El bebedor de vino de palma, de Amos Tutuola

Es curioso cómo pasan las cosas. Compré este libro hace más de diez años -debió ser en una librería de viejo, porque la edición es del año 1974-, animado por un amigo con buen oído para lo literario. Extrañamente, no lo leí. Sin embargo, al mudarme a Galicia me lo traje. ¿Qué impulso me llevó a traerme un libro que no había leído en más de diez años de oportunidades? ¿Por qué decidí cogerlo ahora y leerlo después de tanto tiempo? ¿Por qué éste en particular entre todos los libros sin leer que pueblan esta casa (los compramos a mayor ritmo del que los leemos)? No sé contestar.

Pero me alegra haberlo leído al fin.

El bebedor protagonista -que se llama «Padre de los dioses que todo lo puede en este mundo», nos informa más adelante- se bebe al día 150 pipotes de vino de palma. Como su padre sabía que el chico no valía para otra cosa, le regaló una finca con 560.000 palmas y un sangrador capaz de extraer los 150 pipotes y producir el mejor vino. Semejante vida regalada se termina un día, cuando el sangrador se cae de una palma y se mata. Desde ese momento, es imposible conseguir la cantidad necesaria cada día, ni la calidad acostumbrada. Por tanto, el bebedor decide partir en busca de su sangrador, porque sabe que los muertos pasan un tiempo en algún pueblo lejano.

Y así se inicia un viaje fantástico en busca del sangrador muerto. Por el camino, el bebedor encuentra con todo tipo de seres fantásticos, se pelea con muchos, gana algunas batallas por puro ingenio, y otras por pura suerte. Incluso se casa, destruye todo un pueblo, huye de un ejército de bebés con muy malas pulgas y pasa largos periodos de tiempo en pueblo extraños. En ocasiones parece que la narración se refiere a un tiempo anterior al mundo; en otras, parece que habla de ayer. No es realismo mágico, porque no se trata de que lo fantástico irrumpa en lo cotidiano. Aquí el mundo completo del bebedor es fantástico (él mismo es un hechicero con grandes poderes… si tiene la poción adecuada).

Parece ser que el autor se inspiró en la tradición mitológica yoruba. Debe ser, porque se nota mucho que los elementos fantásticos vienen de otro acervo. Hay un sentido del humor diferente, y cada episodio manifiesta una crueldad asombrosa, como si fuesen historias a las que nadie ha podido domesticar todavía. La muerte en omnipresente, como también la enfermedad y el hambre. La obsesión por la comida es continua (al menos aparecen dos personajes fantásticos que no hace otra cosa que comer), así como el deseo de venganza (el último episodio del libro es prácticamente sólo venganza). También abundan los hechizos y los objetos con grandes poderes.

El ritmo es repetitivo reflejando oralidad, con una prosa fragmentada que en ocasiones es preciso releer para comprender del todo. La estructura narrativa también es diferente. Cumplida la misión, la historia no se detiene, sino que sigue avanzando por otros vericuetos. Cuando llega el final, no parece tanto que la narración haya terminado como que el narrador ha dejado de hablar.

He sido un bebedor de vino de palma desde que tenía diez años. Nohe hecho otra cosa en mi vida que beber vino de palma. En aquellos tiempos el único dinero que conocíamos eran los caracoles, así que todo era muy barato y mi padre era el hombre más rico del pueblo.

Mi padre tenía ocho hijos y yo era el mayor. Todos los otros trabajaban muy duro, pero yo era un maestro bebiendo vino de palma. Bebía vino desde por la mañana hasta por la noche y desde por la noche hasta por la mañana. Ya en aquellos tiempos no podía beber agua corriente, sino vino.

Tengo que conseguirlo en inglés.

Amos Tutuola en la Wikipedia.

Éste es uno de mis 50 libros del año 2005.

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