Harry Potter and the Deathly Hallows, ya

La verdad es que gana mucho a partir de la página 300. El principio se hace un poco lento. Comprendo que está obligada a tenerlos dando vueltas un rato, pero quizá se podría haber resumido. Pero en cuanto entra en materia, la cosa ya es imparable y resulta casi imposible dejar de leer. La verdad es que me ha gustado bastante y no recuerdo disfrutar así de un libro de Harry Potter desde el tercero.

El final me ha gustado mucho. Incluso me gusta el epílogo. Ciertamente, no es el final que yo esperaba, pero encaja bastante bien y se revela una buena imagen global de lo sucedido. Harry sigue siendo un poco tonto -esa manía suya de desconfiar en cuanto no le hacen el gusto- y es demasiado bueno para ser el mejor personaje. Creo que como personajes, Dumbledore y Severus Snape son los más logrados.

Mi veredicto final es que Rowling ha sabido terminar. La saga esta completa y le ha quedado bastante redonda. Los misterios principales están resuelto y al fin conocemos las motivaciones de todos. Ahora el primer libro ya no se podrá leer igual.

Por cierto, estoy de acuerdo con lo que dicen en que la mejor frase del libro es:

NOT MY DAUGHTER, YOU BITCH!

Sobre todo por quién la dice y lo que pasa a continuación.

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1 pregunta: Enrique Dans

El blog de Enrique DansEnrique Dans, responsable de El blog de Enrique Dans y conocido comentarísta tecnológico y empresarial, responde a esta entrevista de una pregunta.

¿Por qué eres optimista sobre el futuro del mundo tecnológico e internet?

La verdad es que no me considero especialmente optimista, sino simplemente pragmático. Creo más bien en pocas cosas, y en las que creo lo hago porque me demuestran su fiabilidad a la hora de los resultados. Creo en las curvas de difusión de tecnología y conozco sus parámetros fundamentales, creo en la ley de mercado, creo en el sentido común… Lo que Internet tiene de gran ventaja para un académico es el ser como una especie de cámara de alta velocidad, como un botón fast-forward que le permite vivir y replicar procesos que antes tardaban años y años, que había que estudiar con una enorme perspectiva histórica. Hoy podemos ver la evolución de sectores enteros en unos pocos años, y además lo hacemos en un entorno de información casi ilimitada, disponible a golpe de un clic.

Semejante perspectiva permite calcular probabilidades de adopción en procesos de difusión tecnológica en muy poco tiempo, puedes ver las curvas sigmoideas elevarse como serpientes, subirse unas encima de otras en procesos aparentemente caóticos y desordenados, pero que en realidad siguen una coreografía predecible. La posibilidad de ver esos procesos en el contexto de ese «entorno histórico comprimido» y de hacerlo sacudiéndome toda concesión a la inercia, cuestionándote siempre la «manera en que se supone que deben funcionar las cosas», es lo que hace que muchas veces se me juzgue como optimista. Pero en realidad, no se trata de optimismo en su acepción primera del diccionario, «propensión a ver y juzgar las cosas en su aspecto más favorable», sino en la segunda: «doctrina filosófica que atribuye al universo la mayor perfección posible». Se trata de creer que determinadas leyes que gobiernan la evolución de la tecnología y del mundo en general no son fruto de la casualidad, sino de una serie de parámetros que pueden ser estudiados y determinados. Y que si bien se puede contravenir dichos parámetros, actuar en contra del sentido común durante un cierto tiempo por la vía de la imposición, la ley o la política, siempre la inevitabilidad y la razón, acaban abriéndose paso.
En ese sentido admiro, por ejemplo, a académicos como Clayton Christensen, porque además de defender esta misma visión, son capaces de estructurarla y explicarla: lo que en mis entradas, clases o conferencias queda como un conjunto de predicciones expresadas con la misma fiabilidad que las de la Bruja Lola, en su trabajo quedan enmarcadas en un preciso y precioso modelo que puede ser entendido con la sola ayuda del sentido común. Por el momento, disfruto enormemente con lo que hago, pero me limito, en mi trabajo como académico y divulgador, a intentar ser una «fuente de ideas y sugerencias para otros»: entender algo antes que otros, adelantarme al gran público en la experimentación de muchas cosas, e intentar explicarlo de manera que se entienda con facilidad, que se interiorice, que se convierta en creencia firme. Pero eso, como tantas otras cosas en la vida, es parte de un proceso de maduración personal.

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Buffy y las mejores series de ciencia ficción

Una encuesta de Radio Times (3.000 votaciones) ha producido una lista de las mejores series de ciencia ficción de toda la historia. Eso sí, prohibieron votar por Doctor Who porque hubiese ganado de calle (después de todo, la hicieron en el Reino Unido).

Lo curioso es encontrarse en el quinto puesto a Buffy cazavampiros a pesar de que no es una serie de ciencia ficción. Los veinte primeros de la lista:

1 Red Dwarf 2 The X Files 3 Lost 4 Life On Mars 5 Buffy The Vampire Slayer 6 Star Trek: The Next Generation 7 Stargate SG-1 8 Star Trek 9 The Hitch-Hiker’s Guide To The Galaxy 10 Quantum Leap 11 Heroes 12 Blake’s 7 13 Twin Peaks 14 V 15 Torchwood 16 Babylon 5 17 The Prisoner 18 Battlestar Galactica 19 Thunderbirds 20 Lost In Space.

Enano rojo en primera posición está muy bien. Lo más asombroso de esa serie no es que sea una comedia de ciencia ficción, sino que además sea buena ciencia ficción. Perdidos ocupando el tercer puesto es un poco injusto, considerando que todavía no ha terminado. Lo más probable es que el resultado final sea brillante, pero nunca se sabe. Que Héroes pueda estar en la lista de lo mejor de algo me resulta incomprensible. La serie Life on Mars no la conozco de nada. La trama, policía del presente transportado al futuropasado, no llama mucho la atención.

Curiosamente, la mejor serie de ciencia ficción de todos los tiempos está en el puesto 17.

(vía WHEDOnesque)

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Buddhabrot

No conocía yo el Buddhabrot (llegando al final). Para que luego digan que leyendo bitácoras no se aprende nada. Se trata de una representación del conjunto de Mandelbrot:

In the Buddhabrot, what you do is look at values of C which aren’t in the mandebrot set. For each point m(i,C) before it escapes, plot a point. That gives you the escape path for the value C. If you take a large number of escape paths for randomly selected values of C, and you plot them so that the brightness of a pixel is determined by the number of escape paths that cross that pixel, you get the Budddhabrot. It’s fascinating because it reveals the structure in a particularly amazing way. If you look at a simple unzoomed image of the madelbrot set, what you see is a spiky black blob; the actually complexity of the structure isn’t obvious until you spend some time looking at it. The Buddhabrot is more obvious – you can see the astonishing complexity much more easily.

El resultado es bien mono:

buddhabrot.jpg

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