1 pregunta: Maximiliano Corredor

EvolucionariosMaximiliano Corredor, responsable de Evolucionarios, responde a esta entrevista de una pregunta.

¿Qué tiene de novedoso y positivo hacer divulgación científica desde una bitácora?

Hacer divulgación científica desde una bitácora no se diferencia demasiado de hacerlo desde una revista más o menos especializada. Por ejemplo Stephen Jay Gould publicaba con regularidad en Natural History y muchos de sus ensayos fueron luego recopilados en formato de libro. Pero si Gould hubiese mantenido una bitácora, los lectores interesados sólo en sus artículos no tendrían que haber comprado la revista entera, ni haber esperado hasta la publicación de los libros recopilatorios. En este sentido las bitácoras son incluso mejores medios para la divulgación científica. En cierto modo puede verse al autor de un blog como el editor de su propia revista. Esto en sí mismo puede representar una ventaja, al agrupar en un único sitio el material que tradicionalmente se encontraría repartido en varias publicaciones. Siguiendo en el área de la biología evolutiva, Carl Zimmer, autor de numerosos libros es un articulista que colabora con varios periódicos y revistas pero a través de su bitácora podemos acceder a todos sus trabajos además de a material inédito en otro formato.

Pero la principal ventaja que supone el nuevo formato es que la comunicación no es unidireccional, el lector puede dejar sus comentarios, con sus preguntas o dudas y el autor puede de este modo aclarar los puntos más oscuros de su ensayo, o incluso rectificar algo en lo que pudiese haberse equivocado. Por supuesto en los medios tradicionales siempre cabía la posibilidad de escribir cartas al direcor o directamente al autor, y esperar que las publicasen, pero ahora esto es mucho más fácil e inmediato.

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Entrevistas de una sola pregunta

La idea de entrevistas de una sola pregunta creo que se la leí­ originalmente a Darren Rowse en su One Question Interview Series. Me pareció una idea divertida. Así­ que voy a intentar implementarla. Pero en mi caso, aspiro a que la pregunta sea diferente para cada individuo (en su caso, la pregunta era siempre la misma). Empecemos:

  1. Maximiliano Corredor
  2. Fabrizio Ferri Benedetti
  3. Javier Candeira
  4. Enrique Dans
  5. José Carlos de Diego
  6. Álvaro Pons
  7. Concepción Cascajosa
  8. Fernando Tricas
  9. Josep Maria Allué
  10. Héctor Milla
  11. Rafael Marín
  12. Antonio Delgado
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Haciéndome un juego

Me estoy haciendo un juego. Voy lento, porque lo estoy haciendo por el método más complicado. El juego es L’esprit de Marie Antoinette un juego de cartas creado por WKR. La temática -fabricar perfumes- me llamó la atención.

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Me va a llevar un poco de tiempo, porque creo que lo estoy haciendo de la forma más lenta posible. Las cartas vienen en un PDF de 14 páginas con 9 cartas por páginas. Por tanto, lo que he hecho es imprimir las páginas sobre hojas adhesivas de tamaño completo que compré en una papelería. Luego voy recortando cada carta y la pego sobre la carta de una baraja barata que encontré en una tienda de bajo precio (creo que el método se lo leí al propio WKR). El resultado queda bastante sólido en la mano y da la impresión que se podrá jugar muy bien.

Pero voy a tardar. A menos que encuentre una guillotina.

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Diálogos con Leucó, de Cesare Pavese

Diálogos con LeucóLuciano en sus diálogos mostraba lo ridículo de los dioses, sus mezquindades cotidianas, lo estúpido y falso de sus pretensiones, la mugre tras la excelsa fachada del Olimpo. No era de extrañar. Se escribieron en una época de liberación, justo después de haber descubierto que los dioses no tenían nada que decir ni decidir, que el destino pertenecía sólo a los humanos.

Aunque ese destino consistiese en volver a situar a los dioses en su altar.

Los diálogos de Cesare Pavese tienen un carácter muy diferente. Parecen escritos desde un mayor escepticismo, sabiendo que todo derrocamiento de los dioses es ilusorio, que la batalla, aunque se gane, se pierde siempre. Son textos crepusculares, que relatan escenas lejos de los momentos de gloria, cuando ha pasado la época de las heroicidades. Teseo, por ejemplo, en su intervención ya ha matado al Minotauro y acaba de cometer la traición de abandonar a Ariadna. Y Jasón rememora como anciano su tumultuosa relación con Medea. En el segundo de los diálogos, «La quimera», el que otrora fuese héroe se arrepiente de haber matado monstruos y llama ahora a los dioses a medirse con él.

El destino y la memoria son dos temas obsesivos en estos diálogos. Reaparecen continuamente y es raro el personaje que no hace referencia a ellos en algún momento. Los dos están descritos como elementos que confieren humanidad. Los dioses no conocen la memoria y los hombres son capaces de convertir el destino en recuerdo. El orden —legislativo por haber sido establecido por Zeus, pero inhumano, por haber sido establecido por Zeus— de las cosas destruye en ocasiones la sensación de tener una vida. Así se lamenta Edipo, ciego y huido de Tebas, que «cualquier cosa que haga es destino» y lamenta la suerte que le convirtió en rey.

El destino sobre todo entendido como la muerte. Muchos de los personajes han muerto o están a punto de hacerlo. Lo inevitable de la muerte, los rituales que pueden garantizar la resurrección, la misma muerte de los dioses o de las cosas permea también estos diálogos.

Y hay, empero, rebeldía. Después de todo, reconocer la existencia de los dioses, aceptar el destino que imponen, no impide la protesta. Contemplando las hogueras encendidas y hablando de sacrificios humanos, un hijo comenta: «¿Qué necesidad tienen de que se queme gente viva?». A lo que el padre contesta: «Si no fueran así, no serían dioses. ¿Cómo quieres que pase el tiempo quien no trabaja? Cuando no había amos y se vivía con justicia, era preciso matar de vez en cuando a alguien para que disfrutaran. Son así. Pero en nuestros tiempos, ya no lo necesitan. Somos tantos los que vivimos mal, que les basta mirarnos.»

Diálogos con Leucó son pequeñas reflexiones sobre la condición humana, alegre y fugaz, breve e intensa, escritas cuando el orden ha quedado reestablecido y se siente su poder. El mundo ya es viejo y la memoria pesa. Son textos tranquilos, introspectivos y, ante todo, hermosos. Y también justos, pues el mendigo que escucha la triste narración de Edipo no puede por menos que responderle que al menos él fue rey.

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