualquier caso, ellos dos, y casi todas las personas que les rodean, están bloqueados en ese barrio –los trenes han dejado de salir-, barrio que tiene reglas distintas durante la noche.

Y así arranca todo. Los personajes hablan, a medida que ganan confianza examinan sus situaciones vitales y se revelan secretos, se levantan, van a otros sitios, alimentan gatos o se cruzan con otras personas. Como Kaoru, la encargada de un «love hotel» por horas llamado «Alphaville», que pide ayuda para atender a una prostituta china –de la misma edad que Mari- agredida brutalmente por un cliente. Un cliente que también trabaja en ese mismo barrio y que se afana con sus propias rutinas nocturnas. Y mientras tanto, Eri duerme en su habitación, hasta que ella también pasa al otro lado sin darse cuenta.

La novela está construida con un juego virtuoso de paralelismos y encuentros. Hay personajes que repiten sentimientos expresados por otros, hay encuentros fortuitos y cruces que nadie percibe. Hay marcas de leche que se llaman casi como un personaje. Hay mensajes que no alcanzan a su destinatario pero que valen casi igual para la persona que los recibe. Y se entrevé en varios ocasiones el otro lado, un lugar que percibiríamos si atendiésemos unos segundos al espejo o si nos paseásemos unas horas por un barrio nocturno, donde las reglas son diferentes y el tiempo fluye de otra forma. Es más, incluso es posible que la barrera entre mundos –por ejemplo, las barreras que separan los mundos personales de los protagonistas- no sean tan infranqueables como parecen, que sean tenues hasta rozar la inexistencia, que algo de empatía nos permita comunicarnos. Y una vez pasado al otro mundo, ¿es posible volver siendo la misma persona? ¿Es posible comunicarse y no cambiar tu propio mundo?

After Dark es como un sueño y transcurre en las horas que deberíamos estar soñando. Es una especie de viaje de Alicia, que llega a un lugar distinto que sin embargo refleja su realidad (por salir, incluso sale una peculiar reina de corazones). No sucede nada realmente fantástico, excepto lo que la pasa a Eri, que bien podría ser un sueño propio, pero dentro de una novela de Murakami, los normal es de por sí suficientemente fantástico.

En realidad, After Dark va de algo, pero eso es lo de menos. Es ante todo una experiencia, una novela escrita para disfrutar del hecho de leerla y pasar un tiempo con los seres que la pueblan. La segunda vez tanto como la primera.

Libros de Haruki Murakami
[50 libros] 2008

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