Autores de verdad

Otro maravilloso titular de El País (que últimamente se está convirtiendo en inagotable fuente de diversión): «De Gutenberg a Amazon: cómo convertirse en autor de verdad, sin salir de casa«. ¿Qué será un autor de verdad?, me pregunté. ¿Habrá autores de mentira? Lo medité unos segundos y sólo llegué a una conclusión: alguien que afirma haber escrito sin haber escrito en realidad, o quizá un plagiario. Aunque eso sí, el titular podría referirse a ser «de verdad», es decir, a escribir «verdadera literatura» o «prosa real» o cualquier lucubración similar.

Pero no. Nada de eso. Es mucho más simple. Un autor de verdad es un señor que ha publicado un libro en papel. Como lo oyen.

El problema es que eso de publicar un libro en papel está complicado, porque hay unos señores, llamados editores, empeñados en leer los libros antes de publicarlos, y sólo escoger lo que les gusta o lo que creen que va a dar dinero (que rara vez es lo mismo). Pero no hay nada que temer: «Al menos así era hasta hoy, ya que Internet permite a cualquiera publicar un libro auténtico y a un precio muy bajo». Se ofrece además el ejemplo de John Kennedy Toole, que se suicidó al no poder publicar su libro. Según la lógica del artículo, murió autor de mentiras hasta que su madre consiguió que le publicasen en papel y lo convirtió -post morten, digamos- en autor de verdad.

Hay dos métodos. El primero consiste en usar un servicio para convertir un borrador de libro (que, recordemos, no es de verdad) en un libro (que ahora lo es). Incluso puedes montarte el libro a tu gusto, con tus colores preferidos y demás detalles.

El segundo método es incluso más interesante. Te permite convertir una bitácora en libro. Eso te convierte en autor de verdad. Lo que hacías antes en tu bitácora -quizá incluso durante años- era algo totalmente diferente: ciberescribir, quizá, lo que te convertía, como mucho, en ciberautor. Pero los cibertextos así cibercreados son ciberiadas varias y ciberestán ciberlejos de ciberconvertirte en autor.

Resumiendo. El fondo del artículo es un hecho innegable: el papel es una sustancia mágica, una suerte de Piedra Filosofal, que tiene la habilidad de convertir a un emborronador de cuartillas o bitacorero cualquiera en autor. Tan innegable, digo, que estoy plenamente convencido de que el hecho de que El País sea un medio principalmente en papel no tiene nada que ver con esa querencia hacia la madera procesada.

Esta entrada tiene 4 comentarios

  1. ricardo galli

    HOla pjorge,
    usé tu enlace a menéame para menearla y veo que sale mal, no está el http://nombre-de-host

    Un abrazo.

  2. Pedro

    Cierto, qué estupidez por mi parte. Ahora lo arreglo.

  3. RFOG

    Olé. Más sarcástico no se puede ser. Un 10 para ti.

    🙂

  4. fernand0

    🙂

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