Un comentario inicial: la práctica del doblaje es una abominación, pero en pocas ocasiones tanto como en esta película. El personaje de Anakin es el que más sufre, pero Palpatine tampoco se salva muy bien. Tan así es, que me pregunto si lo que digo a continuación no será efecto del doblaje.
No esperaba esta película, francamente. Había leído que era buena, y algunos comentarios iniciales decían que tenía buenos elementos, por lo que yo esperaba al menos algo digno. Por desgracia, salvando la conversión física a Darth Vader (lo mejor de la peli), la traición a los jedis (el planeta de los hongos alucinógeno me gustó mucho) y algunas conversaciones de Palpatine con Anakin, el resto es un desastre de guión que se limita a apilar efectos especiales -vengan a cuento o no- con escenas sacadas de El gran libro de los tópicos (evidentemente, el ejemplar de George Lucas está ferozmente subrayado y de él sobresalen miles de esos post-it usados para marcar página -de diferentes colores, para dar con mayor facilidad con el tópico que quiere emplear) -vengan o no a cuento. No sólo eso, es además incoherente -las habilidades de los personajes cambian dependiendo de la escena- y está mal estructurado, con escena claramente en orden inverso al que exige la narración: por ejemplo, pretende hacernos creer que una matanza de líderes separatistas es más trágica que cargarse a un montón de niños.
El romance entre Anakin y Padme -ella con su cepillo y su canesú- es inexistente… y es mejor así, porque las pocas veces que se les ve juntos, oírles hablar causa dolor físico. Comparados con los diálogos de esta película, los de La guerra de las galaxias original eran obra de Shakespeare. Hay algún comentario político contra el nuevo imperio americano. Hay un intento de establecer un paralelismo entre la caída de un hombre en la maldad y la caída de la república. Más o menos. Es muy fácil de establecer.
Resulta asombroso lo que se descubre sobre la galaxia. Resulta que no hacen ecografías a las embarazadas. Ni una. Vamos, que la señora llega con su barriga (que crece y se contrae según el momento y la conveniencia del ulgar), se pone a parir y justo en ese momento descubre cuántos niños lleva dentro. Uno pensaría que el seguro médico de senadora galáctica daría para más.
Los jedis son un grupo de payasos incapaces de defender ni un chiringuito de playa y menos una galaxia. Son tan inútiles, que yo esperaba encontrar a Anacleto sentado en el consejo jedi, hasta que comprendí que Anacleto tenía demasiado nivel como agente secreto. Los jedis parecen existir única y exclusivamente para putear al pobre Anakin. Con mentores tan arbitrarios, estúpidos y ciegos -no verían ni a un sith ni aunque lo tuviesen delante, especialmente si lo tienen delante- lo sorprendente no es que Anaki se pase al reverso tenebroso… lo raro es que no lo hiciese antes. El único que se salva es Yoda -es el mejor actor de la película, por cierto, y el único que expresa emociones que se parecen a las humanas-, sobre todo porque uno sospecha que está en el ajo, que deja escapar al emperador adrede y que busca la purificación de los jedi… vamos, que es el malo maloso del todo.
Aparentemente, los jedis tienen un código de honor tan estricto que no pueden matar a nadie. Eso sí, el código no dice nada en contra de dejar abandonado a un pobre tullido que acaba de sufrir horrendas quemaduras y mutilaciones para que muera en un suplicio de dolor. Y todo porque dijo: «te odio». Para que luego hablemos de no guardar rencores. Y a Obi-Wan que dios le conserve la vista, porque mira que le lleva tiempo descubrir quién es el padre del niño de una senadora-exreina-de-Naboo embarazada de nueve meses que vive en un lujoso ático con un joven jedi dado al mal humor (en la galaxia tampoco hay chismorreos ni marujas, que lo sepas. La república se habría salvado de haber tenido un buen Crónicas marcianas).
¿Y qué decirles de las batallas? Son más bien tirando a aburridas. No muere nadie, sólo monigotes generados por ordenador -y una lagartija mutante cruzada con un gallo de pelea a la que alguien le dijo que sabía correr. Empiezan y acaban, sin necesidad, simplemente para hacer exhibición de efectos especiales, no porque la narración vaya a mejorar con una batalla en ese punto. La primera, con la que arranca la película, es la peor. Mucha nave, mucho tiro, mucha tontería -nota para futuros héroes galácticos: si alguna vez tienes que hacer aterrizar una nave sin motores, procura que la batalla se realice directamente sobre el espaciopuerto-, pero ninguna emoción, ninguna sensación de que allí alguien se juega algo. Con los duelos con sable para lo mismo. Están, simplemente (por ejemplo, comparen con el duelo de Darth Vader y Obi-Wan en La guerra de las galaxias, los dos se pegaban como si fuesen idiotas luchando con garrotes, y sin embargo transmitía más sensación de peligro y de presencia física y tenía sorpresa final y todo). Lord Grievous es un personaje que sólo existe para mostrar a un proto-Darth Vader, y su vida o muerte no significan nada más. Incluso el duelo final, entre Anakin y Obi-Wan, parece más un nivel de videojuego -incluso saltan de plataforma en plataforma-, y es tan entretenido como ver a alguien jugar a la play. Sólo importa la conclusión, pero ésta vive como disociada del resto del duelo, como si lo demás fuese pura exhibición.
Y ése es el principal problema. La venganza de los sith es todo espectacularidad, pero no hay sorpresa. Todo sucede como lo marca el tópico más viejo (morir de amor, gritar «noooooo» cuando te dicen que has matado a tu amada, dar unos pasitos de la escuela de baile Frankestein…), pero eso sí, con muchos efectos. Nada sucede con ironía o con un punto diferente. Lo que Lucas no parece comprender es que cuando todo es espectacular, nada lo es. Y luego, para rematar, la película no tiene ni pies ni cabeza, en ningún momento parece devenir de su propia lógica interna, las cosas sucedes simplemente porque el guionista quiere que sean así sin molestarse en apuntalar los acontecimientos unos con otros. Parte de razón tiene: todo el mundo iba a ir a verla igual tuviese sentido o no.
Como dije antes, lo único realmente bueno es la conversión física en Darth Vader. La máscara tecnificada que desciende, el rostro de terror del convertido, y la primera vez que oímos la respiración son buenos momentos. La escena es breve y reluce como una joyita en medio de tanta quincalla. Seguro que se la dirigió el jefe de la segunda unidad. Luego se ve que llegó Lucas y la «mejoró» añadiéndoles unos pasos de baile; de pronto, el que dos segundos antes era Darth Vader se transforma en Casco Oscuro.
Después ya se ponen a coser esta película con La guerra de la galaxias. Los pespuntes se notan bastante, sobre todo porque son apresurados y en realidad no consiguen encajar las dos trilogías (hagan la prueba, vayan a ver La guerra de las galaxias y miren a ver si se creen que Obi Wan está hablando de la misma historia; el tío está contando otra película). Hay reparto de bebé -«yo me quedo con la niña», dice uno-, hay justificaciones de por qué estos jedis son unos inútiles y no tienen esos chachis poderes de la otra trilogía que tantos problemas les hubiesen ahorrado y gesto final donde este Obi Wan intenta establecer la continuidad con el otro Obi Wan. Ah, y Yoda deja claro que es una rana y se va a vivir a un pantano (es duro ser verde). A pesar de todo, estos últimos minutos de la peli tienen su gracia.
Al volver a casa nos pusimos La guerra de las galaxias. Yo no soy muy fan de la serie en sí, la vi de niño y la disfruté horrores y nada más. Pero la diferencia con este episodio III es alucinante. Escena largas, personajes que se explican, comunicación entre ellos. Efectos especiales que hoy parecen cutres pero que eran efectivos. Batallas hipersimples pero que sin embargo provocan emoción, que van contrarreloj, que si lo haces mal te mueres. Aquella película, con todos sus defectos, no era todavía un videojuego.
Un punto a favor del episodio III, permite escribir textos como éste. Que lo disfruten.