Por fin apareció Axiomático (AJEC. ISBN: 84-96013-26-X), la gran antología de cuentos de Greg Egan. Y no lo digo porque lleve esperando desde que terminé la traducción, que a eso ya estoy acostumbrado. Lo digo porque es una de las mejores antologías que ha dado el género y uno de los grandes momentos de la ciencia ficción de los noventa, y llevo años esperando a que se publique en España. Ahora, compruebo con alegría que la introducción al volumen ahonda en ese mismo tema y se pregunta cómo era posible que una obra de tal calidad no estuviese publicada.
En cualquier caso, ya está.
Creo que Axiomático es una recopilación que puede interesar a mucha gente, aunque no disfrute de la ciencia ficción. Los cuentos que presenta suelen transcurrir en un futuro más o menos cercano -más que nada, para justificar la tecnología necesaria para el desarrollo del cuento- pero el fondo de todos ellos es intentar dar vida a una idea científica, matemática o filosófica. Al escribir el cuento, lo que antes parecía un concepto puramente abstracto se transforma en una vivencia humana que podemos llegar a entender.
El mejor ejemplo de esa técnica es el cuento que da título a la antología: «Axiomático». Un hombre ha perdido a su mujer, asesinada durante un atraco a un banco. Para ejecutar su venganza, compra un implante neurológico que cambie la configuración de su cerebro, modificando sus ideas pacifistas y haciéndole creer -creyendo con total certidumbre- que la vida humano no vale nada. Bien, Greg Egan coge ese planteamiento y le va dando vueltas a todo lo largo del cuento. Y cuando crees que ya no se le puede dar más giros -en el punto donde cualquier otro escritor se hubiese parado-, él rompe el muro y sigue retorciendo más la idea, extrayendo más conclusiones. Es una prodigiosa hazaña narrativa que sin embargo es capaz de repetir cuento tras cuento.
Iba a escribir algo más largo, comentando cada cuento. Pero francamente, ahora mismo no tengo mucho tiempo. Por tanto, habrá que conformarse con lo que escribí en 1999 -aunque yo no me fío de ningún yo pasado- sobre el libro:
Borges lo descubrió en su día: cuando uno quiere hundirse en la metafísica, el mejor formato es el cuento. La novela tiene demasiadas exigencias, es demasiado larga, necesita molestos personajes que hay que desarrollar y que entorpecen la claridad expositiva, y requieren de demasiadas ideas y peripecias para mantener la trama en marcha. Mientras que en el cuento se puede prescindir casi de todo, puede uno concentrarse en el efecto final que se busca y la exploración de una idea base puede llevarse con facilidad y rapidez hasta sus últimas consecuencias; y todo ello sin mencionar virtudes como la precisión, la claridad y la contención. Por tanto, no es de sorprender que cuando Greg Egan desbarra hacia la metafísica lo haga mejor en sus cuentos que en sus novelas (pero para la descripción del futuro es mejor la opción contraria). Y no es de sorprender que siendo Axiomatic una recopilación de cuentos de Greg Egan, sea también su mejor libro; pero, además, es una antología de referencia en la moderna ciencia ficción y de lo mejor que ha dado el género en la última década. Si alguien cree que la ciencia ficción está muerta es que no ha leído a Greg Egan, y, en particular, no ha leído esta antología.
Y las ideas serían el motivo central de todos estos relatos. Todas las tribulaciones de los personajes, todos sus dudas existenciales, nacen en esta serie de cuentos de la manifestación en la realidad de alguna idea en ocasiones increíblemente abstracta. En el primero de los cuentos, «The Infinite Assassin», es una arriesgada explicación matemática lo que da sentido a la idea de una serie infinita de asesinos que deben eliminar a una serie infinita de personas que usan una droga que altera la realidad. «The Caress», «Blood Sisters», «The Moat», «The Cutie», «Appropriate Love» y «The Moral Virologist», examinan las posibilidades de las nuevas tecnologías médicas y biológicas; ya sea en el tratamiento médico, en la posibilidad de crear réplicas de animales inexistentes, o en la generación de una nueva especie humana con un código genético diferente. «The Hundred-Light-Year Diary» y «Into Darkness» exploran ideas astrofísicas; la existencia de galaxias en las que el tiempo fluye en sentido contrario en el primer caso y los agujeros de gusano artificiales en el segundo.
Pero donde realmente deja ver su talento Greg Egan es en aquellos cuentos que tratan sobre el problema de la personalidad humana. «Learning to Be Me», el mejor de la antología, es una aterradora historia de un futuro en el que a los seres humanos se les implanta un pequeño dispositivo que va aprendiendo, de ahí el título, a comportarse como su anfitrión humano para, años después, ocupar el lugar del cerebro cuando comienza el declive físico de éste. La pregunta es: ¿quién soy yo, el dispositivo o el cerebro? Y la respuesta no es tan simple como parece. «The Safe-Deposit Box» relata la historia de un hombre con graves problemas neurológicos que vive su vida intermitentemente ocupando el cuerpo de otros hombres. «The Walk», «Axiomatic», «Seeing» y «Closer» son otras tantas visiones de cómo nuestra biología y la estructura neurológica de nuestros cerebros dan forma a quiénes somos.
Lo que hace especialmente aterradoras esas visiones de la condición humana es que están sólidamente basadas en conocimientos científicos y que las situaciones están descritas con un estilo claro y directo que al no recrearse en los detalles truculentos destaca el fondo metafísicamente aterrador (¿o es aterradoramente metafísico?) de las ideas empleadas. Pocos autores se han atrevido a llevar sus especulaciones hasta las últimas consecuencias, y menos aún son los que han intentado hacer que las ideas abstractas se materialicen para mostrarnos cómo afectan a nuestra idea de quiénes somos.