En Arnhem
Mi nuevo portátil anda por Arnhem. Según la Wikipedia, eso anda por los países bajos.
Creo que me estoy empezando a poner nervioso, aunque es posible que sea el café.
Mi nuevo portátil anda por Arnhem. Según la Wikipedia, eso anda por los países bajos.
Creo que me estoy empezando a poner nervioso, aunque es posible que sea el café.
En realidad, no está en Shangai, sino que mi nuevo portátil salió de Shangai el sábado por la noche. Ahora, a visitar periódicamente la página de seguimiento de la empresa de transporte. Y por supuesto, porque a la vida le encantan las casualidad, hoy me encuentro con esta tira.
En el coche hay que ponerla continuamente:
Esta mañana me desperté pensando que el mundo era mucho mejor cuando el ISBN tenía 10 dígitos en lugar de 13. Fíjense ustedes que cosa más absurda, porque qué me podrá importar a mí las cifras que pueda tener el ISBN. Pero nada, ahí está la idea insistente. El mundo era claramente mejor cuando el ISBN era de 10 y todo lo posterior ha sido una irremediable degeneración, el declive inevitable desde el paraíso original de mi infancia, mi catábasis si se quieren poner un poco pedantes.
Debe ser cosa de la edad.
No es el único ejemplo. ¿Qué me dicen de «En mi época nos pasábamos el día estudiando, leyendo y respetando a nuestros mayores no como los jóvenes de hoy que no tienen valores, ni conocimiento, ni nada»? No es la única idea así. Hoy, un número asombroso de mis frases empieza con «Yo a tu edad», «En mis tiempos», «Aquellos dibujos animados sí que valían la pena» o «Antes no tenía que ir tantas veces al baño por la noche». El lagarto Juancho me empieza a parecer un icono cultural a la altura de las grandes figuras del siglo veinte. ¡Un museo para Juancho ya! Y no hablemos ya de Pepepótamo.
Lo repito, debe ser la edad.
Y no es que sienta la edad. Me siento tan falto de experiencia y tan poco preparado para enfrentarme al mundo como ayer. Pero sí que siento ya la magnitud del número: simplemente, ha pasado mucho tiempo desde que nací. Aunque por otra parte, conozco a una persona que cumple hoy 89 años, lo que corrige buenamente la perspectiva.
Y por si me hacía falta más perspectiva, da la casualidad que comparto cumpleaños con Joss Whedon (él es tres años mayor), el genio creador tras Buffy, Angel y Firefly. Todo un hombre de provecho con una obra que se compara con Dostoyeski y Sartre (lo he leído en una tesis). Es un poco como compartir cumpleaños con un hircocervo resultado de cruzar a Proust con Multivac tras añadirle rasgos Krell. Es imposible competir.
Hoy quería escribir algo un poco en serio. Ya saben, una de esas tiradas sobre el mundo y tal, sobre la próxima destrucción de internet (las balas le pueden a los bits aleatorios, es mi nuevo grito de rendición) o sobre cómo vamos a morir por el cambio climático. Pero no me atrevo. Temo que en cualquier momento me ponga a decir que yo vi jugar a Maradona -como si eso fuese un triunfo-, aunque jamás vi jugar a Maradona y odio el fútbol. Es decir, temo empezar con un «en mi época». Y asumo que eso no lo quiere oír nadie.
Ah, el coche, cierto, se me olvidaba. A pesar de los escépticos, lo del coche a los 40 era verdad. Aquí está:
Admito que es un poco más pequeño de lo que había esperado. Pero supongo que efectivamente cumple con lo de «Mercedes chulo al cumplir los 40». La verdad es que queda bien en la estantería.
Con la puerta abierta:
La gran opereta de Gilbert y Sullivan.
Un selección:
La versión del actor secundario Bob:
Y la exquisitez: la versión de Whorf, Picard y Data.