Minutos musicales: Manhattan
Qué versión más divertida.
Qué versión más divertida.
La gente de Nosolorol nos ha enviado (al grupo que jugamos habitualmente) un ejemplar de su juego de cartas Dead End. Creado por Ángel Paredes y Manuel J. Sueiro e ilustrado por David Llorente, pueden jugar entre 2 y 5 jugadores y la partida dura aproximadamente una hora. Cada jugador lleva un grupo de superviviente (al principio tres, aunque pueden ser más) que recorre diversas localizaciones. La idea es encontrar un medio de huída (helicóptero, jeep o velero) y conseguir suficientes localizaciones relacionadas con el medio de transporte. Alternativamente, un jugador puede intentar huir a pie.
Todo se complica por distintas cartas que van cambiando el juego, permitiendo soltar zombis, desatar plagas o entorpecer de distintas formas la vida de los demás jugadores. Por supuesto, también hay armas clásicas como la sierra mecánica o el hacha. Una curiosa del juego se da cuando muere un jugador. En ese momento, pasa a ser jugador zombi y gana la partida si consigue eviar que ganen los demás.
Por el momento, sólo he podido leer las reglas y consultar los foros (BSK y Nosolorol).
Powered by Twitter Tools.
Estoy acumulando películas japonesas para ver. Anoche, puse en el DVD After Life de Hirokazu Koreeda. Mi intención no era ver la película (tengo algo de trabajo), sino más bien catarla un poco, ver cómo empezaba y eso. Pero está tan bien hecha, es tan profundamente hermosa y está dirigida con tal absoluta sencillez que simplemente no pude parar; una de esas películas de casi dos horas que pasan en un momento. Extraordinaria.
El arranque es el siguiente: los recién fallecidos pasan por una estación de tránsito donde, con la ayuda del personal residente, deben escoger un único recuerdo. Luego cada fallecido se podrá llevar ese único recuerdo a la eternidad.
Acabo de terminar de leer mi libro 42 y ya se sabe que el 42 es un número muy especial; según Douglas Adams es la repuesta a la vida, el universo y todo lo demás. Lo divertido es que el libro ha sido The Science of Doctor Who de Paul Parsons. Al terminarlo, me di cuenta de que había una relación: Douglas Adams fue guionista de Doctor Who.
Más curioso todavía, el año pasado mi libro 42 fue The God Delusion de Richard Dawkins, que también tiene relación con Douglas Adams y Doctor Who. Richard Dawkins era amigo de Douglas Adams y en una fiesta organizada por él, Dawkins conoció a su actual esposa, la actriz Lalla Ward. Lalla Ward interpretaba en Doctor Who a la segunda encarnación de Romana, compañera del Doctor.
Creo que tengo lo suficiente para montarme una religión.
En Boing Boing me encuentro este gran vídeo de 1966 sobre el maravilloso mundo del futuro de 1999, cuando tendríamos terminales en casa que nos permitirían hacer la compra sin movernos de la silla, pagar las facturas online e incluso comunicarnos con todo el mundo con nuestra propia oficina de correo. Como predicción no está nada mal. Pero como dice el artículo, les fallan los roles sociales, ya que sigue asumiendo la misma división sexista: la mujer gasta y gasta mientras el maridito se preocupa por las facturas. Es el problema perenne de la ciencia ficción: predecir la tecnología lo hace más o menos bien, salirse de los estereotipos sociales se le da bastante peor.
Confieso que una de mis razones para desear visitar Tokio (estoy ahorrando) es pasar por el museo Meguro de parásitos. La cosa se me quedó grabada desde que leí un par de libros sobre parásitos (Parasite Rex de Carl Zimmer y New Guinea Tapeworms and Jewish Grandmothers: Tales of Parasites and People de Robert S. Desowitz) mientras simultáneamente programábamos un viaje a Japón, que no pudo ser, y en una de las guías encontré el museo.
Bueno, a lo que iba. Me he encontrado con Friday Parasite #41: The Parasite Museum que ofrece una idea de lo que es visitar el museo:
But the one thing that really makes the exhibits work is that most of them contain real specimens. Specimens are displayed in jars, petri dishes, embedded in lucite, and spread out on wall mounts (like the 28 foot long tapeworm pulled out of a Japanese man who ate an infected Pacific salmon). Some of them are (disturbingly) preserved in situ so you can see how they affected their host’s tissues. The museum’s website claims that they have 300 specimens on display, but it seemed like far more, especially with an 11 year old along who loudly proclaimed exactly how gross each one looked.
Por cierto, en la tienda del museo venden varias cosas chulas. Aparte de camisetas con parásitos, también venden un llavero del que cuelga un Anisakis de verdad. Lástima que no vendan por internet. Se lo tendré que pedir a Antonio la próxima vez.
(vía The Loom)
El cartel promocional de Blue Harvest (dicen que es una referencia), el episodio que Padre de familia dedica a Star Wars:
Giggity giggity goo.