Publicado originalmente en El archivo de Nessus, 2000.
En muy pocas ocasiones, un recursos puramente mecánico ha dado tan buenos resultados literarios. La necesidad de cambiar la trama cada 800 palabras, como recomendaba van Vogt (seamos justos y citemos la fuente, «Philip K. Dick: Authenticity and Insincerity» por John Huntington en Science-Fiction Studies #45, pp. 152-160) para no aburrir al lector y mantenerlo leyendo, no sólo sirve a Philip K. Dick para construir una novela apasionante que puede leerse tranquilamente como un thriller policiaco, sino también le sirve admirablemente para iluminar, manifestar y dar forma a una de sus preocupaciones fundamentales: la naturaleza última y problemática de la realidad.
Glenn Runciter dirige una empresa de inerciales, personas capaces de anular el campo psíquico producido por telépatas y precogs. En el futuro, las habilidades psíquicas han sido comercializadas y las empresas contratan a personas con habilidades especiales para espiarse las unas a las otras y a inerciales para impedir ser espiadas. Con muy mal juicio, Glenn acepta un trabajo fuera de la Tierra y sin conocer el nombre de su cliente, y parte para Luna con un equipo de sus mejores inerciales, una misteriosa muchacha llamada Pat capaz de alterar el futuro cambiando el pasado y Joe Chip, su mejor técnico. Allí les espera una trampa, una bomba en forma humana que explota y aparentemente mata a Glenn Runciter. Los otros consiguen escapar, llevándose el cuerpo de su jefe, con la esperanza de que en el Moratorio, donde se encuentra ya su esposa Ellen, puedan acceder a su estado de semivida y comunicarse con él.
Valoración:
La factoría de ideas. Solaris Ficción 3. Madrid. Mayo 2000. Título original: Ubik (1969). Traducción: Manuel Espín. 240 páginas. ISBN: 84-8421-979-8.
Pero eso no es posible. Runciter está definitivamente muerto. O eso parece.
Porque poco a poco empiezan a pasar cosas muy raras. Runciter comienza a manifestarse en anuncios de televisión, llamadas telefónicas, notas dejadas en cartones de tabaco y demás. Y mientras tantos, sus inerciales ¿supervivientes? se enfrentan a un mundo en continua regresión, que poco a poco retrocede a un periodo anterior a la segunda guerra mundial. Peor aún, cada uno de ellos va muriendo de forma horrible. ¿Pero no estarían quizá ya muertos?
¿Qué sucede? ¿Quién murió realmente en la explosión? ¿Por qué la realidad tiende al pasado? ¿Cuál es la fuerza misteriosa que intenta ayudar a los personajes? ¿Qué otra fuerza los devora? ¿Por qué el omnipresente Ubik es tan importante para la supervivencia?
Hay muchas formas de interpretar Ubik. Se puede leer como una novela sobre el fracaso del capitalismo, en la que el empleado Joe Chip lucha sin éxito por cumplir los deseos de su jefe fallecido. Puede argumentarse también, que se trata de una fantasía solipsista en la que el control de la realidad acaba en manos de un solo individuo. O puede también interpretarse como hija de la contracultura, de Leary y Watts, donde se manifiesta una desconfianza absoluta ante la realidad, donde se entiende que existe un sustrato más profundo que lo permea todo (el misterioso Ubik) y que niega la existencia del ser como un ente separado del resto del universo, pero escrita también desde la desconfianza de un hombre que no acababa de aceptar los fundamentos de esa forma de pensar (de ahí, los continuos avisos de que Ubik debe usarse siguiendo las indicaciones). En ese caso, uno podría llegar a considerar Ubik como un largo koan zen destinado más a iluminar que a enseñar, a demostrar la imposibilidad de aplicar la lógica a una realidad (y a una trama) siempre fluida y que escapa siempre al entendimiento racional, donde las dualidades dominan la trama pero siendo siempre cada elemento de ellas complementario (los mensajes de Runciter son a menudo contradictorios, a los psíquicos se le oponen los inerciales, y Ellen lucha contra Jory sin poder destruirlo…) porque ninguno tendría sentido sin el otro (de la misma forma que no hay montañas sin valles). La única forma de disfrutar de Ubik es dejarse fascinar por ella, sin aspirar a entenderla (y menos, como hizo Lem, aspirar a explicar su inexistente fundamento científico).
Pero nada de eso importa. Ubik sigue siendo, en gran parte por la imposibilidad de contenerla, la gran novela de Philip K. Dick y una de las obras maestras que ha dado el género.