Hoy, esta bitácora cumple, oficialmente, 5 años. Mucho tiempo, la verdad. Antes tuve una muy efímera, pero ésta actual es la que considero la oficial y legítima. Todo empezó con un proyecto para clase y me pareció buena idea usarlo como acicate para un proyecto que quería emprender desde hace tiempo. Como en aquella época no había sistema de bitácora que me convenciese, escribí el mío propio, en Java, porque me pareció un ejercicio interesante. Desde hace poco, el sistema ha pasado a ser WordPress, que me parece de tal comodidad que desconcierta que no haya alcanzado la dominación mundial.
Pues bien, quiero anunciarles que a partir de las 12 del mediodía de hoy, dejo de actualizar esta bitácora. Lo que ya está escrito, quedará aquí para deleite, beneficio y edificación de generaciones futuras.
La razón es muy simple: ya no se puede hacer más de lo que ya he hecho.
He visto cosas que vosotros no creeríais. He sido invitado a congresos bitacoreros en Ulan Bator sobre «bitacoreros y gente sin apellidos» y he sido testigo de titánicas luchas que conmocionaron los cimientos del cosmos. En una ocasión, una viejecita me reconoció en el metro. «Tú eres Eduardito, el de Carmencita, el butronero» me dijo, y yo dije que sí, porque, francamente, me gusta que me reconozcan y aprecien mi labor. He sido tantas veces portada de los periódicos que podría empapelar toda la casa y me sobraría para las casas de otro par de bitacoreros. Mis labores bitacoreras, como jefe de mi imperio bloguero, me obligan a viajar a tantos países exóticos, que han tenido que crear algunos nuevos para que yo pueda seguir explorando lugares inexplorados. Es más, he alcanzado la asombrosa cota de gurú de la blogosfera. Por ejemplo, si digo, «los enlaces entrantes son hipertrofias pleonásmicas de sensibilidad topométrica, tienen color rosa y saben a helado de fresa», instantáneamente mis lictores se pelean por dar fe de la veracidad, perfección, excelencia, superioridad y esplendor de mis palabras. ¿Qué más se puede pedir? Vale, se puede pedir un buen Oporto, pero la pregunta era retórica.
Por supuesto, lo mejor de estos cinco años ha sido la gente. Sin la gente no se puede hacer nada. La gente es la sal de la vida y la pimienta del sueño. La gente es maravillosa. La gente es gente y la mitad de la gente sigue siendo gente. La gente nunca hace lo que harías tú, pero para eso es la gente, para llevarte la contraria y cruzar los pasos de peatones sin mirar. A la gente, muchas gracias.
Es asombrosa la cantidad de amigos que se puede hacer en cinco años, gente a la que apenas conoces por la pantalla del ordenador y los medios postales modernos para comunicarse. También es asombrosa la cantidad de llamadas que puedes recibir a altas horas de la madrugada. Gente, maravillosa gente, estupenda gente, que te pregunta cómo desatascar el desagüe (una vez comenté en una entrada que tenia desagüe en casa lo que automáticamente me convierte en experto). ¿Se puede tener más satisfacción? Vale, 100.000.000 de euros en el banco, pero la pregunta era retórica.
En suma. Que ya lo he hecho todo. Ya he escalado todas las montañas. He bajado a todos los abismos. He explorado todas las cunetas. He caído redondo en todas las aceras tras una borrachera. He aprobado todos los exámenes. He encendido todas las cerillas. He apagado todas las velas. He manipulado todos los mercados de valores. He jugado a todos los solitarios. He besado a todos los bebés. He reparado todos los motores. He empujado todas las lanzaderas espaciales. En suma, ya no quedan mundos por explorar. Se ha descubierto todo. Ya no queda nada por patentar. Es imposible que el abejorro vuele.
Cuando estás a uno o dos centímetros del suelo, es mejor dejarlo, porque evidentemente no vas a llegar más alto. A menos que seas Sísifo y te guste subir y bajar el montículo interminablemente empujando algo. No sé, una monda de papa, una piel de naranja, aquel anillo al que tu madre le tenía tanto aprecio. Por cierto, ¿dónde habrá quedado ese anillo? ¿Dónde lo vi por última vez? ¿Fue en la boda de la tía Encarna? Tengo que preguntar.
Pues eso. Aquí concluye la andadura. Pronto les invitaré a compartir mi nueva pasión: la entomología forense. Tengo ya miles de fotos de larvas comiendo.
Gracias a todos.