100 en 100 días, día 24: Cine Cuak!!!

Vamos al cine, con la bien llamada Cine Cuak!!!:

Cuak!!! (no buscar relación entre el dominio y el contenido, porque no la hay) pretende ser una web exclusivamente de cine y todo lo que le rodea, que no es poco. Surgida como escisión de la sección de Cine de Pagaelpato.com, ha empezado como un proyecto personal y aquí no escribe nadie que se dedique al cine de forma profesional, solamente nos dedicamos a disfrutar de él, que es lo que se pretende conseguir trasmitir a los que lo lean.

Opiniones, críticas, alguna noticia, premios… siempre intentando verlo todo desde un punto de vista muy personal.

100 bitácoras en 100 días.

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Descansa con estilo

Con uno de estos magníficos ataúdes de diseño.

We encourage people to explore the creative and special ways they can arrange a funeral service, share stories and be comfortable in planning their needs.

Remember there is no right or wrong, only ways to make this memorable for you and your loved ones.

We hope LifeArt coffins enable you to focus on the life being remembered and cherish.

(vía The Red Ferret Journal)

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Uno está a favor de la cultura…

…pero eso no significa que apoye cualquier documento que afirme defenderla. Hace poco desde bitacorARP se lanzó un «Manifiesto por la cultura veraz», un texto torpe y desafortunado, en cuya redacción -de considerarse necesaria- debería haberse invertido más tiempo y reflexión. Por suerte, BioMaxi ya lo ha comentado.

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Ligar sin Kundera

Cuentan -y ya saben que la rumorología es así- que en Estados Unidos hay una cultura del ligoteo formada alrededor de La insoportable levedad del ser de Milan Kundera (un libro de transmisión sexual, lo llama el autor de la entrada). Un miembro de la pareja se lo prestan, para dejar claro que uno es inteligente, sensible, profundo filosóficamente y que además le gusta el sexo. Es decir, da la impresión de que los hombres lo prestan a sus amantes potenciales para dejar claro que son un cruce entre Platón, el Dalai Lama y un mono salido.

Pero el autor encuentra un problema con ese libro: es muy malo y en realidad demuestra muy poca sensibilidad artística o de cualquier otro tipo (no tengo ni idea: yo lo leí hace mucho tiempo y ni siquiera recuerdo si me gustó). Así que ha decidido resolver la cuestión recomendando otros libros para amantes (o para la cama de matrimonio, cuando puedes leer todo lo que quieras), de mucha mayor calidad y más o menos de la misma zona geográfica. Libros como El maestro y Margarita, Prosa completa de Alexander Pushkin, Aventuras del soldado Svejk o La defensa. Incluso te explica a qué otros libros y autores -a mayores- puedes sustituir con cada título. Por ejemplo, si lees Ferdydurke de Witold Gombrowicz, puedes ahorrarte los volúmenes del I al MCLXVII de Proust y El guardián entre el centeno.

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10 momentos estúpidos del cine de ciencia ficción

En películas como Matrix, El imperio contraataca o La mosca. Por ejemplo, Superman viajando en el tiempo:

Why it’s so dumb: This is the classic problem with any time travel plot. If Superman can turn back time, why not turn it back a few years, find Lex Luthor, and break a few fingers? Instead, Superman turns back the clock just enough to save Lois from a not-so-shallow grave.

Why we don’t care: Actually, we do. This one is just too dumb.

10 Dumb Moments in Sci-Fi Cinema

(vía Follow Me Here…)

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Diógenes y Aristipo

Psicobyte nos propone considerar a los dos filósofos -Diógenes y Aristipo- y decidir con cuál nos quedaríamos.

Yo es que lo tengo muy claro.

Diógenes es el típico individuo al que sólo se puede admirar de lejos. En la distancia, desde las cumbres gemelas de la teoría y la abstracción, pues el hombre parece que está bien. Cuando uno se acerca descubre que en la práctica se trata de un individuo insoportable al que ningún ser humano en sus cabales aguantaría más de cinco minutos. Se sabe, es más, que hay hombres por lo demás razonables que escogerían clavarse escarpias en los testículos antes que tratar con Diógenes. Paradójicamente, la grandeza de Diógenes es directamente proporcional a la distancia.

El problema de Diógenes es que tiene claro que es un ser superior. Y como ser superior que es, y por definición de ser superior, no hay nadie a su altura o por encima. Es, además, uno de esos hombres que se enorgullecen -con el orgullo interior de quien se sabe superior- de decir siempre la verdad, como si se tratase de una tarea titánica que niños, borrachos y tontos no fuesen capaces de emular con toda facilidad. Por tanto, cuando Diógenes se encuentra contigo lo primero que hace es recordarte que es muy superior a ti, y que aunque le duele profundamente, ha consentido en hablar contigo, ser imperfecto y torpe, una cucaracha a su lado. No lo hace por maldad, sino porque su sentido de la ética y la moral es tan elevado que no hay nadie lo suficientemente puro en este mundo; y si él no te informa de tus defectos, ¿cómo vas a mejorar? Con lo cual, imaginarán ustedes que la vida social de Diógenes es más bien limitada. Diógenes no come hierbas porque las hierbas le gusten. No, lo hace porque no encuentra a nadie que le venda nada. Las pescaderas preferirían entregar el género a los gatos callejeros y venderse ellas mismas a los piratas de Berbería antes que dar pescado a Diógenes. Con ese carácter prepotente, altanero, soberbio, desdeñoso, despreciativo, petulante, vanidoso, arrogante, engreído, y envanecido no me extraña. Lo raro no es que Diógenes viva en un tonel. La pregunta es: ¿de dónde habrá sacado el tonel?

Aristipo es un señor normal. Sale a trabajar por las mañanas, lee el periódico, cuida del hijo… Es decir, se maneja por la vida como cualquier ser humano. Aristipo sabe que la vida es más compleja de lo que consienten las teorías. Las abstracciones, inevitablemente, simplifican el mundo y lo dejan reducido a un juego de oposiciones entre blancos y negros. Pero como decía el poeta, en teoría la teoría es práctica, pero no en la práctica. Aristipo habla con todo el mundo, ya sea quiosquera, barrendero o rey. Es más, no desprecia a nadie por ser quiosquero, barrendera o reina. Puede que los demás no sean tan inteligentes como él, pero sabe perfectamente que se enfrentan a los mismo dilemas de todos los días, y que cada uno los resuelve como buenamente puede y según sus propios principios. A Aristipo jamás se le ocurriría imponer sus propios puntos de vista a los demás -a menos, claro, que los actos de los demás le pareciesen definitivamente criminales- y por tanto ejerce una amabilidad que los más fanáticos confunden con connivencia y conchabanza. Sabe que emplear palabras amables es normalmente más efectivo que ponerse duro e intransigente. Trabaja para el rey, y aunque Aristipo no tiene claro por qué el rey quiere tenerle a su lado, tampoco ve nada malo en hacerle un comentario azucarado de vez en cuando. Es más, a veces intenta influir en las decisiones reales -procurando que no se note- diciendo «venga, a éste no me lo mates y mándalo a galeras» o «no arrases la ciudad, déjalos vivir labrando la tierra». A veces le sale bien, a veces no. Así es la vida.

No es que Aristipo no sepa que es un ser superior. Nada más lejos de la realidad. Por lo general, Aristipo se sabe protagonista absoluto de su propia vida y la persona más importante del mundo. El mundo surgió de la nada cuando el nació y volvería al vacío a su muerte. Pero a veces duda. Se pregunta si no será él personaje secundario de la vida de otra persona. Quizá de la vida del barrendero o del rey. Le sucede en las prolijas noches de insomnio, cuando se revuelve en la cama ponderando la existencia. Como duda, Aristipo trata a los personajes secundarios de su vida como le gustaría que le tratasen a él, no vaya a ser… Esa mínima cortesía es posiblemente uno de los pocos principios abstractos de Aristipo.

En resumen, Aristipo no tiene un tonel, ni falta que le hace. Pero si algún día necesita uno, no tendrá problemas para conseguirlo.

P.S. En ocasiones, una vez al día -suele ser de noche- mira a unos ojos y tiene una certeza: su papel es importante, pero su persona definitivamente secundaria. Pero ésa es otra historia de Aristipo.

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Ética hipotética

He decidido demostrar mis principios rechazando una oferta hipotética de publicidad en mi página. Es decir, alguien hipotéticamente podría hacerme una hipotética oferta de dinero hipotético a cambio de insertar publicidad hipotética en mi página. A continuación, yo rechazo, esta vez de verdad, la oferta hipotética y con eso demuestro la solidez de mis principiosy mi independencia del vil capital. Como la ética es mayor cuanto mayor es el dinero hipotético rechazado, he decidido rechazar una oferta hipotética de 22.000 euros.

Pues eso. Hipotéticamente podría recibir una oferta hipotética por 22.000 euros hipotéticos. La hipotética oferta sería por insertar publicidad hipotética durante un año hipotético en mi bitácora. Y aquí mismo la rechazo formalmente.

Jo, ya me siento más ético y más moral.

Lo bueno de esto es que la ética hipotética es muy simple y cómoda, y se puede practicar en la intimidad del hogar sin ningún problema o menoscabo. Por eso invito a todo el que quiera a rechazar cantidades hipotéticas de dinero hipotético a cambio de publicidad hipotética. Recuerden, el efecto es mayor cuanto mayor es la cantidad hipotética de dinero hipotético rechazada.

La próxima semana les hablaré de mi nueva dieta hipotética. Consiste en no comer la comida que hipotéticamente podrías haber comido. Por supuesto, todas estas entradas en mi bitácora son y serán totalmente hipotéticas.

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