El japonés es la lengua más importante de la blogosfera

Según los datos de Technorati (y si uno se cree esos datos), el japonés es ahora la lengua dominante de la blogosfera. Un 37% de todas las entradas en bitácoras se escriben en japonés. El resultado es tan chocante para un angloparlante que David Sifry lo presenta diciendo: «Something that may come as a surprise (at least to the English-speaking world) is that English isn’t the biggest language of the blogosphere».

Parece que quedan en nada aquellos temores de la prehistoria de Internet según los cuales la red de redes acabaría con casi todas las lenguas y consagraría la supremacía imbatible del inglés.

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Supernenas en Japón

Pues resulta que van a hacer una versión japonesa de la Supernenas. Habrá algunas diferencias -son amigas, no hermanas, por ejemplo- pero Mojo Jojo sigue más o menos igual. Provisionalmente se llama Demashita! Powerpuff Girls Z. Aquí un vídeo para verificar que no se parecen en nada a las Supernenas originales (menos Mojo. Mojo es el mejor).

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El plátano demuestra la existencia de Dios

¿No lo creen? Pues sí, y aquí tienen un vídeo donde lo explican. Está en inglés, pero el argumento básicamente se reduce a que el plátano está asombrosamente diseñado para ajustarse a la mano humano y para ser consumido por un ser humano. Pensé que era una parodia. Pero no, va en serio.

Debate por aquí.

(vía Secular Blasphemy)

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Superman Returns

Anda el trailer de Superman Returns por la web. Es un trailer curioso, porque me quita todas las ganas de ver la película. Para empezar, aparentemente es continuación de la segunda película de serie original. Superman se va de la Tierra y vuelve a tiempo de protagonizar esta película. Es decir, parece ser más de lo mismo, como una película de hace un cuarto de siglo hecha hoy; vamos, si hasta Marlon Brandon sigue siendo el padre de Superman. Por lo demás, Lois Lane tiene hijo aunque sigue enamorada del volador. Aparentemente, el único aspecto positivo es que Kevin Spacey hace de Lex Luthor. Como punto negativo, Kevin Spacey parece estar canalizando el espíritu de Gene Hackman.

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A mi hija le encanta Krazy Kat

A mí me encanta Krazy Kat, la genial obra de Herriman. A mi hija también. Sólo que a mí me gusta leerla, mientras que a ella… Bueno, aquí está mirando al gato con deseo:

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Y aquí está dando buena cuenta de él:

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Con estos inicios, no dudo que en unos años también a ella le gustará leer los tomos recopilatorios. Ahora mi duda es si comprar el Ignatz o no.

Sólo tengo algunos tomos. Un día de estos me tengo que plantear conseguir el resto.

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[Recibido] Premio UPC 2005 de Miquel Barceló (editor)

Han pasado ya 15 años, qué curioso. Recuerdo claramente la primera edición del año 91. Y vaya, quién iba a decir que seguiría existiendo en el siglo XXI. Aquí está ya Premio UPC 2005:

En BUCEO EN LOS RESTOS DEL NAUFRAGIO, la estadounidense Kristine K. Rusch describe magistralmente los problemas, dificultades y peligros a los que se enfrenta un equipo humano de buceo espacial, los recuperadores de viejas naves del espacio perdidas y abandonadas. En ausencia de gravedad, su actividad es como el viejo buceo en un pecio marino, repleto siempre de peligros. a los que se une aquí el misterio de una nave sorprendentemente antigua y la inevitable aparición de la codicia ante la posibilidad de recuperar una vieja y perdida tecnología de conexión interdimensional. Una space opera centrada en los personajes y en todo tipo de naufragios…

Con su habitual maestría, el cubano Vladimir Hernández describe en SEMIÓTICA PARA LOS LOBOS un mundo más que ciberpunk dominado por la bioinformática. El infoverso es una nueva realidad (tal vez más real que la propia realidad…). En la que se hace posible la aparición de una completa «singularidad tecnológica», cuando las inteligencias artificiales puedan alcanzar por fin su independencia, entre los feroces enfrentamientos entre empresas de nanotecnologia y neuroelectrónica.

ÓBOLO, de Eugeni Guillem, describe un imaginativo mundo-juego en la «hiperrealidad» a la que debe someterse el protagonista, a la búsqueda de un informático cuyo cuerpo real está en coma. Una sorprendente mezcla de fantasía y ciencia ficción permitida por la inagotable riqueza del mundo-juego llamado óbolo, cuyo objetivo principal es conquistar nuevos territorios.

Albert Solanes describe en P.I.C. una visión apocalíptica y desesperanzada del fin de la humanidad, pese a disponer de los nuevos P.I.C. (Procesadores Intra-Craneales), nacidos inicialmente como herramienta para mejorar y potenciar el cerebro humano. Un mundo en destrucción, donde incluso las palomas son sospechosas, y en el que un escritor famoso intenta prolongar la vida de su esposa atacada por la enfermedad, mientras los Exterminadores eliminan la vida humana.

Junto a este amplio abanico con la mejor oferta de la moderna ciencia ficción. el volumen se completa con el texto de la conferencia de Elizabeth Moon (autora del premio Nebula 2004: La velocidad de la oscuridad, y madre de un autista) sobre AUTISMO, ALIENÍGENAS Y CIENCIA FICCIÓN.

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The Victorian Internet, de Tom Standage

Toda época se cree única, el esplendor de la historia humana, el punto más alta que no se puede superar, la cumbre. Y por tanto, las experiencias de la época son muy diferentes a las de cualquier momento de la historia y sus logros únicos. La nuestra también lo cree y, es más, está convencida de haber unido al planeta por medio de un vasto sistema de comunicación que ha aplanado la geografía. Tom Standage en The Victorian Internet dice que no, que nuestra experiencia con Internet sobre todo repite la experiencia de la era victoriana con el telégrafo. Es más, los victorianos fueron los primeros en aniquilar las distancias. En un mundo en que la información sólo podía viajar tan rápido como el medio de transporte más veloz, la posibilidad de enviar un mensaje de ida y vuelta desde Londres a Bombay en cuatro minutos sí que fue toda una revolución: algo que alguien no había visto nunca antes.

The Victorian Internet es una historia divertida, ágil y sin pretensiones sobre el triunfo social del telégrafo, desde sus humildes comienzo como curiosidad científica sin mayor utilidad práctica, pasando por su apogeo como red de redes que cubría el globo y atravesaba océanos, hasta su ocaso final suplantado por otras tecnologías. El paralelismo es, continuamente, con Internet tal y como la conocemos. Al principio sospechas que el autor está cargando las tintas para darte esa impresión, pero luego cita un documento de la época que suena asombrosamente actual.

Como Internet, el telégrafo se comenzó considerando una curiosidad sin mayor utilidad. Algo para entretener. Poco a poco, sin embargo, muchos fueron comprendiendo la gran ventaja de poder enviar y recibir mensajes casi instantáneamente. Precios de mercado, por ejemplo, podían enviarse instantáneamente y el receptor actuar según esa información. Los periódicos, también, sufrieron una transformación: de informar sólo de asuntos locales y alguna noticia extranjera con seis semanas o dos meses de retraso, pasaron a poder informar de lo que sucedía ahora mismo en el mundo. Por ejemplo, enviando informe desde la lejana Crimea para contar al público británico lo mal que se llevaba la guerra. Y también hay historias que demuestran hasta qué punto no se comprendía el telégrafo. Era costumbre que el ejército británico publicase los movimientos de tropas en el Times; después de todo, el periódico en sí no podía viajar más rápido que las tropas. Les pasó también en la guerra de Crimea.

Habla de la jerga telegráfica que usaban los telegrafistas, una serie de abreviatura que se convertían en casi un lenguaje privado. Es más, los telegrafistas eran personas conectadas permanentemente, que hablaban continuamente entre sí, pasándose chistes o anécdotas, y también ligando, lo que provocaba la publicación de los consabidos artículos sobre el amor a través del telégrafo (¿qué me dicen de «The Dangers of Wired Love» publicado en 1886?). Por cierto, la primera boda por telégrafo se celebró poco después de que se tendiese la línea Nueva York-Boston.

En cuanto a la estructura de la red, habla de interconexión de muchas redes nacionales, con cada gobierno intentando imponer sus propias reglas. Es más, comenta que el Imperio Británico tenía una red propia que sólo se conectaba en algunos puntos con la red global. Les parecía que era la mejor forma de administrar el imperio. Esa unión, llevó también a los mismos pronunciamientos utópicos que oímos hoy: que la relación constante entre los pueblos provocaría una era de entendimiento que acabaría con las guerras.

También habla de códigos y cifras, y de los intento de la ITU por regularlos. Del desarrollo de la transferencia de dinero por telégrafo. De la poca adecuación de las leyes a la realidad telegráfica. De la cultura meritocrática entre los telegrafistas, que con sus habilidades conseguían los mejores sueldos pasando de una empresa a otra. Del temor de la prensa a que el telégrafo acabase con los periódicos. De la sobrecarga de información, cuando es demasiado fácil obtener los precios de mercado o cualquier otra información importante para tu negocio, etc…

Pero al final todo cambió. El avance tecnológico transformó la telegrafía de una ocupación de alta tecnología a una de baja tecnología. Al final, la telefonía llegaría a un nivel más: el propio usuario podía organizar sus comunicaciones sin tener que recurrir a personal técnicamente especializado.

En última instancia el mensaje del libro es muy simple: puede que nos consideremos muy importante y revolucionarios, pero la revolución en las comunicaciones de la época victoriana fue mucho más desconcertante para sus habitantes que la nuestra. Un victoriano se sentiría mucho más impresionado por el vuelo supersónicos: «But of the Internet -well, they had one of their own».

[50 libros] 2006

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