Crimes against logic, de Jamie Whyte
Crimes Against Logic es una introducción al pensamiento lógico escrita por un filósofo. Tiene apenas 160 páginas y su subtítulo ya lo dice todo: «Exposing the Bogus Arguments of Politicians, Priests, Journalist, and Other Serial Offenders».
Es una introducción, digo, porque el tono es más bien cercano e inmediato. Se trata de advertir contra esos usos para no dejarse engañar. En ese aspecto, no pretende ser sistemático y cubrir todos los fallos de razonamiento, sino aquellos que políticos, sacerdotes, periodistas y otros puedan usar más asiduamente. Por esa razón, es un libro muy accesible, escrito también para entretener.
Destacaría sobre todo, el primer capítulo, dedicado a «el derecho a tu opinión». Denuncia el «derecho a la propia opinión» como un no-argumento, una afirmación que no aporta nada y sólo sirve para parar en seco cualquier discusión. Tener una opinión no es un argumento a favor o en contra de una postura, es simplemente una afirmación sobre tu vida interior. Tus opiniones sólo tendrán valor para los demás en la medida en que puedas fundamentarlas con otra cosa.
En otros capítulos trata opciones retóricas como «¡Cállate!» o las palabras vacías. Las palabras vacías son especialmente queridas por los políticos, que las usan continuamente. Por ejemplo, un político es capaz de decir sin rubor que está «a favor de los niños». Claro está, ¿quién está en contra de los niños? ¿O en contra de la paz? ¿O favor del hambre en el mundo? Esas declaraciones no significan nada. Lo realmente importante son las medidas concretas que se planteen para resolver los problemas.
Parte de la gracia de leer el libro radica en que su autor está enfadado. Ya lo dice el mismo nada más empezar, que le encanta escribir cartas a los periódicos con el nombre de «Outraged of London». Ese enfado es muy divertido y es la fuerza que impulsa muchos de los argumentos del libro: se enfada por el mal uso de la lógica y la razón. Pero también me parece uno de sus puntos flacos. Porque la furia es muy fácil de desestimar.