Caylus

Ayer, en la tertulia de ciencia ficción, pudimos estrenar el juego Caylus. Por cuestiones de tiempo, tuvimos que dejar la partida a la mitad, pero al menos nos sirvió para ver la mecánica y hacernos con las reglas. Caylus es un juego en el que cada jugador asume el papel de un constructor. Hay que construir el castillo del rey, y para hacerlo -y obtener los materiales necesarios- también hay que desarrollar la pequeña villa de Caylus que al inicio de la partida cuenta con servicios mínimos. Para ayudarte en tu labor, tienes una serie de obreros que sitúas allí donde quieres actuar -por ejemplo, en un edificio para poder construir algo o ganar recursos, o en el castillo, para construir una sección. Una gracia del juego es que si un jugador construye un servicio -por ejemplo, un albañil, que permite construir edificios de piedra-, gana puntos cuando otros jugadores lo usan -en este caso, para construir sus propios edificios de piedra. Hay que administrar recursos -comida, madera, piedra, tela y oro- y decidir dónde es mejor invertirlos en cada momento. También es posible construir edificios que den dinero o realizar acciones que te ganan favores reales que a su vez te permiten obtener ciertas ventajas.

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Se va jugando por turnos y cada turno está compuesto de una serie de fases. Aunque las reglas parecen complicadas al principio, están muy bien encapsuladas dentro de cada fase, por lo que es muy fácil hacerse con la mecánica a los pocos turnos. Ayuda mucho, por supuesto, si los jugadores tienen ya experiencia con otros juegos. Cada fase ofrece varias posibilidades, por lo que es posible seguir varias estrategias diferentes. Esa riqueza inicial fue algo que quedó muy claro en nuestra pequeña partida.

Hay dos marcadores que controlan el juego: el provost y el bailiff (los nombres en inglés). La villa Caylus forma una línea sobre la que se van construyendo los edificios. Pero que un edificio esté construido no significa que se pueda usar. La posición del provost indica qué edificios están activos; los edificios que queden por delante están inactivos. Pero los jugadores tienen la opción de sobornar al provost y moverlo cierto número de espacios a cambio de dinero. De esa forma, los jugadores luchan por ponerse la zancadilla unos a otros, intentando desactivar los edificios que va a usar el contrario. Mientras tanto, el bailiff avanza inexorablemente hacia el final del tablero (más o menos rápido dependiendo de su posición relativa al provost al final del turno); cuando llega al final, la partida termina aunque el castillo esté a medias.

Gana el que tiene más puntos de prestigio al final de la partida. Los puntos se prestigio se van ganando de muchas formas: construir edificios te gana puntos de prestigio, construir secciones del castillo te gana puntos, si alguien usa uno de tus edificios también ganas puntos, el oro que tengas al final de la partida te da puntos, los favores reales pueden servirte para obtener puntos, etcétera… Es más, hay edificios que sólo tienen como propósito dar puntos de prestigio al construirlos; dan muchos puntos, por lo que son muy caros de construir.

Soy consciente de que lo que acabo de contar no explica en realidad nada sobre el juego. Me pasó un poco lo mismo leyendo las instrucciones. Es difícil leerse una serie de reglas y hacerse una idea de la mecánica del juego. Tenía un poco miedo de que fuese demasiado lento o que los jugadores lo encontrasen aburrido. Al jugarlo, esos temores se disiparon. Cada jugador puede seguir una estrategia muy diferente, y la interacción con los demás es muy rica. Apenas hay azar (sólo en el orden inicial del partida), por lo que mucho depende de la capacidad de los jugadores para entender lo que está pasando. Yo, que había leído las reglas cinco veces, me sorprendí de lo divertido que me resultaba.

Conocí Caylus gracias a esta entrada de Juegos de mesa (Eurogames). Al principio pensé que debía ser alguna versión de Carcassonne, porque las cajas me resultaron muy similares. Pero no, la ciudad resultó ser otra completamente diferente, y el juego también. Investigué un poco más y descubrí que hablaban muy bien de él por todas partes. Al ser un juego alemán, pensé que quizá lo vendiesen en amazon.de. Y así fue. Lo pedí y lo recibí en una semana. Las piezas del juego son independientes del idioma, por lo que sólo las instrucciones vienen en alemán. Por suerte, vivimos en el siglo XXI y puedes conseguir las instrucciones en inglés con toda facilidad.

Caylus tiene entrada en la Wikipedia. Ocupa ahora mismo, la tercera posición en el ranking de juego de BoardGameGeek, detrás de Puerto Rico y Euphrat & Tigris.

Ahora sólo nos falta quedar y jugar una partida hasta el final. Veremos qué tal. Yo al menos estoy contento de haber podido estrenar el juego, que ya me lo veía languideciendo en la estantería.

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Han matado a Chef

Después de que el Isaac Hayes, que daba voz al personaje de Chef, abandonase South Park alegando que la serie se metía demasiado con su religión (aunque la situación tampoco está muy clara y bien podría deberse a otras razones), los creadores de la serie le han traído de vuelta a South Parkpara matarle de la forma más brutal posible y de paso seguir metiéndose con su religión. Por otra parte, se apunta a que éste no es el final definitivo del personaje. Después de todo, si Kenny volvió…

Ah, sí, aquí está la muerte de Chef.

(vía Escolar.net)

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Frase

Acabo de recibir una postal de la editorial Tusquets. Se trata de una promoción del libro A más cómo, menos por qué de Jorge Wagensberg (por desgracia, parece ser un libro de aforismos, y eso no se le da nada bien). La tarjeta dice:

Lo improbable asombra a todo el mundo, lo cotidiano sólo al genio.

Desde que la leí, mentalmente estoy intentando demostrar que es falsa. No lo puedo evitar, es como un instinto. Seguro que es una pista sobre mi personalidad.

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[Recibido] El sistema del mundo. Volumen tres del Ciclo Barroco. Libro 1: El oro de Salomón de Neal Stephenson

El sistema del mundo. Volumen tres del Ciclo Barroco. Libro 1: El oro de SalomónLa verdad es que el título es bien largo. En cualquier caso, éste es el principio del comienzo del fin del Ciclo Barroco (¿o era el comienzo del principio del fin?):

En 1714, tras la derrota inglesa ante los borbones, Sir Isaac Newton usa su poder como director de la Casa de la Moneda de Inglaterra para buscar el mítico «Oro de Salomón», del que supone que contiene el Mercurio Filosófico que ha de ser imprescindible en sus estudios alquímicos. Eso le enfrenta irremediablemente a Jack Shaftoe, el llamado Rey de los Vagabundos, conocido ahora como «Jack, el Acuñador» y, con él, a los falsificadores de moneda y al resto de ladrones y pilluelos de Londres.

Mientras, Daniel Waterhouse, puritano y filósofo natural, fundador del Instituto de las Artes Tecnológicas de la Bahía de Massachussets (el precedente del actual M.I.T.), es llamado de nuevo a Europa para mediar en la disputa intelectual que enfrenta a Newton y a Leibniz para dilucidar cuál de los dos ha inventado primera el cálculo infinitesimal. En Massachussets, Waterhouse había empezado a construir el Molino Lógico de Leibniz, el precursor de los modernos ordenadores y, llegado ahora a Inglaterra, recibe de Leibniz un encargo del zar Pedro I el Grande: intervenir en el desarrollo de la ciencia con un envío de material científico para Rusia.

La ciudad de Londres es el nuevo e imponente protagonista de este incomparable fresco sobre el origen histórico de nuestros tiempos, con el enfrentamiento entre la nueva ciencia moderna de la Royal Society y la vieja alquimia, no siempre tan alejadas como parecería. La confusión inevitablemente asociada al nacimiento del mundo y la mentalidad modernos es en realidad el eje central de una vasta peripecia humana, social e intelectual que configura el tercer y último volumen de una magna obra como es el Ciclo Barroco. Un libro de inmensa ambición, erudición y alcance.

Tras el indiscutible tour de force que representó Criptonomicón, Stephenson se atreve a novelar en el Ciclo Barroco cómo pudo ser el nacimiento del mundo moderno, la creación de la ciencia y el paso de la alquimia al empirismo y al racionalismo. Y lo hace con la misma facilidad y amenidad que sorprendieron a todos en Criptonomicón, con esa intrincada mezcla de historia, aventura, ciencia, hechos verdaderos e invenciones, y enfrentando la locura al racionalismo, la alquimia al empirismo y sin olvidar contarnos con ironía el nacimiento de la Bolsa, la política y la economía modernas, en medio de guerras, espías, Intrigas, corsarios y piratas.

Y por cierto, me han mandado también un folleto donde anuncian la salida de Ciencia ficción: nueva guía de lectura de Miquel Barceló. Alguien en la editorial tiene mucho sentido del humor, porque el texto dice:

Todo lo que usted siempre quiso saber sobre la ciencia ficción y, desgraciadamente, nunca se atrevió a preguntar… La tan esperada reedición (actualizada y ampliada) de la ya mítica Ciencia ficción: guía de lectura de 1990. Aunque esta versión se viene anunciando desde el año 2000, esta vez va en serio.

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¿Qué haría ahora si fuese joven?

Hablando de fotografía con una amiga, me puse a pensar en cuánto hacía que no entraba en un laboratorio de revelado fotográfico. Recordando, me salieron más de 20 años. Fue en el instituto, con nuestros experimentos en plan David Hockney y esas cosas. La verdad es que el profesor que nos daba Diseño era bastante enrollado. Hicimos cosas muy divertidas: por ejemplo, diseñé una bolsa de la compra bastante aparente con el Alien.

Lo que me llevó a pensar en que esa época de la vida tiende a ser muy creativa. Tienes tantas energías que las vas canalizando como puedes y pueden salir cosas muy divertidas. Lo que me llevó a pensar qué haría ahora si volviese a tener esa edad.

Pues se me ocurrió que, conociéndome de esa época, tendría una bitácora, donde escribiría mis opiniones sobre todo lo que se me pasase por la cabeza. Por ejemplo, los libros leídos, las noticias de los periódicos, las películas, etc… Y seguro que más cosas. Por ejemplo, lo que fuese programando.

Juro que pasé unos ratos elucubrando sobre esas cosas antes de caer en la cuenta.

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Día del padre

Hace un par de días me preguntaron si yo celebraba fiestas comerciales. Dije que sí, porque fiestas siempre faltan y cualquier excusa es buena para hacer una celebración (antes era joven y tonto, y hacía distinciones; ahora soy algo más sabio). Pues bien, ayer fue mi primer día del padre oficial -el año pasado lo celebré extraoficialmente, pero es que ya no podía más- y lo pasé muy bien. La madre y la hija me despertaron por la mañana y me dieron unos regalitos. Luego pasé el día trabajando sin parar para terminar una traducción (los mil pequeños detalles accesorios que hay que tener en cuenta antes de decretarla acabada).

Una de los efectos más curiosos de tener una hija -aparte de la falta crónica de sueño y el cansancio continuo- es la ralentización del tiempo. Había ido notando, supongo que como muchos, que con la edad el tiempo parecía pasar más deprisa. Las eternidades de la infancia se habían convertido en meses, semanas y recientemente en días, como si de pronto mi vida fuese esa escena típica de las películas donde se ven volar las hojas del calendario. Llegué a tener la impresión de que iba a cumplir los 80 en un par de años más. Sin embargo, el nacimiento de Eva provocó un parón brutal en esa tendencia. Ahora el tiempo pasa muy despacito, y ocho meses me parecen una eternidad: miro atrás y veo un montón de cosas en este corto espacio de tiempo. Es una sensación muy agradable que me permite disfrutar con tranquilidad de la vida. Durante el embarazo, un amigo me comentó que tener hijos rejuvenecía. A lo mejor se refería a eso. En todo caso, pienso aprovecharla, porque seguro que el acelerón volverá algún día.

La niña y su madre me regalaron unos libros:

The New History of the World Next generation wireless applications Language and the Internet Naked conversations What's It All About?

Y una película:

Millennium Actress

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El zen es aburrido

Zen es Boring es claramente producto de la iluminación:

People long for big thrills. Peak experiences. Some people come to Zen expecting that Enlightenment will be the Ultimate Peak Experience. The Mother of All Peak Experiences. But real enlightenment is the most ordinary of the ordinary. Once I had an amazing vision. I saw myself transported through time and space. Millions, no, billions, trillions, Godzillions of years passed. Not figuratively, but literally. Whizzed by. I found myself at the very rim of time and space, a vast giant being composed of the living minds and bodies of every thing that ever was. It was an incredibly moving experience. Exhilarating. I was high for weeks. Finally I told Nishijima Sensei about it . He said it was nonsense. Just my imagination. I can’t tell you how that made me feel. Imagination? This was as real an experience as any I’ve ever had. I just about cried. Later on that day I was eating a tangerine. I noticed how incredibly lovely a thing it was. So delicate. So amazingly orange. So very tasty. So I told Nishijima about that. That experience, he said, was enlightenment.

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