Los cuatro fantásticos
¿Qué le habrán hecho Los cuatro fantásticos a la industria del cine? Primeros, les ruedan una película sin la más mínima intención de distribuirla. Por si eso no fuese insulto suficiente, les hacen esta otra película ¡y la distribuyen! En serio, ¿qué pasó? ¿La industria del cine hacía cola un día en el banco y Los cuatro fantásticos se colaron? ¿Los cuatro fantásticos conducen una moto sin silenciador con la que recorren continuamente y a altas horas de la madrugada el vecindario de la industria del cine? Algo de eso tiene que ser.
Ya había leído que Los cuatro fantásticos era una película muy mala. Por esa razón no la había ido al ver al cine. Pero hace unos días la pillé por casualidad en el + y me puse a verla. Efectivamente, era muy mala. Pero saben, hay algo peor que una película mala. Yo una película mala la puedo ver sin problemas, incluso disfrutarla. Lo que me molesta de verdad son las películas sin imaginación, las películas aburridas; las películas que cuentan exactamente lo que van a contar exactamente como sabes que lo van a contar, que no se desvían ni un milímetro de la línea trazada. Por eso me aburrí profundamente con el primer Spiderman.
Y ése es mi principal problema con Los cuatro fantásticos: la total y absoluta falta de imaginación. No es sólo que lo cuente todo muy mal, sino que lo que te cuenta ni siquiera tiene interés. El único punto algo divertido es el personaje de Doom, a quien juntan en su origen con los 4 titulares. Le dan poderes, le hacen transformarse en metal y demás cosillas, que al menos entretienen un poco. No acaban de conseguir hacer cuajar al personaje. El Muerte de los cómics siempre tenía unos planes diabólicos y retorcidos, y el de la película es un hombre más directo y con menos dobleces.
Por lo demás, los rayos cósmicos crean a los cuatro fantásticos y en lugar de morir de un cáncer adquieren superpoderes. Como en toda película de superhéroes, sabes que se van a pelear entre ellos. Y también sabes que se juntarán al final para cargarse al malo. Nada especialmente memorable. Mal vamos cuando ni siquiera la presencia de Jessica Alba consigue salvarte del tedio.
Eso sí, me gustó mucho cuando la Cosa intentó coger un anillo de compromiso del suelo.
Hablaba con una amiga sobre la segunda parte, en la que sale Silver Surfer (Estela plateada que lo llamábamos). Yo me preguntaba cómo traducirían el nombre y ella me comentó que seguro que lo hacían dorado en lugar de plateado. Llevo un par de días considerándolo, y la verdad es que sería una buena idea. No permitiría reciclar ese viejo chiste -usando con La guerra de las galaxias- que decía: «Es lo más cerca que los actores van a estar de un oscar».