Debe ser una sensación curiosa, saber que el triunfo en la profesión que has elegido lo lograste a los 12 años. Eso le pasó a Wil Wheaton. A los 12 años actuó en Stand By Me (¿Cuenta conmigo?) y luego pasó a interpretar al personaje de Wesley Crusher en Star Trek: La nueva generación. Después de unas temporadas, abandonó la serie para seguir con su carrera de actor y…
Y nada. Ya está. Ahí acaba su historia como actor.
Sí, algún trabajillo por aquí y por allá, pero nada que se parezca ni remotamente a una carrera. Y lo que es peor, cargando con el peso (aparentemente) muerto de Wesley Crusher.
Just a Geek cuenta la historia de Wil Wheaton. Su ambivalente relación con Star Trek (haber estado y haberse ido), el amor/odio por el personaje (en un momento dado, discute con un muñeco de Wesley Crusher; lo más divertido es que el muñeco tiene mejores argumentos), la desesperación de no lograr trabajo, los sacrificios familiares ante un sueño que no se cumplirá nunca… Y finalmente, una forma de redención, admitir que el hecho de tener sueños no implica que éstos se vayan a cumplir. Reconocer que en ocasiones es mejor renunciar y dedicarse a cosas más importantes; o al menos, diferentes.
Y es que un día montas una página web y tu vida vuelve a cambiar. Y de hecho, algunos de los mejores trozos del libro están sacados directamente de su bitácora.
Lo mejor de Just a Geek es que la historia está contada con mucho sentido del humor y de la ironía. Wil Wheaton llora mucho, pero es siempre consciente de que sus lágrimas tienden a ser patéticas y que su personaje -el actor infantil que no llegó a nade en su profesión- es un poco ridículo. Paradójicamente, eso desarma al lector y se gana su empatía. Es más fácil sentir simpatías por un Wil Wheaton que se sabe algo tonto que por uno que reclamase atención ante su desdichada (relativamente) situación. Es lo que hace que sus peripecias se universalicen, hasta reconocer que algún día a todos nos pasará lo mismo. Algún día despertaremos y habremos superado el mejor momento de nuestra vida. A él, simplemente, le tocó a los doce años.
Descuiden, la historia tiene final razonablemente feliz. Como en las buenas historias, el protagonista cambia con la narración y aprende. Consigue hacer otras cosas y obtener cierto módico de nueva fama (y aprende a aceptar la que ya tenía), pero eso es menos importante que saber que las cosas vienen y van, y que ese proceso tampoco tiene nada de malo.
Para los aficionados a Star Trek, hay muchísimo que disfrutar en el libro. Actores y productores, organizadores de convenciones y fans, de la serie entran y salen de la narración continuamente. No en vano el libro se subtitula «Unflinchingly honest tales of the search for life, love, and fulfillment beyond the Starship Enterprise», porque Star Trek define el núcleo emocional del propio Wheaton. No es de extrañar. Para los otros actores, Star Trek es un trabajo más o menos interesante. Pero él, literalmente, creció en la nave Enterprise.
Para los nos aficionados a Star Trek (como mi caso), el tratamiento irónico y humorístico eleva una vez más el material. Incluso acabas lamentando -durante unos segundos- no haber visto más episodios de la serie.
Just a Geek suena a sincero, porque a Wil Wheaton no le importa quedar mal; sabe perfectamente que así son los mejores relatos. Se lee de un tirón y es extremadamente divertido. Una curiosa inmersión en el alma de un hombre que se dejó demasiadas cosas en una nave espacial de cartón piedra.
[50 libros] 2006