Dos entradas interesantes

Dos entradas muy interesantes sobre ciencia.

Desde El Blog de Evolutionibus tenemos ¿Son los principios morales producto de la selección natural?:

Hauser propone que, de alguna manera, la selección natural ha producido en el ser humano una especie de gramática moral universal, que nos facilita tomar rápidas decisiones en caso de que se nos planteen dilemas éticos. En una entrevista en Discovery Magazine, establece una analogía con las ideas de Noam Chomsky acerca de que los seres humanos poseemos, de modo innato, unas reglas gramáticas universales, en el sentido de que, cuando nos expresamos, no buscamos voluntariamente las estructuras gramaticales, sino que estas fluyen inconscientemente de nuestro cerebro. Es tan propia esta moral básica de la naturaleza humana, que los bebés de 15 meses ya serían sensibles a los deseos ajenos.

El otro viene de La Singularidad Desnuda y se titula Caos, no linealidad, y espontaneidad en el comportamiento de los insectos:

Es sorprendente la extraordinaria complejidad subyacente al comportamiento aparentemente simple de una mosca. En relación al debate anterior sobre mente y calculabilidad, esta complejidad no supone en principio que exista ningún proceso no computable. Sí es interesante considerar que el hecho de que exista este extraordinario nivel de complejidad en este tipo de organismos pone de alguna manera el listón muy alto para lo que podemos encontrarnos más arriba en la cadena evolutiva. Por otra parte, la presencia de este tipo de iniciadores con extrema sensibilidad a las condiciones iniciales puede conducir a pensar (o al menos a no descartar) que incluso pequeñas desviaciones debidas a fenómenos cuánticos afecten de manera significativa al comportamiento emergente del organismo.

Me alegra decir que el estímulo para la segunda entrada fue esta reseña que republiqué hace unas semanas. Hay quien me preguntó por qué estaba recuperando reseñas antiguas de libros y ahora tengo una respuesta más.

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La insoportable levedad de los enlaces

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Hay que intentar ser creativos

«Thinking outside the box» es uno de los grandes clichés del mundo emprendedor, intelectual y demás, muy influido por cierta forma cultural. Leyendo Stumbling on Happiness de Daniel Gilbert me he encontrado con un divertido análisis de esa «filosofía». Todo empieza con una tira cómica:

sponge

Y luego el comentario:

Like the sponge, we think we are thinking outside the box only because we can’t see how big the box really is. Imagination cannot easily transcend the boundaries of the present, and one reason for this is that it must borrow machinery that is owned by perception. The fact that these two processes must run on the same platform means that we are sometimes confused about which one is running. We assume that what we feel as we imagine the future is what we’ll feel when we get there, but in fact, what we feel as we imagine the future is often a response to what’s happening in the present. (p. 125)

La verdad es que realmente está hablando de lo difícil que nos resulta predecir el futuro. Pero efectivamente, es el mismo problema.

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Isaac Newton: Una vida de Richard S. Westfall

Publicado originalmente en El archivo de Nessus, 2001.

Isaac NewtonPocos personajes históricos merecen tanto una biografía como Isaac Newton. Más allá de lo que hayan podido hacer estadistas, legisladores, militares y millonarios, sus logros se pierden sin remedio en las arenas del tiempo como se perdían las gestas del Ozymandias de Shelley. Pero la obra de este inglés del siglo XVII sigue hoy tan viva como el día en que la formuló, y su impacto se sigue dejando sentir.

Fue la suya la primera gran teoría de unificación de la física, que demostró que la materia de los cielos se rige por el mismo conjunto de reglas que la materia terrestre. Incluso la luz se dejó dominar por su genio. Sus aportaciones van desde la física hasta la matemática, como inventor del cálculo diferencial. Pero quizá el científico sea más conocido que el hombre, y no todo, ciertamente, fue ciencia en la vida de Newton. Vale la pena examinar con interés los rasgos de personalidad que lo convirtieron en un apasionado investigador, sus incursiones en la alquimia y la teología, su capacidad para transformarse y pasar de hombre recluido a animal social.

Richard Westfall presenta esta Isaac Newton: una vida, versión resumida de su monumental biografía Never at rest. La reducción afecta a la profundidad de las explicaciones física, y no altera el retrato del personaje. Y es precisamente eso lo que preocupa sobremanera al autor, poner en contexto los descubrimientos, analizar qué facultades de Newton le permitieron hacerlos. El intento claro es separar al hombre de sus descubrimientos, dejar claro que la genialidad de Newton no lo convertía en un santo, que era, en el fondo, gris y humano como todos. Se trata, por tanto, de una biografía extremadamente equilibrada, que destaca faltas allí donde se cometieron y comenta los detalles de genio allí donde los hubo.

Y fue una vida extraña y compleja.

Se inició con una infancia en el campo inglés como vástago de una familia acomodada; una infancia solitaria y apartada. Hijo póstumo, su madre, casada en segundas nupcias, tuvo que dejarle al cuidado de sus abuelos. Eso sucedió cuando Newton tenía tres años. No recobraría a su madre hasta los diez. Es difícil pensar que semejante acontecimiento no fuese a afectar a la personalidad de Newton y el propio autor lo destaca cuando conecta explícitamente ese episodio con su caracterización del Newton adulto: “Newton fue un hombre torturado, una personalidad extremadamente neurótica que se tambaleó siempre, al menos en la edad madura, al borde del colapso nervioso”.

No sin sorpresa, “un muchacho serio, silencioso y pensativo” habría de transformarse en “un estudiante solitario” ya en la universidad. Llevando una vida recluida, lejos de casi todo contacto social, enfrascado continuamente en el estudio, en estos años, forjó el fundamento último de su método de investigación: “el ejemplo de Newton fue determinante para que el procedimiento experimental transformase la filosofía natural en ciencia natural”. Fue en ese periodo universitario, primero como estudiante y luego ya como profesor, cuando se gestaron sus grandes obras y aportaciones a la ciencia.

Valoración: 4 1/2 estrellas de 5

Cambridge University Press. Madrid. Título original: The life of Isaac Newton (1996). Traducción: Menchu Gutiérrez. 318 páginas. 84-8323-173-5.

Para nosotros, que hemos crecido con la gravitación universal, el concepto nos parece perfectamente natural sin requerir ninguna demostración en especial. Pero la tortuosa historia de la composición de los Principias, con la lenta elaboración de ejemplos y la laboriosa resolución de problemas, con el fin de asentar sobre bases firmes la nueva teoría, es un magnífico ejemplo del funcionamiento de la ciencia que estaba naciendo. No es por tanto de extrañar que los capítulos dedicados al libro más importante de la historia de la ciencia sean también los más apasionantes.

Mucha gente sabe que Newton frecuentaba la alquimia y la teología. Pero pocos sabrán el esfuerzo que dedicaba a ambos temas. Tal es así, que uno acaba pensando que sus aportaciones científicas no fueron más que un breve paréntesis en un mar de incesante actividad, la de un hombre nunca en reposo. Es más, la teología forma un núcleo tan importante en su vida, convirtiéndole en un arrianista que rechazaba la trinidad, que su último acto fue rechazar la extremaunción de la Iglesia que, por su cargo, formalmente defendía.

Pero dejando de lado sus asombrosas aportaciones científicas, hay dos momentos en la vida de Newton absolutamente fascinantes y a ellos, consecuentemente, se les dedica la atención debida.

El primero es la sorprendente conversión de un hombre recluido y algo misántropo en un animal social capaz de prosperar en el ambiente de Londres. El misterio se desvela pronto: la casi infinita capacidad de trabajo que le convirtió en el más importante científico europeo le permitió también reconvertirse a sí mismo para ajustarse a las situaciones cambiantes. Básicamente, Newton sobresalía en todo aquello que se proponía, y puestos a ser funcionario, se convirtió en el mejor, como responsable de la casa de la moneda.

El otro episodio es la vergonzosa disputa sobre la invención del cálculo diferencial. Vergonzosa, porque el gran responsable de su existencia fue el propio Newton por no publicar en su momento sus descubrimientos. Ambos bandos mostraron un nivel de agresividad y crueldad indigno de las personas implicadas, especialmente, como dice el autor, considerando que el descubrimiento del cálculo diferencial presenta gloria suficiente para más de un hombre.

Ambas situaciones se resumen en un genio sin igual y una belicosidad desmedida. Reformó la Royal Society convirtiéndola en una institución científica seria, pero a su vez la manejó con mano de hierro.

Newton: una vida, pone al descubierto la personalidad fascinante, torturada y contradictoria del más importante científico de la historia. Lo hace con extremo respeto ante el personaje, pero también con extrema honradez intelectual. Newton aparece con todas sus bajezas y grandezas, dotado de toda su dimensión humana. Richard Westfall sintetiza y explica las principales aportaciones científicas de Newton y, sobre todo, describe su génesis. Una gran biografía que en ocasiones se desdobla en un fascinante libro sobre la historia de la ciencia.

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