#15 The Third Policeman de Flann O’Brien

Yo pensaba, en serio, que Peace de Gene Wolfe era la novela definitivamente sobre este tema, que con esa idea no se podía escribir nada mejor. Pero resulta que el señor O’Brien, con varias décadas de adelanto, ya le había superado.

Después de volver a casa -tras pasar por un internado- un joven -obsesionado con la obra de un sabio demente llamado de Selby-, con la colaboración del hombre encargado de cuidar de la casa familiar, comete un robo seguido de asesinato. Tres años esperan los dos cómplices renuentes, sin separarse el uno del otro, para recuperar el botín, no sea que les pillen por impacientes. Por tanto, un día regresan a la casa del muerto y…

Y empiezan a pasar cosas bien raras. El muerte reaparece y el joven -innominado- se encuentra en un pueblo extraño donde la lógica parece haberse ido de vacaciones y el sentido común es efectivamente el menos común de los sentidos. También conoce a su alma -se llama Joe- con la que mantiene más que interesantes conversaciones. Las extravagantes enseñanzas de de Selby le son de especial ayuda para no entender el mundo al revés en el que se encuentra y aparecen citadas con generosidad. Claro está, perdido, hace lo que cualquiera haría tras haber matado a un hombre e ir a recuperar el botín: recurre a la policía. No hay policía en la isla, dirás ustedes, pero ésa es otra historia.

Y la policía está formada por dos agentes todavía más raros que el pueblo en sí y que tienen todo tipo de teorías y se dedican a fabricar todo tipo de cacharros siguiendo esas teorías. Incluso disponen de una cueva en la que el tiempo se detiene y en la que hay un armario del que puedes sacar cualquier cosa que desees. Siempre, claro, que no intentes a su vez sacar de la cueva ese oscuro objeto del deseo.

También está lo de las bicicletas. Las bicicletas son un grave problema en esta novela. Me atrevería incluso a decir que son un problema sexual. Baste decir que si vas demasiado en bicicleta acabas absorbiendo átomos de bicicleta y te conviertes en uno de esos vehículos. Las bicicletas incluso actúan por sí solas, pero, no hace falta decirlo, muy despacio. Ni que decir tiene que a las bicicletas se les da muy bien acechar.

No les cuento más, porque hacerlo sería estropearles gran parte de la gracia. No tanto lo que sucede como el orden en el que suceden los hechos. The Third Policeman es un libro surrealista y fantástico que usa una lógica onírica para contar algo muy serio. La historia que cuenta cobra un maravilloso sentido en la última página. No es que se explique, que no se explica, sino que se explica; no sé si me explico.

También debo destacar el delicioso sentido de la ironía con el que está contado este libro (tengo citas, por cierto). El engarce de las frases es una absoluta gozada. Una escrupulosa obra de orfebre donde nada sobra y todo está dispuesto para provocar el máximo efecto irónico y algo cómico. Los personajes hablan y sus palabras no tienen sentido, pero como que sí lo tienen, pero en cuanto apartas la vista te parece que han hecho un chiste; quizá a tu costa. En realidad, The Third Policeman es una pesadilla contada como si fuese una comedia. Y es más terrible cuando resulta más cómica.

Y sí, el tercer policía se hace bastante de rogar.

[50 libros] 2007

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Mis series del 2007 (I): Extras

Andy Millman es extra, es decir, uno de esos figurantes que en una película se limitan a estar de fondo en plan mueble, sin decir nada. No es actor, aunque le gustaría serlo. Pero la vida de extra es muy dura y el salto a ser actor de verdad (con frase) está muy complicado. Como sabe bien Maggie, la gran amiga de Andy, que también es extra y más bien ingenua y un poco cortita. O como sabe bien Darren, el agente de Andy, un incompetente como pocos.

La serie lo que cuenta son las penalidades de Andy mientras intenta salir de su vida de extra y, ya en la segunda temporada, lograr la fama verdadera. Mientras tanto se mete en situaciones grotescas, humillante y en ocasiones vergonzosas. A veces, tiene que ser testigo de esas mismas situaciones en otras personas, lo que se demuestra no menos vergonzoso, grotesco o humillante. Pero lo habitual es que las situaciones estén planteadas con mucha inteligencia y sirvan para apuntar a blancos más altos: el racismo, por ejemplo, o la religión.

Extras es una comedia despiadada pero que sin embargo no es cruel. Es una comedia muy realista que corta las situaciones en cuanto empiezan a cruzar el punto de no retorno al absurdo. Andy es un tipo perfectamente normal e inteligente que comprende de inmediato que se ha metido en un lío o que está en una situación imposible. La gracia de la serie radica en que de tapadillo mete alguna observación mordaz sobre el universo de nuestras relaciones con los demás. Porque las penalidades de Andy, o sus amigos, no distan mucho de las que pudiese sufrir cualquier persona.

Otra cuestión es la de los actores que hacen cameos en la serie, interpretándose a sí mismos como versión opuestas de, espero, sus personalidades reales. Kate Winslet -vestida de monja- lanzando un chorro de obscenidades, Ben Stiller haciendo de director egomaniaco, Robert de Niro fascinado con un bolígrafo con mujer desnuda, Patrick Stewart contando su idea para una película: una sucesión de escenas con mujeres a las que puede desnudar con sus poderes mentales, Orlando Bloom persiguiendo desesperadamente a Maggie porque ella es la única mujer que no siente atraída por él…

Extras quizá se pueda entender mejor como un híbrido curioso entre un drama y una comedia. El ejemplo perfecto de lo que quiero decir se da en la segunda temporada. Andy ha encontrado por fin el éxito con una comedia cutre para televisión, lo que él considera profundamente humillante. Comete el error de contarle su situación a David Bowie, quien comienza a componer y a cantar allí mismo una canción sobre su éxito falso. La situación no podría ser más humillante para Andy y más graciosa para los presentes, pero después de todo, el que canta es David Bowie. ¿Que te humille David Bowie es mejor o peor?

En la segunda temporada, como decía, la situación de la serie cambia un poco y Andy alcanza el éxito. Es un éxito mediocre que ofrece mucha oportunidades para hacer agujeros en la idea de la fama y para discutir muy inteligentemente lo que significa. Pero se perdió cierto puntito curioso al dar ese paso. Creo que la primera temporada, con Andy ocupando el escalón más bajo del mundo cinematográfico, es la plasmación más perfecta de la idea, la que ofrece más posibilidades cómicas y trágicas.

Extras es una comedia inteligente. Y como tal, inevitablemente, incluye algo de melancolía. Pero el resultado es soberbio y también la mejor serie que he visto este año.

Mis series del 2007

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