Catálogo de las naves

Parece que muchos libros tienen un escollo que si consigues superar casi te garantizan que podrás acabarlo (en El señor de los anillos era aquella cosa de Tom Bombadil, aunque yo me lo pasé y aún así no terminé el libro). En el caso de la Ilíada debe ser el Catálogo de las naves, que ocupa la segunda mitad del canto segundo. Se trata de un quién es quién y de dónde vienen de los que se están peleando frente a las murallas de Troya. No llega a extremos bíblicos, pero yo soy de los que se pierden con tanto nombre y tanto sitio.

Pero ya lo he superado y navegado hacia costas extrañas por el resto del poema.

Es una obra extraña. Empieza con dos niños que se pelean porque les han quitado los juguetes. Que los juguetes son seres humanos ya te indica que va de una civilización completamente distinta, donde la gente se mataba por honor y donde importaba sólo lo que decía el macho. A uno de ellos le ofrecieron gloria eterna a cambio de morir joven y dijo que sí (cuentan que una vez muerto se arrepintió; a buenas horas…). Elección que tampoco es de extrañar, considerando que en el mundo de Homero todo pasa porque este o aquel dios lo decide.

Y aún así, es asombrosamente real. Es decir, uno podría imaginar una versión de la Ilíada donde todo sucediese por el honor y la gloria, y sin embargo, no es así. Un ejemplo del comienzo que me sorprendió. Zeus le ha enviado un sueño a Agamenón -el que manda las tropas aqueas- diciéndole que bueno, que si coloca sus tropas delante de Troya, a lo mejor, es posible, quizá, conquiste la ciudad. Agamenón, a continuación, decide tentar a sus tropas -que dios le conserve su capacidad de liderazgo- y decirle que se marchen, que allí ya no pintan nada y que se vuelvan a casa.

Piénsenlo un segundo: llevan nueva años pegándose en tierra extranjera. ¿Cómo reaccionaría cualquier persona normal?

Pues dándose la vuelta de inmediato y corriendo hacia las naves para ponerlas a punto lo más rápidamente posible.

Y luego tiene que venir el político en residencia -Odiseo- a poner orden, hablando de la sangre derramada y demás tonterías, a arreglar el desmadre que ha montado Agamenón.

Te hace pensar que las cosas no han cambiado tanto.

Debe ser por eso que lo consideran un clásico de la literatura.

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Soy un mono

He hecho un test de esos y me ha salido que soy un mono:

You Are A: Monkey!

monkey

Monkeys are intelligent and agile, well-adapted for jungle life as they swing happily from tree to tree. As a monkey, you are a social animal who prefers a warm climate, eats a wide range of food and is quick to learn new things. A monkey’s tiny primate features are irresistable, as is his gregarious personality!

You were almost a: Duckling or a Parakeet
You are least like a: Groundhog or a PuppyDiscover What Cute Animal You Are!

Lo de ser un periquito hubiese estado bien.

(vía …hmmm…)

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Halloween

Otro 31 de octubre más, y otro año más de críticas a la fiesta de Halloween que cada vez gana más terreno. Dicen que es una fiesta importada -o reimportada, depende de a quién le preguntes- y que no corresponde a nuestra tradición cultural. Curiosa crítica, porque si no recuerdo mal, Navidad también es una fiesta importada y nadie la critica por eso.

Otros dicen que pronto empezaremos a celebrar acción de gracias. Tampoco tengo problema, todo lo que sea importar fiestas de comer hasta reventar me parece genial. Es lo que más me gusta de la Navidad (junto con los regalos).

Pues eso, que mientras sea cuestión de importar fiestas divertidas, pues guay. En otras ocasiones tenemos fiestas tenebrosas, como la semana santa, que convertimos en divertidas con poco esfuerzo.

Siempre damos vueltas sobre lo mismo, cuando no importamos fiestas de un sitio las traemos de otro. Dentro de 50 años nos estaremos quejando de que importamos alguna fiesta china. (China dominará el mundo en 20 años, treinta como mucho, pero todavía tardará un poco más en afianzar el control cultural.)

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