Los 8 juegos de Granollers

Hace poco se falló el Primer Premio Ciutat de Granollers de creación de juegos, un galardón encuadrado dentro de la Feria Jugar X Jugar que se celebró en esa ciudad de 17 al 20 de mayo. Lo ganó un juego llamado El Mercado de Tlatelolco de Víctor Melo.

El premio es una de esas grandes iniciativas en la que había ocho finalistas. Y la verdad es que me han quedado muchas ganas de jugar a varios. Sobre todo, a El Mercado de Tlatelolco (Víctor Melo), Pastura (Xavi Bonet y Mertxe Iglesias) y Fiebre del sábado gótico (Santiago Eximeno).

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Recomendaciones para el 100

Resulta que tengo 99 juegos y expansiones en mi colección (la lista completa de mis juegos). Como el 100 parece así un número importante, me he decidido a pedir consejo sobre cuál debería ser el próximo juego a comprar. Planteé la pregunta en la BSK y ya tengo un buen montón de respuestas interesantes (me las he mirado todas y la verdad es que hay juegos muy chulos). Pero me gustaría tener más recomendaciones.

Eso sí, un par de detalles. No me gusta el Memoir ’44 y asumo que tampoco me gustará ningún juego que use un sistema similar. Juegos clásicos como Ajedrez y demás ya están cubiertos por otros medios.

Pues eso. ¿Recomendaciones?

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Sweet Juniper’s Fabulae Urbana

Tenemos el libro anterior del autor, un alfabeto ilustrado con graffitis de la calle, bastante chulo. Pero Sweet Juniper’s Fabulae Urbana es todavía más curioso. Un alfabeto con Graffitis, sí, pero con temática mitológica. Ideal para enseñar a cualquier niño pequeño.

alfabeto mitológico

Se puede comprar en Lulu.com. También se pueden ver todas las fotos.

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Ciencia o vudú: De la ingenuidad al fraude científico de Robert L. Park

Publicado originalmente en El archivo de Nessus, 2001.

Ciencia o vudúEl título en español de este libro, Ciencia o vudú, introduce una ambigüedad que no existe en el original. No se trata en ningún caso de intentar decidir qué es ciencia o qué es vudú, sino de caracterizar, analizar y, por supuesto, quitar toda legitimidad a eso que el autor llama «Ciencia vudú», aquella afirmaciones que revestidas de un ropaje científico carecen realmente de fundamento, no han sido adecuadamente demostradas o simplemente son un fraude.

No se trata en cualquier caso de un libro de divulgación científica, ni siquiera de un libro sobre la ciencia que ha salido mal. Se sitúa claramente como un volumen de desenmascaramiento, que en cualquier caso pretende demostrar como el abandono de las mínimas reglas científicas, en lo que tienen de mecanismo de autocorrección para evitar el error, lleva en muchas ocasiones al engaño bien intencionado y en muchos casos al fraude. Eso sí, en el proceso debe explicar muchos hechos científicos, siguiendo la tradición de los libros de Martin Gardner.

Por tanto, quizá sorprenda a los aficionados a este tipo de libros, y somos muchos, que las referencias a la astrología y a los ovnis sean muy pocas y dispersas. Desde el punto de vista del autor, y el mío propio, esos son temas tan claramente alejados de cualquier discusión racional y científica que no merecen mayor tratamiento o consideración. No, lo que interesa a Park es esa zona en la que la ciencia real se solapa con lo seudocientífico, involucrando a la salud, la economía y la política. Por esa razón, el tratamiento del tema ovni aparece en el contexto de como el secretismo del estado alienta ese tipo de creencias.

Valoración: 4 estrellas de 5

Gijalbo Mondadori. Barcelona. 2001. Título original: Voodoo Science (1999). Traducción: Francisco Ramos. PVP: 2.200 pesetas (13,22 €). 336 páginas. ISBN: 84-253-3595-7.

Ahondando aún más en el libro, lo que interesa sobre todo a Robert Park no es tanto la idea seudocientífica en sí, sino el proceso por el cual ideas absurdas van creciendo como bolas de nieve hasta convertirse en amenazas para la salud -como la homeopatía-, en fraudes en toda regla -como las máquinas de movimiento perpetuo-, en vergonzosos episodios científicos -como la fusión fría-, en escándalos periodísticos -las líneas de alta tensión- o en gastos escandalosamente altos con un origen político pero que se espera justificar con argumentaciones científica -como el caso de la estación espacial internacional o el escudo guerra de las galaxias. Orgullo personal, secreto gubernamental, ignorancia científica y deseo de dinero en distinto grado se combinan para producir una “ciencia vudú” en toda regla.

Tomemos, por ejemplo, el caso de la fusión fría. Lo que debió haber sido una investigación científica perfectamente normal, que debió haberse canalizado por los medios científicos habituales, se transformó por la forma en que fue manejada, con ruedas de prensa y secretismo, en una vergüenza hasta convertirse, hoy en día, en algo cercano a una secta. La búsqueda de fama y dinero, la rivalidad entre químicos y físicos, y los deseos de notoriedad personal convirtieron a la fusión fría en uno de los grandes fiascos científicos del siglo XX. El relato de Park es extremadamente crítico, de forma que no sólo explica los problemas científicos de los distintos experimentos relacionados con la fusión fría, sino que también acusa directamente y señala con el dedo a los diversos culpables del desastre.

Otro ejemplo al que se dedica mucho espacio es el de las diversas propuestas para construir máquinas de movimiento perpetuo. ¿Quién no ha ideado un esquema así? Al conocer por primera vez la existencia de motores y generadores, nada más natural que concebir el esquema de conectar un motor eléctrico a un generador, de forma que la corriente producida por el generador alimente al motor y éste a su vez mueva el generador que produce la corriente que lo alimenta. Por desgracia, tal proyecto no puede funcionar, por la oposición de las muy bien establecidas leyes de la termodinámica. Esas leyes prohíben las máquinas de movimiento perpetuo y nadie ha conseguido jamás construir una (en el principio, la búsqueda de máquinas de movimiento perpetuo fue precisamente lo que ayudó a establecer las leyes de la termodinámica).

El caso que se documenta en el libro es el de Joseph Newman que insiste en que se le permita patentar un dispositivo de ese tipo. Es un relato triste de autoengaño, estupidez política e incapacidad científica para explicar llanamente por qué tal cosa es imposible. La petición, extremadamente razonable, de la oficina de patentes americana exigiendo tener en custodia un prototipo que funcione ininterrumpidamente durante un año (considerando que en principio, dejando de lado los desgastes, tal dispositivo debería funcionar eternamente) es recibida con una negativa y se intenta obtener por vía del congreso lo que no se puede conseguir por el camino correcto. Otros personajes que hacen afirmaciones similares recorren el libro, y el autor explica pacientemente, aunque con evidentes dosis de irritación antes lo que parecen engaños deliberados, los verdaderos fundamentos científicos tras esas máquinas. Al final reflexiona que nadie ha ganado apostando contra las leyes de la termodinámica.

En un momento dado, el autor se pregunta cómo es posible que esas personas no sepan que están engañando. Se puede comprender que uno cometa un error y en la euforia de creer haber realizado un gran descubrimiento exagere los logros. Pero posteriormente, con los ánimos más calmados, ¿cómo es posible que no se vea que aquella máquina acaba parándose o que la célula de fusión fría no emite el calor esperado? La gran duda que plantea Ciencia o vudú, y que evidentemente no puede responder, es en qué momento los errores tontos se transforman en fraude. Ondeando esa pregunta, Robert Park desmonta seudociencia tras seudociencia con contundencia y gran sentido del humor, en un libro extremadamente ameno y entretenido, que se lee de un tirón y que, ante todo, no dejará indiferente.

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