The End of Faith, de Sam Harris

El título del libro -el final de la fe- no se refiere a algo que vaya a pasar. No sólo no parece que la presencia de la fe en el mundo se esté reduciendo, sino más bien todo lo contrario. Se trata de un deseo por parte del autor. O más bien, de una necesidad. Desde su punto de vista, si queremos sobrevivir, haremos bien en librarnos de la fe lo antes posible. El subtítulo ya dice: «Religion, terror, and the future of reason».

La fe de la que habla en el libro es casi siempre religiosa, pero no exclusivamente. Básicamente, se refiere a cualquier creencia cuya pertinencia en el debate se admite sin tener que justificarla, es más, sin que exista ni la más mínima prueba para apoyarla. Sam Harris identifica la raíz del problema con aceptar como válidas creencias que nadie ha demostrado. Por tanto, le valen también como casos de fe los excesos de la Rusia comunista, o la de cualquier ideología que siga unos presupuestos sin demostrar.

Aún así, la fe es casi siempre religiosa, y el libro invierte bastante tiempo en detallar los crímenes cometidos en nombre de esta o aquella religión. De hecho, considera que las mismas ideas religiosas son incompatibles con el respeto a la dignidad y la vida humanas, que la creencia en un ser superior que rige el mundo es peligrosa.

Podría pensarse que está hablando única y exclusivamente de los extremismos religiosos, pero sería un error. The End of Faith apunta por igual a cualquiera con fe, por moderada que pueda ser la posición sostenida. Según Sam Harris, en cuanto admites poder invocar causas sin demostrar poco importa si eres moderado o radical. Argumenta incluso que la existencia de creyentes moderados sostiene y justifica a los creyentes más radicales.

Como ven, el libro es sobre todo controvertido. Y probablemente ofenda no sólo a cualquier creyente, sino incluso a muchos ateos.

Pero lo más curioso del libro, desde mi punto de vista, es una distinción que hace en su último capítulo, «Experiments in consciousness», entre misticismo y religión:

Mysticism is a rational enterprise. Religion is not. The mystic has recognized something about the nature of consciousness prior to though, and this recognition is susceptible to rational discussion. The mystic has reasons for what he believes, and these reasons are empirical.

Ese último capítulo trata sobre la consciencia humana y su lugar en el mundo. Defiende una visión de la consciencia como un proceso, proceso que puede sufrir muchas transformaciones, algunas de las cuales pueden ser definidas místicas. Pero va más allá, y afirma que eso puede estudiarse racional y científicamente, y que por tanto la mística y la meditación son actividades que trascienden lo religioso. Por tanto, muestras muchas simpatías por las filosofías orientales -como el budismo- porque son muy compatibles con nuestra comprensión moderna de la consciencia. Claro está, meditación y misticismos en este contexto son términos que se refieren a algo que le pasa a la persona, sin ninguna connotación sobrenatural.

¿Se sorprenderán si les digo que ese último capítulo también puso en pie de guerra a muchos ateos?

[50 libros] 2006

Esta entrada tiene 4 comentarios

  1. Gilbertus

    El último párrafo, sin dejar de tener un fondo de verdad, parece obviar que las filosofías-religiones de Oriente funcionan en términos generales como religiones organizadas, con todo lo malo que conllevan: teocracias (véase por ejemplo el artículo «El mito del Tíbet», de Michael parenti, que desmitifica el budismo tibetano), corrupción y componendas con el poder (véase por ejemplo «El arte japonés de la guerra» de Thomas Cleary, sobre las cíclicas degeneraciones del budismo organizado en Japón), y supersticiones y fantasías innumerables en las versiones más popularizadas de dichas religiones, hasta el punto de que hablar de «consciencia» en estos casos parece un mal chiste (por ejemplo, en el «Tao te king» versionado y comentado por Úrsula K. Le Guin se mencionan las diferencias entre la filosofía taoísta primitiva y la religión con el mismo nombre que se monta unos siglos después). No es de extrañar, por tanto, que muchos ateos se enojen con afirmaciones que necesariamente hay que tomar «cum grano salis».

  2. Pippa

    El término misticismo y mística suele entenderse de forma muy limitada y tiene tantas connotaciones religiosas, cristianas o lo que sea, tipo «comunión con dios» y demás que es dificil no escuharlo con prejuicios. Pero cualquiera que haya «jugado» a alterar su consciencia de alguna forma puede entender a qué se refiere.

  3. El de los ajos

    Lo malo es que se hable tan poco de los psiquedelicos, cuando la gran base del misticismo radica ahí: en sustancias químicas, tanto endógenas (DMT en la glándula pineal) como exógenas (si no tiene nada de raro comer plantas para sobrevivir, ¿lo tiene usarlas para expandir la consciencia?

    un saludo

  4. Gilbertus

    Hay libros que condensan lo mejor de la filosofía oriental. Personalmente me gustan la versión del «Tao te king» de Ursula K. Leguin, el «Chuang Zi» traducido por Iñaki Preciado, la recopilación de dichos de maestros chan titulada «La esencia del zen» por Thomas Cleary, y como aplicación práctica, el «Tao del Jeet Kune Do», de Bruce Lee.

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