Incluso de un desastre narrativo como el Episodio III: La venganza del tipo se pueden aprender muchas cosas de interés. Yo, por ejemplo, descubrí que en galaxia no hay ecografías. No deja de ser curioso, porque en nuestro propio mundo, tan atrasado que todavía nadie ha ido a Marte y menos ha viajado en un parasegundo al otro extremo de la galaxia, tenemos unas maravillosas ecografías de alta resolución en 4D que quedan la mar de chulas. Vamos, si incluso me han contado que un médico con un simple estetoscopio es capaz de oír dos corazones; eso sí que es un caballero jedi.
Por ejemplo, Adam Fields ha aprendido que en la lengua de Naboo «morfina» y «epidural» se dicen, curiosamente, «luke» y «leia». ¿No es una maravillosa coincidencia? Ahora podremos ver la segunda trilogía sustituyendo mentalmente Luke por «morfina» y Leia por «epidural». Otras cosas que ha aprendido:
1. When the leader says «Everything’s fine, go wait on the LAVA PLANET», be suspicious.
3. Robots with cutesy voices are annoying, not adorable. That goes double for aliens with cutesy voices. Triple for robots with cutesy voices and smoker’s cough.
6. 20 years seems like nothing when you’re ruling the galaxy.
8. Darth Vader is not scarier with an artful allusion to Frankenstein.
Por su parte, Charles Miller también ha aprendido varias cosas:
In a galaxy far, far away, missiles that release funny little robots that try to eat your spaceship are considered far more useful than missiles that, say, explode.
Maybe the Jedi temple should just spend less time on that flashy lightsaber stuff, and more time teaching novices to «Use the Brain.»
Given how only one person made the connection between a pregnant senator and the guy who was living with her, we can assume that people a long, long time ago haven’t yet worked out where babies come from.
Jedi also go from ‘impossible to kill’ to ‘deer in headlights’ whenever it’s convenient, so to ensure success in killing Jedi just make sure you plan to do it in a way that advances the plot.
A Jedi’s power to be unaffected by the heat of several million tonnes of molten rock quite obviously resides in his feet.
‘Because it would be cool’ is sufficient excuse for any abuse – no matter how flagrant – of continuity, the laws of physics, or just plain common sense.
Una buena medida de la maldad de una película es que te deja tiempo de sobra para reflexionar sobre el extraño funcionamiento de la inercia y la gravedad artificial en ese universo.