Con cuatro temporadas ya, con tantos enigmas abiertos, con un universo tan amplio y tan lleno de posibilidades, olvidé por qué me había enganchado a la serie ya desde el episodio piloto. Pero tras leer Finding Lost (una guía de episodios de las dos primeras temporadas) de Nikki Stafford lo he recordado.
Y no, no fueron los misterios de la serie. Es decir, me encanta el misterio y creo que los guionistas han logrado una atmósfera absolutamente extraordinaria, una historia de vidas vividas en la más absoluta incertidumbre, donde tu mundo puede transformarse de inmediato y donde todo puede volverse del revés. Es más, final de temporada tras final de temporada, han logrado la hazaña de modificar la serie dejándola igual, de ampliar el universo, de introducir nuevos elementos, de trastocarlo sin que el sustrato fundamental –la incertidumbre- se modifique.
Por eso temo tanto a la revelación final de los misterios. Los dos principales –qué es la isla y qué es el monstruo de humo- dicen que se contarán en los últimos episodios de la sexta temporada. Mi problema es que dudo que cualquier explicación pueda estar a la altura del aura de misterio que han logrado, mi temor es que cualquier explicación sea totalmente anticlimática. Cuando dudo de veras a veces deseo que la cancelen antes del final. (En particular, temo que ninguna explicación de ciencia ficción esté a la altura).
Sin embargo, me encantaría que las historias de los personajes tuviesen final, que alcanzasen la conclusión que se supone que deban lograr. Porque eso fue lo que me enganchó desde el primer episodio, esa serie de personajes perdidos en una isla, ese conjunto de vidas que no se sabía cómo eran. Al principio tenías una imagen concreta de cada uno, pero episodio tras episodio, esa imagen –como si de la propia serie se tratase- iba modificándose y en ocasiones se trastocaba radicalmente. De pronto aparecía un personaje destinado a morir pronto que se convertía en un eje central. Y aquel otro que parecía imprescindible moría sin remedio.
Y además, la serie permitía a esos personajes ser héroes de su propia existencia, vivir la vida como la vivimos todos, desde nuestro punto de vista, como si nosotros fuésemos los protagonistas. Antes todo, por mucho que cambie y se rehaga, Perdidos es una serie de personajes. Lo que recordé al leer el libro fue que en la primera temporada se descubría muy poco sobre la isla, pero se descubría un buen montón de cosas sobre los perdidos. Eso fue lo que me enganchó.
Es lo que me sigue enganchando.
No me importan ni la isla ni el humo. Vuelvo porque quiero saber qué pasa con ellos.