Neutralidad de la red

A un senador americano le dio por decir que internet no era un camión al que se le pudiese cargar todo, sino una serie de tubos. Nadie entendió lo que quería decir, menos la gente de The Daily Show (un programa de noticias falsas que sin embargo parece más serio que los telediarios de verdad) y trataron el tema de la forma más cómica posible: resulta que por los tubos de internet viajan físicamente los objetos y a veces la cosa se atasca; en esos casos, hay que garantizar que los caballos de carreras puedan pasar, para desatascar la cosa:

Pero la neutralidad de la red da para más (para mucho más, la verdad). En otro programa, el cómico que hace de PC en los anuncios de Mac (de por sí muy divertidos, por cierto, porque el Mac es el que queda de chulo y arrogante) explica muy bien la parte básica de la neutralidad de la red. Y además, hablan de Chuck Norris:

(vía Techdirt)

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Quizá, después de todo, sea un geek

Verán, leí este titular Python swallows electric blanket y lo primero que pensé fue «¿Cómo es posible que un lenguaje de programación se trague una manta eléctrica?». Pero no, claro, no era eso…

La explicación alternativa es que sobre Python siempre leo en inglés y claro, la confusión es natural.

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Superman y The Prestige

Davidgp se fue a ver Superman Returns y le pareció una basura monumental. Pero no quiero hablarles de esa comprensible reacción, sino de otra película llamada The Prestige sobre rivalidad entre magos. Está basada en una extraordinaria novela de Christopher Priest (que tiene novelas extraordinarias y alguna en la que se pasa de listo). Lo curioso es que se trata de una novela muy literaria, en el sentido de que la historia realmente tiene toda su gracia por el hecho de estar contada en una novela. Con esa situación, pensaría que el resultado inevitablemente sería malo. Sin embargo, la dirige el hombre que nos dio Memento y Batman Begins.

Pues bien, en los comentarios al visionado de David, alguien ha dejado el trailer de The Prestige y me he quedado con muchas ganas de verla. Lástima de doblaje, eso sí.

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[Recibido] Olympo I: La guerra de Dan Simmons

Pues ya comienza el final de la gran épica de Dan Simmons. Es más irregular que Ilión, pero la historia de Aquiles bien merece la pena.

De la contraportada:

La historia del asedio de Troya (Ilión), reconstruida en un lejano futuro con elementos de ciencia ficción: los dioses son post-humanos que disponen de una «divina» tecnología cuántica, el monte Olimpo está en Marte y los nuevos robots «moravecs» de más allá del cinturón de asteroides se interesan por la inusitada actividad que se observa en el planeta rojo. Mientras tanto, los últimos humanos de la Tierra viven una insulsa vida de eloi bajo la atenta vigilancia y supervisión de unos misteriosos Voynix de origen desconocido.

Los elementos para la más inteligente revisión de la más clásica aventura épica están servidos.

Aunque toda pudiera haber ocurrido como Homero cuenta en la Ilíada, lo cierto es que, en Marte, a los pies del monte Olimpo, la guerra de Troya toma derroteros inesperados. Resucitado para comprobar si el asedio de Troya se ajusta precisamente a lo narrado por Homero, al final el erudito Thomas Hockenberry sugiere a aqueos y troyanos la idea de una rebelión absoluta frente a los post-humanos que, misteriosamente, actúan como los dioses del Olimpo. Mientras tanto, los «moravecs» construyen en Phobos una nave espacial para viajar a la Tierra en un intento por descubrir el origen de las modificaciones genéticas de las que han surgido los nuevos dioses y, también, cuál puede ser la causa de las manipulaciones del espacio-tiempo que amenazan con provocar la destrucción del sistema solar.

Hace casi quince años, Dan Simmons sorprendió a todos con la reconstrucción en clave de ciencia ficción de los Cuentos de Canterbury, de Chaucer, en esa maravillosa serie que se iniciaba con Hyperion. Ahora se atreve a revisitar otro clásico indiscutible como la Ilíada de Homero en la nueva y espectacular serie formada por Ilión y Olympo.

Una novela absorbente, fruto de la maestría de un escritor con múltiples registros y de inusitado talento. Una obra única, maravillosa e irrepetible.

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Algo sigue llegando

Es curioso, un par de semanas después de mi cumpleaños, me siguen llegando regalos.

Xavi Caballé me envió dos libros. Why? de Charles Tilly y The Last Witchfinder de James Morrow.

Why?

The Last Witchfinder

De The Last Witchfinder no sabía absolutamente nada, pero como era de James Morrow lo añadí a la lista de los deseos. Al recibirlo, leí las primeras páginas y me llevé una de esas sopresas agradables: el libro está contado, y escrito, por los Principia de Newton. Hay ciertas explicaciones sobre cómo es posible que un libro escriba otro y la noticia de que Esperando a Godot es el autor de toda la documentación de Microsoft. Sólo por eso…

Mis amigos Xavier y Rosi me enviaron una caja de deliciosas galletas belgas de mantequilla. Por desgracia, duraron un suspiro. Venían envueltas en un paquetito con un faro:

10072006

Y también un libro: La llegada del cometa de Tove Jansson, una historia de los Mumin y que ha resultado ser una lectura muy agradable.

La llegada del cometa

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Modern Art

Modern Art es un juego de subastas de Reiner Knizia. Cada jugador es un marchante de arte con su propia galería. El objetivo del juego es ganar la mayor cantidad de dinero comprando y vendiendo obras de arte. Cada galería está representada por una pantalla que además sirve para ocultar el dinero total que posee el jugador.

Modern Art

En el juego hay cartas que representan cuadros de cinco artistas diferentes. La partida se desarrolla en 4 temporadas. En cada una de ellas, cada jugador tiene una mano de cuadros. Esos cuadros los puede poner a subasta. Otro jugador, o él mismo, puede comprar ese cuadro y pasa a formar parte de su colección permanente. Al final de la temporada, se determina los 3 artistas que más cuadros han vendido y se les asigna un valor monetario a sus cuadros: 30 al más vendido, 20 al segundo y 10 al tercero. Ese valor se indica sobre el tablero por medio de una fichas negras (otras fichas de colores indican el dinero que tienen los jugadores). A continuación, cada jugador vende los cuadros de su colección -no los de su mano- por el precio determinado en el tablero (los cuadros de los artistas que no quedan entre los tres primeros no valen nada), incluyendo también el valor que hubiesen podido lograr en temporadas anteriores.

Por ejemplo, si Krypto en la tercera temporada queda en primer lugar, obtiene un precio en esa temporada de 30. Resulta que en la segunda temporada no quedó entre los tres primeros, pero sí quedó segundo en la primera temporada. Por tanto, el precio total de uno de sus cuadros al final de la tercera temporada será de 50.

Durante una temporada, los jugadores van ofreciendo cuadros de su mano para subasta. Las subastas pueden ser de cinco tipos, y cada carta tiene marcado cómo debe subastarse.

Subasta abierta: cada jugador, en cualquier orden, dice la cantidad que ofrece. Se va pujando todas las veces que haga falta.

Subasta doble: cuando se juega una carta de subasta doble, hay que ofrecer -puede hacerlo otro jugador- un cuadro adicional (que no puede ser de subasta doble) y el lote se subasta según el método indicado en la segunda carta.

Subasta sellada: cada jugador pone en su puño la cantidad que quiere ofrecer y los puños se abren simultáneamente hacia arriba.

Subasta de precio fijo: el jugador indica una cantidad que desea por el cuadro en cuestión.

Subasta de una sola vez: los jugadores tienen una sola oportunidad, en el orden de las agujas del reloj, de pujar por el cuadro.

En caso de empate, el ganador es el jugador más cerca por la izquierda al que inició la subasta. Al termina la subasta, la persona que la inició recibe el dinero. Pero si el subastador fue el que realizó la puja más alta, le paga al banco en lugar de quedarse con el dinero.

La temporada termina cuando se pone a subasta el quinto cuadro de un pintor. Ese cuadro no se llega a subastar, y no es propiedad de nadie, pero cuenta para determinar los tres artistas que más han vendido.

Modern Art es un juego ágil que se juega con mucha rapidez y se vuelve muy divertido. Es de esos juegos que dependen mucho de la psicología de los jugadores, y si todos están dispuestos a meterse en la idea -manipular el mercado para que vaya a tu favor- lo pasas francamente bien.

Un detalle curioso es que a pesar del énfasis del juego en vender cada colección al final de la temporada, es perfectamente posible ganar el juego sin comprar un solo cuadro. Simplemente tienes que asegurarte de que los demás quieran comprar los cuadros que tú ofreces y embolsarte ese dinero. Al final, en cada momento el jugador debe determinar si le conviene más vender o comprar.

También ofrece bastantes posibilidades estratégicas, sobre todo al cerrar una temporada. En muchas ocasiones puedes hacerlo con un artista u otro y debes escoger con cuál te conviene más, teniendo en cuenta lo que es probable que hagan los otros jugadores en caso de que no cierres. Como pasa mucho con los juegos de Knizia, las reglas son simples, pero su aplicación repetida y la interacción entre jugadores dan mucha riqueza al juego.

Como juego de subastas, Ra probablemente tenga mucha más profundidad (todavía no he jugado lo suficiente a Modern Art como para hacerme una idea exacta) y ciertamente el juego egipcio tiene posiblemente una mecánica más perfecta. Pero Modern Art me ha parecido una excelente añadido a mi colección.

La edición que he comprado no parece ninguna maravilla, y es probable que las cartas sufran mucho por el uso. Por suerte, parece que están preparando una nueva edición mejorada.

Actualización: Más sobre Modern Art en Qué vicio…

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