Regreso

Siempre me pasa lo mismo. Empiezo a traducir y me entra pánico de la primera página. Pienso que ése va a ser el libro que no conseguiré terminar de traducir. Da igual que tenga 200 páginas o 700, empezar a traducir un libro siempre me produce el mismo efecto, independientemente de cuántas veces lo hayas hecho ya en el pasado. Luego llegas más o menos a la mitad y entonces empiezo a relajarme, porque me digo «sólo queda hacer otro tanto como has hecho». Y a partir de ese punto soy como el gato negro de noche en mitad de un bosque oscuro: si sigo hacia delante sólo puedo acabar saliendo.

Pero el problema final es el final, cuando me sumerjo en una oleada de trabajo que me obliga a dedicar muchas horas. Y si encima tienes que hacer otras cosas -por ejemplo, terminar algo para tu tesis- pues te pasas un par de semanas sin hacer prácticamente nada más.

Pues nada, ya está. El libro se ha entregado y por fin me puedo relajar un poquillo. Incluso puedo escribir en mi bitácora, oír podcasts, contestar el correo atrasado, hacer un podcast nuevo y, previsiblemente, volver a leer libros.

Los libros que tengo para traducir a continuación son dos que me atraen mucho: The System of the World de Neal Stephenson y Axiomatic de Greg Egan. El primero es el tercer volumen de El ciclo barroco que he estado disfrutando enormemente, con esa extraordinaria combinación de historia de la ciencia e historia política del mundo en el siglo XVII. En cuanto al segundo, Axiomatic es una de las mejores antologías de la ciencia ficción moderna. Hay quien dice que Greg Egan tiene buenas ideas, pero no es cierto. Lo de Greg Egan son movimientos sísmicos mentales.

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Batman Begins

Han hecho algo mejor que una buena película sobre Batman.

Han hecho una buena película sobre Bruce Wayne.

Batman Begins no es sólo es mejor película que las anteriores (cosa que, francamente, no era nada difícil) sino que además lo logra alejándose de los modelos marcados mientras se ciñe a los modelos superheroicos. Sigue siendo arquetípica y toca todos los puntos del género, pero lo hace de otra forma e incluso en otro orden. El héroe enmascarado no aparece hasta bien tarde y su presencia está siempre supeditada a Bruce Wayne. Gran parte del metraje se dedica a explorar las motivaciones del protagonista, sus vacilaciones y sus balanceos en el borde del lado… digo, en el borde del mal. El resto se explora distintas formas de la maldad: desde la simple corrupción, hasta los tres grandes villanos, cada uno malo de forma diferente.

Uno de los grandes aciertos de la película es tratarlo todo con realismo. Con eso no quiero decir que lo que suceda sea real, sino que la película lo trata como si pudiese serlo: se nos muestra el proceso por el que los elementos van apareciendo; Bruce Wayne no se levanta un día de la cama para encontrarse con el traje lavado y planchado. La batcueva es efectivamente una cueva húmeda e infecta plagada de murciélagos (y para llegar a ella desde la mansión se usa un método de muy baja tecnología). Bruce Wayne necesita de una gran multinacional para conseguir su armamento, y aún así tiene que darle los últimos toques a mano. La batseñal sólo se asemeja a un murciélago si uno emplea grandes dosis de imaginación, y Gordon tiene que darle los últimos toques. Gotham parece una ciudad de verdad, y cuando el batmóvil corre por ahí, parece hacerlo por calles de verdad y entre edificios de verdad. Incluso los malos parecen realistas: muy poca teatralidad, sólo la justa para marcar el personaje. El propio Bruce Wayne aprende sus habilidades por un camino largo y tortuoso, que exige penalidades, sacrificios y voluntad. En esta versión, Bruce Wayne se convierte en luchador contra el crimen porque ya está de vuelta y ha vivido en el reverso.

Batman en esta versión es majestuoso y señorial, el verdadero príncipe de Gotham del que se habla. Es realmente una criatura de la oscuridad, convertida, por la magia de la química, en ser aterrador que llena de miedo el corazón de sus enemigos. Sus apariciones están cuidadosamente dosificadas y se le ve lo justo. Las peleas son también muy contenidas. Son eficientes, duran lo que tienen que durar y tienen como fin lograr los objetivos de los personajes no recrearse en las cabriolas (vamos, que aquí se pegan con la intención de dejar de pegarse lo más rápidamente posible). La batalla final no termina en el último segundo posible y director nos deja tiempo para disfrutar del último gesto del malo -gesto que, por cierto, resume maravillosamente al personaje. Y Batman es también humano y falible, golpeándose, sufriendo o teniendo que luchar para liberarse.

Liam Neeson, como Ducard, es majestuoso: un maestro de los caminos de la lucha que entre golpe y golpe de espada va impartiendo sus peculiares perlas de filosofía. Michael Caine como Alfred consiente con flema total las obsesiones de su protegido pero sin privarse de algún comentario afilado. Morgan Freeman hace de un Q leal al legado de la familia Wayne. Y Christian Bale no sólo demuestra ser un Batman perfecto, resulta también ser el Bruce Wayne definitivo. Pero me gustaría quedarme con dos. Gary Oldman, tan acostumbrado a interpretar a villanos histriónicos, interpreta aquí al último policía honrado de Gotham con una cara de perpetua tristeza y desesperación; sólo al final se atreve a mostrar esperanza aunque no por ello introduce una crítica final al héroe. Cillian Murphy es un espantapájaros perfecto: tiene unos ojos que parecen estar taladrando las paredes y dota de seriedad a un personaje que parecía iba a ser de broma. Un efecto curioso de tanto actor mayúsculo es hacerme desear verla en versión original. No dudo que con voces que estén a la altura de la capacidad interpretativa de esas caras, la cosa sea todavía mejor.

Destaco un único punto negativo a la película: la presencia femenina, que se reduce al personaje de Katie Holmes. La actriz estaba bien para Dawson crece, pero aquí, rodeada de tanto actor impresionante, la pobre no tiene mucho que hacer. Su personaje sólo sirve para avanzar la trama en un par de ocasiones -forzar la reflexión inicial de Bruce- y ponerse en peligro para que la rescaten. Si sólo iba a haber una mujer en toda la película, podían haber buscado una actriz que destacase un poco más. Es más, no había ninguna necesidad de que la película fuese un club de chicos; no hubiese estado más que algún otro personaje hubiese sido mujer: por ejemplo, Lucius Fox.

El guión está muy bien trabajado, con más de un guiño a los cómics (hay ocasiones en que uno cree estar viendo viñetas de Batman año uno o El regreso del señor de la noche). Excepto un pequeño agujero argumental al final (hay un aspecto del arma de los malos que no acaba de encajar) lo demás se engarza sin problemas. Aparte de tener un par de giros argumentales muy interesantes -la película comienza con Bruce Wayne prisionero en una cárcel asiática-, el guión se mueve sin esfuerzo entre varios temas que mantiene en el aire casi sin esfuerzo: la relación maestro-aprendiz, la fascinación del mal, la decadencia de las ciudades, la diferencia entre justicia y venganza, la salvación, la muerte y el renacimiento. Su gran virtud está en centrarse en el desafío entre personajes y en el choque de filosofías. Es más, se atreve a incluir un malo que busca los mismos fines que Batman -el problema son sus métodos-, lo que resulta mucho más interesante.

Y el guión, como me comenta mi amigo Xavier, pinta a Batman más como un colectivo que como un individuo. Si bien hay un señor que se pone la capa, hay otros muchos que toman decisiones y actúan para que Batman pueda volar por los tejados. En cierta forma, el guión plantea una deliciosa continuidad entre Thomas Wayne -a quien, por cierto, vemos por primera vez descendiendo desde lo alto para salvar a su hijo caído- y Bruce Wayne: los dos son, sobre todo, catalizadores.

Tenía razón Roger Ebert cuando comenta que, sobre todo, Batman Begins demuestra que muchas veces menos es más. Concentrarse menos en la espectacularidad y en las peripecias físicas produce, paradójicamente, una mejor película de acción y de superhéroes. Lo más extraordinario de Batman Begins no es que sea una buena película de superhéroes, sino que también resulta ser una buena película.

Por cierto, un detalle curioso: hacía tiempo que no tenía ganas de aplaudir al final de una película. Qué pena que eso no se estile.

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«Joss Whedon is my master now», la camiseta

Bien, la mejor película de ciencia ficción del año se acerca y cada día tenemos más conversos al whedonismo (es muy fácil, basta con prestarles la serie de televisión y se convierten solos). Para celebrar el momento, PVPOnline, que acuñó la genial frases «Joss Whedon is my master now», va a sacar la correspondiente camiseta, que pronto se podrá comprar en ThinkGeek:

Aquí ya estamos preparando un pedido masivo de camisetas. Aunque lo que molaría de verdad sería un brown coat de esos.

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Batman Begins

Visto que La venganza de los sith al final resultó ser muy mala, nos queda la esperanza de que Batman Begins sea buena. Y por el momento, las críticas son muy positivas.

Roger Ebert habla muy bien de ella. Voy a extraer tres párrafos:

‘Batman Begins» at last penetrates to the dark and troubled depths of the Batman legend, creating a superhero who, if not plausible, is at least persuasive as a man driven to dress like a bat and become a vigilante. The movie doesn’t simply supply Batman’s beginnings in the tradition of a comic book origin story, but explores the tortured path that led Bruce Wayne from a parentless childhood to a friendless adult existence. The movie is not realistic, because how could it be, but it acts as if it is.

Luego:

I admire, among other things, the way the movie doesn’t have the gloss of the earlier films. The Batman costume is an early design. The Bat Cave is an actual cave beneath Wayne Manor. The Batmobile enters and leaves it by leaping across a chasm and through a waterfall. The Bat Signal is crude and out of focus.

Y al final:

I said this is the Batman movie I’ve been waiting for; more correctly, this is the movie I did not realize I was waiting for, because I didn’t realize that more emphasis on story and character and less emphasis on high-tech action was just what was needed. The movie works dramatically in addition to being an entertainment. There’s something to it.

Mientras tanto, la Flick Filosopher dice:

There’s no over- the- top Jack Nicholson villain here to make you chortle at how wacky a crazy actor can be in a role that lets ‘em loose. And I don’t mean to demean the Tim Burton installments of the Bruce Wayne saga, because they were great, in their day. (The less said about Joel Schumacher ones, the better.) But the day has changed, and as grim and semi- psychotic as Michael Keaton was — he was the definitive Batman for me until now — Christian Bale (The Machinist, Reign of Fire) brings a solemnity and a gravity to Bruce and to Batman that simultaneously creates a protomythic superhero and undercuts the idea of a protomythic superhero. This Bruce is, on the surface, the same Bruce we’ve known for years, who witnessed his parents’ murders as a child and grew up to direct the resulting anguish into vigilante justice- dealing. But Bale — aided by the beyond marvelous script, which is far more about the elemental roots of the character than any of the other Batman films — gives us a Bruce who isn’t just angry but lost, isn’t just bitter but struggling to find a way to deal with it. When he falls, early in the film, into the «path of the League of Shadows,» under the tutelage of the mysterious Henri Ducard (a shivery- splendid Liam Neeson: Kingdom of Heaven, Kinsey), we feel how precariously Bruce is teetering on the knife edge between genuine insanity and the just- crazy- enough to do what he knows needs to be done to save Gotham… and to save himself.

Y finalmente, James Berardinelli dice:

With Batman Begins, director Christopher Nolan has gone back to basics, jettisoning both the silliness of the TV incarnation and the gothic and fetishist elements of the ’90s version. This is a hard-core, down-and-gritty origin story – the tale of, as one might reasonably expect, how Batman begins. It isn’t intended as a «prequel» to the 1989 film – not only is Gotham City a completely different place, but key events of the Batman chronology are re-spun. Batman Begins is designed as the start of a new life, a reboot for the franchise. In the process, Nolan has not only crafted the best Batman movie, but arguably the second-best motion picture superhero narrative (topped only by the linked duo of Superman and Superman II). For those who thought Spider-Man and X-Men had a lot to offer, wait till you see where this film goes.

Como detalle negativo, estas personas pusieron bien La vengaza de los sith. Hay que estar atentos.

Mañana hay preestreno. Yo no puedo ir, pero va un amigo que pilló las invitaciones:

Imagen(13)

Por detrás pone que eres un criminal si se te ocurre llevar una cámara de fotos al cine. Y te pide que te chives del vecino, como si tú fueses una boca de la verdad.

Yo iré viernes y sábado. Curiosamente, aquí en el cine todavía tienen reservada la mejor sala -la cuatro, a poder ser en la fila 13- para el cagarro, y han relegado a Batman Begins a una de las pequeñas. Qué triste.

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Mi Munchkin

¡Por fin tengo mi Munchkin! Uno mío, para mí solito, que podré usar yo exclusivamente jugando largas partidas contra mí mismo:

Mi Munchkin. ¡Por fin!

Munchkin es un juego de matar monstruos y ganar tesoros y nivel quitando todas las tonterías del rol. Es apasionante.

Mis cartas favoritas:

Mis cartas preferidas

Ahora sólo me falta conseguir la ampliación Hacha descomunal. El viernes, me han dicho.

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¿Las mejores historietas del cómic español?

La alegría me duró bien pocos segundos. Vi en La cárcel de papel que El mundo va a sacar una colección titulada «Las mejores historietas del cómic español», su respuesta a la colección de cómics que está sacando El país (que compro, y me está gustando bastante). La alegría -«jo, la de cosas guays que me perdí en su día y voy a poder leer ahora», pensé- se transformó en decepción, ya les digo, al descubrir que estamos hablando exclusivamente de Ibáñez, Zipi y Zape y Superlópez. Que no es que estén mal (de Ibáñez lo tengo casi todo, aunque intentaré pillar los de 13 Rue, y de Superlópez supongo que siempre habrá algo), pero no esoy seguro de que sean las «mejores historietas» del cómic español. Yo hubiese preferido una colección «Historias buenas de un sector más amplio del cómic español».

¡Qué le vamos a hacer!

Otra cosa. La web que se han montado para la colección es una de esas estupideces que sin ninguna buena razón exigen javascript activado para funcionar. ¿Cuándo van a aprender?

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Quinny Buzz

Ya tenemos sillita. Nos decidimos al final por la Quinny Buzz.

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Entre sus aspectos positivos se encuentran que pesa muy poco, es fácil de plegar y más fácil aún de desplegar (lleva una sistema hidráulico, por lo que se abre sola). Es muy maniobrable. Lo que tiene puesto es la silla Maxi-Cosi para cuando son pequeñitos. La silla grande la hemos cogido en violeta.

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Premios 20 minutos

20minutos.es ha convocado un concurso de bitácoras. Hay varias categorías, entre ellas la de mejor bitácora 2005 y mejor bitácora 2005 por votación popular. La gracia es que dan 3.000 euros. Pues eso, que si tienen a bien votarme estaría agradecido y eso.

Vótame

convocado por:
20minutos.es

Por desgracia, se han montado un sistema de votación algo complicado. Hay que registrarse (una vez), introducir códigos de seguridad y esas cosas. Supongo que hay que mantener cierta seriedad, pero tampoco estaría mal intentar simplificarlo un poco.

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[Recibido] La Confusión. Volumen dos del ciclo barroco. Segunda parte de Neal Stephenson

Ya está fuera dos tercios de El ciclo barroco. Queda, El sistema del mundo.

De la contraportada:

Jack Shaftoe, el llamado Rey de los Vagabundos que será rey de verdad en el Indostán, sigue con sus peripecias por todo el mundo, de Japón a México. Mientras, Eliza, la joven de Qwghlm que ha sido odalisca y espía para acabar convertida en una influyente dama en la corte de Francia; estrecha lazos con Sofía Carlota, esposa de Federico I de Prusia y protectora de Leibniz.

Por su parte, la Filosofía Natural sigue avanzando en su camino para desbancar a la alquimia. Daniel Waterhouse, más cercano al racionalismo de Leibniz, debe, pese a todo, convencer a Newton, cuyo proyecto intelectual no rechaza la sabiduría, alquímica, para que éste acepte ocupar el cargo de director de la nueva Casa de la Moneda de Inglaterra.

La confusión inevitablemente asociada al nacimiento del mundo y la mentalidad modernos es en realidad el eje central de una vasta peripecia humana, social e intelectual que configura el segundo volumen de una magna obra, el Ciclo Barroco. Un libro de ambición, erudición y alcance inmensos.

Tras el indiscutible tour de force que representó Criptonomicón, Stephenson se atreve a novelar en el Ciclo Barroco cómo pudo ser el nacimiento del mundo moderno, la creación de la ciencia y el paso de la alquimia al empirismo y al racionalismo. Y lo hace con la misma facilidad y amenidad que sorprendieron a todos en Criptonomicón, con esa mezcla abigarrada de historia, aventura, ciencia, hechos verdaderos e invenciones, y enfrentando la locura al racionalismo, la alquimia al empirismo y sin olvidar contarnos con ironía el nacimiento de la bolsa y la economía modernas, en medio de guerras, espías, intrigas, corsarios y piratas.

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Mi primer regalo

Este mes es mi cumpleaños (para los interesados en hacerme un regalo, aquí están mi lista de los deseos en Amazon.com y Amazon.co.uk) y ya he tenido mi primer regalo. Me ha enviado Amena. Son unas gafas para relajarse (de esas que se meten en la nevera). El regalo viene acompañado de una nota escrita personalmente por una impresora deseándome que lo celebre a lo grande y luego me relaje. Sé que soy un desagradecido, pero yo hubiese preferido otra cosa. Por ejemplo, tarifa plana GPRS. Pero parece que este año va a ser que no.

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Llámenme cínico, pero tengo la impresión de que este gesto significa que pago a Amena demasiado dinero al mes. Tendré que mirar con atención esa factura.

Por lo demás, no es la primera vez. Hace años Amazon me regaló un taza de café y uno de esos juegos en los que hay que ir quitando piezas a una torre.

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